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Propuesta indecente: Por cuanto me lo das
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Tiempo de lectura: 14 minutos

Desde que volví a quedar soltero siempre ando en el acecho buscando a una chica a quien llevar a la cama. Reconozco que soy promiscuo, pero también tengo algunos parámetros y tengo una gran dosis de suerte con las mujeres. No importa si son jóvenes, maduras o qué estado civil tengan y, aunque me gustan todos tipos de mujeres, me inclino por las chicas esbeltas y de preferencia que sean de cuerpo petit. En este afán de ligarme a una chica todo el tiempo, he tenido muchas experiencias y he intentado de todo y, es como me llegó la idea de hacer totalmente algo diferente y ver qué resultados obtenía.

Tener sexo con una desconocida se me hace muy excitante y he tenido algunas experiencias como estas, como también he recurrido algunas veces al sexo de paga y en esto he estado con mujeres de medio nivel o alto nivel donde he tenido que soltar de $200.00 a $300.00 dólares por hora por una de medio nivel hasta los $3000.00 por una chica que se promueve como de alta clase. Y es cómo se me ocurrió: ¿Qué pasaría si le ofrezco dinero a cualquier chica de la calle y ver si está dispuesta a follar por dinero? – ¡Qué sorpresa me he llevado!

Formulé una estrategia y me iba a presentar con mi propio nombre haciéndome pasar por un encuestador de una revista para hombres y les hacía saber que eran preguntas sexualmente explicitas con el incentivo de ganarse $20.00 por contestarlas. Elegí hacer esto en la ciudad de Guadalajara, dado que iba a pasar toda una semana cerrando la venta de un departamento. Qué mejor para encontrar mujeres que en una tienda departamental con su corte de comida el cual regularmente está abarrotada de clientes en horas del mediodía.

Las primeras dos candidatas a quienes me les acerqué rechazaron la propuesta de inmediato a pesar de que $20.00 es el promedio que gana un trabajador de oficina a diario. Y debo decir que tales candidatas iban vestidas de una manera sensualmente provocativas que me dieron la señal equívoca que debían también ser mujeres de mente abierta. De repente veo llegar a esta chica y quien se sienta a solas con un café y una donut. Va vestida recatadamente con una falda azul marino hasta las rodillas, su blusa blanca abotonada hasta el cuello y llevando unos zapatos de tacón alto y la típica cartera de mano que siempre lleva una mujer. Le calculé entre 20 a 30 años y su altura era de alrededor de 1:65 metros. Era de bonito rostro alargado, de cabello oscuro que le cubría casi toda su espalda y de tez clara. No llevaba anillo de boda o compromiso, más la única joyería era un brazalete en su muñeca izquierda, aretes alargados y una cadena sin medalla, todo de oro. Dudé un poco el acercamiento, pero luego me decidí y también a mi oferta la subí a $50.00.

Cuando me presenté y le hice la propuesta ella solo sonrió con cierta inseguridad y pensé que iba a escuchar el mismo rechazo que me dieron otras. Para mi sorpresa esta chica quien dijo llamarse Alexa me cuestionó la forma de pago diciendo: – ¿Paga en efectivo al comenzar o terminar la entrevista? – Yo recurrí a mi cartera y le saqué los $50.00 y se los puse en la mesa frente a ella no sin antes recordarle que eran preguntas sexualmente explicitas. Ella solo hizo un ademán de afirmativo diciendo: – Está bien, comience con su entrevista.

Le expliqué que la entrevista sería grabada y que ella no me tenía que dar más datos personales que su primer nombre y que tomaría entre 15 a 20 minutos. Ella nuevamente estaba de acuerdo y comencé con las preguntas básicas para luego subir el volumen a lo candente:

– Alexa, ¿eres casada, soltera… con novio?

– Casada.

– ¿Cuántos años llevas de casada?

– Dos.

– ¿Llegaste virgen al matrimonio?

– No.

– ¿A que edad perdiste tu virginidad?

– A los diecisiete.

– ¿Con tu primer novio?

– No… era mi tercer novio.

– Alexa, ¿te masturbas y si lo haces, que edad tenías cuando lo hiciste la primera vez?

– Si… (Se había sonrojado) ¿Quién no lo hace? Creo que tenía alrededor de quince cuando lo hice la primera vez.

– ¿Llegaste al orgasmo esa primera vez?

– No… fue con el tiempo que logré llegar a mi primer orgasmo.

– ¿Imaginabas que lo hacías con tu novio o en quién te inspirabas?

– La verdad que no tenía novio en el momento, pero siempre imaginé hacerlo con el profesor de matemáticas. Era un moreno muy guapo.

– Alexa, ¿alguna vez le has sido infiel a tu esposo o has pensado en la posibilidad de serle infiel?

– Solo en la mente. La verdad que no sé si me atrevería, pero como dicen por ahí: Nunca hay que decir que de esa agua no he de beber.

– ¿Qué tipo de ropa interior te gusta más? ¿Y qué tipo de ropa íntima llevas hoy?

– Uhm… la verdad me siento cómoda con los bóxer. Hoy llevo pantaletas estilo bikini.

– ¿Te depilas tus partes íntimas?

