back to top
InicioInfidelidadRendida ante mi suegro

Rendida ante mi suegro
R

el

|

visitas

y

comentarios

Apoya a los autores/as con likes y comentarios. No cuestan nada.
Tiempo de lectura: 8 minutos

Con Carlos, mi novio hace dos meses que salimos. Tiene 30 años, hijo de un empresario poderoso, es Ingeniero y trabaja con el padre. Es hermoso, 1.80 m de altura, físico trabajado ya que fue nadador y todavía sigue entrenando, súper elegante. Y muy bien dotado por cierto.

Esa tarde nos encontramos en un bar. Yo venía de la facultad, el de su trabajo. Venía sonriendo y haciendo que no con la cabeza.

-Hola flaca. Que linda que estás. Me dijo y se sentó en mi mesa.

-Hola Carlos. Vos estas muy fuerte, como siempre. Dije mordiéndome el labio inferior.

-Recién me llamo mi viejo. Nos invita a pasar el fin de semana en su quinta. Quiere presentarme a su nueva novia, y conocerte. Es un hijo de puta.

-¿Cuál es el problema?

-Mis viejos se separaron hace cinco años. La cosa no daba para más hace 10 años por lo menos. A pesar de tener la misma edad mi vieja es veinte años más vieja que mi viejo. No lo acompañaba en nada. A mi viejo le gustan los viajes, salir a cenar, y sobre todo, el sexo. Primero tuvo amantes, y mi vieja no decía nada con tal que no la joda a ella para tener sexo.

Pero mi viejo se cansó de andar a escondidas. Y hace cinco años, se separaron. Y salta de mujer en mujer, es tremendo.

-¿Cuántos años tiene?

-55 años recién cumplidos.

-Es un tipo joven, dijo no es un viejo.

-No, ni ahí. Tiene tanta vitalidad como yo, un espíritu increíble, y encima tiene facha y plata. Combo completo.

-¿Vos querés ir?

-Si no te jode, vamos. Hace rato que no charlamos comiendo algo.

Cuando llegamos a la quinta, la música estaba a todo volumen. Entramos a la casa y parecía no haber nadie. Carlos me guio para ir a la pileta, y ahí estaba el padre, en la pileta con una chica de no más de 25 años. Estaban jugando en el agua como dos chicos. Ella, una morocha impresionante, flaca, buenas tetas y muy buen culo. Como apreciaría después, unos ojos verdes tremendos. Tenía puesta solo la parte de abajo de la bikini, el corpiño descansaba en el borde de la pileta.

Mi suegro, de la misma altura que Carlos y casi el mismo físico. Los diferenciaban las canas. Cuando salió de la pileta vi que tenía puesta una sunga brasilera. El bulto que se le marcaba era tremendo, más que el de Carlos. Me quedé mirando con la respiración cortada. Su grito saludando hizo que se cayera el hechizo que me fijaba la vista en su bulto. La chica sin ningún problema salió de la pileta y se puso el corpiño de la malla sin apuro.

-Hola, soy Fernando, padre de Carlos. Supongo que sos Helena, su novia.

-Hola, sí. Un gusto conocerlo. Dije embobada por tremendo tipo.

Yo mido 1.60 apenas le llegaba al pecho. Tremendo pecho por cierto.

-Que bueno que aceptaran venir. Les presento a Sandra. Dijo

-Hola, como estas. Saludé

-Hola Sandra. Un placer. Dijo Carlos dándole un beso en la mejilla.

-Vayan a cambiarse y les preparo un trago.

Cuando volvimos en la mesa del quincho había tres copas y Sandra no estaba.

-Tu novia… Dijo Carlos.

-No, Sandra no es mi novia, es una amiga. Patricia llega en unos minutos, por eso se fue Sandra…

-Ah… Viejo, no cambias más. ¿Cuántos años tiene tu novia? Es otra criatura como Sandra supongo.

-No… es mayor… 25 años.

25 años, entonces cuantos tendía Sandra. Pensé

-Contame Helena, ¿se porta bien Carlos?

-Si, nos llevamos muy bien, es muy atento, cariñoso, tierno.

-Ah, aburrido como la madre.

-No empieces viejo. No todos somos como vos.

-No digo que seas como yo, pero que vivas hijo. Más teniendo a una hermosa mujer a tu lado.

Cuando llegó la novia en un taxi, Patricia, era una terrible mina. Proporcionada al milímetro, hermosa de cara y cuerpo. También morocha, pero de ojos grises. Se puso una bikini, y se nos unió en el quincho.

