Después de la segunda vez que le fui infiel a mi marido por dinero mi vida dio un vuelco de 180 grados, sin embargo le puse los cuernos una vez más. Los pondré en contexto antes de llegar al acto sexual para los que no han leído los dos primeros relatos.
Mi marido Crispín que era un borracho de primera que me maltrataba y a causa de eso tuve que prostituirme, poco a poco fue dejando de tomar, pero no porque yo le dijera sino porque ya no le alcanzaba el dinero, la situación se puso muy difícil. Crispín tenía a 2 de sus hermanos en Estados Unidos y les iba muy bien trabajando en la construcción, un día platicando por teléfono les pidió que lo ayudaran para irse con ellos, sus hermanos le pusieron como única condición que dejara de tomar, mi marido ante la crisis que estábamos pasando accedió y en unos cuantos días le mandaron para el pasaje, para el coyote (así se les llama aquí en México a las personas que llevan ilegales a E.U.) y un dinero para dejarme en lo que él se instalaba allá.
Antes de irse platicamos y me pidió perdón por cómo me había tratado todos estos años, yo le dije que no se preocupara que lo seguía amando y que ya dejáramos eso en el pasado. Llegó el día que se tuvo que ir, se despidió de mí y de mis hijos con lágrimas en los ojos, pero todos estábamos convencidos de que era por una buena causa. Crispín tuvo mucha suerte, en ocho días ya estaba con sus hermanos trabajando y así fue pasando el tiempo, me hablaba por teléfono cada semana (en ese tiempo no eran tan común los celulares, ni las redes sociales) y me mandaba dinero para el gasto y para ahorrar, ¡yo feliz! Nunca había tenido dinero en abundancia, así que a mis hijos les compraba ropa, tenis, juguetes, para la casa compré una televisión, un refrigerador y yo también me compré ropita.
Así pasaron 6 meses en dónde yo era feliz y ni me acordaba de aquellos 2 deslices que tuve. Un día me habló mi esposo y me dijo: -Quiero que te vengas para acá. Me está yendo muy bien y quiero que tú y mis hijos disfruten de esto. Yo me puse muy contenta con la noticia y le dije que sí (en mi comunidad era un sueño irse al norte) Mi marido me dijo que en 2 semanas me fuera a la frontera y él mandaba por mí, por lo pronto que fuera dejando todo listo y me despidiera de mis familiares. Fueron días de reflexionar mucho, recordaba momentos buenos y malos que pasé ahí. En una ocasión que fui a la tienda, me despedí de doña Mago y le dije que gracias por lo que había hecho por mí, pero que nunca fuera a decir nada, ella me prometió que jamás lo haría.
Ese mismo día por la noche me invadieron los recuerdos de aquellas dos ocasiones que me entregué a otros hombres y me calenté mucho sólo de pensar, pensaba en cada uno y lo que me habían hecho gozar, cerraba los ojos e imaginaba cada una de esas vergas que me había comido por la boca y por el culo, lo diferente uno del otro y tan lejanos los dos de mi marido, esa noche pude sentir como me mojé de solo pensar y fue algo que se quedó atorado en mi cabeza y no me lo podía quitar, pero también pensaba en mi viaje para no dejar crecer esa tentación.
Ya todo estaba listo, íbamos a salir el domingo por la mañana de la central de autobuses, tampoco había pendientes familiares ni de otra índole, me quedaban 5 días porque apenas era martes. Crispín me mandó dinero para los gastos y como siempre me los enviaba por “wester unión” los cobraba en una tienda de muebles en el centro de la ciudad, me dijo que los podía cobrar el miércoles, pero ya por la tarde. Ese día le platiqué a mi suegra y le pedí de favor que si me podía cuidar a los niños, ella accedió muy contenta.
Ya por la noche volvieron esos recuerdos de las dos vergas que me hicieron gozar tanto, para apagarme un poquito la calentura me metí a bañar, pero no resultó, ya que al contrario al estarme enjabonando palpaba cada parte de mi cuerpo y me gustaba, me frotaba las tetas muy rico, sopesando lo grande que eran, acariciando cada uno mis pezones que eran grandes y rosaditos, enjabonando mis nalgotas que como ya lo había mencionado eran grandes, redondas y todavía muy duritas, mis piernas bien torneadas y no porque hiciera mucho ejercicio, sino por genética familiar y al frotar mi puchita me di cuenta que ya tenía el pasto crecido. Je, je así que procedí a depilarme dejándola muy bonita a la vista, esta vez como algunas otras el baño fue una experiencia muy placentera y cachonda. Me puse la pijama y me fui a dormir, pero los recuerdos seguían firmes en mi cabeza provocando un bochorno rico que tal vez deberían terminar un una buena cogida.
