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Reencuentro con mi mejor amante antes de su boda
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Nunca perdí contacto con Arturo, de vez en cuando algún saludo en redes, comentarios a algún post o felicitación por algún evento o cumpleaños, todo en plan de buenos amigos, sin embargo la distancia y el trabajo había impedido que pudiéramos volver a vernos, hasta que recibí una invitación muy especial, Arturo se casaba, me habló y me suplicó que no faltara, era un evento muy importante para él y quería compartirlo con sus mejores amigos, con aquellos que realmente estimaba y a quienes les tenía un cariño especial y que yo era uno de ellos, le dije que intentaría ir, pero no estaba seguro de poder hacerlo, dependía de varios factores.

Poco después me llegó por correo la elegante invitación, le conté a mi esposa, la boda sería en Nogales, ya que la novia era de esa ciudad y se me ocurrió que podríamos aprovechar y visitar Tucson y Phoenix, mi esposa se entusiasmó mucho, nunca había viajado fuera de México y le encantaba la idea de conocer otro país, otra cultura y además aprovechar para ir de compras.

Una preocupación era que Laura, mi esposa cursaba el primer trimestre de embarazo de nuestro segundo hijo, y el viaje era muy largo, se requerían dos largos vuelos Tuxtla Gutiérrez-Ciudad de México y Ciudad de México-Hermosillo y un viaje en autobús de Hermosillo a Nogales, al consultar con el ginecólogo de Laura, éste no puso objeción, así que pedí dos semanas de vacaciones.

El siguiente obstáculo fue que mi esposa no contaba con la visa americana, pedí cita al consulado de Mérida y rápidamente nos la dieron, así que todo se todo se estaba compaginando a nuestro favor. La visa nos la dieron sin contratiempos y compré los boletos de avión.

Por el embarazo de mi esposa preferí hacer escala una noche en la ciudad de México y al siguiente día abordamos el siguiente vuelo, llegamos a Hermosillo, recogí las maletas y cuando íbamos saliendo de la sala de equipajes escucho que me gritan por mi nombre. Efectivamente eran Arturo y su novia, tan pronto lo vi me impactó, si bien siempre fue muy apuesto, el mujeriego y galán de la escuela, el que hacía babear a todas las mujeres, los años le habían favorecido, había embarnecido un poco y se notaba que hacía mucho ejercicio, tenía un cuerpo espectacular, más tonificado y musculoso, llevaba unos pantalones de mezclilla y una playera blanca muy ajustada que resaltaba su espectacular cuerpo y sus fuertes brazos, nos dimos un fuerte abrazo, sentir nuevamente su cuerpo apretando el mío me estremeció, el calor de su piel, su fragancia, sus brazos rodeando mi cuerpo, hicieron evocar en mi mente los tiempos en que fui su hembra, y sin proponérmelo mi verga se puso morcillona, ese simple abrazo me excitó de una manera increíble, incluso me sonrojé un poco, después saludó a mi esposa y yo saludé a su novia, su futura esposa, como no podía ser de otra forma, era una mujer muy hermosa y de un cuerpo espectacular, perfecto, alta y rubia, aunque la había visto en las fotos que publicaba Arturo en sus redes sociales, en persona era todavía más hermosa, llevaba también unos jeans de mezclilla y una blusa blanca, a tono con Arturo, era la pareja perfecta, parecían sacados de un anuncio de revista.

Les agradecí que se hubieran molestado en ir a esperarnos hasta Hermosillo, ya que era un largo viaje de un poco más de 3 horas hasta Nogales, por lo que me encontraba un poco apenado, sobre todo con Vanessa, su novia, ya que seguramente estarían muy ocupados con los preparativos para su boda.

Charlamos todo el camino rumbo a Nogales, recordando viejas anécdotas y riendo, Vanessa o Vane como nos pidió que la llamáramos era muy sencilla y agradable y rápidamente hizo amistad con mi esposa, el tiempo de viaje se nos hizo un suspiro de lo bien que lo estábamos pasando, llegamos a Nogales, le pedí a Arturo nos llevara a algún hotel, pero no aceptó, dijo que sería un placer si nos hospedábamos en la casa propiedad de sus abuelos y que ya tenía todo preparado, él también se estaba hospedando en esa misma casa, no quería dar molestias, pero insistente como siempre no aceptó otra opción.

Llegamos a una enorme residencia, se notaba que la familia de Arturo tenía dinero y nos dieron una recámara espaciosa y lujosa, ese día nos quedamos hasta tarde charlando y bebiendo, en el caso de mi esposa bebidas no alcohólicas por su embarazo, y tuvimos una velada muy placentera.

