Después de la situación vivida con mi cuñada y sobrina, estuve impaciente durante esa semana. Mari no me había dicho nada al respecto, solo me estuvo mandando mensajes de que todo estaba bien, fue así que el día viernes por la mañana recibí un mensaje de Mari, me decía que ya había hablado con la nena y que logró convencerla de que no dijera nada, además de que le hizo ver la situación y percibió cierto entendimiento por parte de su hija, así que no había mayor problema por el momento.
Le contesté el mensaje pidiendo hablar con Betsy, así que por la tarde me confirmó que, al siguiente día, sábado, ella saldría de casa a realizar unas compras y que podía aprovechar para poder hablar con Betsy, por lo que le confirmé que ahí estaría, poniéndonos de acuerdo la hora para que así yo llegara justo en el momento en que saliera ella de su casa, no fuera que Betsy no me quisiera abrir.
Así llegó el sábado, ya se estaba convirtiendo en el día oficial para atender los asuntos personales entre mi cuñada y mi sobrina, presentándome en el lugar justo en el momento en que Mari se iba.
– Hola Sam, pasa.
– Hola Mari. ¿Vas de salida?- como si yo no lo supiera.
– Sí, pero no te preocupes aquí está la nena, puedes quedarte con ella.
– Está bien.
En ese momento Betsy iba acercándose a la puerta, al verme ahí ella se quedó paralizada, su cara no pudo ser otra más que el de asombro, vestía una camisa gris amplia, la cual le llegaba a mediación de sus piernas.
– Bueno, los dejo, pórtense bien- Dijo mi cuñada mientras se alejaba.
Justo cuando Mari se perdió de nuestra vista, Betsy dio media vuelta por lo que la tomé del brazo
– Espera Betsy, necesito hablar contigo
– ¡Suéltame!
– Betsy, no seas así conmigo
– ¿Entonces cómo quieres que sea contigo?, si no mal recuerdo la última vez no estabas en una buena situación, digo, porque te estabas cogiendo a mi mamá, si te acuerdas, ¿verdad?
– Por supuesto que me acuerdo. Y también recuerdo que tú también fuiste parte de la situación.
– Así es, pero porque mi madre me obligó.
– No lo creo así, si tú sola te movías sobre mi pene, tuviste un orgasmo y, por si fuera poco, besaste a tú mamá.
– ¡Cállate!, ya te dije que me vi forzada a hacerlo, así que suéltame de una buena vez.
Betsy logró zafarse de mi mano, pero fui más habilidoso así que la tomé nuevamente del brazo.
– ¡Que me sueltes dije! –
En cámara lenta pude ver cómo su mano izquierda se alzaba en un movimiento directo hacia mí, para después solo sentir la fuerza de su mano sobre mi mejilla y por último un ardor en la zona de impacto, había recibido una bofetada de la dulce nena.
Betsy al ver lo sucedido, solo se tapó la boca con sus manos, ahogando un grito de susto para después salir corriendo directamente a su habitación. Me tomó un poco de tiempo poder recuperarme, la verdad no pensé que le pesara tanto la mano, sabiendo bien que ella era derecha, pero creo que desquitó en ese momento todo su coraje que sentía hacia mi.
Ya recuperado me dirigí a la habitación de Betsy, se encontraba con la puerta cerrada, así que toqué intentando una vez más poder hablar con ella.
– Betsy, abre, en serio necesito hablar contigo, quiero que todo quede bien entre nosotros. Me importas mucho, te aprecio demasiado como para que esto se complique.
Betsy no respondía, ni siquiera se escuchaba ruido en la habitación.
– Mira, sé que lo que hice con tu mamá no es correcto, pero siempre he tenido una buena relación con ella, inclusive tu papá le prohibió verla cerca de mí. Ella y yo congeniamos bien, y la oportunidad se nos dio para congeniar aún más pero ahora en la intimidad. Tu mamá hizo un gran sacrificio, siempre has sido su prioridad para darte lo mejor. Tú bien sabes la situación económica por la que están pasando, y la oportunidad se dio, para que ambos sacáramos el mejor provecho.
– ¡Eres un idiot…! – Betsy abrió la puerta estrepitosamente con la intención de gritarme, pero su intención quedó apagada rápidamente sin yo saber el motivo. Betsy se dio la vuelta, tomó un poco de papel higiénico, lo mojó con alcohol y me lo dio
– Toma…
– Y esto para que me…- Yo sin saber por qué o para qué me lo había dado
– Qué tonto eres, dámelo- Betsy me arrebató el papel para después colocarlo en la zona en la que me había marcado su mano con la bofetada. Supe de qué se trataba al sentir un ardor en mi mejilla, para después ver cómo Betsy doblaba el papel, dejando ver un pequeño rastro de sangre, creo que como un plus a su cachetada también me había rasguñado.
– Auw… auw… arde- me quejé
– Lo siento, no quise hacerte daño, pero en realidad te lo merecías.
– Betsy, lo siento. – Dije eso tomando su mano con la mía y dejándola sobre mi mejilla, poniendo mi cara de arrepentimiento tipo el gato con botas.
Betsy se me quedó mirando por una fracción de segundo, para después bajar la mirada y comenzar a balbucear.
– No, yo… heee, es que, no… sé… lo… que… Rayos.
– Tranquila, por qué no mejor vamos a la sala y ahí platicamos.
Logré convencerla. Dejé que pasara ella primero así también pude aprovechar a mirarla mejor, en definitiva, era hermosa en todos los aspectos, su físico era monumental, no cabe duda de que había heredado el cuerpo de su madre.
