El joven estaba bastante aburrido esa navidad, siempre era lo mismo: cenar con la familia que le caía mal, comiendo cosas que no le gustaban del todo y aguantando las ganas de irse a pasar con su novia las fiestas.
Él no sabía que este año iba a ser muy diferente.
Después de las doce recibió un mensaje de su novia y sumisa diciendo que Santa ya había pasado por la casa que compartían.
Le resultó muy extraño y empezó a sospechar que algo se traía entre manos su bella sumisa, lo que lo puso aún más ansioso por irse.
Eso hizo ni bien tuvo la oportunidad, huyendo con excusas pobres e inconsistentes.
Al llegar entró y llamó a su perrita, pero nadie contestó, fue prendiendo las luces y cuando llegó a la sala vio que debajo del arbolito había dos grandes paquetes: una caja y otro con una forma bastante extraña.
Encima de la caja había una nota:
"Querido amo, está navidad Santa no sabía que regalarle así que le di una mano, en la caja encontrará todo lo necesario para jugar conmigo, espero que se divierta… PD: no es necesario desenvolverme"
Se agachó y descubrió que el paquete de forma extraña en realidad era su novia, totalmente envuelta a excepción de algunos agujeros estratégicos: su boca, sus pezones y su vagina estaban disponibles.
Como un niño procedió a desenvolver la caja para encontrar el resto de su regalo, este se componía de una fusta, pinzas para pezones regulables, un dildo vibrador de 25 cm de largo y otro de 15 cm y finalmente el más especial: una paleta con su nombre en relieve que dejaría unas preciosas marcas.
Con una malévola sonrisa se alejó de su regalo al notar que tenía atadas las manos y tobillos y subió las escaleras para hacerla poner nerviosa, volvió a bajar con lubricante.
Lo primero que hizo con ella fue poner las pinzas de sus pezones con una graduación media tirando a fuerte porque su plan era dejarlos un buen rato. Se irguió y tomo la fusta con la que empezó a azotar sus tetas, le encantaba llenarla de marcas. Los sonidos ahogados que soltó lo hicieron notar que estaba amordazada con una mordaza de aro, eso lo éxito más, pero también le hizo pensar que no pudo hacer esto sola, tendría que hablar con ella sobre eso después y castigarla pensó para sus adentros con malicia.
Cuando terminó con eso la dio vuelta dejándola con el culo hacia arriba.
– se te olvidó un agujero bebe -le dijo con desaprobación antes de romper el papel para dejar al descubierto todo su culo.
Tomó el vibrador más pequeño y lo unto de lubricante y empezó a introducirlo en su trasero sin preparar, sabía que podría tomarlo aunque doliera. Eso hizo que la joven se sacudiera y gritara en su mordaza, pero un azote la puso rápidamente en su lugar de nuevo.
– así me gusta cachorrita, me muero por cogerte pero primero probemos mi juguete nuevo- ella tiembla, de miedo y de anticipación, está tan mojada que incluso un poco gotea por sus muslos.
Se pone de pie de nuevo y toma la paleta, da dos golpes certeros en una nalga la cual inmediatamente se vuelve roja con su nombre resaltando, en el papel que cubre la cara de la sumisa se ven las lágrimas mojándolo.
– listo bebé, asiente si estás bien- ella asiente efusivamente y él se ríe antes de sacarse el pantalón y acomodarse en su entrada.
Estar muy despacio, torturándola, pero cuando la llena es el paraíso, se siente que va a reventar, es casi demasiado sus dos agujeros están totalmente llenos y es demasiado placer.
Dura poco porque empieza a embestirla con salvajismo hasta que se corre en su interior.
Sale y antes de que pueda escaparse su semilla la llena con el vibrador más grande, lo mete todo de un golpe haciéndola gritar en su mordaza.
Ella se deja caer boca arriba y el aprovecha para sacar de un tirón las pinzas de sus pezones lo que renueva la humedad del papel que cubre sus ojos.
– que hermoso regalo me trajo santa este año- toma los controles de los vibradores de la caja y los enciende al máximo, la sumisa se refiere impotente cuando el primer orgasmo la golpea, él se ríe.
– hasta mañana bebé, tal vez mañana te libere, tal vez no, después de todo sos mi regalo y puedo hacer contigo lo que quiera.
Se aleja y sube las escaleras escuchando sus protestas ahogadas por la mordaza y mezcladas con gemidos por los vibradores que hacen que se corta de nuevo, deseando que ya sea mañana para usar la boca de su regalo mientras desayuna.