Al otro día, después de desayunar, Arturo y Vane nos estuvieron paseando por la ciudad, nos enseñaban calles, lugares y nos presentaron algunos familiares y amigos, Vane invitó a mi esposa a ir a Tucson por el vestido de novia y realizar algunas compras y mi esposa accedió al instante, así que sería una tarde de chicas y mientras tanto Vane le dijo a Arturo que me llevara al club deportivo, poco después las chicas se despidieron, nos quedamos solos Arturo y yo.

Salimos rumbo al club deportivo y en el camino me empezó a preguntar que sabía de Adriana y le conté como habíamos terminado la relación, ante su negativa de acompañarme a Chiapas por no dejar solos a sus padres, aproveché para dejarle en claro que ni fuera a pensar en Laura, sabiendo lo mujeriego que era, sólo se rio y señaló:

– Ja, ja, no te preocupes, sabes que te respeto y no haría nada así, por lo menos sin tu consentimiento, ja, ja, además sólo quería saber que había pasado con Adriana, cierto que tenía un culito muy rico, pero no es precisamente ese culito el que extraño- dijo, sonriendo y mirándome a los ojos, mi corazón se aceleró, entendí la indirecta, su mano alcanzó mi rodilla al tiempo que decía.

– No te gustaría recordar viejos tiempos- agregó al tiempo que su mano recorrió mi pierna, toda mi piel se puso chinita, un escalofrío recorrió mi cuerpo, me quedé sin habla, cerré los ojos y con mi silencio le estaba dando autorización para continuar, así que tomó mi mano y la llevó a su entrepierna, con nervios sentí nuevamente aquel grueso y duro miembro que me había hecho tan feliz en mi época estudiantil.

– ¿La extrañaste?, Te aseguro que ella si te extrañó.

A través de la ropa sentía su calor, grosor y dureza, incluso me atrevería a decir que su enorme trozo de carne palpitaba en mi mano, seguí acariciando su verga por encima de su pantalón deportivo, palpando su contorno y longitud, estaba mudo, pero era obvio que la había extrañado y mucho, incluso sentí un leve ardorcito en mi culo y contraerse de ansiedad.

Su auto se desvió y se metió por un camino poco transitado, alcancé a ver un letrero que decía Motel a lo lejos, al estar fuera de las arterias principales era muy discreto, tenía toda la pinta de ser un excelente refugio para amantes, llegamos a la entrada y había un señor de mediana edad, así que solté la verga a Arturo para disimular, aunque realmente había poco que disimular, era obvio que la gente llegaba a ese lugar a saciar sus pasiones, no sé porque, pero siempre me ha dado mucha pena llegar a un lugar así y esa vez no fue la excepción, temblaba de nervios y cuando vi al señor mirándonos, sentí que sonreía burlonamente.

– Bienvenidos, normal o suite con jacuzzi- expresó el señor de la entrada.

– Suite con Jacuzzi- respondió Arturo – deme la mejor suite que tengan- agregó-

– Suite 27, siga la numeración, son $600 por seis horas, en unos minutos paso a cobrar- exclamó el señor de la entrada, sonriendo y viéndome a los ojos, como adivinando que era a mí a quien le iban a partir el culo, su mirada me hizo sonrojar y bajé la vista, nervioso y excitado a la vez.

Llegamos a la Suite, era muy grande y espaciosa, totalmente alfombrada, con una enorme cama King Size, un gran sofá y un sillón reclinable, sobre una pared estaba colocado un televisor de gran tamaño y en las paredes de la habitación y en la parte superior enormes espejos, el baño era muy amplio con tina y regadera, y en la sala un enorme Jacuzzi indudablemente era un lugar muy propicio para que los amantes descarguen sus pasiones.

Tan pronto entramos me abrazó con sus fuertes brazos y buscó mi boca, su lengua se entrelazó con la mía, un beso lleno de pasión contenida, nuevamente me sentía derretir, Arturo había sido el mejor de mis amantes y era el único que lograba estremecerme con su sola presencia, no podía creer que nuevamente estaba en sus brazos, sentía que estaba en un sueño del que no quería despertar, separé mis labios de su boca para musitar:

– Ay Arturo!, te extrañé tanto, no te voy a mentir, después de ti tuve otros encuentros con hombres, pero nadie como tú, eres el mejor macho que pude haber imaginado, nadie pudo hacerme sentir lo que sentía contigo, – ¿Recuerdas?

