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Que pequeño es el mundo, señora
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Tiempo de lectura: 3 minutos

Hola de nuevo! Tengo muy buenos recuerdos de estos días así que se los comparto: una época de vacaciones un amigo que vive con su padre me pidió que me hiciera cargo de su negocio un tiempo ya que él estaba muy ocupado y su padre recuperándose de una operación reciente, yo obviamente acepto, además de devolverle la mano a mi amigo (me ha salvado de varias), un dinerito extra nunca viene mal.

Uno de los primeros días todo iba normal hasta que llega al negocio una mujer de entre 40-45 años, guapísima (yo con 22 en ese entonces) con una chaqueta y unos jeas que ufff ya profundizaremos en eso. El tema es que su cara me parecía familiar, y mientras trataba de recordar de donde me detallaba su pedido, muchísimas cosas así que algo de tiempo tenia, le pido que me espere mientras iba a buscar las cosas a la bodega y ella acepta amablemente.

Mientras echo las cosas recuerdo los años en que mi padre me llevaba a los eventos de su empresa, y ahí recuerdo que ella era la esposa de un compañero de él, que más de algún problema tuvo con mi padre en su tiempo. En un impulso, tomo un papel para notas y pongo mi nombre y mi Whatsapp ahí, sigo todo normal, me despido de ella con una sonrisa y a seguir mi jornada laboral rápidamente.

Llego casi de noche a casa a darme una ducha y descansar hasta que suena el teléfono, yo con cosas de trabajo seguramente lo había olvidado pero era ella, diciéndome hola y preguntando si yo era el joven de la tienda y yo le confirmé. También me dice que menos mal ella revisa bien las bolsas porque si su marido encontraba el papel con mi nombre/numero la mataba, y yo pensé en mi mente: y si un día de estos te hago mi perra seguramente también, pero no tiene porque enterarse.

Es que esta madura, que llamaremos Margarita, estaba buenísima: su pelo claro muy bien cuidado, unos ojazos cafés, un cuerpo de puta madre, unas tetas que resaltan a la vista y un culo que te deja loco de solo verlo. Recuerdo que cuando la veía hace años ya estaba buenísima, pero como el buen vino mejoró con el tiempo, como si toda la experiencia forjada con los años le sumaba atributos a su cuerpazo.

Tras días hablando me pidió un favor: llevarle cosas del negocio a la casa. Ese día sábado cerré temprano así que no hubo problema, eché las cosas al auto y partí, lo estacioné unos metros antes para que el marido no levantara sospecha si llegaba y toqué el timbre: ella me recibe felizmente y me hace pasar con las bolsas.

Ya dentro, contando que estuviera todo y ya habiéndome pagado me invita a un vaso de jugo (se notaba que cuidaba su cuerpo) y yo acepto. Entre tanta risa y ambos sentados en el sillón (su marido trabajando) se empieza a endurecer mi pene y trato de disimularlo, ella nota mi nerviosismo y me dice que me relaje, y yo en uno de mis tantos impulsos la miro y la comienzo a besar, pensé uff que rico besa está mujer, entre 15 y 20 segundos de beso hasta que me dice

-Esto no está bien

Su cara era de entre gusto y preocupación, le llevo su mano a mi pene y le digo:

-Esto tampoco y hay que arreglarlo ya

Mantuvo su mano un par de segundos sin que se la afirmase y la sacó de ahí, diciendo que su marido no iba a tardar en llegar y que se moría si la veía engañándolo, en eso le digo:

-Y si nos ve que importa, va a aprender cómo se le trata a una hermosura como tú; le dije y la volví a besar.

Esta vez ya se estaba dejando tímidamente hasta que la agarré del culo y la presioné hacia mí para que sintiera mi pene. Ahí ya no hubo vuelta atrás, me besó más intensamente, comenzó a manosearme y nos envolvimos en la calentura mientras pensaba en cómo estaba ese hijo de puta que habia tenido problemas con mi padre.

En un abrir y cerrar de ojos estábamos desnudos teniendo sexo como si no hubiese un mañana, entre sus gemidos, sus expresiones, sus movimientos y su forma de manejarse haciendo orales eran pura perfección, del mejor sexo que he tenido. Se comportaba como mi perra, la azotaba en 4, le estimulaba su clítoris con mi lengua, ella me lanzaba escupitajos en mi pene y mucho más, definitivamente era mi perra. Me sentía triunfante recostado en su cama y teniéndola encima con mi pene ensartado en su culo, diciéndome que hace rato no la hacían sentir mujer.

En eso estábamos cuando suena su teléfono y era su marido diciéndole que iba en camino. Ella urgida me dijo que tenía que irme ya, yo le dije:

-No me voy sin hacer esto. Acerqué mi pene a su boca y me dijo: ya solo un minuto más, te vistes y te vas.

Mientras me lo chupaba agarré mi teléfono y comencé a grabarla, ella entre risas y nervios siguió hasta que me hizo venirme en su carita y lengüita, todo eso registrado en video.

Dejé de grabar y empecé a vestirme mientras ella aun con el semen en su cara me dice: eres un loco pero me gusta jajaja.

Ella se limpia y yo acabo de vestirme mientras ella algo más relajada ya estaba con la ropa interior puesta, y me dice que el video lo vea una vez y lo borre (lo usé como parte de mis pajas un montón de tiempo, pero resguardadisimo)

Yo le dije que eso se tenía que repetir y me dijo:

-Bueno pero en tu casa o un motel, ya no corro más riesgos

Nos despedimos de beso y me fui sigilosamente, ya que no falta la vecina chismosa que podía delatar a Margarita, salí cansadísimo, pero satisfecho, y Margarita fue mi perra muchas veces más.

Espero les haya gustado, no duden en dejar su comentario y ya estaremos con más historias reales y una que otra ficticia, saludos.

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