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Quería que un hombre me estrenara y fueron dos
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Tiempo de lectura: 4 minutos

Me llamo Pedro, tengo 54 años, aunque parezco más joven con un cuerpo bastante musculado de años de gimnasio. Desde muy joven siempre he fantaseado con ser sometido por un hombre, pero siempre se quedó en solo fantasías. Hasta hace menos de un mes.

Decidí hacer mis fantasías realidad y entre en un chat gay. Tuve algunos contactos que se quedaron en nada, hasta que contacté con Andrés, que al principio no parecía creer que era mi primera vez.

– ¿De verdad que eres virgen?, ¿Y qué te gustaría hacer?

– Me gustaría que me humillaran, me dieran unos azotes en el culo y probar a ser follado.

– A mi no me importaría estrenarte, soy bastante dominante y se cómo tratar a las zorras maduras como tú, pero tienes que tener claro que si quedamos no es para jugar al mus, es para irte con el culo caliente por fuera y por dentro.

Le dejé el número de teléfono, y al poco rato recibí un whatsapp con una fotopolla bastante hermosa y el mensaje “Estoy deseando metértela hasta los huevos.”. Yo le mande una foto de mi culo bien ofrecido. Tras varios mensajes, quedamos un día a media tarde que librábamos los dos. Me dio una dirección, me ordeno que me hiciera un buen enema antes, y que le llamara cuando llegara allí.

Yo seguí sus instrucciones, y cuando llegue a la dirección le llame por teléfono. Mientras daba el tono de llamada, se me acerco un chaval de unos 30 años, que se presentó como Andrés y tras confirmar que yo era Pedro, me pidió que le siguiera hasta la mesa de la terraza de un bar cercano, donde estaba otro chaval de su misma edad. Andrés se sentó y yo me quede de pie sin saber muy bien de que iba la cosa.

– Tranquilo, siéntate. Este es mi amigo Raúl. Me va a ayudar a domarte.

– Esto no lo habíamos hablado. No sé si…

– Tu veras, estas a tiempo. Puedes elegir: Puedes irte, o puedes ser la zorra de los dos y acabar con el culo como un bebedero de patos, que es lo que estas deseando.

Me senté, aceptando someterme a los dos.

– Muy bien, dijo Raúl. Pídete un copazo que lo vas a necesitar y paga lo nuestro.

Así lo hice, cuando terminamos las copas, me llevaron a un piso cercano. Ya en el ascensor Andrés comenzó a restregarse con mi culo. Nada más cerrar la puerta de su casa, me ordenaron desnudarme y me colocaron un collar de perro con pinchos.

– Este es el símbolo de que eres nuestra perra, dijo Raúl que era el que llevaba la voz cantante.

– Si amo.

– Muy bien, me gusta lo de amo. Lo vamos a pasar muy bien contigo. Eres la puta más grande que me he follado. Tanto musculo y eres una zorrita. Pon las manos detrás de la cabeza.

Hice lo que me pidió. Raúl y Andrés comenzaron a apretarme los pezones. Raúl me abofeteo un pecho, y yo que no me lo esperaba baje los brazos. Inmediatamente me dio una torta en la cara.

– Si te decimos que te quedes en una posición, lo haces, hasta que digamos otra cosa.

– Si amo, lo siento. Volví a colocar las manos detrás de la cabeza.

Raúl volvió a darme cachetadas en las tetas, mientras Andrés me sobaba el culo. Cuando se cansó, me coloco dos pinzas de la ropa en los pezones. Era un dolor molesto, pero lo podía soportar.

– Vamos a cambiar de posición puta. Inclínate y sujétate las manos a los tobillos. Y ojo con moverte.

Me puse como dijo Raúl, quien me corrigió la postura dando un azote.

– Saca ese culo, puta. Ofrécenoslo como es debido.

Andrés me separo los glúteos e intento meterme un dedo, pero no pudo.

