Este relato es una precuela del que está ya publicado en esta misma web y he titulado “Mis cambios”, trata de algo que sucedió hace ya años, cuando aún estudiaba en la universidad.
Era el día uno de mi etapa universitaria y todo era nuevo para mí, en la facultad no había todavía nadie cuando llegué, pero enseguida empezaron a llegar compañeros y se fueron sentando repartidos por toda el aula, hasta que entró un chico que se sentó a mi lado, me saludó y se presentó amablemente, se llamaba Javi.
Yo también me presenté y hablamos algo, aunque nada trascendental. Me pareció un chico muy agradable de trato, por lo que después de terminar las clases, seguimos hablando mientras andábamos por el campus, intentando ubicarnos en ese nuevo mundo de camino a nuestros respectivos pisos de estudiante.
Javi y yo no tardamos en hacernos amigos, salíamos de fiesta, nos ayudábamos con los estudios… y así, prácticamente sin darnos cuenta pasó el primer curso, así que, al año siguiente decidimos vivir juntos en un piso compartido junto a un tercer compañero.
La convivencia, lejos de complicar nuestra relación, la reforzó, prácticamente éramos como los hermanos que no teníamos, y al menos durante un tiempo así fue, hasta que me di cuenta de que lo que yo sentía por él, era algo más; yo me intentaba resistir ya que Javi era hetero, pero mi mente volaba y las fantasías me abordaban frecuentemente, en especial cuando pasaba frente a mí, llevando sólo una toalla anudada a la cintura tras ducharse, cosa que, aunque me resultaba altamente excitante, intentaba disimular.
Finalmente, el sentimiento terminó ganando a la razón, y aunque sabía que quizá me haría daño a mí mismo con el tiempo, cuando me acostaba y en la oscuridad de la noche me masturbaba soñando que era él quien me lo hacía por primera vez, lo cierto es que me daba igual, pese a que todo se desvaneciera al volver a la realidad y dormirme tras un delicioso orgasmo.
Y así pasó también el segundo curso, pero durante ese verano nos volvimos a ver algunas veces para ir a la playa o tomar algo con un par de amigos más, ya que ambos somos de la misma ciudad. Javi y yo confiábamos plenamente el uno en el otro, sabíamos que nos podíamos contar cualquier cosa, pero aún había un pequeño detalle que yo no le había contado, que a mí me gustan los chicos, quizás por no encontrar el momento o por miedo a que algo cambiara en nuestra amistad, miedo que en el fondo sabía que era infundado, aunque mis inseguridades jugaban en mi contra.
Pero uno de esos días de playa, todo pareció coordinarse para que esto cambiara cuando Javi y yo nos quedamos solos un momento y un grupo de chicas pasó frente a nosotros, él las miró y señalándolas con un movimiento de cabeza me preguntó:
– Ey tío ¿te gustan más las rubias o las morenas?
Yo simplemente solté una carcajada por lo típico de la pregunta y agaché la cabeza sin contestar, pero de repente, me di cuenta de que quizás ese era el momento perfecto, así que simplemente me lancé y dije:
– Verás Javi yo… es que no me gustan las chicas.
Entonces Javi me miró y, mientras en su cara se dibujaba una sonrisa pícara, puso un brazo sobre mis hombros y me dijo:
– Ya era hora de que me lo dijeras eh.
Escuchar eso me dejó petrificado, ¿lo sabía?, sí, ¡me había preguntado lo de las chicas para intentar obligarme a confesárselo!, y le había funcionado, ¿cómo se habría dado cuenta? me dio mucha vergüenza, pero a la vez sentí que me quitaba un peso de encima. No supe qué decir en ese momento, pero él añadió:
– No pasa nada hombre. Tranquilo, no diré nada.
Poco después volvieron los otros chicos, así que no seguimos con el tema en ese momento, aunque días después Javi y yo retomamos la conversación y le dije que nunca me había acostado con nadie y que aún no se lo había dicho a mis padres entre otras cosas, aunque gracias a su apoyo, ese mismo verano se lo confesé también a mis padres que afortunadamente se lo tomaron bien.
