Me llamo Isabella, tengo 37 años, mi esposo siempre ha tenido la fantasía de verme con otro hombre o en situaciones eróticas casi morbosas de exhibirme en la calle con ropas casi transparentes para que los hombres se deleiten conmigo y me digan vulgaridades al pasar, pero yo nunca he aceptado cumplir sus deseos. Es algo que me cuesta aceptar porque siento que se contrapone a mis valores y finalmente eso destruiría mi matrimonio.
No entiendo cómo mi esposo puede desear verme con otro hombre, o disfrutar mirando que otros me desean, porque a mí me dan unos celos enormes de sólo pensar verlo con otra mujer. Me lo ha preguntado en varias ocasiones, incluso en momentos íntimos cuando estoy a punto de alcanzar un orgasmo. En ese momento de máxima excitación he dicho sí, pero luego me arrepiento y me niego. No es justo que me lo pregunte cuando estoy tan caliente.
Yo sabía que él entraba en un chat para comentar sus fantasías con otros hombres y lo aceptaba porque así él encontraba satisfacción con esa idea. Todo se mantuvo así hasta la semana pasada.
Caminaba por el pasillo hacia mi dormitorio, cuando veo a mi esposo otra vez en el sillón con su notebook. Vi su cara de excitación nuevamente frente al computador.
Él me ignora completamente porque estaba muy concentrado en ese chat. Lo observé un rato y tuve la curiosidad de saber que estaba mirando, pero no era el momento de preguntar y me fui acostar.
Más tarde él se acuesta a mi lado y me abraza por atrás muy fuerte, me da un beso en el cuello de buenas noches y aparentemente se duerme. Me quedo despierta un rato y le pregunto si estaba en el chat hablando con sus amigos. Él me responde que sí, que estaba con sus amigos hablando sobre mí. Me cuenta que un tipo le dijo que le gustaría que yo lo masturbe con mis manos…
-Que lo masturbe?
-si -dice mi esposo- que sólo lo masturbes.
Me quedo callada pensando y mi esposo me pregunta:
-lo harías?…
No, no sé qué decir, pensar en hacérselo a otro hombre, no, a un completo desconocido… No respondí nada en ese momento.
Mi esposo se queda callado, luego se levanta en silencio y se va a dormir al dormitorio de invitados.
Me quedé despierta casi toda la noche, con una sensación de culpa y pena, lo amaba con todo mi corazón, quería complacerlo, pero era muy difícil para mí. Sus fantasías van más allá de mi tolerancia. Le di vueltas al tema hasta que me quedé dormida.
Cuando desperté lo sentí en el comedor tomando desayuno, me levante, camine muy despacio hacia él y casi por instinto le digo que lo haré.
-sí, lo haré…
El me pregunta:
-qué harás?
Y le digo que sólo masturbare a un tipo, una sola vez.
-No estaré con él, No me va a penetrar y tampoco le haré sexo oral. Sólo voy a masturbarlo un rato hasta que acabe y nada más.
Mi esposo se acerca a mí y me besa, me abraza muy fuerte. Me dice que me ama. Hace mucho tiempo que no decía que me amaba y eso me hizo muy feliz.
Al medio día recibo un WhatsApp de mi esposo… “mi amor, te envié un mensaje al Facebook con lo que debes tener para este jueves”
Sentí un escalofrío y nervios porque no había meditado bien lo que había dicho esa mañana y las cosas iban demasiado rápido.
Reviso la bandeja de entrada y leo el mensaje:
“… Quiero que tu esposa use un falda y blusa de secretaria de oficina, no importa el color, pero que use falda. Haz que se ponga zapatos con taco y se maquille bien sexy para mí, quiero ver sus labios estén bien rojos, un color rojo de puta. Puede usar el cabello suelto si quiere, me da igual. No le voy a pedir que me lo chupe o que abra las piernas para metérselo, pero debe hacer todo lo que le diga y como se lo diga. Y debe dejarse manosear un poco. Esas son mis peticiones…”
Leo el mensaje y me dio miedo no saber quién era ese desconocido, ¿con qué tipo de hombres habla mi marido? Y leer las cosas que estaba pidiendo… ¡No soy su puta!