– Claro que recuerdo princesa, también tuve muchos culitos, pero ninguno como el tuyo, estrechito, suave y aguantador como ninguno, me encantaba llenarlo de leche, era lo máximo, vaciarme dentro de tu culo, lo disfrutaba mucho, y era cierto lo que alguna vez te dije, solamente contigo y en ocasiones con Adriana no usaba condón.

– Si Arturo, ¡que recuerdos!, me sentía una hembra con tu sola presencia, y sabes me encantaba que me llenaras de leche, sentir tus chorros de semen ardiente llenando mis entrañas era increíble, sentía que me estabas preñando, me hacías sentir una hembra muy putita y pervertida. Te extrañé mucho.

Le hablé en femenino porque así me hacía sentir, fui su hembra en aquella época, y nuevamente me sentía como tal.

– Y yo a ti, princesa, fuiste la mejor hembra de todas, tuve muchas parejas, pero nadie me hacía gozar como tú, ninguna me la aguantaba toda y se entregaba como tú, siénteme como estoy duro por tu culpa- respondió al tiempo que me tomaba de las nalgas y me apretaba contra su cuerpo, sentía su virilidad contra mi vientre, palpitante y dura

Nuevamente buscó mi boca, mordió mi labio superior y lo estiraba succionándolo, mientras tanto mi pantalón ya había caído al suelo y sus manos apretaban mis nalgas, corrió mi bóxer a un lado sin quitármelo, su dedo medio recorrió el surco hasta que se posicionó en la entrada de mi culo y lo frotó suavemente, un gemido salió de mi boca.

– Te gusta nena- susurró en mi oído y mordisqueó el lóbulo de mi oreja.

– mmmm, que rico, como extrañaba tu culito, tan suave, delicado, apretadito, calientito, lo extrañé mucho- dijo, siguió masajeando la rugosa entrada de mi orificio en forma circular, me encantaba la sensual caricia y levanté la colita, poco a poco fue aplicando más presión y mi culito fue cediendo, entró la punta de su dedo.

– Ufff, sigue igual de apretadito como lo recordaba, ay nena, me encanta como aprietas mi dedo y que caliente y suave se siente.

Mis manos desabrocharon su cinturón y su pantalón cayó al suelo, su verga salió disparada, desafiante, me apretó contra él, su miembro ardiente palpitaba contra mi vientre, sentía que me quemaba, de la punta salieron las primeras gotas de precum seguía moviendo la punta del dedo en forma circular, no entraba más, faltaba lubricación, sacó su dedo de mi culo y lo llevó a mi boca, lo succioné con suavidad, sabía a culo, a mi culo, lo metió profundo a mi boca y regresó a mi trasero, húmedo con mi saliva se pudo introducir más profundo, recorriendo las paredes interiores de mi recto, lo hacía tan suave, olas de placer recorrieron mi cuerpo, levanté más el culo para que me llegara más a fondo y empezó a moverlo y sacarlo con más rapidez, mi colita se iba dilatando poco a poco y entendió que uno ya no era suficiente, lo sacó y ahora metió dos dedos a mi boca humedeciéndolos de mi saliva, sus gruesos dedos regresaron a mi culo, y se deslizaron poco a poco hasta alcanzar y masajear mi próstata, di un respingo, y un gemido salió de mi boca, como había extrañado esos dedos mágicos, me tenían en éxtasis, le quité su playera y me quitó la mía, me fue llevando a la enorme cama, acostándome de espaldas a él, abrió mis brazos y comenzó a pasar su lengua por mi cuello, continuó por mi espalda, sentía un placer indescriptible, su lengua ardiente me quemaba, mi piel se erizaba al contacto, continuó bajando hasta que llegó a mis nalgas, las besó y mordió con suavidad, procedió a abrirlas, dejando mi arrugado y rosado orificio al descubierto, cuando sentí su lengua en mi agujero, creí que me desmayaba, que placer, cerré los ojos y gemí, mi orificio se contraía involuntariamente, estaba en el cielo, en el paraíso, empujó la punta de su lengua en mi orificio y fue el acabose, me retorcí en la cama y contraje las nalgas, todo mi cuerpo se tensó, fue una sensación alucinante.

– Que rico culito nena, no sabes cómo lo voy a gozar, uffff, te lo voy a dejar bien abiertito y lleno de leche, te va a encantar preciosa.