-Fer, no me dijiste que Carlos era tan lindo, te soy sincera, si no estuviera con Helena, creo que me tiro en sus brazos.

-No hay problema si Helena se tira a los míos. Creo que salgo ganando. Dijo mirándome a los ojos.

Me reí. Fue un reflejo de supervivencia. Sentí que me mojaba la entrepierna al instante. Fuimos con Carlos a la pileta y ellos se unieron unos minutos después.

-Dios, me olvide el protector solar. Dijo Patricia.

¿Vos trajiste Helena?

-No, también me olvidé.

-Fer, ¿me llevas hasta el shopping que hay una farmacia a comprar?

-No, ya empecé con el fuego. Carlos, llevala y tráeme una bolsa de carbón porfa.

-Bueno.

Se cambiaron y se fueron. Yo me quedé con mi suegro en el quincho.

-No entiendo como una mujer caliente como vos puede estar al lado de Carlos. Me dijo mirándome a los ojos.

-Perdón, no sé de dónde saca que soy caliente y que me aburro con su hijo. Dije tratándolo de Ud. para poner distancia. En realidad, muy lejos no estaba. Carlos no era muy amante de los juegos en el sexo.

-Helena, con solo mirarte a los ojos sé que soy muy caliente. Sos escorpiana seguro.

-Sí, pero eso…

No termine lo que iba a decir que se acercó, y agachándose me dio un beso que me hizo ver las estrellas.

-¿Qué…

Me levanto de mi silla y me puso sobre la mesa, bien en el borde. Me beso de nuevo y su mano busco mi concha. Estaba totalmente húmeda, sus dedos entraban con facilidad. Su boca me mordía mis pequeños pechos sobre la bikini, hasta que la corrió y los chupaba con todo mientras me masturbaba.

Tomo mi mano y la llevo a su pija. Cuando la sentí en mi mano otra vez me quedé sin aliento. La libere como pude de la sunga y apenas la podía cubrir con mi mano. Él se separó un poco de mí y la pude ver.

-Dios mío. Dije

De un salto me puse de rodillas y comencé a lamerla, chuparla, acariciar sus pelotas. Apenas entraba en mi boca cuando la quería chupar. Fueron varios minutos que la estuve chupando.

-¿La queres? Me dijo.

-La adoro. Dije.

Él se largó a reír.

-¿Si la queres adentro? Me dijo.

-Por supuesto.

Me hizo dar vuelta y me la fue metiendo despacio desde atrás. Mi pobre concha se abría a su paso, el dolor era soportable y el morbo de tener esa cosa dentro mío, tremendo. Me puse a tocarme el clítoris, el a bombearme cada vez más fuerte. Sentía como si mis caderas se separaran para poder albergarla.

Fernando bufaba como toro, tomándome por la cintura. Yo era una muñeca en sus brazos. Me acabó sobre mi culo y apoyo su pija en mi orto.

-Ni se te ocurra. Me destrozas con eso. Dije.

Se la chupe una vez más, trague toda la leche que quedaba en ella y me senté de nuevo en la mesa. Desnuda y con mi bikini en la mano.

-Sos un hijo de puta. Soy la novia de tu hijo.

-Si, tenes razón, pero esto fue de a dos… no vi resistencia de tu parte…

-Guacho. Me pusiste loca desde que vi ese bulto saliendo de la pileta.

-A mí me gustaron tus tetitas. Podría pasar la noche chupándolas mientras vos te dedicas a mi pija y Pato te come la concha.

-Ni se te ocurra que va a pasar. No me gustan las mujeres en mi cama. Menos entre mis piernas.

-Por estar conmigo lo vas a hacer.

Escuche que entraba el auto a la quinta y fui corriendo a la pileta, me lave y me puse la malla antes de que me vieran.

Carlos vino corriendo a hablar con Fernando. Salí del agua y fui con ellos.

-Andá tranquilo, despacio. Si necesitas que vaya y me haga cargo, sabes que estoy. No me importa que estemos separados. Dijo Fernando

-Lo sé viejo. Helena, mi vieja se descompensó, parece que un infarto. La están llevando al Sanatorio.

-Bueno, me cambio y voy con vos.

-No, deja. No vas a poder pasar y es al pedo. Yo voy a ver qué pasa. Cualquier cosa te lleva el viejo.

Se fue a cambiar y salió a todo lo que daba el auto.

Estábamos almorzando cuando llamó.

