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Puta por necesidad
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Tiempo de lectura: 8 minutos

El relato que voy a contar es totalmente verídico aunque sucedió hace ya algún tiempo. 

Actualmente vivo en Estados Unidos, pero la experiencia que les voy a platicar sucedió en México, comenzaré platicando que me casé con el que actualmente es mi esposo a los 18 años, él era un tipo guapo y trabajador un año más grande que yo, nos conocíamos desde adolescentes porque vivíamos en el mismo barrio así que mi familia lo aceptó como mi novio y nuestra relación duró sólo unos cuantos meses cuando decidimos casarnos además de que en ese lugar se acostumbra casarse joven.

Crispín que así se llama mi marido al principio fue muy cariñoso conmigo, tuvimos un hijo al año de habernos casado y 4 años después Dios nos bendijo con una hermosa niña, la historia que les voy a contar inicia cuando yo tenía 27 años y mis hijos 8 y 4 respectivamente, mi marido empezó a llegar tarde a casa y tomado, al principio yo le reclamaba porque tomaba, Crispín me contestaba de mala gana que tenía derecho a echarse unas cheves con sus amigos por tanto que trabajaba, pero poco a poco fue en aumento las veces que llegaba borracho y sin dinero, también me gritaba y si yo le contestaba me pegaba así que mejor no le decía nada, mis hijos cuando lo veían lloraban y se metían a su cuarto y yo junto con ellos, cada vez me daba menos dinero para la despensa por gastar en su vicio por lo tanto no salía la semana tenía que pedir prestado a los vecinos o fiado en la tienda para darle de comer a mis hijos.

Un día, la señora de la tienda que, era una mujer gorda como de unos 60 años llamada doña Mago me aconsejó que lo dejara que yo era muy bonita y que no faltaría algún hombre que me aceptara con mis hijos, en ese momento regresé a casa pensando en lo que me dijo la señora, yo nunca lo había pensado, de hecho había dejado de mirarme como la mujer que era, me miré en el espejo y mi cara se veía maltratada porque ya ni me arreglaba y por un momento quise sentirme atractiva así que me metí a bañar y al enjabonarme puse especial atención en mi cuerpo empezando por mis piernas que eran lindas y torneadas, mis nalgas grandes y redondas, mi cintura que aunque no era la misma que a los 18 pero seguía siendo pequeña a pesar de haber tenido 2 embarazos, mis tetas ya eran más grandes aunque algo caídas esa experiencia me calentó un poco, ya que mi marido tenía mucho tiempo que ni siquiera pensaba en sexo y ni me tocaba por andar borracho.

Salí del baño con tan solo una toalla alrededor de mi cuerpo y me fui a mi cuarto, tiré la toalla y me observé por varios minutos en un espejo que tenemos de cuerpo entero dándome ligeramente vuelta viendo las nalgas que nuevamente volví a ver bonitas y el resto de mi cuerpo que no estaba del todo mal y recordando lo que me dijo la señora de la tienda, sin embargo no asimilaba dejar a mi esposo, por mis hijos y por lo que pensaría mi familia, ese día me maquillé y me peiné para ir a recoger a mis hijos a la escuela, aunque me tuve que poner la misma ropa, ya que no tenía mi marido hacía años que no me compraba nada.

Ese día por la tarde espere a mi esposo pidiendo a Dios no llegara borracho para ver si hubiera la posibilidad de coger, pero aunque no llegó tomado si llegó muy enojado creo que lo hacía para no darme dinero y que yo no le pidiera.

Así pasaron varios días y tuve que ir nuevamente a la tienda a pedir despensa fiada, le comenté a la señora Mago que en cuanto tuviera le pagaba, ella me contestó que ya le debía mucho que porque no hacía algo para ganar dinero, le dije que no sabía hacer nada y me dijo que ella conocía a alguien que me podría dar dinero a cambio de estar conmigo, yo me ofendí porque sabía exactamente a qué se refería ya que se rumoraba en el barrio que la señora Mago de joven le ponía los cuernos a su marido y se iba a coger con cualquiera por dinero, le dije que yo le iba a pagar que me diera la mercancía y después me fui a mi casa y no me pude quitar la idea de la cabeza, se me hacía lo más bajo que una mujer puede hacer, qué pensaría mi familia si se enterara, para colmo esa noche mi marido llegó borracho y me arme de valor reclamándole que para tomar si tenía dinero y para pagar la tienda no, él no dijo nada solamente volteó y me puso un cachetadón en la boca, yo me metí al cuarto de los niños por enésima vez a llorar mi desgracia.

Toda la noche pensé que no era justo que Crispín me tratara así y también reflexioné en la propuesta de la señora, en ese momento llena de coraje decidí que iba a ponerle los cuernos a mi marido por dinero con quien fuera, ya que él no merecía que lo respetara tanto. Al día siguiente después de que mi marido se fue a trabajar y que dejé a los niños en la escuela pase a la tienda y le dije a la señora que ya lo había pensado y que estaba dispuesta a ser puta de cualquiera, la señora se rio y me dijo ¿uno es decente hasta que le aprieta el hambre verdad?

