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Relato erótico de maduras: Mi joven vecino me folla
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Tiempo de lectura: 10 minutos

Mi nombre es Micaela y desde muchos años trabajo junto con mi esposo en una agencia inmobiliaria que el ya poseía cuando nos conocimos y gracias a la cual siempre nos ha ido bastante bien económicamente hablando, soy rubia, de estatura media y aunque los años pasan factura puedo decir que aun mantengo unos pechos más o menos firmes y un culo bonito, nunca he tenido que pasar por el quirófano pero mi trabajo me ha costado mantener una figura atractiva a mi edad y sobre todo bastantes horas de gimnasio.

Aunque yo siempre he sido una mujer muy activa sexualmente hablando mi marido no se parece en nada a mí en ese aspecto, cuando nos casamos el solo había tenido otra pareja mientras que yo había tenido algunas más, nunca fue un hombre muy pasional pero se desenvolvía con soltura en la cama y eso me bastaba, pero desde hace unos 5 años su físico ha experimentado un fuerte bajón, mi esposo tiene 8 años más que yo y desde hace ya bastante tiempo prácticamente no se cuida, eso y su ya de por sí falta de ímpetu sexual a echo que en los últimos años mi vida sexual haya estado más bien apagadilla.

Lo que les voy a contar ocurrió hace tan solo una semana y jamás pensé que algo así podría llegar a ocurrirme y mucho menos que yo fuera capaz de actuar como lo hice, desde que nos casamos vivimos en la misma casa, un chalet a las afueras de la ciudad en una pequeña urbanización clase media- alta donde todos los vecinos nos conocemos desde siempre, mis vecinos han visto crecer a mis hijos y yo he visto crecer a los suyos, sobre todo a Carlos, un jovencito de 18 años que tan solo contaba con 3 años cuando él y sus padres llegaron como nuestros vecinos de enfrente.

Aunque yo siempre me había llevado muy bien con Carlos y sus padres, al igual que mi esposo y mi hijo pequeño, mi hijo Eduardo a pesar de contar con una edad casi idéntica a la del vecino nunca se había llevado muy bien con él, mi hijo Eduardo es más bien solitario y tiene una vida social más bien escasa, todo lo contrario que Carlos, un joven con una estética de esas que llaman bakalas y que no paraba en casa quieto, su madre siempre me contaba que estaba bastante preocupada por las altas horas a las que volvía de noche y por las compañías que frecuentaba, problemas que yo no tenía con mi hijo Edu que rara vez salía de casa por la noche.

Pero bueno, vamos a ir al grano, hace una semana mi esposo decidió llevar a mis 2 hijos de viaje aquel fin de semana iba a estar sola en casa, era la noche del viernes a eso de la 1 de la madrugada cuando me iba a dormir cuando escuche el timbre de la puerta, pensé en no abrir la puerta ya que no esperaba a nadie y mucho menos a aquellas horas pero volvieron a llamar insistentemente así que me puse la bata y baje a abrir la puerta.

Era mi vecina con su hijo Carlos y su esposo estaba en la acera de enfrente dentro del coche.

"Perdona que te moleste a estas horas Micaela, mi hermano ha tenido un accidente de tráfico y nos han llamado porque está ingresado en el hospital, no parece muy grave pero no voy a quedarme tranquila hasta que vaya a verlo con mis propios ojos, ya sabes que mi hermano es de Asturias y tenemos que irnos ya si queremos estar allí para mañana por la mañana, quería pedirte si podías quedarte este fin de semana con Carlos, sé que es un favor muy grande pero a pesar de los años que tiene no me fio un pelo de él y no quiero dejarle solo en casa no vaya a liar alguna".

Todo aquello me pillo de sopetón pero conocía a mis vecinos desde hacía muchos años y en alguna ocasión nos habían hecho favores como aquel así que no pude negarme.

"Tonterías, no te preocupes, Carlos puede quedarse aquí el tiempo que haga falta, ahora lo importante es que tu hermano este bien".

"Muchas gracias Micaela, te lo agradezco".

"Nada, nada, no pasa nada, venga Carlos pasa que te preparare la habitación de invitados".

Prepare para Carlos la habitación de invitados y le deje que se fuera a dar un baño mientras yo ya me preparaba para esta vez sí, irme a la cama pero antes de llegar a mi habitación escuche a Carlos gritar.