Eso de dejarme manosear no me gustaba para nada. Yo sólo acepte masturbarlo en algún sitio, sería algo rápido y sencillo.
Me llega un segundo WhatsApp de mi esposo, y me dice: “Lo viste amor?”
Le dije que sí… y él me dice OK mi amor, para el jueves… No fui capaz de negarme en ese momento y pensaba en que esto sería la cosa más difícil que había hecho en mi vida. Mi esposo ya estaba muy ilusionado con todo esto y yo lo había aceptado.
Llegó el día jueves y mi esposo se había conseguido una casa para la cita. Ese día mi esposo eligió mi ropa interior, el vestido y los zapatos que usaría. Supervisó cada detalle de mis prendas y accesorios y no me dejó sacarme el anillo de matrimonio.
Ya en la casa de la cita, estábamos en living esperando que llegue el hombre. Yo sentada, nerviosa miraba mi anillo de bodas.
Estaban las luces apagadas, solo podía ver el reflejo en una pared de la luz de la cocina y el baño que seguían encendidas. Era una sensación extraña estar a oscuras y en silencio esperando a un desconocido sin saber que va suceder esa noche.
A las 10:30 pm puntualmente ha llegado una camioneta y se estaciona fuera de la casa.
Mi esposo recibe un mensaje de WhatsApp y sale para encontrarse con el tipo. Yo trato de mirar por la ventana tras de la cortina y no logro ver bien al tipo. Mi esposo tampoco lo había visto, pero se conocían hablando por del chat.
Yo estaba muy nerviosa porque no sabía quién era o como era él. Sentía que iba a ser entregada a la suerte de cualquier desconocido.
Cuando siento que se acercan a la puerta me voy a la cocina para esperar a mi esposo y tomo la bandeja con unos tragos y aperitivos que debía servirles.
Siento la voz de ellos hablando en el living, el desconocido se oye relativamente joven, se llama Marcos… al menos no sería un viejo.
Ya no me podía arrepentir en ese momento, aunque estaba muy nerviosa. Pensaba en que solo debía masturbarlo rápido y en 5 minutos se terminaría todo.
Mi esposo le dice a Marcos que se ponga cómodo en el sillón mientras el viene a buscarme a la cocina.
Mi esposo me dice que Marcos no beberá nada, así que no tendré que ir a servirle y dejo la bandeja de lado. Me arregla el cabello, estira bien mi vestido y me da una vuelta para revisarme. Lo quise besar, pero él no me dejó hacerlo porque arruinaría el labial rojo.
Me toma de la mano y veo mi anillo de matrimonio, me viene a la memoria fugazmente ese día cuando nos casamos… Me lleva al living donde estaba Marcos sentado en uno de los sillones.
Estaba todo oscuro en penumbras, mi primera impresión es que el tipo no era agraciado, para nada. Era el típico gordo feo que va a las putas. En mi interior no quería continuar con esto, pero me hice la fuerte.
Me sentía realmente como mercancía para usar. Intentaba no cruzar la vista con Marcos y tímidamente lo salude.
Mi esposo dijo: “bueno Marcos, esta es mi bella esposa que te hará el servicio.”
Oír eso me hizo sentir una verdadera esclava. Estaba nerviosa y sentía latir mi corazón al máximo, pero me contuve para no arruinar su fantasía.
Marcos sólo dijo:
-bien… me parece muy bella tu esposa Rodrigo.
Mi esposo me deja frente a Marcos y me suelta la mano. En ese momento me sentí absolutamente sola y expuesta como una sirvienta que debe hacer algo desagradable. Intentaba no mirar a Marcos, realmente él no era de mi gusto.
Mi esposo me había dicho que Marcos no haría nada y que yo debía tomar la iniciativa, así no me sentiría forzada… Pero en realidad me estaba sintiendo mucho peor, porque sería la puta que toma la iniciativa con un desconocido.
