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Recordando esa aventura con mi prima
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Tiempo de lectura: 5 minutos

Hace algunos años les narré una follada que nos dimos con mi prima Roxana. Un año después de haberme cogido a Roxana, me cogí a la prima mayor y mucho tiempo después me cogí a la hija de Roxana, de nombre Jacqueline. Son las únicas aventuras que he tenido con un familiar cercano y debo de hacer énfasis que se tratan de primas de segunda y a quienes no conocía y que en cierta ocasión llegaron de repente y pasó lo que pasó. La única que me sorprendió fue la sobrina Jacqueline, quien a sus 20 años nos metimos en un hotel en México para esas vísperas de la boda de su hermana mayor.

Siempre he pensado que por lo prohibido que esto supone estas experiencias las he idealizado. Con Jacqueline por motivos de esa distancia esa aventura solo ocurrió un par de veces, con la hermana mayor, estuvimos cogiendo por los primeros meses cuando vino a estudiar y mi casa fue también su casa, pero con Roxana, siempre hemos cogido… no frecuentemente, pero cuando hemos coincidido en algún lugar, siempre hemos intentado recordar esa intimidad. La verdad que todavía a sus 54 años se mira jovial y se cuida mucho para ello, pero también por la distancia esos encuentros han sido pocos.

La última vez que nos vimos solo me pidió verme la verga. Estábamos en el patio de la casa de mi hermana y ella en un descuido me la masajeó sobre el pantalón. Creo que al igual que Roxana idealizamos esas primeras cogidas que nos dimos en esa época de la juventud. Como no podíamos coger en mi casa con esa libertad que un día tuvimos mientras mi madre trabajaba y mi tío dormitaba, recuerdo que buscábamos cualquier oportunidad para estarnos manoseando. Una noche le estaba haciendo masaje oral en plena sala de la casa y Roxana se estaba yendo con un orgasmo que no sé cómo lograba mitigar el ruido. Se ponía unos pantalones bien ceñidos y sobre sus pantalones le comía su conchita y de esa manera acababa. Me gustaba cuando se ponía falda, pues de esa manera podía sentir e introducir mis dedos entre su calzón. Ese día que me comía su concha sobre el pantalón, Roxana estaba acostada en posición del misionero y después de besarnos apasionadamente y haberle erizado su piel mamándole el cuello, le ponía mi boca sobre su conchita sin quitarle el pantalón. De esa manera se fue en varias ocasiones y ese noche no sé cómo le hizo, pues yo nunca escuché a mi tío acercarse y si nos no vio fue porque la luz estaba apagada y las cortinas corredizas totalmente cerradas y era muy oscuro. Suerte que había una puerta cerca para llegar a la cocina y por donde yo me fui.

La verdad que ya lo habíamos hecho una vez plenamente donde hubo sexo oral, vaginal y anal y lo queríamos volver a vivir, estábamos ansiosos para repetirlo y solo faltaban un par de días para que el tío y Roxana regresaran, pues los quince días que tenía de vacaciones el viejo, llegaban a su final. Tres días antes había inventado ir a un parque de juegos mecánicos muy popular entre los jóvenes, pero el tío se nos unió a pesar de que él no disfruta en nada este tipo de entretenimiento. Por suerte, en ese parque había una promoción de ir un segundo día sin costo alguno y es donde aprovechamos, pues el tío estaba tan cansado con un primer día caminando por todo el parque que ya no estaba dispuesto a acompañarnos y mi madre que tenía el día libre, sabía que ella no le gusta este tipo de diversión.

La verdad que no pensábamos ir al parque, pensábamos ir a meternos a un motel y en esos días no eran los días donde te controlaban por un celular… no existían. Ya lo habíamos platicado y yo iría a recepción para la registración, pues como imaginaran, una chica a sus 18 años no desea ser vista con nadie entrando en un motel, aunque nadie la conozca. La verdad que hasta yo mismo me sentía nervioso, era la primera vez que rentaba un cuarto de un motel. Y por seguridad, entré yo solo para asegurarme que todo estaba bien y nos tocó la habitación al interior del edificio en el segundo nivel. Regresé por Roxana, quien estaba ansiosa y nerviosa por lo que estábamos haciendo.