Betsy se sentó en un mueble mediano, mientras que yo tenía la intención de sentarme en otro frente a ella, pero decidí sentarme en el mismo lugar así podía tenerla cerca, solo sobraba un pequeño espacio en el mueble.
Comencé a decirle a Betsy todo lo que había pasado con su mamá, lo de la computadora, ella, todo sobre cómo habíamos iniciado nuestra relación, pero Betsy parecía no escucharme, o al menos eso demostraba ya que ni siquiera me volteaba a ver, tenía su mirada fija al frente, hasta que por fin pronunció palabra.
– Mira, todo lo que me has dicho hasta ahorita es lo mismo que ya me dijo mi mamá. Entiendo su sacrificio, sus intenciones, hasta sus necesidades por experimentar cosas que creo que con mi papá no ha podido tener. Pero no comparto que sea así y menos que me haya involucrado de tal forma.
– Lo sé, a mí también me sorprendió el que tú intervinieras ese día de tal forma.
– Ya ni lo menciones, que no me quiero ni acordar.
– Pero Betsy, siendo sinceros, también lo disfrutaste, ¿o lo vas a negar?
Mi sobrina se tomó una pausa para contestar, la verdad no sé qué estaba pensando, pero jamás pensé que fuera a estar de acuerdo conmigo.
– Pues como dices tú, “siendo sinceros”, sí lo disfruté, no como yo quisiera ya que no podía sacar de mi cabeza la imagen de mi mamá y tú cogiendo, porque he de decirte que llegué justo en el momento en que mi mamá te cabalgaba como una posesa y pude hasta ver cómo llegaba su orgasmo.
– ¿En serio?, wow, pues sí que sabes cómo esconderte. Y entonces, ¿queda todo bien entre nosotros dos?
– Por el momento sí.
Al oír eso de Betsy, me paré e hice que ella también se levantara, y le ofrecí mi mano para que la estrechara y selláramos así nuestro encuentro, ella lo aceptó y nos dimos la mano, pero sorpresivamente Betsy me dio un beso en la boca, que solo duró muy poco, se me quedó mirando fijamente para después nuevamente ofrecerme sus hermosos labios, así que ahora hice lo mío, le contesté el beso y la tomé con mis manos por su cintura, la acerqué bien a mí y nos seguimos besando, ahora mis manos ya no se quedaban quietas, recorrían sus piernas por dentro y por fuera de su camisa, tocaban su culito bien firme.
Le quité su camisa, mientras que ella hacía lo mismo con mi pantalón, le ayudé un poco con mi playera y así nos quedamos ambos solo en ropa interior. Ella llevaba puesto un brasier rojo así como una panti rosa que se le marcaba perfecto en su culito.
Continuamos con los besos apasionados, no teníamos prisa y yo la verdad no quería apresurar nada, recién había conciliado con la nena como para echarlo a perder, trabajo me costó, tenía que valer la pena la cachetada recibida, así que dejé que ella fuera la guía. En cierto momento Betsy comenzó a agarrarme las nalgas, las apretujaba, creo que era algo que tenía tiempo que quería hacer porque era insistente en hacerlo, yo solo me dejaba, así que también puse manos a la obra, comencé a acariciar sus nalgas, pero a diferencia de ella, introduje mis manos por dentro de su panti, así podía sentir la tersa piel de sus glúteos, estaban bien firmes, con mi dedo medio derecho pasaba por entre medio de sus nalgas, de arriba abajo, hasta lograr tocar su rajita, notaba su humedad con mi dedo, definitivamente estaba excitada así lo demostraban sus suspiros y pequeños gemidos.
Me senté en el mueble con la intención de dar paso a la siguiente fase, pero sorpresivamente Betsy se arrodilló frente a mí, separó mis piernas, colocó sus manos en mi cintura y comenzó a bajar mi bóxer, dejando libre mi miembro para comenzar a acariciarlo, lo miraba fijamente, mordiéndose un labio, se veía extasiada con el momento. Siguió con la faena, me masturbaba de lo lindo, movía su mano derecha lentamente sobre mi miembro, hasta que comenzó a lubricarse, ahí Betsy con un dedo tomó la gota de la punta de mi pene para después esparcirla sobre mi glande, para después abrir su boca y engullirse la punta.
Al sentir su boca sobre mi pene fue una sensación electrizante, sentir sus labios, su lengua, era todo un gusto. Primero comenzó con la punta, después metió un poco más, pero debido al tamaño y grosor no pudo pasar de la mitad, pero aun así hacía su mejor esfuerzo, y de mi parte bien que lo disfrutaba.
– Lo haces bien, corazón, me gusta cómo me la estas mamando.
– Mmm, ¿en serio?, me hace feliz escuchar eso.
No la interrumpí más, dejé que siguiera mamándomela, y así lo hizo por unos minutos más hasta que se cansó de su mandíbula. Se levantó y se sentó en mis piernas para después hacerse un lado su panti, dejando libre el espacio de su vagina y así, solita, se posicionó y poco a poco fue metiendo mi verga en su panochita, era bien estrecha, sentía como me apretaba conforme se iba introduciendo, pero su lubricación ayudaba mucho, era un mar de jugos, uf, era riquísimo tenerla así.
Se introdujo solo una parte de mi verga, no pudo con tanto, así que lentamente se movía para no lastimarse, yo la acompañaba con los movimientos, la sostenía de su cintura ayudándole con su peso para que no fuese atravesada por completo por mi verga.
