Quiero una amante, justo así como lo oyes. Pero no cualquier amante sino una de verdad. No quiero una mojigata que se espante de darle rienda suelta a sus deseos, a sus más bajos instintos. No quiero alguien que lo haga solo porque en casa no lo tiene sino que lo haga porque lo desea, aunque en casa se lo den. Quiero una mujer que tenga esa curiosidad de conocer su cuerpo, de dejar que yo lo conozca, que trace un mapa de su cuerpo en mis manos, en mi piel, en mi boca, en mi nariz.
Que mi lengua sea ese explorador, ese expedicionario que recorre el continente de sus curvas, aquel caminante que llega al oasis de su vagina y retoza en su clítoris hasta sentir en mi boca ese rio que explota de su excitación y placer.
Quiero una amante, que no tenga reparos en dejarse llevar y sienta un placer descomunal al meterse mi miembro a su boca, que le apasione recorrerlo con su mirada, con sus senos, con su olfato, con todo su cuerpo. Una amante que un orgasmo y unos momentos a escondidas no sea su objetivo.
Quiero una amante que se deje llevar en el juego de la seducción, sin ataduras de la mente ni de los conceptos. Que deje que sus demonios salgan y la posean. Una mujer en toda la extensión de la palabra y no importa si tiene 50 o 18, para disfrutar de la sexualidad no hay límite.
Quiero una amante que el reloj sea lo de menos y la cama sea lo demás. Que pueda susurrarme al oído y gritar dentro de esas cuatro paredes alquiladas todas sus fantasías.
Quiero una amante que se sienta libre de ser ella misma, sin ataduras, sin conceptos.
Tantos divorcios, tantos suicidios, tanta violencia e inconformidad porque tenemos la cabeza llena de prejuicios y no somos capaces de asimilar nuestro verdadero yo.
Se que estas ahí. Quizá en algún momento leyendo estas líneas. Sabes que eres tú, esa amante que desea sentirse totalmente deseada por su olor, por su sabor, por esa sensualidad.
He visto al mundo arder y ahora quiero hacerlo arder pero de deseo y pasión. Poderte cumplir tus fantasías y deseos más íntimos. Sujetarte fuerte, mirarte a los ojos mientras una de mis manos sujeta tus manos y la otra te recorre, perdiéndose en tu intimidad, llenando mis dedos de tu sabor, llevándolos a mi boca para probarte y después besarte. Cargarte y sentarte en el tocador, tu espalda empañando el espejo y tus piernas sujetándome de la cadera, sintiendo como te penetro una y otra vez mientras beso tu cuello, tus orejas, tu boca. Escuchando tus jadeos de placer. Me siento en el sillón y te mantengo así, con tus piernas abiertas apoyadas en mis hombros mientras mi boca se pierde entre tu vagina y tu ano, puedo sentir lo agitado de tu respiración mientras aprietas mi cabeza con tus muslos, siento la contracción de tus labios y ese chorro que sale jubiloso llenando mi boca y mi cara.
Quiero una amante que el amor sea lo de menos y su placer sea todo para ella. Tú sabes que el amor lo puedes tener en cualquier otro lado pero esta sensación de la piel erizada y tu entrepierna húmeda, escurriendo, palpitando por esa necesidad de volver a entregarnos al placer interminable solo la tendremos tú y yo.
Quiero una amante que quiera tener un amante que se embelese en poseerla, una mujer que sepa que es una dama pero que conmigo será la más puta de las putas. Donde puede pedir lo que sea y sepa que será concedido.
No hay nada más libre y entregado, más extaciante que un par de amantes que se desean hasta la locura y que sus locuras son lo único que desean.
Mi mail es [email protected].
Se que nos encontraremos.