"MICAELA, no encuentro las toallas"

Recordé que en el baño de la habitación de invitados nunca había toallas porque era un baño que rara vez se utilizaba dado que no solíamos tener nunca esa habitación ocupada más que alguna vez que vienen familiares en la navidad, fui a mi baño y cogí una toalla, se la lleve a Carlos y entre en el baño para dársela cuando lo que vi me dejo pasmada.

Nada más entrar y al escuchar la puerta, Carlos se dio la vuelta completamente desnudo como estaba, quedando ante mí la polla más enorme que jamás hubiera visto en mis 38 años de vida, me quede helada sin decir nada.

"Muchas gracias Micaela, muy amable"

Se acercó a mí y cogió la toalla de mi mano mientras yo seguía clavada en el sitio sin poder dejar de mirar aquella enorme herramienta.

"Micaela, estas bien"

En aquel momento caí en la cuenta de lo que estaba pasando, vi en el espejo como mi cara adquiría un color rojo y mirando al suelo dije:

"Lo siento mucho Carlos, no pensaba que estarías desnudo, pensé que aún no te habrías quitado la ropa".

"No pasa nada hombre, hay confianza, además no es la primera vez que me ves desnudo mujer".

Me alegre de que la tensión de aquel momento hubiera desaparecido gracias a las palabras de Carlos y deseándole buenas noches salí del baño y me fui a mi habitación.

En efecto no era la primera vez que veía a Carlos desnudo pero la última vez que le había visto como dios le trajo al mundo fue hacia 10 años en uno de los veranos que pasamos juntos con sus padres en el apartamento que ellos tenían en la playa y desde luego por lo que había visto entre las piernas de aquel muchacho, había cambiado mucho desde la última vez.

Ya en mi habitación me asegure de cerrar con el cerrojo la puerta de mi dormitorio para hacer lo que siempre hacia las noches que pasaba sola en casa, busque en el cajón inferior de mi mesita y saque un consolador que se asemejaba a la polla de un hombre negro, como ya dije al comenzar mi relato, mi vida sexual era desde hacía años muy limitada y yo había descubierto en mi amigo de plástico una forma de desfogarme cuando mi esposo no estaba en casa, pero aquella noche fue diferente, nada más sacar el consolador de la mesita me vino a la cabeza la imagen de la polla de Carlos, debía tener un grosor como mi muñeca y una longitud de unos 20 centímetros, por lo que había visto era mayor que el juguete de plástico que yo tenía entre mis manos y cuando me desnude y comencé a masturbarme no pude por más que lo intente apartar de mi cabeza la imagen de aquella joven polla y muy a mi pesar me abandone a la imaginación y diciéndome a mí misma que no había nada de malo en aquellas simples "fantasías" acabe masturbándome con pasión pensando en que la polla de aquel jovencito me penetraba por todos mis orificios.

A la mañana siguiente me levante temprano, había conseguido volver a pensar en mi vecino como en aquel niño que había visto crecer y no como en una polla andante, me puse cómoda y baje a preparar el desayuno, Carlos no tardo en levantarse y bajo a la cocina en calzoncillos, al verle me quede un poco parada pero pensé que visto lo visto teníamos la suficiente confianza como para verle en calzoncillos, además él era solo un crio y yo una mujer casada y con un hijo de su edad, así que seguramente Carlos me vería como a su propia madre.

Cuando le acerque el café para el desayuno no pude evitar echar una rápida ojeada a su paquete y para mi sorpresa pude ver como estaba algo empalmado, en aquel instante caí en la cuenta de que la ropa que me había puesta no era del todo adecuada para cuando había invitados en casa, era una camiseta que tenía hacia años y que actualmente me quedaba muy ceñida así como unos pequeños pantalones de sport que anteriormente habían pertenecido a mi hijo.

"Oye Micaela, podrías decirme que te parece mi polla".

Aquella pregunta me sorprendió tanto que se me cayó la cafetera al suelo partiéndose en mil pedazos.

"Co… como has dicho?".

"Si hombre, las tías que me follado dicen que es enorme pero son unas niñatas, yo quiero saber que piensa una mujer de verdad, una que tenga edad para haber visto unas cuantas".

"Esa pregunta esta fuera de lugar, no seas grosero y comete el desayuno niño".

Trate de salir de aquella situación como buenamente pude pero aquel muchacho se estaba revelando como el macarra que los vecinos y que su propia madre pensaban que era.

"Joder, no me seas remilgada, tenemos confianza coño, además ayer vi como al entrar al baño te quedabas alucinada con la vista clavada en mi polla así que supongo que debió sorprenderte un poco".