– Ufff, sí que la tienes grande, apenas puedo con la mitad, mmm, pero se siente bien rico, si, si, así..,
Procedí a quitarle su brasiere, quería morder esos pezones duros, quería saborear sus tetas, podía ver como rebotaban con los movimientos de Betsy. La nena se inclinó hacia el frente, quedando ambos pecho a pecho, así podía ella tener mejor control de sus movimientos sin necesidad de que yo la sostuviera.
Estando así me dediqué jugar con sus nalgas, las palmeaba, metía mis dedos en su panochita, jugaba de vez en cuando con su ano.
– Ayy, ayy… mmm, me gustas tío, me encanta lo que me haces, haces que vea estrellitas… mmm, mmm
Le pedí cambiar de posición, ahora la puse de espaldas a mí, abrí mis piernas y la coloqué a ella en medio, para después agarrarla de su cadera y comenzar a acomodarla en mi verga, dirigía sus movimientos arriba y abajo, podía notar que mi verga entraba más en su vagina así que fui aumentando la intensidad, la tenía ensartada más de la mitad, su panochita se había adaptado al tamaño y grosor de mi verga, así que dejé que ella sola siguiera disfrutando, mientras que yo me deleitaba con su culito, podía verlo ahí enteramente a mi disposición así que abría bien sus nalgas, jugaba con su agujerito, acariciaba sus labios vaginales, la tenía bien abierta, su vagina rebosaba de jugos que hacían que mi pene estuviera totalmente blanco.
– Tío, tu verga… es muy grande… mmm, no puedo con toda… ayyy…
Cambiamos nuevamente de posición, la puse de perrito arriba del mueble y de un solo movimiento le metí mi verga, Betsy solo pegó un grito y arqueó su espalda, volteando a ver cómo la tenía bien ensartada.
– ¿Está toda adentro tío?, ¿la tengo bien metida?
– Si mi amor, toda adentro para ti sola.
– Ay, tío… mmm, que rico se siente, creo que me voy a desmayar de tanto placer… mmm, ah, ah, ah…
Comencé a bombearle su panochita, podía escuchar nuestros cuerpos golpeando con cada movimiento.
-Ay tío, hazme toda tuya… cógeme todo el tiempo que quieras… ah, ah,
Me hipnotizaba ver cómo entraba toda mi verga en esa vagina, estaba llena de jugos. Por momentos pasaba mi pene sobre su ano, quería que Betsy lo sintiera y en una de esas ver si podíamos hacerlo por ahí.
– Tío, ¿qué me haces?, mmm,
– Quiero que sientas mi verga por tus tres agujeros… ya lo tuviste en tu boquita, tu puchita, solo falta tu tercer agujerito
– No, tío, por ahí no… ah, ha, me va a doler mucho. Ay, tío, siento que me vengo… mmm.
– Que rico corazón, te mueves bien delicioso… ¿Dónde vas a querer mi lechita?
– La quiero en mi cuevita
– Pero mi amor puede que…
– No te preocupes tío, mmm, ah, hoy es un día seguro
Decidí cambiar de posición, le dije que se recostara sobre el mueble y le levanté sus piernas, las coloqué en mis hombros y me incliné, quería que le entrara toda mi verga y así lo hice, podía sentir cómo resbala sin ningún problema, mientras que Betsy jadiaba más y más.
– Tío hermoso, eres lo mejor que me ha pasado… mmm, que rico… AHHH
Pude sentir su orgasmo, su vagina apretó mi verga a más no poder, pude sentir cómo el cuerpo de Betsy se tensó, pero yo seguí penetrándola, aún faltaba yo por correrme.
-Tío, dame tu lechita, la necesito ya…
Ahora Betsy tenía sus piernas por detrás de mi espalda, me apretaba hacia ella queriendo sentir toda mi verga, yo ya no podía aguantar más así que aceleré mis movimientos hasta que comencé a sentir cómo salía mi semen disparado para al final caer rendido sobre el pecho de Betsy.
Tardamos unos minutos así hasta que Betsy se levantó para ir al baño, sentía escurrir el semen. Mientras yo me quedé recostado en el mueble, había invertido mucha energía en la nena así que tenía que reponerme un poco. De repente escuché que se abría la puerta de la casa, me entró un pánico en ese momento, pero así como llegó se fue, ya que se trataba de Mari, había regresado pronto.
Mari al verme en el mueble, desnudo, rápido corrió hacia mí, se arrodilló y comenzó a lamer mi verga la cual aún tenía rastros de la recién cogida con la nena.
– Espera Mari, acabo de hacerlo con Betsy y…
– De eso ya me di cuenta. Veo que ya hicieron las pases.
Mari siguió con la faena, lamía mi pene, se lo metía a la boca, estaba tratando de resucitarlo y lo consiguió, comenzó a masturbarme con sus manos, mientras que lamía mis huevos y los chupaba bien sabroso, mientras que me decía algunas cosas.
– Veo que todo salió bien entre ustedes… tu verga sabe a jugos de la nena… me excita saber que estoy lamiendo los restos de tu semen y los juguitos de mi hija… mmm, sabroso… lléname la boca con tu lechita.
Mari siguió en la faena, la verdad que lo hacía muy bien, sabía cómo mamarla y cómo agarrar la verga. No podría aguantar más y ella tampoco ya que con una mano se masajeaba su panochita por encima del pantalón.
-Mari, me vengo…
Comencé a soltar mi semen en su boca, ella logró acaparar todo sin derramar una sola gota…
– Mmm, que rico fue eso… me encanta tu verga y tu semen. Anda, ve a darte un baño, mientras yo me pongo más cómoda.
