"Cariño, no me has dado tu regalo",
me dijo por la mañana mi esposa;
le dije: "Cálmate, no seas ansiosa",
y me bajé el calzón, mostré mi falo;
"Ay, cariño, espera, pronto ahí me instalo".
Se quitó el camisón, estaba hermosa.
Me empujó hasta el sofá, estaba deseosa.
"Súbete, esposa mía, que aquí te empalo".
Sus tetas carnosas las fui chupando,
mientras ella en mí botaba y botaba,
asiéndole el culo de vez en cuando.
Ella gemía: "Ay, oh, cariño", y suspiraba.
Muslos, caderas, vibrando; follando;
y el chorro, el semen su chocho llenaba.