Se separó y tomó un sobre de lubricante que estaba en el buró a un lado de la cama, lo abrió y lo echo en medio de mis nalgas, lo extendió por mi rajita y volvió a introducirme dos de sus largos y gruesos dedos para lubricarme bien por dentro, procurando esparcir el lubricante hasta en los puntos más remotos, la hora había llegado, sacó sus dedos, tomó un cojín y lo puso bajo mi vientre, abrí mis piernas y arqueé mi espalda lo más que pude para que mi colita quedara en pompa, con mi arrugado orificio expuesto en todo su esplendor, noté su mano acariciar mis nalgas y de pronto sentí un fuerte azote que hizo que soltara un gran gemido.

– ¿Te gusta princesa?

Mi respuesta fue otro gemido, nuevamente masajeó la entrada de mi culo y otro azote en mi otra nalga, un poco más fuerte, sentía las nalgas calientes y sensibles, su dedo pulgar encontró mi orificio y lo fue metiendo poco a poco, cuando llegó al fondo empezó a moverlo en forma circular y mis gemidos se acentuaron, con la otra mano me propinó un nuevo par de azotes en las nalgas. Ya no podía más de la excitación y le rogué que me cogiera.

– Ya Arturo, no puedo más, quiero ser tu hembra, cógeme.

– En serio quieres que te coja putita, anda, ¿Lo deseas?, Sigues siendo la putita que recordaba, anda, pídemelo más fuerte, quiero oír que extrañaste a tu macho.

Sacó su dedo y empujé mi culo buscando si dedo, estaba que ardía de la excitación y frustración

– Por favor, cógeme, quiero ser tu hembra, tu puta, no me hagas sufrir, eres el mejor macho, siempre lo has sido, ay ya no aguanto, rómpeme el culo.

Se arrodilló detrás mío, sentí que abrió mis nalgas y restregó la gruesa cabeza de su verga contra mi sensible orificio, el placer fue enloquecedor, empujo suavemente y la punta de su verga fue traspasando mi esfínter, solamente la mitad de la cabeza entró y la volvió a sacar, me estaba haciendo sufrir, le rogué nuevamente.

– ¡No me hagas sufrir, cabrón, metela! -exclamé terminando mi frase en un largo gemido ya que me volvió a enterrar su verga, sentí como mi esfínter se abría y se cerraba apretando el tronco con suavidad, di un suspiro de placer, nuevamente tenía su verga dentro de mí, nuevamente era su hembra, su mujer.

– Ya entró mi amor, ya tienes la cabeza dentro, ¿quieres más?, quiero que me lo pidas, que todos escuchen, dime cuanto extrañaste mi verga.

– Me encanta tu verga, la extrañaba tanto, mucho, la mejor verga del mundo papi, me vuelves loca, la quiero toda, dámela, métemela, párteme el culo, ahhh,

Me tomó de la cintura y me fue penetrando lentamente, su barra de carne fue abriendo mis carnes, llegó a la mitad de su recorrido, y empezó a meterla y sacarla, suave, lento, moviéndola en forma circular, yo no paraba de gemir y gritar, sacaba toda su verga fuera y volvía a repetir su entrada triunfal, tenía mucho tiempo sin ser penetrado y solamente me entraba hasta la mitad, dolía un poco y sentía que me faltaba el aire, no podía imaginar como fui capaz en mi época juvenil de aguantar tremenda verga, voltee mi mirada a un lado, y vi reflejados nuestros cuerpos, la verga de Arturo entraba y salía de mi culo hasta la mitad, la imagen era tan erótica que quise ver como entraba toda y soportando el ardor empecé a culear hacia atrás, ensartándome yo mismo ese inmenso instrumento, Arturo entendió el mensaje y tomándome de la cintura me la enterró por completo, me dolió, pero me encantó la imagen de su verga desapareciendo entera, hasta que sus huevos chocaron con mis nalgas, sentí una sensación de plenitud y orgullo, había sido capaz de volverme a tragar esa enorme barra de carne, mi felicidad brotaba por cada uno de mis poros, estaba tan sensible, notaba su vello púbico haciéndome cosquillas en las nalgas, la fue sacando poco a poco hasta dejar solamente la cabeza dentro y me la fue metiendo despacio, era increíble la imagen que me regalaba el espejo, digno de las mejores películas porno, al cabo de unas cuantas metidas y sacadas fue acelerando el ritmo poco a poco, dando golpes de cadera que me hacían aullar de placer, sus testículos chocaban con los míos en cada embestida, pesados y calientes.

– Cabrona, como te entra toda, ufff, pocas me la aguantan completa, eres la mejor, la mejor puta del mundo.