Me dirigí al baño, la verdad necesitaba una buena ducha, tenía que despabilarme un poco. Al salir de la regadera, tuve la necesidad de ver a Betsy, después de la llegada de su mamá no la había escuchado, quería saber cómo estaba, capaz que otra vez se había enojado.
Llegué a su habitación, iba solo con la toalla enredada de la cintura para abajo, toqué la puerta, pero no recibí respuesta así que giré la perilla y entré, pude ver a Betsy, estaba plácidamente dormida en su cama, tenía puesta su pijama de dos piezas. Me quité la toalla y me acerqué a su cama, lentamente me fui acomodando por su espalda hasta tenerla cerca de mí, al colocarle mi mano en su cintura ella dio un pequeño salto, se había asustado.
– Tranquila, soy yo- le dije
– Mmm, me diste un pequeño susto…
Comencé a besarle el cuello, olía bien rico, así seguí besándola, pero ahora en su hombro, para después bajar un tirante de su blusa.
– Te perdí por un momento y quise saber cómo estabas, pensé que estarías enfadada.
– No tío, no tendría por qué estarlo, al contrario, estoy contenta, feliz de haber hecho lo que hicimos.
– Que bueno mi niña, por un momento imaginé que tendría que poner mi mejilla para otra cachetada.
– Que tonto… ya no te golpearé, te lo prometo. Ahora solo recibirás caricias y cariño de mi parte.
– Espero así sea corazón… Por cierto, tu mamá ya llegó.
– Si, me di cuenta, pero la vi muy entretenida contigo así que no quise interrumpir y la verdad me desgasté mucho haciendo el amor contigo que quise descansar un poco, pero me quedé dormida.
– ¿En serio?, si es cierto, ni cuenta me di cuando saliste del baño.
Mientras platicábamos, mis manos recorrían todo su cuerpo, masajeaba por debajo de la blusa sus pechos, sus pezones ya estaban erectos, por lo que los apretaba conforme lo hacía con cada uno de sus senos, también comencé a sobarle su panochita por encima de su short, tenía unas ganas incesantes de volver a coger con ella así que la pegué más a mi cuerpo, le hice notar mi erección.
– Mmm, tío, ya vienes listo, sin ropa y con tu nene preparado para la acción.
– Así es amor, quiero hacerlo otra vez contigo.
Decidido a ello, comencé a bajarle su short, para mi sorpresa no llevaba ropa interior, lo que facilitó más que mis dedos comenzaran a hurgar en su vagina la cual ya se estaba mojando, así que levanté un poco su pierna y acomodé mi verga en la entrada de su panochita, para después poco a poco metérsela.
– Tío, ve despacio, aún me duele un poco de la primera vez.
– Si corazón, lo haré con mucho cuidado.
Mis metidas eran lentas, no pude meterle toda mi verga más que solo la mitad, así que despacio me movía mientras que Betsy se mantenía quieta. Así seguí hasta lograr introducir un poco más de mi verga, era una delicia sentir cómo la vagina de la nena apretaba a mi pene. Ahora Betsy ya seguía mis movimientos, comenzando a jadear de la excitación, mientras que yo aprovechaba a apretar sus pezones.
– Ay tío, me gusta esta posición, me gusta sentirla desde atrás. Ya métemela toda, aunque me duela.
Ya con el permiso de Betsy comencé a moverme más hasta ver que ya le entraba por completo mi verga.
– Ah, ah, ah, tío… ay, ay… mmm
Seguí dándole duro hasta que sentí el cuerpo temblar de Betsy, había tenido su orgasmo. Dejé que lo disfrutara, pero sin sacarle mi verga.
– Uf, tío, que rico fue eso.
-¿Te gustó?
– Me encantó.
– Que bueno, ¿quieres que te deje descansar o le sigo?
– Quiero que me sigas cogiendo, pero la verdad es que ya me duele y quiero descansar. ¿no te enojas?
– Por supuesto que no mi cielo, lo que se trata es que lo disfrutes, ya habrá otra oportunidad para terminar esto.
Me despedí de ella dándole un beso en la boca, dejando la habitación, dirigiéndome a la sala donde no pude haber sido recibido de la mejor forma. Ahí estaba Mari, totalmente desnuda, calzada solo con unas zapatillas altas. Se veía hermosa.
– Ven Sam, ya es turno de que me cojas- me dijo
Me acerqué a ella y le tomé de la mano para llevarla detrás del mueble, la puse de espaldas a mí y así comencé a puntearle su vagina, hasta que de un solo movimiento se la metí toda.
– Ayyy… cariño… que fuerte me la metiste… estas bien excitado… la nena te dejó a medias… mmm, puedes desquitarte conmigo, así, así, dame más fuerte.
Mari se sostenía del respaldo del mueble mientras que yo se la metía desde atrás, mis manos se aferraban a su cintura, mientras que mi pelvis chocaba con sus nalgas, le cabía toda mi verga a Mari sin mayor problema.
Ya no podía más, sentía que mi verga iba a explotar, por lo que aceleré más mis movimientos hasta que me vine en Mari.
-Mmm, mi amor, te viniste bien rico, deja y te la limpio.
Mari se agachó y comenzó a lamer lo poco que había dejado. Al terminar, se metió al baño para darse una ducha, mientras que yo comencé a vestirme, en eso me encontraba cuando sonó mi celular, se trataba de mi esposa.
