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Raquel pierde los tapujos
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Tiempo de lectura: 8 minutos

Raquel era diferente a Silvia en cuestión de sumisión en el acto sexual. Ella le gustaba que le informara de ante mano algo nuevo que íbamos a explorar. Silvia era más simple, ella se entregaba toda. Raquel me citó en su casa el sábado por la tarde, su hija Karla, se había ido con amigas de la universidad a otra ciudad y no volvía hasta el viernes. Raquel no sospechaba que Karla haya sido la “otra” que estuvo presente en la última sesión de sexo, así que la relación de madre e hija era normal a pesar que la chica comenzó a estar más fuera de casa en sus días libres. Por su parte Karla, no sabía qué hacer cuando las dos estaban juntas en casa y estaba casi segura que su madre sospechaba algo.

La soledad, los celos y el tiempo de sobra hizo a Raquel llamar a Héctor para pasar un tiempo juntos. Ella siempre tuvo reparos de estar con él por ser amigo de la familia. Pero con él, ella había despertado su apetito sexual, volviendo a sentirse mujer sin importar las perversiones que hacían juntos. Un sentimiento de culpa le invadía después de estar juntos, porque su madrecita que estaba en el cielo que vaya a pensar. Y no solo eso, que pasaría si la gente, sus conocidas, se enteraran que le gustaba que la cogieran por el culo. Al mismo tiempo, muy dentro de su ser, le picaba la lengua contárselo a una íntima amiga para darle celos.

Su joven amante llegó a la hora pactada, 2 pm. Introdujo su auto en el garaje de la casa, abrió la puerta y se fue al baño a ducharse. A Héctor siempre le gustaba bañarse antes de tener sexo, o venía ya limpio duchándose antes. Esto no fue nada extraño para Raquel que lo esperaba de rodillas en el piso, con el vientre sobre el colchón al pie de la cama. Solo vistiendo un calzón blanco, estilo dental que cubría su cuerpo.

Su cuerpo se puso rígido por saber lo que se venía al escuchar pasos en la sala, ya se lo había dicho a Héctor que es lo que ella quería. Raquel se sentía sucia de todas esas ideas morbosas, pervertidas y pecaminosas que rondaban en su mente. Necesitaba un hombre que la corrigiera, que la haga sentir mujer, rompiendo con todas esas barreras cucufatas con la que había crecido. Y quien mejor que Héctor, un hombre más joven, con mucha vitalidad y del cual siempre ella admiró y secretamente se enamoró muchos años atrás.

Las nalgadas comenzaron en los dos cachetes, su culo se enrojecía y ella gritaba rígidamente aguantando el dolor, como si golpease el dedo meñique del pie a cada rato. Era el mismo sonido que emitía cuando se la cogían por el culo. Por momentos soltaba gritos muy femeninos cuando ya no resistía más el dolor y el placer. Movía el culo para arriba al sentir el aire que empujaba la mano castigadora, estaba rojo de placer. Héctor la agarró de sus cabellos ondulados y jalando para atrás, las nalgadas se intensificaron hasta hacerla gritar sin control.

Rápidamente le apartó el hilo del calzón para entrar completamente en ella, mojada del placer. Con una mano apoyando todo su peso sobre cuello, Raquel era asfixiaba mientras sus gemidos sordos llenaban a ambos de placer. Ojos bien abiertos eran la señal que estaba por desmayarse, Héctor la soltó y cachetadas llovían sobre sus mejillas. Raquel jadeaba del placer, casi llegando al orgasmo. Así como de rápido comenzó, su amante saco repentinamente su miembro de ella causando que Raquel busque con su mano el pene de Héctor para tenerlo otra vez a dentro.

Esta vez Héctor no la perdonó y le dio de alma con sus manos en las nalgas. Raquel trataba de evadirlas moviendo el culo para arriba tratando de pararse, pero su amante la tenia de los pelos bien sujetada sobre el pie de la cama. El castigo no paraba, Héctor sudaba, Raquel gritaba. Le abrió las piernas para darle cachetazos a su vagina, la vieja mostraba su desesperación mediante gritos que inundaban su casa de dos plantas. Las cachetadas a su vagina eran mojadas, Raquel disfrutaba todos esos estímulos, sus gritos la dejaban sin aliento, de pronto todo paró y pudo tomar un respiro.

Héctor alzó a Raquel para luego tumbarla de espaldas para la cama y en posición “G”, con sus pantorrillas sobre el hombre de Héctor, Raque recibía toda su furia. Con ambas manos apoyando todo su peso en sus piernas, su amante la penetraba como nunca. Las propias rodillas de Raquel chocaban con sus hombros, ella se sentía que la iba a romper. La artritis y sus dolores se mezclaban con el placer y de hecho el orgasmo que no tardaba en venir. Todo su cuerpo quemaba, sus gigantes pechos se hinchaban y Héctor se los apretaba con rabia. Las manos de su amante dejaron de empujar su cuerpo para presionar con una mano su cabeza a la cama y con la otra meterle dos dedos a su boca. Raquel sentía candela pura y no quería parar hasta el orgasmo así que ella misma se agarraba las piernas para tener a Héctor todo adentro. Los gritos se entrecortaron, Raquel sintió una explosión dentro de que hizo temblar su cuerpo, abrir su boca y mirando hacia arriba se vino…

Héctor se retiró de ella para verla como se sacudía lentamente sobre la cama, agarrando sus propias piernas como si tuviese 40 de fiebre. Raquel tembló por unos minutos, se sintió más mojada de lo normal, ella había hecho “squirting”. Se sintió como una chica de 20 y esas de videos porno que veía en sus solitarias noches.

