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¿Quién es el depredador y quién es la presa? (parte 1)
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Tiempo de lectura: 3 minutos

Eran las 7 de la mañana, como eventualmente tenía una erección matutina, el pico de mi testosterona estaba en su punto más álgido, después de varios días sin poder descargar mis ganas, me sentía como un animal salvaje con un instinto desbordante de tomar, someter, embestir… follar.

Así que procedí a hundirme en mis fantasías más perversas, lo agarre y empecé a mover mi mano de arriba hacia abajo, realmente estaba muy duro, mis bolas las sentía más grandes de lo usual sabía que saldría como un caudal, pero unos pequeños toques a mi puerta me desconectaron, esperaba que hubiera sido mi imaginación pero unos segundos toques confirmaron que si eran para mí habitación, aunque actualmente me tocaba vivir con más personas en una casa no solía conocer a todas las personas que allí vivían, las personas iban y venían así que no me daba la tarea de dialogar.

rápidamente guarde mi verga en una sudadera e intenté que se quedará quieta con el resorte de la misma, como sobresalía me tocó colocarme una camisa para disimular ya que si era la señora que me arrendaba no quería que viese porque me había tardado en responder, procedí a abrir la puerta, pero para mí sorpresa era una nueva inquilina.

vi que se trasteo hace poco, 20 años en promedio, cabello negro por debajo de los hombros, facciones delicadas, estaba en una pijama ceñida que se podía ver cada silueta su cuerpo, era delgada, cintura pequeña pero con caderas bien marcadas, senos pequeños pero firmes y piernas delgadas pero parecían muy suaves, era pequeña media 1,50 más o menos (yo mido 1,90), se veía que a duras penas le quedaba el short, se veía que le quedaba pequeño, se marcaba su entrepierna y se asomaba levemente una tanga roja de un lado.

me imaginé instintivamente que se le debía ver parte de las nalgas, algo que me enloquece, intenté ver todo en un instante y de forma disimulada fingiendo que aún estaba un poco dormido.

Me dijo con voz suave – Hola, ¿cómo estás? Mira es que no conozco a nadie en la casa y al parecer todos se fueron, necesito comprar unas cosas para el desayuno, pero solo aceptan efectivo y tengo todo el dinero en mi tarjeta, ¿me podrías prestar yo ahora retiro y te devuelvo?

Me pareció una pregunta sospechosa, pero como vivía allí y no era una suma importante acepte en prestarle, igual no es como si no la fuera a volver a ver – Si dale, ya lo traigo.

En ese momento me dirigí a sacar un fondo que tenía escondido encima de mi armario, pero para mí sorpresa ella había pasado a mi cuarto y como me tocó alzar los brazos se me había subido la camiseta, note que ella alcanzó a ver la cabeza de mi verga porque se ruborizo y de una voltio la mirada.

evidentemente también me dio pena pero ambos fingimos que no pasó nada aunque evidentemente pasó, le di el dinero, me dio las gracias y se fue rápidamente, estaba apenado pero no pude evitar mirar cuando se fue, efectivamente sus nalgas se salían un poco de ese short, nalgas redondas y firmes.

me sentía aún más excitado por lo que sucedió así que volví a hacer lo que me habían interrumpido, coloque un buen video, audífonos y lubricante para hacer mi cometido, mientras estaba tocándome me era inevitable no pensar en la nueva inquilina, cerré mis ojos y me imaginé como me la cogía, como embestiría aquellas nalgas, pero en eso sentí un viento que golpeaba mis huevos, fastidiado abrí los ojos y ella estaba allí, su rostro ya no era tierno, sino que despedía mucha lujuria.

había abierto la puerta para espiarme, no sabía que decir, estaba con mi polla en una mano y la otra en mis huevos, procedí a quedarme quieto sintiendo que si no me movía no me podría ver, instinto idiota mío.

Cerró la puerta y se fue directo a mi como si un depredador hubiera escogido su presa, voltio mi computador y vio que estaba viendo porno, quitó mi audífono y me dijo suavemente al oído:

– Llevo semanas viéndote, como llegas sin camisa mientras subes las escaleras y entras, oh y también por si no lo sabías puedo escuchar cuando pones porno sin audífonos, las paredes son muy delgadas, al parecer por lo que ves te gustan las mujeres bajitas y delgadas, y como pude observar con esa mirada prófuga cuando me fui de aquí mientras mirabas mis nalgas y como palpita tu verga al verme, ¿estarías pensando en mí? ¿En cómo me cogerías con esta verga?

Me reí y de forma pícara respondí:

– Tal vez… Tal vez vi tus hermosas siluetas, tal vez vi tus nalgas cuando saliste y me imaginé como sería tenerlas en mis manos, abrirlas y hundir mi cara, tal vez estaba tocándome mientras fantaseaba con todo lo que quería hacerte y en como mataría por verte en 4 abriéndome ese culo tuyo y pidiendo que te penetre o cargándote mientras te la inserto toda y no puedes parar de gemir. Pero dime y tú, ¿tal vez también echaste una mirada prófuga y en eso viste como mi verga salía de mis pantalones? ¿Tal vez te carcome la mente los deseos latentes porque te folle y por eso abriste la puerta de mi cuarto y estás aquí viendo mi verga, queriendo tomarla entre tus manos?

Proseguí a besarle el cuello mientras acercaba su mano a mi polla, mientras le decía que no tuviera miedo que el no mordía y sentí su mano firme al cogerlo por la base.

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