– Hola mi amor-
– Hola corazón, oye me mandó mensaje mi hermana, nos invita a comer hoy en su casa y pues le dije que sí, ¿cómo ves?
– Ok, me parece perfecto.
– Está bien. Pasaré al súper por unas cosas para acompañar la comida y también unas cervecitas para convivir
– Órale, entonces se va a poner buena la cosa.
– Así es. Bueno, te dejo, voy a guardar mis cosas ya para salir. Te veo en casa de Mari
– Si mi amor, acá te espero.
– Veo que ya te aviso tu esposa- refirió Mari quien ya se había cambiado de ropa. Se había colocado una blusa de tirantes, que dejaba ver el nacimiento de sus tetas, y un short de tela que se le marcaba bien en su culito.
– Sí, me dijo que nos invitabas a comer, pero creo que ya me adelanté con el aperitivo.
– Jaja, tonto. Anda, ayúdame a colocar el asador, que hoy haremos una carnita asada…
– Ok, a darle pues.
Comenzamos a ordenar las cosas, de mi parte me encargué de coloca el asador y hacer que el carbón estuviera al punto, mientras que Mari se encargaba de preparar lo demás.
Yo estaba bien concentrado en mis labores, cuando de repente sentí que alguien me abrazaba por la espalda, se trataba de la nena.
– Hola tío, ya estoy de vuelta-
– Hola corazón- le decía eso mientras la tenía frente a mí, se veía fresca, recién bañada, llevaba puesta una faldita negra, así como una blusa blanca con cuello en V que permitía ver la división de sus senos. Se había puesto un poco de maquillaje y un labial rojo y sus tenis negros, se veía estupenda.
– ¿Ya mero terminas tío?
– Ya terminé, solo estaba comprobando que estuviera en su punto el carbón. Vaya, pero qué hermosa estás…
– Ay, ya tío… me apenas…
– ¿Y a dónde vas así de bonita?, ¿a quién vas a ver?
– Voy por mi prima, me dijo mi mamá que la invitara a comer
– ¿Segura que vas por tu prima?, ¿no me estarás engañando?
– Por supuesto que no tío, solo tengo ojos para usted.
– ¿En serio?, no te creo, ¿podrías demostrármelo?
– ¿Es que acaso no te bastó lo de la mañana?
– Pues me dejaste con las ganas.
– Mmm, ya veo. ¿Qué podré hacer para compensarte?, ya sé, ven conmigo.
Betsy me llevó de la mano hasta el baño, estando adentro se agachó y bajó el cierre de mi pantalón para después sacar mi verga y comenzar a mamarla
– Tío, ¿ya te dije que me encanta tu verga?, mmm, mmm,
Betsy hacia su mejor esfuerzo para meterse mi verga lo más que pudiera, pero con lo que le cabía bastaba para ponerme al mil. La dejé saborearla el tiempo suficiente hasta que le pedí que se levantara, haciendo que se recargara sobre el lavamanos mientras que yo me colocaba por su espalda, estando así le arrollé su falda a la cintura haciendo a un lado su bóxer blanco para encaminar mi verga a la conchita de mi sobrina, pero no se la metí, recordé que había dicho que le dolía, así que solo la coloqué en medio de sus labios vaginales y comencé a moverme, sentía lo caliente de su vagina, cómo sus jugos bañaban en su extensión mi pene, mientras mis manos se encargaban de agarrar sus tetas aprisionadas por su brasier.
-Tío, mmm, no tardes tanto. Tengo que ir por mi prima y ya estoy un poco retrasada, ah.
– No te preocupes corazón, ya casi me vengo.
Seguí con mis movimientos hasta que sentí que ya estaba a punto de eyacular, y así lo hice, con toda la intención me vine en el bóxer de la nena, dejé todo mi semen marcado en su ropa interior, no fue mucho tomando en cuenta que ya era la tercera vez que eyaculaba.
– Tío, pero que hiciste, me dejaste toda tu lechita en mi bóxer
– Quise marcar mi territorio, no vaya siendo que en el camino te topes a un tipo que quiera coquetear contigo. Así te acordarás que llevas mi lechita.
– Qué celosito saliste tío, ya te dije que tú eres mi único hombre al que le dejo cogerme.
– Está bien, te creo, pero aun así quiero que te vayas con mi lechita.
– Ok, tío, todo sea para complacerte, pero antes de que me vaya, deja y me despido de tu nene.
Betsy se agachó, tomó mi pene ya flácido y se lo metió en su boca, así lo mantuvo por unos segundos.
– Bueno tío, ya me voy, ya es tarde y mi prima me va a querer ahorcar. Por cierto, deberías limpiar bien a tu nene, creo que yo también dejé mi marca en él.
Betsy salió del baño y, en efecto, mi pené se había quedado con la marca de su labial así que tuve que limpiarlo bien, por si las dudas.
Al salir del baño, me topé con Mari en la cocina, estaba preparando la salsa para las carnes.
– Veo que se despidieron bien. No dejas pasar la oportunidad de cogerte a tu sobrina.
– Oye, tengo que aprovechar el tiempo que estoy aquí, entre semana es un martirio el no poder visitarlas.
– Pues será mejor que ahorres energías, tu esposa me acaba de enviar una foto con las cervezas que compró, la vi muy animada, al parecer tiene la intención de des estresarse y para completarla, mi esposo me dijo que pasaría a comprar una botella de tequila, así que nos espera una larga jornada de alcohol, a ver quién de nosotros cae primero.