Después del temblor, Héctor posicionó a Raquel en cuatro patas sobre la cama y con la cabeza sobre edredón mojado con sus jugos. Con el cinturón de sus pantalones, Héctor azotó a la tetona varias veces. Su cara se embarraba en las colchas con cada azote, sus puños las apretaban las cobijas, sus gritos salvajes era camuflados al morder la cama. Sus nalgas cafés pasaron de rosado a rojo, ella recibía cada correazo lo mejor que podía, las lágrimas no faltaron, pero ella no salía de esa posición, con el culo bien arriba recibía todo con gusto. Un par de minutos después, Héctor se acercó y de los pelos la volteo boca arriba, puso sus huevos sobre la boca de Raquel y ella los lamió desesperadamente. Y ocurrió lo impensable para Raquel.

Su amante se corrió en dirección hacia su cabeza dándole su ano para que se lo lamiera. Las manos de Raquel se levantaron en protesta y con sus ojos cerrados se rehusó hacerlo. Héctor se levantó, la miró fijamente y con dos cachetadas la puso en su sitio para retomar la posición anterior. Le llevo su mano izquierda hacia su pene, y Raquel con los testículos en sus ojos, trato de darle el beso negro lo mas que pudo mientras le daba una paja con su mano. Héctor no había hecho con nadie esto, y tenerla en esta posición lo excitó bastante pero no quería terminar la sesión todavía con Raquel. Por el otro lado, la vieja le gusto verlo disfrutar, así como ella lo hacía cuando se lo comían a ella.

A jalones de pelos, el joven puso a la vieja al borde de la cama con el cuello colgando para afuera. Raquel no había estado en esta posición, aunque todo era casi nuevo para ella en cuestión de sexo, nunca había experimentado esto. Ella pensó que iba ser un 69, como antes lo habían hecho de forma tierna, pero no tampoco se esperó lo que iba a pasar. No debería haberle causado sorpresa, ya que su mensaje fue claro para Héctor en el trato acordado. Otra cachetada en su mejilla derecha la despertó del sueño, y con la cabeza colgando fuera de la cama, recibió primero el glande de su hombre y luego más y más su miembro.

Con las tetas apretadas y un dolor intenso en su pecho, Raquel tomaba cada empuje del pene como podía. Su respiración era agitada, su garganta expresaba placer y des confort al mismo tiempo. Se asfixiaba de tener ese pedazo de carne casi dentro de su garganta en cada metida y sacada. Sus ahora ojos rojos se llenaban de saliva que chorreaban de su boca. Héctor no la estaba perdonando, se la metía hasta el fondo de su boca, dejándolo por momentos más de 20 segundos y al mismo tiempo le exprimía sus grandes tetas mezclando el placer y el dolor al mismo tiempo. Su boca se estiraba, parecía romperse pronto. Por momentos parecía que iba a vomitar, se tiraba a un lado para zafarse de la posición y poder respirar. Cachetadas le caían después de este desaire al placer de su macho, para luego repetir las acciones y llenarse de mocos y saliva. Le paso por la cabeza si esto hacía con Silvia…

La boca de Héctor fue a la vagina de Raquel, un par de dedos a su ano y con todo el peso sobre ella, Héctor bombea su boca como nunca lo hacía con sus otros dos orificios. Raquel allí descubrió que su a amante le excitaba mucho dominarla de esa forma. Su chucha era lamida, mordida y golpeada mientras su boca recibía el castigo mayor. Su cabeza estaba por explotar por tanto abuso, sentía los ojos se le salían, sus cabellos rizos estaban embarrados de sudor, saliva y moco. Pensaba que pene le iba entrar hasta el esófago y mientras se la dejaba dentro de ella, su amante le tocaba con una mano su garganta para ver hasta donde llegaba su miembro. Raquel no pudo soportar más, en una de esas se zafó con las pocas fuerzas que le quedaban y se tumbó de la cama para sentarse en el piso y toser desesperadamente. Le faltaba el aire, se estaba atorando con tremendo pene en su garganta. No vomitó de milagro para sorpresa y alegría de ambos amantes. La vieja no tenía reflejo nauseoso, algo que la hacía diferente a Silvia.