Me arrodillé frente a Marcos y vi mis rodillas tocar el suelo con mi vestido. Levanté un poco la vista y tomé lentamente la iniciativa. Me apoyé entre las piernas de Marcos y con mis manos le bajé el cierre mientras él se desabrocha el cinturón del pantalón. Meto mi mano bajo su ropa interior y siento su pene con mis dedos, por primera vez desde que estoy casada tomaba el pene de otro hombre.
No era nada espectacular, su pene era más pequeño que el de mi esposo. Lo tomo y comienzo a masturbarlo, se lo hago a un hombre que jamás en la vida le habría dado mi atención, pero ya estaba sometida a él por las circunstancias y mi propia voluntad. Estaba de rodillas con vestido y tacones como él lo había pedido, dándole placer a un desconocido.
Yo miraba el suelo y sentía en mi mano como su pene se comenzaba a poner cada vez más duro y caliente, lo apretaba mientras lo movía de arriba abajo. Sentía su respiración y cada vez estaba más excitado.
Veo de reojo que Marcos levanta una de sus manos levantando el pulgar en señal de aprobación, porque mi esposo estaba mirando todo en ese momento. Estaba atrás en una esquina, sentado en una silla escondido en la oscuridad, aprobando que su mujer estuviera masturbando a un extraño.
Marcos comenzó a pasar sus dedos sobre mi cabello y sentía escalofríos cuando me tocaba, no quería que lo hiciera, pero era parte del trato. Deslizaba sus dedos por mi cara y bajaba tocando mi cuello y mis hombros. Mientras yo intentaba que él acabe rápido…
Pero Marcos con una de sus manos sujeta la mía y me detiene. Me dice que lo haga muy, muy lento… y comienza él con su mano a marcarme la velocidad de cómo debo masturbarlo.
-Hazlo lento puta, muy lento…
Jamás me habían tratado así y esto iba a durar más tiempo del que yo quería. Sentía mi mano húmeda con sus fluidos y su pene cada vez más duro y caliente… Marcos siguió aprobando mi trabajo con dureza,
-Bien puta, sigue así… Ahora eres mía Isabella, sigue así… Linda esposa y madre de dos hijos pajeándome como una puta… sigue así Isabella.
Me ofendía y me sometía aún más de lo que ya estaba. Mi esposo cómplice de todo esto me estaba haciendo sentir realmente como una puta callejera. Sentía impotencia, pero a la vez una sensación extraña por estar así…
En un momento Marcos mete la mano por mi vestido y me toca los senos por sobre el sostén, cerré los ojos, no quería estar ahí, pero sentía sus manos manoseándome, tocándome y apretándome los senos. Seguí masturbándolo para que acabara pronto.
-Me gustan tus tetas putita, me calienta la textura de tu sostén… sigue así zorra…
Marcos obsesionado me manoseaba y apretaba los senos una y otra vez… Luego desliza su mano dentro de mi sostén y la siento sobre mi piel avanzando por mis senos hasta tocarme los pezones con la punta de sus dedos…
Me negaba a sentirlo, no quería aceptarlo, pero lo morboso de la situación, la humillación de sentirme usada y ese manoseo constante y fuerte me comenzaba a calentar. Involuntariamente mis pezones se estaban poniendo duros y yo apretaba aún más su pene caliente con mi mano. Seguía masturbándolo como el me lo pedía.
Con los ojos cerrados me estaba dejando llevar y llegando a un punto donde cada vez menos me estaba importando todo. Estaba dejando entrar el placer. En un momento tomo aire y abro los ojos y le digo a Marcos:
-No!… No sigas tocándome así… por favor…
-Continua puta! -Fue lo que me dijo.
-Continua Isabella… -agregó mi esposo.
Realmente me estaba calentando. Pero no quería sentirme así con él, no quería nada más porque ya se me cruzaba la idea fugaz de chupárselo y no quería hacerlo. Lo estaba masturbando con la mano donde llevaba puesto mi anillo de matrimonio y esto no podía estar sucediendo… yo me estaba calentando. Podía sentir mi vagina completamente mojada e hinchada.