Le platique como estaban las cosas en mi casa y le dije que había tomado esa decisión por despecho, pero también por la necesidad de darle de comer a mis hijos, sin embargo tenía que aconsejarme ya que yo nunca había estado con un hombre que no fuera mi marido, me contestó que no me preocupara que ella me iba a ayudar y que fuera en la tarde para ver que me conseguía.

Más tarde fui con muchos nervios a la tienda a ver qué razón me tenía la señora, cuando llegué había algo de gente comprando así que me esperé hasta que no había nadie, ella me miró y se sonrió, -Ya está. Te conseguí un cliente, yo me sentía con la moral hasta el suelo, pero ya había dado ese paso así que tenía que continuar y también por la deuda que tenía ya en la tienda.

La señora me dijo es un señor divorciado se llama Rafael es muy educado te va a tratar bien ya le dije que era tu primera vez y me dijo que mañana a eso de las 11 te esperaba en su casa, le pregunté que donde era y me dio una dirección, para mí estaba bien a esa hora ya que estarían los niños en la escuela y mi marido trabajando, le dije que cuánto le cobraba y la señora me contestó que eso yo lo tenía que decidir, me fui a casa y no pegué el ojo en toda la noche pensando en lo que me esperaba y los nervios de ser infiel con alguien que aún desconocía.

Me levanté temprano le preparé el desayuno a Crispín y llevé a los niños a la escuela, de regresó pase a la tienda y le pedí a la señora Mago prestado para el camión, se rio y me dijo toma vete en taxi para que llegues rápido, la verdad que me fui tal como andaba, ya que como mencioné antes no tenía ropa bonita y aunque tuviera no quería que los familiares o vecinos que me encontrara sospecharan.

Me subí en el primer taxi que encontré y le di la dirección, me llevó a un fraccionamiento residencial muy bonito y me dejó afuera de una casa con el número 21, toqué el timbre y salió Don Rafael, era un hombre de unos 40 años, delgado, no muy alto y ya con algunas canas en su cabello, su voz era gruesa y eso es algo que a mí me atrae de los hombres.

Me saludó y me invitó a pasar, a mí me daba mucha pena y se me caía la cara de vergüenza además de que estaba demasiado nerviosa, al entrar me dijo que me sentara y que si quería algo de tomar, yo le respondí que no, que estaba bien.

Rafael vivía solo, me platicó que tenía 5 años de divorciado y que su único hijo vivía con su ex, después de platicar un poco me dijo que pasáramos a la recámara, yo creo que me veía demasiado nerviosa porque me dijo que si no estaba segura de lo que iba hacer mejor lo suspendíamos, por un momento quise salir corriendo, pero por una parte necesitaba el dinero y por otra también quería sentirme mujer otra vez.

Le dije que estaba bien que no pasaba nada, Rafael se me acercó por la espalda, me abrazó muy fuerte y me besó el cuello, desde ese momento sentí cosquilleo por todo el cuerpo y un calor de excitación que ya había olvidado, sentí su bulto muy rico pegado a mis nalgas que como ya les había platicado son grandes y redondas, me deje llevar por ese momento de cachondeo y eché mi culo un poco hacía atrás para sentir mejor ese pedazo de carne que se cargaba el señor Rafael, él me siguió besando, bajó sus manos hasta la cintura y poco a poco me iba subiendo mi vestido hasta que me lo sacó por la cabeza, yo me quedé sólo con mi calzón y mi bra, después me dio la vuelta y me quitó el brasier y dejó libres esos melones que me cargo de tetas, me dijo que los tenía grandes y hermosos después empezó a lamerlos por todos lados, pasaba su lengua en círculos por mis pezones, luego trataba de metérselos todos a la boca aunque no le cabían pero hacía un esfuerzo, se pasaba de uno a otro como para ver cual estaba más sabroso, yo disfrutaba muchísimo de esas mamadas que me estaba dando, me empujó suavemente a la cama y después de recostarme me quitó con suavidad mi ropa íntima y empezó a chuparme con la misma intensidad que las tetas la vagina, metía su lengua lo más profundo que podía y hacía movimientos muy ricos que me hacían explotar de placer, mi marido nunca me había hecho sexo oral así que era algo nuevo para mí, lo estaba disfrutando tanto que sin darme cuenta soltaba leves gemidos y tomaba a Rafael por la cabeza para hundirlo aún más en mi cosita, estaba tan caliente y apenas íbamos empezando.