-Carlos, estas en altavoz. Contanos.

-Bueno, fue un infarto nomas. Ya está estabilizada. Quedó en Terapia. El Jefe de Terapia es Horacio, un amigo del club. Está acá. Me dice que por suerte está fuera de riesgo, pero la quiere controlar 48 horas en terapia. Me deja quedarme, incluso me dio su lugar para dormir.

-¿Necesitas algo? ¿Necesitas que vaya? Dijo Fernando.

-No viejo. Quizás cuando salga de Terapia, si tenes ganas…

-Dale.

-Carlos, soy Helena, ¿queres que vaya yo que soy mujer?

-No flaca, no es necesario. Voy a estar bien. Quedate con el viejo, prefiero.

-Ok.

Cuando corto, nos miramos y seguimos almorzando. Fernando de inmediato se puso a hacer bromas, trataba de mostrarse entero. Tanto lo hizo que un rato después todos estábamos riendo.

Cuando terminamos de almorzar, nos tiramos en las reposeras a la sombra un rato. Luego las corrimos al sol.

-Helena, ¿queres que te ponga protector en la espalda? Me pregunto Patricia.

-Si por favor. Dije.

Ella puso un poco en sus manos y empezó a pasarlas por mi espalda, casi que eran caricias, yo las sentía caricias.

-Te pongo en las piernas. Dijo

Y comenzó a recorrerme la pierna izquierda desde la pantorrilla hacia arriba. Aprovechando que la parte inferior de mi bikini era pequeña se tomó un buen rato en mi culo. Ya definitivamente eran caricias. Cuando llego a mi entre pierna varias veces rozo mi concha.

No dije nada, solo mordí mis labios. Me estaba excitando. Gire la cabeza y Fernando nos miraba y sonreía. Un rato después él fue al agua, nado un rato y se quedó apoyado en el borde mirándonos.

-Vamos. Me dijo Patricia en un tono casi imperativo.

La seguí y las dos nos metimos al agua. Ella fue a parte intermedia, donde estaba Fernando y se abrazó y besó con todo. Me miro por sobre encima del hombro y movió los labios diciéndome “Veni”. Fui y Fernando nos abrazó a las dos. Nos comenzó a besar alternadamente. Yo no podía, no quería alejarme. Nos llevó hasta el borde y nos puso mirando para afuera.

Se puso detrás de Patricia y por la cara, supe que la había penetrado. Ella empezó a gemir sin parar. Su cara era de placer total, me miró fijo y tomándome de los cabellos hizo que la bese. No la rechace, al contrario, la bese con todo.

-Sentate en el borde. ME dijo y lo hice.

Me saco la bikini y me puso bien al borde de la pileta, separo las piernas y comenzó a chuparme la concha. Yo la miraba y no podía creer que me dejara hacer de esa forma. Me pasaba la lengua y chupaba que era una locura. Me metió dos dedos y luego de chuparme el clítoris y moverlos, me saco un orgasmo tremendo.

-Cambien. Dijo Fernando.

Sin dudarlo, me tiré a la pileta, y fue Patricia la que se sentó en el borde, con las piernas abiertas. Fernando me tomo de la cintura y me penetro hasta el fondo. Di un quejido y me puse a gemir. Mire la concha de Patricia que se metía dedos, y sin que me lo diga, empecé a chuparla.

-Se nota que no tenés experiencia, pero no lo haces nada mal preciosa. Me dijo, encendiéndome más todavía. Me anime y le metí dos dedos y los movía rápido, tratando de sacarle un orgasmo. Cuando lo tuvo, se acostó boca abajo, con las piernas colgando de la pileta. Las separó, separo sus cachetes y yo, empecé a jugar con su orto y mi lengua.

-Así Helena, seguí preciosa, dale.

Yo seguía, y Fernando no paraba de bombearme, pero yo estaba tan extasiada con lo que hacía en el culo de Patricia que apenas le prestaba atención.

-Empeza a meterme dedos mi amor. Dijo Patricia.

Primero fue uno, luego dos y tres. Ella movía su cadera haciendo que entren por completo cada vez que yo los enterraba.

-Vamos afuera. Dijo Fernando.

Patricia se quedó acostada boca abajo, ahora ya con las piernas fuera de la pileta. Fernando se puso sobre su culo y apunto su pija a ese orto.

-Mira como te lo preparó Helenita hijo de puta. Dijo Patricia. Y siguió.

-Helena ponete en cuatro delante mío mi amor. Totalmente loca por lo que veía, yo me estaba metiendo dedos cuando la escuche.