Al día siguiente a eso de las 3 p.m. mi suegra llegó por los niños así que me quedé sola en la casa para alistarme para ir a recoger el dinero, me bañé rápidamente y cuando me iba a cambiar me surgió la idea de cambiarme algo sexy, me puse un pantalón de mezclilla muy pegadito, sin bolsillos ni adelante, ni atrás de esos que parecen leggins, me encantaba como se me veía porque resaltaba aún más mis nalgas, se me veían muy paraditas, pero por lo ajustado me lo tenía que poner con tanga, sin embargo ese día decidí ponérmelo sin nada, me quería sentir deseada por todo el que me viera, también me puse una blusa roja algo escotada que dejaba ver gran parte de mis tetas, unos tacones del mismo color para que me hicieran juego, finalmente me maquillé y me puse un poquito de perfume.
Salí de la casa y caminé una cuadra a la parada del camión, todos los que me veían se quedaban con la boca abierta, llegó el camión venía muy lleno, estuve a punto de no subirme, pero en lugar de ver un problema vi una oportunidad. El trasporte fue recorriendo la colonia y entre más avanzaba más se llenaba a tal grado de parecer cerillos, yo quedé cerca de la puerta trasera que es por donde baja la gente, pronto llegó al centro y la experiencia que viví me calentó mucho, primeramente porque iba sin calzones y me sentía a flor de piel, sensible a cualquier tocamiento y segundo al desfile de hombres que fueron bajando y al acercarse a la puerta de salida me daban tremendo arrimón, no sé si era intencional o no, pero yo los disfrutaba bastante, el primero era un hombre de unos 40 años con pantalón de vestir que cuando pasó me restregó todo su paquete el cual sentí muy rico quedando solo entre su bulto y mi culo el par de telas de su pantalón y el mío, a todavía me dijo “perdón” y se sonrió.
Cuadras más adelante inició su trayecto a la puerta trasera un hombre de aproximadamente unos 50 años e hizo el mismo ritual, al pasar por detrás de mí me puso su verga en medio de mis enormes nalgas, el chofer del camión mencionó que no se podía parar sino hasta la próxima esquina así que este señor se quedó estacionado atrás de mí y aprovechando cada bache en la calle para darme unos empujones en mi trasero, sentía con fuerza sus repegones, yo hacía como que no pasaba nada y él seguía con un poco más de fuerza, podía sentir como su bulto de carne iba tomando dureza y hasta alcance a sentir una fuerte erección, parecía como si el señor tuviera una macana guardada en su bragueta.
El camión se paró y el señor se bajó no sin antes voltearme a ver a la cara y guiñarme un ojo, yo desde luego no le hice caso, pero vaya que lo disfruté. Al bajar el señor, un joven que creo que se había dado cuenta de los dos arrimones, se acercó atrás de mí para vivir la misma experiencia, pero era muy discreto y se quedó a unos centímetros, no se atrevía a arrimarme su miembro, yo lo veía de reojo y lo notaba dubitativo, parecía que iba a la universidad porque llevaba una mochila escolar, le calculo unos 20 años, además era guapo y trabajado en el gimnasio, después de haber sentido los otros dos bultos éste lo deseaba con ganas, traté de ayudarle poquito haciéndome un poco hacía atrás y logré sentirlo en mis nalgas, ahora era yo la que aprovechaba las irregularidades de la calle para apretarle su verga con mi culote, rápido entendió el mensaje y se dejó llevar, me frotaba de lado a lado y de pronto empujaba, así nos fuimos como 3 cuadras.
Una señora pidió la bajada y él en lugar de hacerse a un lado para que pasara se repegó con mucha fuerza detrás de mí, pude sentir toda su verga erecta en medio de mis nalgas, estoy segura que si hubiéramos estado sin ropa, me la hubiera metido toda, la señora bajó, pero él se quedó pegado a mí, ya no regresó a su posición anterior, yo feliz, incluso le levantaba un poco más el culo y hacía ligeros movimientos circulares, él ya en confianza bajó una mano y me sobaba una nalga, yo como sin nada, desgraciadamente llegué al lugar donde me tenía que bajar y se acabo el masaje erótico, je, je.