Roxana llevaba un pantalón a rayas verticales de color multicolor y una camiseta blanca que le hacía ver una silueta muy sensual. No era muy alta, creo que debería de medir un metro con sesenta y quizá pesaría de unas 120 a 130 libras muy bien proporcionadas. Era de esas chicas de piernas llenas, de un trasero bien proyectado, de unos bustos redondos y como dije en mi primer relato, verdaderamente sólidos. Llevaba un sostén y unos calzones tipo bikini, aunque no diminuto de color blanco. Roxana no se depilaba su conchita, pero tampoco tenía muchos vellos. Desde que se los quité ya los tenía mojados… podía sentir ese olor de sus feromonas a través de sus jugos vaginales, olor del cual me hice adicto… me gusta el olor de una fresca panocha.

La habitación era toda para nosotros y hasta recuerdo haber puesto esa nota que decía “No interrumpir” colgada en la puerta. Roxana, al igual que yo sentíamos ese nerviosismo que a esa edad se tiene, de hecho, todavía me sigo poniendo nervioso cuando ando en estos trotes. A esa edad ya media un metro con ochenta y ocho y pesaba unas 200 libras. Ya mi verga estaba bien desarrollada y ya llegaba a las 21 a 23 centímetros. Ya Roxana la había probado, ya la había mamado y cogido con su panochita y su rico y apretado culo.

Recuerdo que me concentré en darle placer oral. Quizá lo más incómodo por la confianza con Roxana. De hecho, no se desvestía frente de mí, siempre lo hacía debajo de las sabanas. Así que esas primeras mamadas que le di fueron debajo de las sabanas y siempre con la luz apagada. Solo sentía como me tomaba de la cabeza cuando llegaba al orgasmo. Por ese tiempo todavía no lo podía entender ni creo que me lo cuestioné, ella se podía ir varias veces en solo minutos. Roxana se iba fácilmente cuando le hacía sexo oral, creo que le fascinaba y qué chica de 18 años no le encantaría sentir una lengua en su canal vaginal o en el de sus nalgas. Roxana lo vivía completo a esta edad, y estábamos libres para hacerlo en estas cuatro paredes y yo me deleitaba metiéndole la lengua en ese ojete y conchita que había desvirgado una semana antes.

Llevaba un paquete de 3 condones y ese día ya para las once de la mañana los habíamos ocupado. Puse a Roxana en posición de misionero y le gustaba esa posición porque también le mamaba sus ricos pezones, pero también le gustaba de perrito, porque podía sentir como mis testículos le golpeaban, pero también luego después me dijo, que le encantaba sentir como mis dedos jugaban con su ojete mientras le embestía su conchita. El sexo anal siempre lo hicimos sin condón y Roxana tiempo después me confesaba que le había gustado pues sentía una sensación exquisita cuando sentía mi corrida en el interior de su culo… esa sensación de calor y sentir mi verga en su culo fue algo que ella idealiza de esos días. Una semana antes se lo había hecho sangrar y en esta otra ocasión también tuvo en pequeño sangrado, pero nunca se dio cuenta, pues yo se lo limpiaba con algunas toallas mojadas que teníamos a mano.

Recuerdo que ese sábado salimos a comer y a traer más condones. No creo exagerar, pero a esos 18 años que teníamos, le eché por lo menos diez corridas y hasta recuerdo que me quedaban ardiendo los testículos pues ya no sacaban mucha leche. Roxana hasta tiempo después me hablaba de que por esos días lograba conmigo unos 15 orgasmos. Me confesó que ese día tuvo su primer orgasmo anal y que no lo ha logrado con nadie, más que conmigo y es por eso por lo que a pesar del tiempo y ciertos riesgos, siempre me ha buscado para que me la coja analmente. Creo que debe ser mi resistencia, pues recuerdo que fácilmente pasaba taladrando su culo por más de 30 minutos y escuchar ese cacheteo, ese chasquido de mi verga entrando y saliendo le volvía loca. Ella también me elogia diciendo que el tamaño y grosor debe tener cierto efecto. Roxana la puedo considerar una chica petit y es un delicia culear a esta pequeña mujer… Su conchita siempre la siento apretada, ahora pueden imaginarse como aprieta ese su rico culo que tiene.

Tengo la seguridad que Roxana no tiene idea que por la misma época me cogí a su hermana, mi otra prima. También no creo que tenga la remota idea que me haya cogido a su hija, la preciosa e idéntica Jaqueline. Esto quizá sea lo morboso y porque idealizó esos días de esas cogidas. Cuando se fue después de sus vacaciones con mi tío, no la volví a ver hasta esos días previos a su boda. Recuerdo llegué dos días antes al evento y me dijo: Tony, mañana tengo mi despedida de soltera oficial con mis amigas, pero esta noche, quiero que seas solo tú, quien me despida de mi soltería. Ya para este tiempo, se depilaba su conchita completamente.

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