ME puse en cuatro delante de Patricia y comenzó a chuparme el orto. Yo, totalmente emputecida, empujaba para que su lengua me penetre.

-Metete un dedo. Me dijo en tono imperativo.

Lo hice, metiéndolo hasta el fondo. Primera vez en mi vida que un dedo entraba en mi culo. Yo gemía y bufaba. Patricia escupió mi orto y mi dedo, y entraba más fácil. Luego metió uno suyo. Dios, eso tenía que doler y era totalmente placentero.

-Otro. Me dijo y puse un segundo dedo mío en mi orto.

No pasaron diez segundos que escupió de nuevo y me metió su segundo dedo. Cuando reaccione que tenía cuatro dedos en mi culo, casi me reí.

-Fer, todo tuyo. Dijo Patricia corriéndose pero sin sacar los dedos de mi culo.

-Helena, tranquila. Dijo Fernando cuando empezó a meter su monstruosa pija en mi culo.

Recién allí sentí algo de dolor, pero totalmente soportable. Se empezó a mover dentro mío entrando y saliendo hasta que sentí como su pelvis golpeaba con mi culo. Su ritmo fue subiendo, y su fuerza igual. Patricia se sentó frente a mí, con las piernas abiertas invitándome a chupar su concha. Lo hice sin dudarlo.

-Menudas putas tenés para gozar Fernando.

-Si, una más puta que la otra. Me encantan las mujeres putas y calientes como Uds.

Cuando acabó, lo hizo bien adentro de mi intestino. Patricia se acercó a mi culo y le chupo bien la pija cuando la saco. Después limpio mi culo con su lengua. Yo recién me recuperaba de un tremendo orgasmo.

Me acosté sobre la reposera desnuda. Patricia a mi lado, abrazándome.

-Sos un hijo de puta Fernando.

Nos quedamos tomando sol, y al caer la tarde, las dos le empezamos a chupar la pija. Enseguida estuvo bien parada. Fue Patricia la que lo monto. Saltaba como loca. Fernando se dejó llevar y en un rato acabo en su concha. Yo limpie su pija y más tarde nos fuimos a bañar y cambiar para la cena.

-¿Tu primera vez con una mujer? Me pregunto Patricia. Mientras nos cambiábamos en un cuarto

-Mi primera vez con una mujer, en un trio y mi primer anal. Todo junto.

-Sí que sos caliente nena. Dijo y se me acercó poniéndose frente a frente, con una diferencia de altura a favor de ella apreciable.

Me tomo de la boca y me la partió de un beso. De un bolso saco dos consoladores y uno doble.

-Vení me dijo. Y subimos a la cama.

Me dio un consolador y las dos nos lo metimos en la concha para darnos mientras nos besábamos con todo. Yo estaba a mil, nunca lo había hecho así, besándome con otra mujer. Las dos juntas llegamos a un orgasmo, tomo el consolador doble y se lo metió en la concha, hizo que me ponga haciendo una X con nuestras piernas y me metió la otra punta en mi concha.

Nos pegamos totalmente con los consoladores enterrados y no besábamos y apretábamos las tetas sin parar, no duró mucho, y llegamos a un segundo orgasmo.

Lo sacamos, nos besamos y los dejamos sobre la cama. Nos terminamos de cambiar y bajamos a cenar.

Antes de cenar, llamó Carlos para contar que la madre estaba estable, que se iba a quedar a la noche y hasta al mediodía del domingo, que iba una de sus tías. Yo no hable, no podía, no sabía que decirle.

No pude quedarme, le pedí a Fernando que me lleve a casa. Me acosté llorando. No solo le había metido los cuernos, lo había hecho con su propio padre.

Cuando salió de estar con su madre, Carlos me llamo. Le dije que me perdone, que no quería verlo. Una semana después, pude verlo a la cara y contarle que había estado con su padre… No dijo nada. Me quedé sola en el bar. No volví a ver ninguno de los dos. Me costó meses de terapia recuperar mi autoestima…

Compartir relato
Autor

Comparte y síguenos en redes

Populares

Novedades

Comentarios

DEJA UN COMENTARIO

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

Los comentarios que contengan palabras que puedan ofender a otros, serán eliminados automáticamente.
También serán eliminados los comentarios con datos personales: enlaces a páginas o sitios web, correos electrónicos, números de teléfono, WhatsApp, direcciones, etc. Este tipo de datos puede ser utilizado para perjudicar a terceros.