"Mejora tus palabras mocoso o tendré que lavarte la boca con jabón, lo de ayer fue sin querer, yo pensaba que estabas vestido, no te creas que quería verle la colita a un niño como tú, yo no soy ninguna de esas niñatas con las que sales y presumes así que menos bravuconadas y comete el desayuno".

Carlos no supo que responder y yo había salido del paso lo mejor que había podido, no me había acobardado y había utilizado las mismas armas que el para responderle, la chulería y la prepotencia y además había aprovechado para ridiculizarle dejándole claro quién era allí el adulto y quien mandaba, no podía permitir que aquel chaval se creyera que podía hablarme como a uno de sus colegas o de sus chicas.

"Si te crees que con esas payasadas me vas a comer lo llevas claro, yo desayuno a diario chulitos como tú, ahora desayuna mientras limpio este estropicio".

Dicho esto me di la vuelta y me arrodille para limpiar el café y los trozos de cristal del suelo de la cocina, estaba en ello cuando vi que Carlos se había levantado y acercado a mí, me quedé parada y sin saber exactamente por qué fija mirando al frente justo a su paquete que me quedaba a la altura de la cara. Pasaron unos segundos de indecisión y en ese momento él se aproximó más hacia mí y puso su paquete exactamente delante de mi cara. Yo miré hacia arriba, y fue entonces cuando él terminando de aproximarse completamente me cogió decidido por la parte de atrás de la nuca y empezó a rozarme su paquete contra la cara. Yo, al principio mi reacción instintiva fue echarme hacia atrás, pero sin saber por qué, no lo hice. Su presión en mi nuca se hizo más fuerte haciéndome algo de daño al tiempo que el roce y el sobe de su ya paquetorro contra mi cara se hizo más violento.

Yo notaba por momentos como la polla se le iba haciendo cada vez más enorme, en ese momento no sé qué ocurrió, debí zafarme y levantarme, darle una bofetada y ponerle la cara del revés, llamar a sus padres y decirles el sinvergüenza que tenían por hijo pero no lo hice, me invadió una sensación indescriptible de deseo que me hizo restregarme a mí contra su paquete por propia iniciativa. Fue entonces cuando él advirtiendo mi participación, comenzó a bajarse los calzoncillos, al poco apareció la polla de la noche anterior, la polla más gorda, dura y bonita que jamás hayan contemplado mis ojos, el doble que la de mi hijo mayor y unos 5 cm más que la de mi esposo, así como mucho más gorda.

"Susanita, no te voy a comer con ninguna payasada, más bien eres tú la que me la va a comer ahora mismo, así que abre la boca que yo ya me he tomado mi desayuno y ahora eres tú la que va a desayunar carne en barra".

Aquellas groserías en vez de molestarme como hubiera sido lógico no hicieron más que calentarme aún más, mi cabeza trataba de reprimirse, de salir de aquella situación pero mi cuerpo se estaba entregando sin dudarlo al deseo que aquella polla ejercía en mí.

Como es fácil imaginar la boca se me hizo agua en ese mismo instante, y yo creo que se me abrió no sé si de la sorpresa o de las ganas que tenía de comerme y saborear aquél pedazo de carne absolutamente enorme, en un santiamén la tenía bien metida y empecé a chuparla como si me fuera la vida en ello, era increíblemente dura y suave al mismo tiempo y además, tenía un sabor espléndido. Puedo asegurar que era la polla más sabrosa que jamás me hubiera comido, a esas alturas mi chochito estaba ya completamente mojado y palpitaba de ganas, pasaron apenas un par de minutos de mamada y mi vecinito empezaba a ponerse más excitado todavía a juzgar por sus movimientos de cadera y por lo durísimo de su rabo.

En ese estado me la sacó de golpe y me cogió de la barbilla interrumpiendo la mamada, me cogió por los brazos e hizo que me levantara, me arranco de un tirón la vieja camiseta dejando mis enromes tetas libres ante él, me las agarro con fuerza y empezó a apretujarlas, luego, dándome la vuelta hizo que me tumbara y apoyara mi pecho y mis brazos sobre la mesa de la cocina.

Me abrió de piernas y situado en cuclillas empezó a recorrer suave mi culo con su cara y sus manos, la situación me tenía muy cachonda, mis tetorras estaban aplastadas contra la mesa, el corazón me latía fuerte y deseaba que lo inevitable llegara por fin, en esto que mi vecino se incorporó y tiró con fuerza de mis pequeños pantalones hacía abajo y en el tirón se llevó con ellos las bragas. Allí estaba yo, con todo mi culazo en pompa a merced de vecino que ya se afanaba en explorármelo.