Llegué al lugar donde tenía que cobrar el envío y me dijeron que no había sistema que si quería volviera más tarde o esperara, me dio coraje, pero como lo mencioné antes en lugar de ver un problema vi una oportunidad le hablé a mi suegra y le comenté que me iba a esperar, ella seguía feliz con sus nietos. Caminé a una plaza comercial cercana y di una vuelta por las tiendas, me quedé un rato viendo unos zapatos que me gustaron en un aparador y también porque vi que un hombre se me quedó viendo, no me quitaba los ojos de encima, lo veía de reojo y por el espejo de la zapatería.
El hombre se veía joven como de 24 años, no era guapo, pero tampoco feo, alto, delgado, traía un uniforme como de una empresa donde trabajaba, así que me propuse quedarme enfrente de él haber que pasaba, yo andaba ganosa desde unos días antes y luego los arrimones del camión me pusieron cachonda, así que lo que quería era que alguien me pidiera las nalgas para darle vuelo a la hilacha. El joven sólo me veía de arriba abajo, pero no me decía nada, así que tuve que dar la iniciativa, me acerqué y le dije: -Disculpa, me dices la hora por favor.
El joven se puso nervioso y levantó su muñeca para consultar su reloj. – Las cuatro y media. Me contestó, gracias le dije. Ya casi me daba media vuelta cuando me dijo. –¿Esperas a alguien? En ese momento le contesté. –No, bueno sí, le platiqué que tenía que esperar a que se restableciera el sistema, él me preguntó. –¿Mientras que vas a hacer? Porque si quieres te puedo invitar un café. En ese momento sentí mariposas, pero no en el estómago, sino en mi cosita y acepté. Ya me valía que me vieran, total ya casi me iba de mi pueblo y quería que me dieran mi última cogida.
Empezamos platicando de él, me decía que se llamaba Alfredo, que era soltero y no tenía novia, yo le dije que era casada, pero que mi marido estaba en otro país y que pronto lo alcanzaría allá y sin más le tiré una indirecta, le dije que ya tenía 6 meses sin sexo y que lo extrañaba, Alfredo me dijo. -Pues si usted quiere yo le puedo hacer el favor. –De verás le contesté emocionada. Pero le dije que fuéramos muy discretos, él me contestó que sí, así que me propuso ir a un motel que quedaba cerca y nos fuimos caminando, él se adelantó un poco para pedir un cuarto y cuando llegué ya traía la llave, entramos al cuarto y ya adentro empezó la fiesta.
Alfredo todavía se mostraba dubitativo de lo que estaba pasando, se quedó viéndome de arriba abajo, yo me acerqué a besarlo y él correspondió dándome un beso muy romántico, sin embargo yo calenté más la situación metiendo mi lengua en su boca y dando ligeros mordiscos a sus labios, creo que le gustó porque continuó con esa intensidad y además empezó a mover sus manos como pulpo, agarrándome las nalgas y amasándolas como si fuera hacer pan, luego las subía a mi espalda y también la masajeaba con muchas ganas, yo por mi parte bajé la mano para tocar su miembro el cual aún no estaba al 100, nos sentamos en la cama y mi nuevo macho me quito la blusa subiéndola y sacándola por la cabeza, después el brasier dejando libres mis dos hermosos melones, los cuales primero admiró y acto seguido degustó con mucho placer chupándolos con mucha efusividad, yo le agarraba la cabeza presionándola hacía mí para que no desistiera de su tarea, estaba disfrutando tanto de esa acción que hasta cerraba los ojos para interiorizar ese placer, después de un rato me intentó bajar el pantalón, pero como estaba muy ajustado le costaba trabajo, así que le tuve que ayudar bajando el cierre y levantándome de donde me encontraba sentada, Alfredo empezó a bajar y al darse cuenta que no traía ropa interior volteó a verme y yo simplemente sonreí, me quitó por completo el pantalón y se emocionó tanto al ver mi panochita bien depilada que comenzó a frotarla con su mano, introduciendo ligeramente un dedo en mi rajita, para ese instante ya estaba yo muy mojada así que mi hombre se humedecía muy rico sus dedos, yo no quise quedarme atrás y le quite su ropa, primero su camisa y después su pantalón.