– Pues al menos yo no creo porque me toca conducir
– Pues ojalá y los demás si caigan, porque quiero coger más contigo
– Uff, será una gran hazaña
– Ya lo verás
– Oye, por cierto, quería preguntarte cómo fue que conseguiste que la nena no dijera nada de lo que pasó aquella vez
– Pues verás, conozco a mi hija, sé muy bien cuando me dice mentiras o cuando dice la verdad, la conozco tan bien que ese día pude darme cuenta que estaba caliente, tanto como yo en ese momento, fue por eso que me atreví a tenerla como espectador mientras tú y yo cogíamos.
– Pero si estaba igual de caliente que tú, ¿por qué no dejó que metiera mi verga en su vagina?
– Fácil, ella me dijo que tenía toda la intención de dejar que se la metieras, pero se acordó que estaba a punto de que le bajara la regla, así que no quiso arriesgarse, fue por eso que se conformó con masturbarse con tu pene. Me dijo que, aunque no fue lo mismo pero que sí lo disfrutó bastante, pero no lo quiso admitir porque también estaba furiosa.
– Oh, ya veo. No estaba tan equivocado entonces.
– Por cierto, ¿qué te pasó en la mejilla, se te ve un rasguño?
– Ah, esto. Es que tu hija se encargó de desquitar su coraje con una bofetada y creo que alcanzó a rasguñarme.
– Pero, ¿por qué hizo eso?
– Pues la respuesta que recibí fue: ¡Te lo merecías!
– Hay esa nena, nada más de que tenga la oportunidad le voy a llamar la atención, no puede andarte haciendo eso.
– No te preocupes, ella ya se encargó de disculparse.
– También tengo algo más qué decirte sobre la nena.
– Pues dilo
– Esa vez que ella llegó a su orgasmo y que tú eyaculaste mientras que yo guardaba tu semen en mi boca para después darle un beso a mi hija y compartir tu lechita, no te preguntas ¿por qué aceptó el beso?
– Pues sí me causó algo de extrañeza, aunque pensé que todo se debió al momento.
– Pues no fue así. Mira te voy a contar algo, pero quiero que me prometas que no le comentarás nada a Betsy, ¿entendido?
– Ok, te lo prometo.
– Betsy tenía su novio de la universidad, ellos terminaron justo al concluir el semestre anterior. Eso para mí fue algo muy raro, yo veía contenta a mi hija con su relación por lo que no me esperaba a que ellos rompieran. Preguntándole a la nena qué había ocurrido, me platicó con cierta preocupación:
– Mamá, te lo voy a contar, pero no quiero que te enojes, ni conmigo ni con la otra persona que voy a mencionar
– Pues intentaré no hacerlo, aunque no te prometo nada
– Pues Iván y yo nos llevábamos bien, todo iba de maravilla, me gustaba mucho y le iba tomando cariño, pero cierto día le presté mi celular para enseñarle unas fotos que había tomado, pero se me olvidó que había unas fotos un tanto comprometedoras.
– Pero Betsy, ¿cómo que comprometedoras?
– Tranquila mamá, déjame seguir.
– Está bien
– Justo cuando Iván estaba mirando las fotos, deslizó hacia una foto en donde estoy yo en brasier y en tanga, otra donde estoy junto a mi prima Itzel y él al preguntarme por qué tenía una foto en ropa interior y que donde era ese lugar porque no era mi habitación, lo único que se me ocurrió decirle fue que me la había tomado para enviársela a él pero que al final no lo había hecho. Él se sacó un poco de onda, pero esa ocasión no pasó a mayor, la verdad es que no le puso mucha atención a la foto con mi prima y la de buenas es que tampoco siguió mirando las demás en la galería, porque había más comprometedoras.
– Pero Betsy, cómo se te ocurre tomarte fotos así, sabes que luego se te puede perder tu celular o te lo roban y esas fotos van a parar en internet.
– Sí, ya sé que eso puede pasar, pero aún faltaba más.
– ¿Entonces?
– Pues eso quedó así ese día. Después Iván se percató que yo mensajeaba mucho con alguien, porque siempre me veía con mi celular en la mano enviando mensajes y a cada rato escuchaba el sonido de las notificaciones, hasta que se atrevió a preguntar con quién mensajeaba tanto, yo solo le dije que era Itzel, hasta le mostré parte de mis conversaciones e historial de los demás chats y por segunda vez logré que se calmara, pero en cierta ocasión tuvimos que ir a la universidad solo para entregar un último trabajo antes de que suspendieran clases por la pandemia, y estando ahí ya para pasar al salón para entregarle el archivo al profesor le dije que me guardara mi celular, ya que el profesor nos haría ciertas preguntas sobre la investigación que habíamos hecho y pues no quería distraerme. Al salir del salón Iván me dio mi celular, lo notaba molesto, pero no dijo nada y yo al revisar mi celular vi que Itzel me había escrito diciendo que me esperaba en su aula, había también asistido a la escuela para recoger unos trabajos, y mientras yo leía sus mensajes Iván solo me dijo que saliendo del salón quería hablar conmigo muy seriamente, yo ya sabía lo que me esperaba y solo le confirmé que ahí lo esperaría, pero tan solo él entró al aula rápido me dirigí a donde me esperaba Itzel.
– Espera, me estás diciendo que tú e Itzel…
– Déjame terminar mamá.