Me sentía feliz por poder haber sacado a la luz aquello que tenía tan escondido dentro de mí, aunque había algo que todavía no le había dicho a Javi, lo más difícil de todo, que había alguien que me gustaba mucho, él.
Pasó también ese verano y volvimos a la universidad en septiembre, recuerdo que fue un domingo por la tarde, cuando yendo yo de copiloto en su coche de camino a la ciudad donde estudiábamos, estábamos hablando cosas sin importancia, cuando de repente, Javi apartó la vista de la carretera un segundo y me miró como queriéndome decir algo, por lo que le pregunté:
– ¿Qué ha pasado?
– Me respondió: No es nada.
Pero estaba claro que algo había pensado, aunque no me lo hubiera dicho.
Ya cerca de nuestro destino, Javi me volvió a mirar fijamente y pronunció mi nombre dejando en el aire el resto de la frase:
– Alberto…
Yo, un poco extrañado ya por su misticismo, lo miré y un poco más serio le dije:
– ¿Qué pasa Javi?
Pero casi no me dio tiempo a terminar la frase cuando él, acercándose a mí me dio un fugaz beso en la boca.
No supe reaccionar a eso, había sido tan inesperado…, ¿era una broma, curiosidad quizás…?, de repente mil preguntas empezaron a rondar mi cabeza, hasta que pasados unos segundos me di cuenta de que tenía que decir algo viendo a Javi que seguía conduciendo algo inquieto y expectante a mi reacción, pero sólo fui capaz de pronunciar su nombre con tono de extrañeza, él no dijo nada. Seguidamente intenté calmar mi corazón que latía acelerado respirando profundamente, y le pregunté:
– ¿Por qué has hecho eso?
Él resopló y dijo:
– No lo sé… Simplemente… lo he hecho, ha sido algo raro.
Javi siempre había sido un chico muy seguro de sí mismo, eso era algo que me gustaba de él, pero en ese momento no lo estaba siendo, creo que fue la primera vez que lo vi dubitativo.
En el tramo que quedaba de viaje no volvimos a decir ni una palabra y yo simplemente traté de tomarlo como una anécdota, aunque me hubiera dolido que ese beso robado, precisamente del chico al que quería, hubiera sido “algo raro”.
Llegamos a nuestro piso e intentamos hacer como si nada hubiera pasado, pero en mi cabeza seguía buscando una explicación lógica que me hiciera entender el motivo de ese beso (si es que la había); me sentí estúpido por no haber sido capaz de reaccionar, por no devolverle el beso y descubrir qué hubiera pasado, por no haber aprovechado el momento.
Así terminó de pasar la tarde, hasta que, un par de horas después, habíamos terminado de cenar cuando yo me levanté para recoger las cosas y, al pasar al lado de Javi él me dijo:
– Oye… Perdona por lo de antes, yo…
Pero entonces, me dejé llevar y sin pensarlo fui yo el que lo besó antes de que terminara la frase.
Javi se sorprendió, aunque no más que yo ciertamente, por lo que no tardé mucho en separar mi boca de la suya, pero cuando lo hice, él me agarró por la cintura y poniéndose de pie me volvió a besar. Esa noche no llegaría aún nuestro otro compañero así que estábamos los dos solos en el piso.
¿Por qué había surgido aquello tan de repente, tan de imprevisto?, no lo sabía, y sentía vértigo por lo rápido que iba todo, pero tampoco quería ni podía parar ahora, una vez que había probado sus carnosos labios rodeados de una ligera barbita y él había acariciado mi cuello, provocándome escalofríos con sólo el roce de sus dedos.
Así seguimos hasta que un momento después me dijo:
– Vamos a mi cuarto.
Se me formó un nudo en la garganta, pero asentí levemente con la cabeza y nos dirigimos a su habitación.
Al llegar a su cama me tiré de espaldas sobre esta, quedando sentado y recostado mientras él se quitaba rápidamente la camiseta, dejándome contemplar su cuerpo por primera vez sin necesidad de disimulo, me mordí los labios y me terminé de subir a la cama, quitándome yo también la camiseta.