Sentía cada centímetro de su barra de carne dura frotando mis paredes internas haciéndome gozar intensamente, sentía el culo tan abierto, tan entregado, indudablemente Arturo había sido el mejor macho de todos, nunca nadie me hacía gozar de esa forma.

– Uff Ariel, como extrañaba tu culo, que culo tan rico, como aprietas, aghhh, siempre ha sido tan estrechito, es como si estuviera cogiendo un culito virgen.

Sabía el poder de elasticidad para cerrarse de mi culito, no era el primero que lo decía, pero le quise dar el crédito a mi macho:

– Ay Arturo con esa verga, cualquier culito te ha de parecer virgen, aghhh.

– ¿Te gusta?, siente como te recorre por dentro, es tuya, gózala, puta, te voy a romper el culo como nadie lo ha hecho, para que recuerdes a tu macho, puta cabrona, te va a quedar bien abierto y vas a caminar como charrito un mes, y vas a recordar esta cogida por el resto de tu vida, zorra, puta.

Había empezado nuevamente con sus obscenidades, toda clase de groserías, recordé como me prendían en mi época estudiantil y que tanto extrañé, sueña extraño decir que extrañé que me insultaran, pero me excitaba y me daba tanto morbo que me dijera que era una puta, una pervertida, que era más puta que mi esposa.

Fue acelerando el ritmo, sus manos en mi cintura me empujaban contra su cuerpo a un ritmo alocado, mientras me seguía diciendo toda clase de obscenidades.

– Así puta, grita mi nombre, quiero que todos en el motel escuchen quien es tu macho, quién te está partiendo el culo.

– Tú Arturo, el macho, el mejor macho, Arturo, Arturo, tú me partes el culo, gritaba a todo pulmón.

– De quien es este culo divino, puta- grita

– Tuyo amor, tuyo, mi culo es tuyo, Arturo, Arturo, Arturo- gritaba

– Así puta- siente lo que es un verdadero macho- eres más zorra que tu esposa, aprende cabrón, aprende como se goza una hembra.

Se fue recostando sobre mi cuerpo y besó mi cuello, cada vez me daba con más fuerza, mordisqueaba el lóbulo de mi oreja, lo escuchaba gemir en mi oído y al recostarse mi cuerpo quedó sobre las sábanas restregando mi verga dura sobre las sábanas en cada embestida, se dejaba caer sobre mi cuerpo con fuerza, enterrándome su virilidad hasta lo más profundo, estaba tan entregado que no me importaba, disfrutaba sus embestidas salvajes y me sentía la hembra más feliz del mundo, empezó literalmente a taladrarme el culo a un ritmo inimaginable, todo mi cuerpo empezó a retorcerse, mis ojos se pusieron en blanco y saliva escurría por la comisura de mis labios.

– Ya casi puta, te voy a llenar de leche, prepárate, ya no aguanto, aghhh, quieres sentir mi leche puta, aghhh, ahí va, siente como te lleno el culo de leche, puta.

En ese momento dio un último empujón profundo y mi verga estalló también sobre la cama llenando las sábanas de leche, justo al mismo tiempo que su verga se expandía y su ardiente semen inundaba mi interior, en cada espasmo de su verga sentía un chorro de semen ardiente llenarme por dentro, grité y grité y tensé el culo, todo mi cuerpo temblaba.

– Aggg, uf, grrrrr puta, toma, toma mi leche- gruñíó, agghh, ay puta, aghhh

– Ah, agh, me corro, ah, no pares hijo de puta, coge, coge, dame duro, lléname de leche, preñameee- gritaba

Se dejó caer sobre mi cuerpo con su verga metida hasta los huevos y buscó mi boca besándome con pasión, así me estuvo besando largo rato, abotonados, mordiendo mis labios, poco a poco su verga dio un último espasmo y descargó hasta la última gota de leche, perdiendo dureza, hasta que se puso flácida y salió de mi culo, apreté mis nalgas para no dejar escapar ni una gota de su tibio néctar de mi interior, guardándola como un preciado tesoro, me decía al oído lo mucho que había disfrutado y lo mucho que había extrañado mi culo, nos quedamos un rato acostados en la cama solamente acariciándonos y llenándome de elogios, seguía acariciando mis nalgas, la sensación de tener el culo lleno de semen, de su semen, me excitaba mucho.

Ahí no terminó todo, pero lo que pasó después lo cuento en el siguiente relato.

Espero sus comentarios en [email protected]

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