– Pues apúrate porque esto no me está gustando
– Llegué a donde estaba Itzel y pues le comenté lo que había pasado hacía unos momentos, entonces ella trató de tranquilizarme, la verdad es que yo estaba muy nerviosa y estaba comenzando a desesperarme hasta casi comenzar a llorar, pero Itzel logró hacer que me calmara y justo cuando Itzel me daba un beso en la boca llegó Iván, contempló toda la escena y me di cuenta de eso porque Itzel al mirar detrás de mí vio la figura de Iván, quien solo se quedó ahí parado, sin decir nada mientras que yo al voltear no pude más y comencé a llorar, no quería que las cosas pasaran así pero me sentía confundida con mis sentimientos, pero quien resultó más lastimado fue Iván, no estaba en el plan que se diera cuenta de esa forma, pero fui una estúpida al olvidar por un momento la situación y dejarle mi celular, Iván solo se fue de ahí mientras que yo me quedé con Itzel, llorando a más no poder hasta que me calmé y las dos nos fuimos de la escuela.
– Pero, entonces tú, Itzel, ¿son gays?
– No sé mamá, a mí me gustan también los hombres, pero con Itzel me siento muy bien, sabe cómo tratarme.
– Pero ¿cómo es que llegaron a esto?
– Es que una vez que la visité a su casa, nos metimos a su habitación, mis tíos habían salido a hacer unas compras y pues nos encerramos a ver la televisión mientras estábamos acostadas en la cama, en eso ella me dijo que me acercara, quería mostrarme un video y pues yo me acerqué y me coloqué en su pecho mientras ella pasaba su abrazo debajo de mi cuerpo para colocarlo en mi cintura, no me percaté de lo que pasaba, es más ni siquiera me pasó por la cabeza algo más, y en eso estaba yo viendo el video cuando Itzel comenzó a acariciar mi cintura, lo hacía despacio como para que no me diera cuenta pero ya me había percatado de su movimiento, después comenzó a acariciar parte de mi trasero ya que no podía hacer más por la posición en la que estábamos, siguió así por unos segundo más hasta que metió su mano debajo de mis leggins negros, para esto yo ya había notado cómo su respiración comenzaba a acelerarse, podía escuchar los latidos de su corazón ir más rápido, hasta que sentí sus dedos sobre el triángulo de mi tanga, siendo en ese preciso momento en que sentí por mi cuerpo ser recorrido por algo electrizante que hizo erizar mi piel, me estaba excitando pero yo no me movía hasta que Itzel se olvidó del celular e hizo que me girara quedando boca arriba mientras que ella se colocaba encima de mí para después plantarme un beso y después otro y otro, yo ya había perdido mis defensas, me dejaba llevar por ella, se encargó de desvestirme completita para así poder saborear a gusto mi cuerpo, me mordió mis pezones, me chupó mis tetas, me comió mi panochita hasta se encargó de jugar con mi ano, fue toda una sensación nueva para mí, y la verdad lo estaba disfrutando hasta que hizo que tuviera mi orgasmo, me sentí en la gloria, era la primera vez que me venía así de rico y nunca imaginé que sería con una mujer, con Iván nunca pasé de los clásicos toqueteos. Todo eso paso en esa ocasión, Itzel se encargó de hablar conmigo, de mis sensaciones, de todo lo que había pasado, me sentí tranquila estando con ella, se esmeró por hacer que aceptara el momento y hacerme ver que no representaba mayor problema. Ese día no pasó nada más, quise hacer lo mismo con ella, pero la verdad no me atreví a hacerlo además de que no quería que nos sorprendieran mis tíos en el acto.
– Entonces por eso terminaste con Iván
– Pues más bien él termino conmigo, días después de lo sucedido me pidió hablar con él en persona, yo ya sabía que ese sería el último día de nuestra relación y así lo fue. Para mi suerte Iván no reaccionó de forma alterada, hasta cierto punto se mostró sereno, solo que sí me hizo saber que hubiera preferido que yo fuera sincera con él sobre mis sentimientos pero que era mejor quedar así, de todas formas, por la pandemia no nos veríamos así que él tendría tiempo de asimilar las cosas, y pues ese día le entregué su computadora, aunque él insistió en que la ocupara, pero decidí regresársela.
– Uff, Betsy, pero qué cosas contigo. ¿Por qué no me habías contado nada?, soy tu madre y sabes que cuentas conmigo.
– Lo sé mamá, pero no sabía cómo decírtelo. Solo espero que no se lo comentes a papá, creo que él de plano no entendería y no quiero defraudarlo.
– Ay mi vida, no te preocupes, no le diré nada, pero si será necesario que aclares tu orientación sexual.
– Si mamá, trataré de hacerlo, solo no me presiones
– No lo haré corazón, no lo haré
– Y esa es la razón Sam por la que ese día me atreví a besar a mi hija, yo estaba súper excitada, verla ahí regocijándose con tu verga, que no lo pensé dos veces y ya viste, la nena no se negó, al contrario, saboreó tu semen a más no poder.
– Vaya Mari, no sabía esto pero ahora lo entiendo todo.
– Así es, ahora que ya lo sabes espero contar con tu silencio y si las cosas se dan solo disfruta del momento y no hagas preguntas.
– Así será.
Al buen rato llegó mi esposa, sí que se había emocionado comprando cerveza, compró más de lo que se consumiría, pero, en fin, era su dinero. Después llegó Sergio con el tequila y esto se iba a poner mejor. La única ausente era Betsy, quien no llegaba, así que tuvimos que empezar sin ella. Comenzamos a comer, mientras que los demás comenzaron a beber yo me conformaba con refresco.