– Que estrechito, te voy a hacer una foto, para que recuerdes como era antes de que acabemos contigo.

Mientras Andrés me hacía unas fotos, Raúl apareció con un consolador bastante realista de esos que tienen una ventosa. Yo ya me había introducido alguno, pero algo más pequeño. Con algo de lubricante me introdujo un dedo, después dos, y luego intento meterme el consolador. Le costó, pero al final me lo metió entero. Aguante como pude el dolor.

– ¿Qué tal puta?

– Me duele amo.

– Ya te acostumbraras. Al final para eso has venido, ¿no?

Andrés comenzó a azotarme el culo con la mano, y en enseguida se le unió Raúl, alternándose cada uno en una nalga. Al cabo de un rato, Raúl se desnudó, se colocó delante de mí, y en la misma postura que estaba me hizo comerle el culo. Mientras Andrés que también se había desnudado, había sustituido los azotes con la mano, por correazos intercalados con insultos.

Después de unos minutos, Andrés se incorporó, me agarro del collar y me ordeno seguirle hasta el sofá. Él se sentó en el medio, e hizo que me tumbara boca abajo sobre sus rodillas. Me saco el consolador, lo que casi me dolió más que cuando me lo metieron y comenzó a darme azotes.

– Así es como se tiene que castigar a quien se ha portado mal. Y tú te mereces un buen castigo.

– Si mi amo, me lo merezco.

– Un tío tan grande y es una zorrita. Levanta.

Andrés pego la ventosa del consolador sobre una mesa, y me ordeno metérmelo.

La postura me era bastante incomoda, pero al final pude introducirme del todo el consolador.

– No te quedes quieta. Quiero ver como te lo follas, puta. Vamos muévete, dijo Raúl.

Mientras yo subía y bajaba del dildo, Raúl coloco un taburete frente a mí y me ordeno mamarle la polla. Era mi primera polla. El sabor era extraño, pero pronto me acostumbre a él. Intentaba hacerle la mamada lo mejor posible, pero Raúl quería introducirme la polla más de lo que yo podía tragar y tuve un amago de nausea.

– No te preocupes si no te entre toda en la boca, ya veras como por el culo si te entra.

Raúl dejo su puesto a Andrés, que fue más suave, dejando que llevara yo el ritmo. Cuando se canso me llevaron a una cama, donde me pusieron en cuatro, con la cara bien pegada y el culo ofrecido. Raúl se situó detrás de mí y empezó a penetrarme. La cabeza entro bien, pero a partir de un punto el dolor era demasiado. El siguió metiéndola hasta que llego al fondo. Inmediatamente se retiró y cedió el sitio a Andrés que hizo la misma maniobra. Así continuaron varias veces, hasta que Andrés decidió que quería pasar de nivel.

– Raúl, quiero follarme ya.

– Dale.

Andrés comenzó a follarme lentamente, mientras Raúl se colocaba delante de mí y me hacía comérsela. La penetración me dolía y la vez me encantaba ser sodomizado por un hombre. Tengo que reconocer que me gustó mucho.

Cuando Andrés se corrió. Raúl me hizo colocarme boca arriba, y que Andrés me sujetara las piernas lo más atrás posible. En esa posición, me la metió de golpe, me quito las pinzas que todavía llevaba en los pezones, y apoyándose en mis tetas y apretándolas con fuerza, comenzó a follarme muy duro.

– Así hay que follar a las putas como tú, verdad.

– Si amo, me encanta.

Eso le excito más y siguió más fuerte hasta que eyaculó.

Me quitaron el collar, y me ofrecieron darme una ducha, cosa que rechace, pasando al cuarto de baño a limpiarme un poco. Me vestí y nos despedimos con el compromiso de seguir viéndonos.

Este es un relato de ficción de una de mis fantasías de ser penetrado por un hombre. Si eso sucede alguna vez, espero poder narrarlo.

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