Yo en aquella época era muy delgado, por lo que me sentí algo cohibido frente a él que, aunque no estaba especialmente fibrado, sí que tenía un cuerpo atlético, con fuertes brazos y poco vello, propio de un chico deportista.
A continuación, él se colocó sobre mí y nos comenzamos a besar de nuevo, nuestra respiración se iba acelerando y jadeábamos mientras nuestras pollas se endurecían bajo los pantalones, así me lo confirmaba el bulto creciente bajo los vaqueros de Javi.
Entonces, tomando yo la iniciativa, puse mis manos en sus hombros y lo empecé a acariciar pecho abajo lentamente hasta llegar al botón de su pantalón, lo desabroché y metí una mano buscando su miembro para liberarlo. Agarré su polla ya semierecta y él me sonrió y preguntó:
– ¿Te gusta?
Mientras me incitaba a masturbarlo con un sensual movimiento de caderas.
Era la primera vez que tocaba la polla de otro chico y, aunque todavía no se la había visto, parecía más grande que la mía.
Con la otra mano bajé también la cremallera de su pantalón y le ayudé a bajárselos un poco, bajo estos, llevaba unos boxers blancos ya algo humedecidos por su presemen y perfectamente ajustados, dejando poco de su anatomía a la imaginación. Seguidamente Javi se puso de rodillas rápidamente sobre la cama dejándome encerrado entre sus piernas y se sacó la polla que lucía ya totalmente erecta. Efectivamente era un poco larga que la mía, por lo que mediría aproximadamente 18 cm, pero sobre todo más gruesa, circuncidada, recta y lisa, con algo de vello púbico corto sobre ella.
Para continuar, Javi se colocó el elástico de los calzoncillos por debajo de los huevos, lo que los hacía parecer aún más voluminosos y llenos, se agarró la polla por la base y la dirigió hacia mi boca, así que yo, sin pensarlo dos veces, me impulsé hacia ella y me la empecé a tragar queriendo llegar hasta el fondo, aunque no tardé en atragantarme debido a la inexperiencia y empecé a toser, pero no me rendí y continué intentando no dejarme ningún recoveco sin saborear mientras acompañaba el movimiento con una mano, a la vez que él me sostenía con sus manos puestas suavemente sobre mi espalda.
Lo primero que pude notar fue el sabor salado del líquido transparente que brotaba lentamente de su polla, me gustó mucho, así que me esmeré en recogerlo todo con movimientos circulares de mi lengua sobre su glande, lo que lo hacía suspirar suavemente, eso me animaba a continuar, le estaba gustando.
Mi saliva empezaba mientras tanto a chorrear por todo su miembro hasta sus huevos para terminar cayendo sobre mi propio pecho, Javi se dejaba hacer y yo empecé a masajear también sus huevos con la palma de la otra mano, sustituyendo así la mamada momentáneamente ya que la mandíbula se me empezaba a cansar. Después continué un poco más y finalmente me la saqué de la boca, empezando a masturbarlo a buen ritmo con la intención de que se corriera sobre mí, pero él me detuvo y me dijo:
– Espera, aún no.
Y bajándose de la cama, se terminó de desnudar y cogió un preservativo de su armario.
Curiosamente, después de haber deseado durante tanto tiempo ese momento, sentí temor porque, aunque quería hacerlo y que fuera él quien lo hiciera, iba a ser mi primera vez y, unido a que no teníamos lubricante y a la inexperiencia de ambos, me preocupaba un poco que pudiera doler bastante, aunque después de todo, eran mayores las ganas de sentirlo dentro de mí.
Así que, sin pensarlo más me terminé de desnudar también yo y, con un poco de saliva, empecé a preparar mi culo para lo que estaba por llegar, acariciándomelo con un dedo y movimientos circulares antes de metérmelo. Mi primer dedo entró bien, sin dolor, así que probé con otro que también entró poco a poco con algo más de paciencia mientras Javi volvía a la cama quedando de rodillas frente a mí, escupía en su polla y yo me colocaba también de rodillas, pero de espaldas a él.