Marcos no dejaba de manosearme y tocarme los senos. Me apretaba los pezones y los sentía cada vez más duros y él se daba cuenta. Yo lo seguía masturbando de rodillas sintiendo todo su pene caliente en mi mano, totalmente entregada a su placer.
Me estaba comenzando a sentir húmeda y cada vez más cerca de Marcos. Con su manoseo constante me acercaba más a su pene y se me escapaba el aire abriendo la boca…
Ya lo tenía muy cerca… no podía creer que estaba completamente excitada, caliente y estaba al borde de comenzar a chupárselo, quería sentirlo en mi boca, chupar un pene que no fuera el de mi marido por primera vez. Me estaba dejando llevar por ese momento de placer…
Marcos me detiene y me dice:
-sácate el calzón y pásamelo.
Sin cuestionarlo ahí de rodillas comencé a quitármelo, subí mi falda ajustada y en esos movimientos de cadera casi sentí su pene duro en mi cara, lo sentí rozar mi cuello. Le entregue mi calzón húmedo y él lo puso enrollando su pene.
Me dice que me baje el vestido y me quite el sostén para ver mis senos desnudos. Y lo hice con mucha naturalidad para él… Me observó muy complacido…
-Bien, ahora termina tu trabajo puta!
Comencé a masturbarlo nuevamente y veía como sus líquidos humedecían mi calzón, sentía su pene muy duro y mi calzón empapado con su pene. Mis senos desnudos rozaban sus piernas mientras yo lo masturbaba cada vez más rápido y más fuerte.
Marcos me acariciaba el cabello y yo me sentía cada vez más caliente como una verdadera puta.
-Así te quiere ver tu esposo -me decía Marcos. – Como una puta caliente de rodillas…
Lo masturbo más rápido y más fuerte de arriba abajo. Siento todo su pene muy duro y caliente en mi mano y no me detengo. Siento deseos de tenerlo todo dentro de mí y continúo dándole placer con mi mano. Lo hago así cada vez más rápido y más fuerte sin perder el ritmo y no me detengo para darle todo el placer que él quiere.
Quiero ser tu puta y lo sigo masturbando sintiendo todo su pene caliente en mi mano hasta que llega a su máxima excitación, Marcos se empieza a contraer y su pene esta hinchado a punto de explotar, puedo sentir sus venas llenas de sangre, con su glande al máximo. En cosa de segundos veo salir con fuerza todo su semen caliente de su pene, me salta en la cara, yo abro mi boca y parte del segundo chorro entra en mi boca, saboreando el esquisto sabor, chorrea por mi cuello y finalmente cae sobre mis senos. Veo que sale todo su semen caliente de su pene y la parte final corre sobre mi mano, sobre mi anillo de matrimonio y mi calzón.
Miro a Marcos y ahora solo veo a un hombre caliente que me desea y está totalmente satisfecho conmigo. Soy su puta y veo todo su semen correr sobre mi calzón que ahora es mi regalo.
Marcos me acaricia el cabello, mientras aun siento su semen caliente dentro de mi boca… Con mi calzón me limpia la cara y el cuello.
Ya cuando termina de limpiarme, mi esposo se acerca y me ayuda a levantarme. Me arregla el vestido y me ayuda a colorarme el sostén. Mis senos tienen algo de semen, pero a mi esposo no le importa. Mi maquillaje esta algo corrido y aún hay algo de semen en mi cara.
Marcos seca su pene con mi calzón y me lo pasa para que me lo ponga. Mi esposo accede y hace que me ponga el calzón lleno del semen de Marcos.
Marcos se despide, me besa la mano y se va.
Mientras voy sentada en el auto de regreso a casa, pienso en lo que ha sucedido con Marcos y mi esposo, aún siento el sabor de su semen en mi boca, su esperma sigue en mis senos, bajo mi sostén y también lo siento entre mis piernas, mi calzón esta empapado y humedece mis labios vaginales. Vuelvo a casa como una verdadera puta.