Tiempo después llegó Betsy con su prima Itzel, si bien la nena deslumbraba con su cuerpo, su prima Itzel no se quedaba atrás, ella iba vestida con una blusa blanca de manga larga con botones al frente que se marcaban bien en sus senos casi iguales al tamaño de Betsy, de los cuales los primeros dos los llevaba desabotonados dejando ver parte de su brasier blanco, mientras que en la parte baja llevaba un pantalón de mezclilla bien ceñido a su cuerpo, era delgada, alta, piel morena clara y con cabello negro ondulado, con unos zapatos de tacón, era una preciosura, no había tenido el gusto de verla así vestida.
Saludaron de beso a los presentes, y cuando me tocó saludarme no pude evitar verla de más cerca, llevaba puesto un perfume que me hipnotizó desde el primer momento que lo olí, les invité de comer mientras que les servía a ambas un poco de tequila.
Seguimos en la convivencia en familia, mi esposa ya mostraba los efectos del alcohol, se le había ocurrido tomar cerveza y después tequila lo cual no fue una buena combinación, así también Sergio ya comenzaba a tener dificultad para entenderle lo que decía, mientras que mi cuñada se había tomado sus previsiones y solo consumió unas dos cervezas, pero a las jovencitas parecía no repercutirles el alcohol. En cierto momento me paré para ir por unas cervezas para mi esposa, pero quise aprovechar para mirar de más cerca las tetas de Itzel que justo al pasar detrás de su silla me percaté que se le veía parte de su tanga, era de color blanco con encaje, uff, y sus tetas ni hablar, me estaba provocando una excitación, pero tuve que controlarme.
Seguimos platicando hasta que se hizo de noche, mi esposa de plano ya no podía más, era más evidente su embriaguez así que decidí que era momento de regresar a casa, Sergio andaba en las mismas así que ayudé a Mari a llevar a su viejo a su habitación, logrando a duras penas a subirlo a la cama, Sergio ya comenzaba a decir incoherencias hasta el punto de decirle, en mi presencia, a Mari que quería coger, pero ella solo le dijo que se callara que yo estaba ahí en la habitación pero él insistía, tanto que comenzó a quitarse el pantalón, así que mejor me salí pero no así Mari, y yo al voltear vi cómo ella comenzaba a masturbarlo, hasta ver cómo lograba ponerlo erecto, pero decidí no seguir viendo, no quería amargarme el día.
Me dirigí a donde estaba mi esposa, la cual ya estaba quedándose dormida, traté de localizar a las jovencitas pero no las ví, así que me acerqué a la habitación de Betsy y logré escuchar las risitas, por un momento quise abrir la puerta pero mejor no lo hice, capaz que interrumpía algo y no quería tampoco echarles a perder la noche.
No cabía duda, el alcohol había logrado sus efectos en los cuerpos de Sergio, Mari y las nenas, mientras que yo tendría que lidiar con el peso muerto de mi esposa que a duras penas podía sostenerse, intenté despedirme de Mari pero tan solo escuchar los quejidos de Sergio me di cuenta que estaban teniendo sexo, así que solo me limité a irme con mi esposa.
Ya estando en casa llevé a mi esposa a la habitación, le quité sus zapatos, le quité su blusa y su pantalón, dejándola solo en ropa interior. Si bien Mari tenía un delicioso cuerpo, mi esposa no se quedaba atrás, sinceramente superaba a su hermana mayor en todos los aspectos, así que ya estando en trapos menores hice lo propio, me dispuse a coger a mi esposa, recreando en mi memoria todo lo vivido ese día, con la nena, con Mari, uff, tenía a mi esposa abierta de piernas, cogiéndola a gusto mientras ella solo gemía cuando escuché sonar mi celular, como pude lo alcance y al ver la pantalla vi que se trataba de un mensaje de Mari, me había mandado una imagen donde al abrirla era ella, bien ensartada por la verga de Sergio, la cual no se miraba del mismo tamaño que la mía, pero al menos hacía lo propio con Mari, pero no me quise quedar atrás, en cambio yo le envié un video a mi cuñada donde le enseñaba cómo le metía la verga su hermana, así como también cómo gemía de placer. Minutos después Mari me envió un video donde me presumía cómo le mamaba la verga a Sergio hasta beberse todo su semen, mientras que yo contesté con un video donde le muestro cómo sale mi lechita de la vagina de su hermana, uff, estábamos teniendo una competencia demasiado visual.
Ya después de varios minutos, y para llevarse el triunfo Mari, me envió un video de la habitación de Betsy, para mi sorpresa ahí estaban las dos bellas damas, Itzel se encontraba recostada en la cama mientras que Betsy estaba encima de ella, ambas plácidamente dormidas, producto del cansancio o después del buen sexo que había tenido, por último en el video me mostraba las vaginas bien depiladas de ambas, por su parte Itzel tenía bien abierta su panochita, aún se le veían sus juguitos vaginales, era una panochita bien cuidada, unos labios pequeños, mmm, como para devorarlos, ya ni se diga de la panochita de Betsy, esa la conocía muy bien.
Mari se despidió con un: Que descanses, mi amor. Yo le contesté igual, pero me entraron las ganas de masturbarme y así lo hice mientras que reproducía el último video de las nenas, poniendo pausa varias veces en el momento justo en que me muestra la vagina de Itzel, tenía unas ganas incesantes de poder meter mi verga en ella, así que me recree la situación, hasta que eyaculé por última ese día, apagué mi celular, no quería que mi esposa se despertara y husmeara en mi teléfono, para después quedarme así dormido.
Definitivamente, ese sería otro día que jamás olvidaría.