A continuación, Javi pegó su pecho a mi espalda y mientras me besaba, su polla se apoyó entre mis nalgas haciendo estremecer todo mi cuerpo, hasta que, por fin, puso sus manos en mi cintura y noté como su glande me atravesaba dilatando mi agujero, pero su empuje fue demasiado intenso para mí, por lo que dolió bastante y grité de dolor. Instintivamente lo sujeté con mis manos para que parara, y él lo hizo enseguida pero antes de que me dijera nada, dije yo tembloroso:
– Despacio por favor.
Él contestó:
– Sí. Lo siento. No quiero hacerte daño.
Se había puesto nervioso, pero también lo deseaba tanto como yo. Así que, para intentar tranquilizarlo le dije:
– Lo sé.
Sonriéndole sincera y levemente, queriendo parecer calmado yo también.
Entonces Javi volvió atrás y lubricándose de nuevo con su saliva, lo intentó por segunda vez mientras yo, queriendo facilitar el acto, me incliné hacia delante poniéndome a cuatro patas y abracé su almohada.
De nuevo noté como mi agujero era traspasado, temblando espasmódica e involuntariamente para intentar expulsar su rabo, pero él continuaba adentrándose sin prisas y volviendo un poco atrás si era necesario para volver a entrar más profundamente, así que simplemente me intenté relajar cerrando los ojos.
Separé mis nalgas con las manos para intentar abrirme más y, aunque todavía dolía, le dejé hacer sin quejarme porque era un dolor soportable, no obstante, con cada punzada me echaba un poco hacia delante automáticamente intentando zafarme de él, pero Javi me sujetó por la cintura y con suavidad me empezó a llevar hacia él hasta que noté sus huevos rozar mi culo, haciéndome sentir repleto como nunca; al final había podido con toda y me sentía incluso orgulloso de ello.
Javi se mantenía inmóvil dentro de mí, dejando que mi cuerpo se acostumbrara a esa nueva sensación, hasta que noté que la presión en mi interior y sobre su polla, disminuía, entonces yo mismo probé a moverme suavemente y así continuamos un poco más hasta que él tomó el control y siguió moviéndose con un suave vaivén que me hacía gemir casi inevitablemente, esta vez por una mezcla entre placer y ardor deliciosa.
Un momento después noté cómo su saliva corría entre mis nalgas para lubricarme un poco más y así se suavizó algo más la penetración, hasta que, pasados unos minutos, Javi me preguntó cómo iba y saliéndose de mí, me dijo:
– Date la vuelta.
Yo lo hice enseguida, poniéndome esta vez boca arriba con las piernas giradas hacia un lado y así me volvió a penetrar, despacio, pero con mucha más facilidad que antes, así que puse una mano en su cintura para tratar de controlar sus embestidas que ahora eran más profundas. Cada vez me gustaba más, por lo que mis gemidos fueron en aumento, al igual que su ritmo mientras él me daba algún que otro beso esporádico y se mordía el labio inferior.
Javi resoplaba acalorado y sudado, con la piel enrojecida y el pelo algo humedecido; entretanto yo me empezaba a masturbar rápidamente para correrme casi al instante sobre mi propio pecho, lanzando varios chorros de leche más bien espesa y tibia a la vez que mi culo estrangulaba con espasmos su polla, dejándolo clavado dentro de mí, momento en el que él gruñó y gritó:
– ¡Me corrooo!
Para a continuación, salirse rápidamente y tirando a un lado el preservativo, también correrse entre gemidos sobre mí, lanzando unos cuantos buenos trallazos de leche que me llegaron a la cara, para finalizar dejándose caer a mi lado mientras soltaba un fuerte bufido, estábamos agotados, pero sobre todo muy satisfechos.
Yo simplemente me quedé tumbado boca arriba, sin pensar nada y sonriente, con la tenue y cálida luz de una lamparita que iluminaba la habitación, no podía sentirme mejor en ese momento. Entonces Javi me miró y con una sonrisa tierna me preguntó:
– ¿Estás bien?