En el piso y sin aliento, tomó un poco de agua que Héctor le brindó y una vez ya mejor, la sujetó de los cabellos y la puso en cuatro patas con la cara mirando hacia la cámara que estaba filmando el encuentro. Abriéndole las nalgas y escupiendo en el ano de Raquel, Héctor comenzó a penetrarla. La tarea no era fácil y a falta de lubricador, su amante le “lavo” la cara con su mano y toda esa saliva recolectada se la unto en su ojete. La gallina vieja estaba apretada, el glande entró con mucha dificultad, Raquel se quejaba tras varios intentos. Anteriormente su ano era lubricado y jugueteado con unos dedos antes de recibir verga, esta vez, el trato fue diferente. Con todavía esa sangre de tos en la cara, Raquel miraba a la cámara con dolor y desesperación. El glande ya estaba adentro, adicionales escupitajos se agregaron al tronco de su amante. Raquel por un momento bajo la mirada porque el dolor era intenso. De los mechones Héctor le levantó la cabeza para que mirará la cámara mientras poco a poco comenzó a meter su miembro hasta que todo estaba dentro del culo de la vieja. Raquel apretaba los dientes y cerraba los ojos.

Repentinamente, Héctor sacó su pene dentro de ella haciéndole sentir un ardor en su ano produciendo un grito y un suspiró que resonó en el dormitorio. Raquel puso la frente al suelo para sentir el refrescante piso de madera. En eso escucho un sonido, era un consolador de color fucsia de 7 pulgadas que Héctor enseño en la cámara. No pasó mucho para metérselo dentro de su vagina provocando un rico placer en Raquel. Sus ojos comenzaron a ponerse blancos del placer, un par de escupitajos más, el pene de Héctor trataba de entrar otra vez. El placer ahora se combinaba con el dolor que causaba el rompimiento de su culo. El glande entro lentamente, sus gritos eran intensos, decía lisuras y palabras sucias mientras Héctor trataba de estar completamente adentro. Sin condón y sin lubricante la completa penetración tardó unos minutos. Raquel ahora con los ojos cerrados, y con lágrimas en los ojos gritaba de placer y dolor al mismo tiempo. Pensó que su culo iba a explotar. Miraba a los costados con desesperación buscando ayuda, gritar la varias veces la palabra “NO” no tuvo efecto.

Héctor estaba poseído, se la sacaba casi hasta el glande para penetrarla otra vez con mucha fuerza. El amante estaba en su mejor momento físico y lo estaba demostrando ante la cámara. Raquel por su parte gritaba desesperadamente, pero no un grito de niña sino de una mujer en celo. Parecía por momentos un burro emitiendo sonidos de su garganta, se tiró al piso porque sus rodillas flaquearon, Héctor no detuvo el ritmo, más bien lo intensificó. Entrelazando sus pies entre los tobillos de su vieja, Héctor la bombeaba en el piso. Ambos cuerpos rebotaban el piso de madera, el sonido mojado de la piel sobre el piso era un condimento especial. Raquel estaba en lágrimas, mordiéndose los dientes y ahora mirando a la cámara con los ojos cerrados luego de que Héctor le levantara su cara para que la vean. Con la lengua en su oído de Raquel, un estímulo que funcionaba maravillas con su amante, Raquel comenzó a temblar de placer mientras sus dos orificios estaban llenos. Una mirada de Héctor y una pequeña sonrisa delataban su intención frente a la cámara.

Raquel no sabía cómo estaba resistiendo el abuso, la estaban rompiendo, sus senos eran apachurrados contra el piso, su chucha estaba rellena, así como su ano, la cadera la tenía a morir y pensaba que algo se le iba a descolgar además de su ano. Con las dos manos, su rostro fue puesto en el suelo, Héctor estaba por venirse y lo hizo casi simultáneamente con Raquel. Ella pudo contar al menos 3 orgasmos mientras estaba tirada como un objeto sexual. Mientras su ano era llenado de semen, sus cabellos eran jalados para atrás como si fuera un caballo. La admiración de su amante fue expresada con un par de cachetadas en su mejilla izquierda. Raquel sentía como el miembro de su amante disminuía de tamaño dentro de ella.

Karla estaba disgustada de que su mamá sea una puta y de que se deje tratar así. Durante todo el video quiso cerrar la laptop y salir corriendo. Por alguna razón no lo hizo, sus calzones estaban mojados y sus pezones duros. No le encontró explicación a lo que sentía, entre el dolor de ver a su madre y su propio placer al verla. En su mente, no culpaba a Héctor por haberla hecho testigo a esto ya que este le pregunto antes si quería vero, así que decisión fue de ella misma.

La imagen se cortó justo cuando su madre toda lagrimosa, miró a la cámara después de quedarse tirada en el piso del dormitorio. La imagen siguiente, dejo a Karla atónita. Raquel aparece bebiendo semen en un vaso de vidrio. Karla no podía creerlo… ¿Eso era el semen de su propio ano?

La chica volvió a su teléfono para ver el texto de Héctor. El video fue hace 3 meses, ahora su madre se iba a ir fuera del país para visitar familiares y había dejado encargado a su amante de regar sus plantas. Héctor le dejo las fechas y horas en la cual iba estar en su casa de ambas, Karla y Raquel. Ahora todo dependía en Karla si deseaba pasar por casa para estar con Héctor y así ella también experimentar el placer que su puta madre disfrutaba con él.

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