Después de estar así algunos minutos él se quito la ropa y pude ver su verga, hasta ese momento sólo había visto la de mi marido y esta era algo diferente, mi marido la tiene morena y Rafael la tenía clara, de tamaño parecido a la de Crispín pero esta se me antojaba más, se veía más limpia ya que también la traía depilada me la acercó a la cara y yo sin más me dejé ir a chuparla, me la metí poco a poco a la boca, pero no me cabía toda, él me tomó de la cabeza y me empujó un poco para que me entrará más y me decía “Hasta que te queden los huevos en los labios” yo hacía un esfuerzo por meterla toda, ya la sentía hasta las anginas, pero me aguantaba era un placer tener toda esa vergota en mi boca, de repente hacía arcadas y él se reía, me pedía que volteara a verlo y yo lo hacía ya con lagrimas en los ojos, pero sin dejar de meter hasta el fondo ese sabroso tronco.

Después de un rato se recostó en la cama y me pidió que me sentara en su falo, para ese momento yo ya había olvidado hasta quién era, me estaba entregando completamente al placer de la carne y ¡qué carne!

Me paré sobre él y poco a poco me fui bajando hasta quedar cerca de su verga la cual ansiaba ya tener dentro, cuando entraron los primeros centímetros me sentí en la gloría y bajé primero despacio y después más rápido y más fuerte sentía que me entraba hasta el fondo y yo me levantaba y me sentaba con fuerza, en ese momento hubiera querido que entraran hasta los huevos, él me agarraba de las caderas para regular el ritmo y también me guiaba con fuerza para que su pito entrara derechito en mi panochita.

Me miraba con ternura y yo sin pensarlo lo empecé a besar con mucha pasión mordiéndole los labios, creo que se calentó mucho y me pidió parar un poco, me sentí un poco apenada, pero me dijo que era porque ya casi se venía y no quería terminar tan rápido me dijo que ese manjar era para disfrutarse con calma, yo me quite de encima y él me pidió que me pusiera en cuatro, obedecí de inmediato y cuando ya estaba en esa posición me levantó un poco más el culito y me empezó a dar nuevamente una lengüeteada que me volvía loca, mi marido nunca se había atrevido a tanto.

Después se acomodó detrás de mí y me paseaba la verga por mi rajita, pero sin meterla yo la deseaba tanto que hacía el culo para atrás para comérmela yo solita, pero él me la daba a desear y seguía ese juego de solo frotármela, por fin se decidió a metérmela primero fue metiendo la cabeza poco a poco, yo sentía cada pliegue de su pene como me iba entrando hasta tenerla toda adentro.

Rafael todavía empujaba con fuerza para que entrara todo ese pedazo de carne, yo la sentía hasta media espalda, aunque casi era del tamaño de la de mi marido Rafael llegó a donde él nunca había llegado, por primera vez en la vida sentí mi panocha completamente llena, después comenzó a meterlo y sacarlo con ritmo y velocidad cada embestida me hacía bramar de placer, siempre he sido muy callada a la hora de tener sexo, pero esta vez pujaba para que mi macho se diera cuenta que lo estaba gozando y me diera más fuerte, llegó el momento de mayor excitación y él me decía que tenía un culote muy rico y eso a mí me calentaba mucho, yo le decía que si se le gustaba, él respondía que sí y ya entrada le pregunté que ¿qué le parecían mis nalgas? ¿Qué si eran nalguitas o nalgotas? Rafa decía que nalgotas y no sé porque me calentaba que me dijera eso.

Al oírlo yo más le paraba el culo para que me siguiera penetrando, hubo un momento como que él se cansó y se quedó parado, pero al sentir que ya no me entraba la verga yo hice mi trabajo, me empujaba hacía atrás casi con el mismo ritmo que él lo estaba haciendo, sentía muy rico como sus huevos pegaban en mi culo, no tardó mucho soportando mis movimientos cuando expulsó un chorro de leche en la vagina y después el resto me los hecho en la espalda y se recostó a un lado de mí. Así nos quedamos un rato y después me dijo “nunca había cogido tan rico, eres fenomenal”, yo no contesté nada pero pensaba exactamente lo mismo, jamás mi marido que había sido mi único hombre, me había hecho sentir tan mujer y tan puta. Creo que salí ganando con esta experiencia a la cual accedí por necesidad.

Finalmente nos cambiamos y me dijo qué cuanto me debía. Yo no supe que responder y me quedé pensando (tal vez yo soy quien le tenga que pagar a él por cogerme de esa manera) no sé, págueme lo que les paga a otras, se rio y sacó de su cartera dos mil pesos y me los dio, a mí se me hizo mucho, pero como estaba de endeudada se los acepté sin decir nada, llegó el taxi que me había pedido momentos antes y se despidió dándome un gran beso que me volvió a calentar, pero ya era tarde así que me subí al coche y me fui a casa.

Llegué primero con la señora de la tienda y le pagué lo que le debía, además de agradecerle el favor que me había hecho, ella sólo sonrió y me dijo -Por la cara que traes te ha de haber ido muy bien.

Yo simplemente asentí y la señora me dijo –Si vuelves a necesitar dinero me dices…

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