Y yo le contesté:
– Ha sido maravilloso.
Después perdí la noción del tiempo, no sé cuánto rato pasaría mirando al techo, pero un rato después, pensé decirle por fin lo que realmente sentía por él, así que pronuncié su nombre y lo miré, pero entonces me di cuenta de que ya se había quedado plácidamente dormido, por lo que simplemente me levanté intentando no hacer ruido, me di una ducha y me fui a dormir a mi cuarto lo que quedaba de noche.
Al día siguiente, llegó nuestro otro compañero e hicimos nuestra rutina habitual, pero en el fondo me empecé a sentir inquieto, por no saber si eso afectaría a nuestra relación ni cómo lo haría en caso afirmativo. Hasta que ya por la tarde Javi, que se había dado cuenta de esto, me llevó aparte y hablando en voz baja para que nadie nos escuchara me dijo:
– Ey tío ¿estás bien?
Yo le contesté:
– Sí, tranquilo… estoy bien.
Realmente no había ningún motivo para pensar que nuestra relación pudiera estropearse, todo seguía igual, pero esa inquietud era inevitable para mí, por lo que Javi, volviendo a tomar la palabra me dijo más o menos lo siguiente:
– Oye… No tienes que preocuparte por nada, lo que pasó anoche pasó porque los dos quisimos y ya está. Alberto… eres mi mejor amigo, tú has sido el primer chico con el que me he acostado y no me arrepiento de haberlo hecho, lo de anoche… me gustó… mucho (y creo que a ti también (esto lo dijo con una pequeña carcajada)) además, también ha sido tu primera vez ¿no?
Yo asentí con la cabeza y me reí un poco para confirmarle esto último.
Y todo esto mientras él, con su mirada cálida, me transmitía la tranquilidad y seguridad que necesitaba en ese momento, para terminar con una sincera sonrisa y abriendo sus brazos para rodearme con ellos.
Yo me acerqué a él y lo abracé, desapareciendo en ese momento todas mis dudas, por lo que también fui capaz de decirle lo que no había podido la noche antes:
– Me gustas mucho Javi.
Él respondió con ternura:
– Lo sé.
Y así volvió a ser todo como antes. Esto sería nuestro pequeño secreto.
Pasó el tiempo y aproximadamente un año y medio después, Javi y yo terminábamos la carrera y nos graduábamos. En todo este tiempo no habíamos vuelto a tener sexo, pero sí que, a veces, entre nosotros había ciertas miradas y sutiles roces cariñosos que yo asociaba a nuestra íntima amistad sin querer darle mayor importancia, no obstante, lo que yo sentía por él, seguía presente.
Una vez volvimos a nuestra ciudad, empezamos a trabajar y, aunque ya no vivíamos juntos, seguíamos viéndonos con frecuencia hasta que un día, Javi me dio una noticia que nunca me hubiera gustado escuchar, se iba de la ciudad junto a sus padres a otro país e incluso otro continente.
Se me vino el mundo encima, habíamos compartido demasiadas cosas juntos para que ahora se alejara de mí tan bruscamente, pero, aun así, todo tiene que llegar y, el día antes de su viaje, nos vimos para decirnos adiós.
Estuvimos toda la tarde juntos sin querer despedirnos el uno del otro ya que eso significaba que no nos volveríamos a ver, al menos en mucho tiempo. Pero finalmente, él me acompañó a mi casa y una vez allí nos dimos un abrazo con el que me emocioné hasta el punto de que casi se me saltan las lágrimas, yéndose después a su casa y quedándome yo con una sensación de vacío, quizás porque hubiera querido que nuestra despedida fuera más “apasionada”.
A la mañana siguiente estaba lloviendo y hacía frío cuando me levanté, a esa hora Javi ya debía estar volando, fue lo primero que pensé, pero, mientras desayunaba mi móvil empezó a sonar, ¡era él! y me extraño mucho, por lo que respondí enseguida.