"No has sido muy buena anfitriona Susanita y por eso voy a castigarte, te voy a encular hasta que me pidas más y más, te voy a romper el culo por zorra".

Dicho esto comenzó a golpearme con fuerza mi trasero, me lo palmeaba con saña y violencia y tras mis primeras quejas y pinchazos de dolor he de reconocer que me estaba calentando y excitando cada vez más.

Al mismo tiempo, él, advirtiendo mis quejidos mezcla entre la excitación y el dolor de los golpes, más se animaba a machacarme con sus azotes, mientras no dejaba de meterme un dedo en el ano y otro en mi chochito totalmente encharcado desde hacía un montón de rato, de repente mi vecino se incorporó y en una actitud violenta se apoyó contra mí, y en ese instante percibí el calor de su polla gorda y suave apoyada contra la carne de mi culo, en eso que cogiéndose la polla me la situó justo en el agujerito de entrada de mi culito y empezó a empujar.

Yo empecé a gritar ante lo que se avecinaba.

"Déjame hijo de perra, te voy a matar, vas a ir a la cárcel desgraciado, mi esposo y mi hijo te mataran".

"Jajaja, cállate estúpida, tu esposo y tu hijo son unos mamones, me gustaría que el gilipollas de tu hijito estuviera aquí para ver cómo le rompo el culo a su mama".

Mi vecino hizo aún más presión como animado por quejas y empujando con una fuerza casi violenta me metió por el ano toda el pedazo de cabeza rosada y enorme de su polla, mi reacción de dolor no se hizo esperar, sentí como si me rajaran el culo de abajo arriba en aquél preciso instante, el dolor fue insoportable y empecé a gritar para que se apartara pero el lejos de apartarse continuó empujando, y al final sentí como todo aquél pedazo de carne se terminó de abrir camino y quedó completamente empotrada e instalada en mis intestinos.

El dolor seguía y mi excitación se paralizó por momentos. Sin embargo, a los pocos segundos y a medida que él empezó a moverse de atrás a adelante, sentí un calor, una quemazón enorme en mi ano al tiempo que una sensación de cosquilleo como nunca antes había sentido, Carlos empezó a bombearme el culo, y como si algo extraño hubiera de repente explotado dentro de mí, empecé a sentir mucho gusto, y sobre todo, ganas de que siguiera y lo hiciera más y más rápido, pues a medida en que me follaba, aquella sensación nueva para mí iba en aumento, mi vecino se estaba prácticamente volviendo loco, me follaba y me follaba el culo sin compasión, importándole una puta mierda lo que yo pudiera estar sintiendo, el sólo parecía interesado en horadarme, en taladrarme el culo con su enorme nabo, al tiempo que me cogía las tetas.

Cuando él percibió que a mí la maniobra empezaba a hacerme efecto, imprimió todavía mayor aceleración a sus vaivenes y en ese estado, pasados apenas dos minutos noté el orgasmo, el orgasmo más intenso que jamás había sentido.

Lo que yo sentí ese día con la polla de mi vecino empalada en mi culo no lo había sentido nunca antes en toda mi vida, el percatándose de mi situación, terminó de imprimir más fuerza a sus embestidas y al final nos corrimos los dos juntos a gritos y como locos, os juro que jamás en mi vida había sentido nada igual, el culo me ardía de calor y de dolor, pero el placer había sido inmenso.

Carlos me sacó la polla y la tenía algo manchada de sangre, sin duda su follada había sido en extremo salvaje y mi culo virgen y estrecho no estaba preparado para recibir semejante pedazo de rabo y con unas embestidas como las que aquel cerdo me metió. Yo me di la vuelta y me subí las bragas como pude absolutamente zombi, estaba mareada e ida con una sensación de cansancio total. El culo me dolía horrores, me senté en la silla como pude y mi vecino empapado en sudor se sentó a mi lado.

"Ha estado bien verdad que si Susanita, mis padres no vienen hasta mañana por la noche y tu esposo y tu hijo tampoco así que aun te quedan algunas folladas que soportar jodida putilla".

No le dije nada, solo podía mirarle, era un cerdo, un hijo de puta, pero aquel cabrón me había follado como nunca antes lo había hecho nadie, me había hecho sentir tanto placer como nadie me había hecho sentir jamás.

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