Fue ahí cuando pude ver su verga que seguía sin estar al 100, no sé si mi amante estaba nervioso o que sucedía, pero yo me encargaría de ponerla dura, se la empecé a sobar de arriba abajo y luego me acerqué y me la metí a mi boca, Alfredo se sacó de onda y se hizo hacía atrás, le pregunté qué ocurría y me contestó que nunca antes se la habían mamado, le dije que se dejara llevar que le iba a encantar y así lo hizo, yo empecé a mamársela metiéndomela completita a mi boca, me acordaba de mis dos anteriores hombre y este o la tenía más chica o no la tenía completamente parada porque me entraba toda a la boca, al seguirla mamando pude sentir en la boca como fue tomando más firmeza, Alfredo se arqueaba todo, creo que lo estaba disfrutando bastante porque pude saborear su saladito líquido preseminal, él sacó su pito de mi boca y me pidió que me acomodara en cuatro, yo accedí pensé que me daría una buena chupada de pucha, pero no, luego, luego me metió su verga en la vagina (yo hubiera deseado una buena lubricada natural) y comenzó a bombear como desesperado, traía un ritmo bárbaro, la sacaba y la metía con fuerza, yo disfrutaba muchísimo se notaba que ya tenía tiempo sin tener un pedazo de carne adentro, incluso soltaba unos ricos gemidos que prendían más a Alfredo el cual me pidió permiso para darme una nalgada, yo se lo otorgué y él me dio una nalgada sin mucha fuerza, yo le pedí que repitiera la acción, pero con más fuerza.
Lo volvió a hacer, sin embargo yo quería más, así que le dije. –Más fuerte. Alfredo me dio con todas sus fuerzas, creo que se escuchó hasta afuera de la habitación, pero lejos de dolerme me excitó, así que empecé a ensartarme sólita y empujándome con fuerza contra su verga que para ese momento ya estaba no al 100 sino al 1000, con ese ritmo Alfredo no duró mucho cuando sentí su chorro de leche en el interior de mi vagina y escuché un grito de placer, después se desplomo a mi lado y yo me recosté para descansar.
El haber recibido antes dos muy buenas cogidas de dos machos experimentados, ésta no me había dejado satisfecha, tal vez ya me había hecho exigente en ese ámbito, me levanté de la cama y vi a Alfredo satisfecho y con su miembro ya flácido y pensé. –Voy a intentar revivir a ese muerto, que valga la pena la última puteada en México. Así que me puse de rodillas y empecé a chupar ese gusanito, Alfredo abrió los ojos y se sorprendió, me veía incrédulo, pero rápido se dio cuenta que yo quería la segunda parte, el gusanito se fue poniendo duro hasta que después de unos minutos ya estaba como pata de conejo, dura, dura, se veía hermosa así ensalivada, la cabeza brillosa y toda llena de venas, creo que más dura que la primer vez.
No le di más tiempo así que me levanté y me volteé dándole la espalda y él recostado en la cama, pero con los pies abajo, quedando su verga en posición de firmes, traté de buscar con mi cosita ese tronco y cuando lo encontré me di un sentón que sentí que el pitote me entró hasta el ombligo y seguí con ese movimiento de sube y baja a un ritmo que me hacía sentir en la gloria, Alfredo se mantenía inmóvil al igual que su verga y yo feliz, como él no decía nada le pregunté que si le gustaba y me contestó que sí, también le pregunté sin perder el ritmo, que es lo que más le gustaba de mí, Alfredo me contestó que las nalgas, que las tenía muy bonitas y grandotas, que cuando me puso a gatas se me veían enormes y que en cada metida se movían muy rico, ahí terminé por descubrir que me calienta mucho que me digan cosas sobre mi culo cuando me están cogiendo porque aceleré el ritmo y llegué al orgasmo.
Descansamos por unos minutos, me limpié, me cambié y le comenté a Alfredo que me tenía que ir y que fue un placer haber cogido con él, además le repetí que debía ser discreto y no decir nada. Salí del hotel y me fui a cobrar el envío, para ese momento ya había sistema, me dieron el dinero, tomé un taxi y llegué a la casa de mi suegra por los niños, mi suegra me vio de arriba abajo y me dijo. –Si cobraste? Yo le respondí. –Sí. (lo que pensé fue que esta vez fue la única que no cobré)
Los días restantes me la pasé feliz arreglando el equipaje y recordando mi última vez como puta, llegó el domingo yo y mis hijos salimos para U.S.A. Todo el viaje fue normal y me encontré con mi esposo, el cual me abrazo y me dio un beso diciéndome que me quería mucho y que estaba muy feliz de que estuviera con él.
El tiempo pasó, ya llevo más de diez años acá, me he acostumbrado a coger sin sabor con Crispín, de repente recuerdo esas tres veces que le puse los cuernos y me sigo mojando, también no descarto que a mis cuarenta años encuentre la oportunidad de conocer a un hombre que me vuelva a hacer sentir hembra, me dé una buena cogida y experimentar cosas nuevas con relación al sexo. Si vuelvo a tener una aventura pronto con gusto se las contaré…