Javi me dijo que habían cancelado su vuelo por mal tiempo, por lo que habían pospuesto su viaje y que iban de vuelta a su casa, que necesitaba verme esa misma tarde de nuevo; así que quedamos para hablar en mi casa ya que allí podríamos estar solos, al menos durante un rato.
Llegó la tarde y seguía lloviendo cuando Javi llamó a la puerta, me di prisa en ir a abrir e inmediatamente él, que venía empapado, me rodeó con sus brazos y me dio el beso más apasionado que podía haber imaginado en mis mejores sueños, diciéndome por fin aquello que tanto había deseado escuchar de su boca.
– Te quiero.
Los ojos se me abrieron como platos al oírlo y entonces sí que sí, una lágrima corrió por mi mejilla.
Después de tan emocionante encuentro pasamos al salón y allí nos sentamos, él tomó la palabra y me dijo que cuando esa mañana se había visto en el aeropuerto, a punto de coger un avión a la otra punta del mundo, había aceptado lo que realmente sentía por mí y se había arrepentido de no haber sido capaz de decírmelo antes, por lo que esa segunda oportunidad que había tenido, no la podía dejar escapar.
Él sonrió desahogado y yo, obviamente no encontré nada más apropiado que devolverle ese beso con la misma intensidad mientras con impaciencia nos dejábamos llevar.
Javi temblaba con su ropa mojada por la lluvia así que con gusto le quité todo de cintura para arriba dejándolo semidesnudo y él hizo lo mismo conmigo. No tardamos en ir a mi habitación por si llegaba alguien a casa y ya allí nos sentamos en la cama, empujándolo yo suavemente para tumbarlo junto a mí mientras nos seguíamos besando y acariciando sin prisas.
Un poco después decidí explorar otras zonas de su cuerpo con mi boca y bajé hasta su cuello, el cual empecé a besar y lamer con cuidado mientras él jadeaba excitado.
A la vez, fui bajando una mano por su pecho hasta llegar a sus pantalones, momento en el que me adentré en ellos buscando esa bonita polla que sólo había podido probar en una ocasión hacía ya tiempo y que deseaba lujuriosamente sentir de nuevo.
Cuando la agarré Javi suspiró, me mordió suavemente el labio inferior y me agarró fuertemente del culo para, a continuación, meter una mano en mis calzoncillos y acariciármelo; entonces fui yo el que gruñó deseoso, a la vez que me deshacía del pantalón para un momento después quedar ya totalmente desnudo a su lado.
Poco a poco, mientras seguía recorriendo su cuerpo hacia abajo con mi boca, me coloqué sobre sus piernas y con movimientos suaves hacia delante y hacia atrás, empecé a restregar mi culo contra su polla, que estaba aún aprisionada dentro de sus pantalones, mientras me apoyaba con mis manos en su pecho.
Un poco después, para no hacerlo sufrir más desabroché sus pantalones y con un tirón hacia abajo liberé su polla por fin que quedó asomada a sus calzoncillos semibajados, empapando estos y su vientre con abundante presemen.
Después de terminar de desnudarlo y como en nuestra primera vez, no tardé en lanzarme a saborearlo todo, metiéndome en la boca todo el trozo de rabo que pude de golpe, consiguiendo así que se sobresaltara dando un fuerte gemido.
Así empecé a hacerle la mejor mamada que pude mientras acariciaba, golpeaba y rodeaba cada rincón de su miembro con mi lengua y la rozaba con las paredes de mi boca, a la vez que lo masturbaba con una mano y masajeaba sus piernas o pellizcaba sus pezones suavemente con la otra.
Pero no quería que se corriera así, quería más de él, así que unos minutos después paré un momento y cogí un poco de lubricante y un condón que encontré en mi mesilla de noche. Entonces Javi se reincorporó en la cama dando un bufido, se lo puso rápidamente y yo le eché un poco de lubricante en la mano.
Yo me puse otro poco en el culo, me volví a sentar sobre sus piernas a horcajadas y sin más dilación me coloqué sobre su polla y me la empecé a meter yo mismo mientras él se la sujetaba por la base en posición vertical.
