Hola, mi nombre es Brenda tengo 21 años y soy una chica delgada de senos pequeños y de una buena cola, además tengo el cabello largo y lacio de color negro. Vengo acá para contarles que con mi pareja hicimos un trío con nuestro vecino de enfrente. El motivo de porque el cual lo elegimos o que cosas hicimos los tres no viene al caso en este momento, lo que quiero que sepan es que cuando terminamos de hacerlo este vecino nuestro le dijo lo siguiente a mi novio.
-No te molesta si me dejas dormir con ella está noche -le dijo el a mi novio.
-Y yo dónde duermo? -preguntó mi novio.
-Agarra las llaves que están en el bolsillo de mi pantalón y anda a mi casa que no hay nadie, está noche me voy a quedar acá dándole pija a tu novia -dijo él.
Mi novio sin chistar agarró las llaves y se fue a la casa del vecino tal cual como se lo ordenó. Esa actitud, ese comportamiento por parte de mi vecino me encantó y me enamoro en cierto punto. Siempre quise tener a un novio/amante con ese tipo de actitud dominante sobre los demás y ser yo su putita sumisa.
Entonces ya los dos sólo volvimos a la cama estando completamente desnudos y empezamos a gestar a la criaturita que tengo en mi cuerpo ya desde hace 4 meses.
El me empezó a besar de una forma bastante romántica y pasional, luego sus besos fueron bajando por mi cuerpo. Primero fueron en mi cuello, luego se detuvo para saborear mis pezones y después de pasar por mi abdomen llegó a la parte en la cual se entretuvo bastante.
-Ahhh -dije yo cuando me jaló para que mi chocho esté más cerca de su boca.
Tenía mis piernas bien abiertas cuando sentí la lengua del rozar la entrada de mi vagina, fue tanto el placer que quise cerrar las piernas pero como él las tenía bien sujetada no pude. Entonces sentí sus labios y su lengua al ingresar en el interior de mi vagina. Empecé a retorcerme, a arquear mi cuerpo y a intentar que mis manos lleguen lo más lejos posible. Estaba sintiendo un placer supremo y su lengua era la culpable de todo. No quería que se vaya nunca de ahí, quería que siga succionando lo que había dentro de mi y es por eso que coloque mis manos sobre su cabeza para poder retenerlo todo el tiempo posible pero fracase en mi intento.
Su pene de forma mágica había vuelto a la vida luego de aquella batalla que perdió con mi lengua. Se veía más fuerte que nunca, sus venas eran visibles desde mi posición, así que deje que entrara a batallar sin ningún revestimiento. Era el momento de gozarlo, de que mi vagina sintiera la carne de una buena polla y de disfrutar de una buena dosis de la lechita calentita de mi vecino.
Mis piernas sobre sus hombros y el penetrándome, esa fue la primera posición sexual que practicamos desde que se fue mi novio. Luego por pedido de él me volví a colocar en cuatro patas y me empezó a dar de lo lindo. Esta posición para el que no sabe es la ideal para aquellos hombres que tienen el pene grande como el que tiene mi vecino, traten siempre de usar esta posición que nosotras siempre se lo vamos a agradecer.
Como les decía antes empezamos a coger en posición de perrito y el en vez de usar mi cintura como agarre uso mi cabello para eso, así que en los momentos en que me embestía con mucha fuerza yo quedaba con el cuerpo arqueado porque él me jalaba hacia atrás. Así estuvimos un buen rato haciendo el delicioso hasta que se corrió dentro de mí y me dejó hecha un desastre. Después de eso él se recostó a mi lado y yo me levanté y me fui al baño. Allí busqué el frasquito de pastillas que suelo tomar cuando suceden estas cosas y me di cuenta que no tenía, así que tenía dos posibilidades, una era no decirle nada y rezar para que no quede embarazada o contarle que no tenía pastillas y que había muchas posibilidades de que vuelva a hacer padre otra vez. Decidí no contarle nada e ir mañana a primera hora a la farmacia a comprar más pastillas.
Al día siguiente me desperté a las 7 de las mañana no de forma natural, sino que fueron sus besos alrededor de mí cuello lo que me hicieron despertar. Estaba pegado a mi cuerpo y me daba besos para que yo despertarse. Abrí los ojos y volteé mi rostro para verlo, entonces nuestras miradas se encontraron y fueron dos o tres segundos en los cuales nos miramos fijamente hasta que decidió besarme. Mientras me besaba decidió apoyar su mano sobre mi abdomen y como sabiendo de lo que podía suceder me lo empezó a acariciar. Recordé entonces que debía ir a la farmacia por las pastillas pero el deseo sexual de él hizo retrasar mi salida.
Estando en esa posición medio de costado empezó a penetrarme otra vez sin protección y yo no pude hacer nada, si le decía que se ponga un condón se daría cuenta que no me había cuidado esa noche así que deje que me vuelva a follar. Me volvió a llenar la vagina con su semen y yo con la esperanza de no quedar embarazada salí corriendo a la farmacia y aunque luego me tomé la pastilla al volver, no pude evitar quedar embarazada.