Sin prisa pero sin pausa, conseguí metérmela casi toda sin grandes complicaciones debido a que estaba bien lubricado y gracias a que mi latente agujero estaba ya suficientemente abierto con sólo el nivel de excitación del momento.
Javi me agarró por la cintura y con sus ojos fijados en mí y la intensidad de su mirada provocándome, lo empecé a cabalgar, al principio suavemente porque después de todo, dolía un poco, aunque eso no me iba a achantar ahora y, poco a poco, conforme mi interior se acostumbraba a la fricción del rabo que me traspasaba y el movimiento se iba facilitando, fui cogiendo más ritmo.
Así hasta que, sin esperarlo, Javi se reincorporó rápidamente en la cama y, haciéndome caer hacia atrás quedó él sobre mí y yo encerrado entre sus brazos. Nuestras bocas quedaron a pocos centímetros, por lo que aprovechamos para volver a besarnos a la vez que él me volvía a penetrar con intensidad y me decía:
– Te gusta esto eh.
Yo gemí al sentir sus huevos en mi culo y sin querer le clavé las uñas en los brazos, pero él me calmó con un delicado beso y así continuamos un poco más en esta nueva postura mientras mi culo chasqueaba con cada choque entre nuestros humedecidos cuerpos y yo lo rodeaba con brazos y piernas, poniendo mis manos en su culo para empujarle hacia mí y así hacerle llegar más adentro.
La primera vez que nos acostamos había sido una experiencia increíble e inolvidable desde luego, pero también había sido en el fondo el resultado de la curiosidad y excitación de ambos, sexo al fin y al cabo, pero esta vez era completamente diferente, me estaba haciendo el amor.
Así continuamos un rato más hasta que, ya agotado, Javi salió de mí y quitándose el preservativo se corrió entre jadeos y abundantemente en mi pecho.
Finalmente se recostó a mi lado para recuperar el aliento, con un brazo por detrás de mi cabeza, a la vez que, con la otra mano él mismo extendía su leche por mi cuerpo y empezaba a masturbarme enérgicamente mientras me seguía besando.
Poco después me corría yo también jadeando en su cuello, mezclándose mi semen y el suyo sobre mi pecho para así quedarnos un buen rato, acariciándonos sin necesidad de decir nada más.
Cuando recuperamos un poco el aliento Javi y yo hablamos de probar a ser pareja, pero el destino se tenía que cumplir y unos días después él cogería ese avión, así que tristemente al final, decidimos que no nos parecía lógico empezar una relación para tener que separarnos físicamente a los pocos días, aun así, acordamos disfrutar todo lo que pudiéramos de nuestra compañía mutua hasta el último momento.
Y aunque no nos refiriéramos a disfrute únicamente sexual, aprovechando que finalmente tendríamos la casa para nosotros dos solos aquella noche, volvimos a hacerlo una vez más.
En los días posteriores volvimos a vernos frecuentemente, no éramos pareja, pero tampoco ocultábamos nuestros sentimientos a nadie y al cabo de una semana aproximadamente Javi se fue, pero esta vez fui con ellos al aeropuerto para despedirnos con un fuerte abrazo y la promesa de volver a vernos algún día.
Actualmente, han pasado seis años desde que nos vimos en persona por última vez y, aunque en todo este tiempo no hemos perdido el contacto y hablamos cada cierta frecuencia, contándonos nuestras alegrías y penas, e incluso nos llegamos a masturbar en un par de ocasiones a través de webcam, el sentimiento se fue difuminando con el tiempo, quedando nuestro amor latente y nuestra amistad intacta como siempre ha sido.
A lo largo de estos años, ambos hemos tenido pareja, en su caso tanto chicos como chicas mientras que yo, después de Javi, conocí a otro chico, el cual es ahora mi expareja, y además, con él empieza mi otro relato “Mis cambios”, recomiendo leerlo también para entender toda la historia, lo podéis encontrar en la siguiente dirección:
Espero que os haya gustado y os anuncio que pronto publicaré otro relato relacionado con estos dos anteriores que completa la historia.