– ¡Todo el tiempo?

– No sé si a ti te importa el tamaño, pero dime ¿estás satisfecha con el tamaño del miembro de tu esposo o cuál es el tamaño perfecto para ti?

– No sé de medidas, pero sí me hubiese gustado que fuera un poquito más grande. (Me señaló que le gustaría una de 18 centímetros y su esposo quizá llegaba a los 12).

– ¿Cuántas veces tienes sexo a la semana?

– No sé cómo contestar la pregunta. Algunas veces apenas lo hacemos dos veces por semana y en otras hasta diez o doce veces.

– ¿Llegas siempre al orgasmo?

– La mayoría de las veces.

– ¿Cuál es tu posición favorita y en cuál crees que eres más orgásmica?

– Igual… me gusta de todo. Que me pongan en cuatro, el misionero, el 69, montar, de cucharita… de todo y en todas puedo lograr un orgasmo si se estimula muy bien con tiempo.

– Mencionaste el 69 y con eso me doy cuenta de que gustas dar y recibir placer oral. ¿Qué tal con el sexo anal… es algo que practicas?

– Uhm… Usted si hace que me sonroje. A ver… cómo le digo. Nunca nadie me lo ha pedido, pero es algo que me llena de curiosidad. No sé como insinuarle a mi esposo para que lo intentemos y que él no me crea una depravada.

– ¿Definitivamente es algo que deseas experimentar?

– Si… definitivamente para que no solo me cuenten.

– Alexa, ¿tu estarías dispuesta a tener sexo con alguien o lo considerarías sí el pago o un favor es justificable?

– A ver… ¿tener sexo por dinero? No sé… igual que le dije anteriormente: Nunca hay que decir que de esta agua no beberé, pero igual uno no se puede imaginar las circunstancias. No sé… tendría que valer la pena.

– Dime, ¿cuál es la cantidad para ti que valdría la pena?

Alexa se quedó pensativa por unos segundos y vacilaba su mirada observando la muchedumbre caminar. Me quedó viendo con esos lindos ojos oscuros achinados y me decía:

– Mire, ya han pasado más de 15 minutos. ¿Faltan todavía preguntas?

– Dos o tres… las más importantes. Dime… ¿cuál es la cantidad de dinero que valdría la pena para conllevar ese paso.

– Creo que me atrevería hacerlo por mil dólares.

– Bueno, te voy a hacer la última pregunta, pero piensa muy bien tu respuesta porque de otra manera volveré a hacerle la misma entrevista a otra chica… así que piénsalo bien. Te ofrezco $500.00 para que cojas conmigo por dos horas.

Alexa se sonrojó y quedaba en un silencio. Lo estaba debatiendo interiormente pues tampoco había tomado camino. Comenzó y por segundos golpeaba con sus dedos el plástico de la mesa. Se levantó diciendo una expresión entre sus dientes que no logré entender, pero luego ella me preguntó: ¿Y a dónde lo haríamos? – Le dije que me hospedaba en un hotel de renombre cercano al lugar y fue algo que alivió su tensión e inseguridad, pues no estaba dispuesta a ir a un motel de mala muerte o de segunda clase. Velando por su seguridad ella me preguntó por qué nombre estaba registrado y vi que tomó su celular he hizo una llamada. Cuando lleguemos a la recepción del hotel, ve y pregunta si tienes mensajes y ellos te dirán algo que quiero escuchar de ti y solo así subiré a tu habitación.

Entendí que se sentía insegura y era comprensible, pues en una metrópolis como la ciudad de Guadalajara no son raros crímenes de todas clases. Una vez pasado ese bache subimos hasta el decimo cuarto piso, donde me quedaba en una suite que llaman ejecutiva. No era el típico cuarto de hotel, pues en este había una pequeña sala, un baño con dos lavamanos y una regadera con una tina de buen tamaño y, luego tenía su habitación a parte y en la sala había un refrigerador abastecido con algunas cervezas, pequeñas botellas de diferente licores y tres tipos de vino. Alexa dio una vuelta alrededor de la suite y abrió el refrigerador diciendo: – ¿Puedo tomar una cerveza? Necesito calmar mis nervios… ¿puedo?

Mientras tomaba su cerveza me pidió que me fuera a tomar una ducha y que ella haría unas llamadas telefónicas pues tendría que inventar algunas excusas por el extra-tiempo tomado y que luego ella también pasaría a bañarse. De esa manera sucedió. Yo salí del baño solo con una toalla cubriéndome del abdomen hacia abajo, como si fuera una falda y luego Alexa entró. Escuché que caía la regadera y entré a espiarla y ver esa linda figura a través de ese cristal corrugado que distorsiona la imagen. Ella había colgado su ropa en ganchos pues ahí mismo había un armario, y había dejado sus bragas tipo bikini, de esos minúsculos que en la parte de la cintura solo los une una cinta elástica colgados en la barra que sirve para abrir las doble puertas. Las tomé y las extendí y, descubrí que las tenía húmedas, lo que me dio a entender que la entrevista la había excitado. No creo que me haya visto, las puse de nuevo en la misma barra como estaban y me fui a esperarla en la cama.

Ella igual. Cuando salió del baño solo iba cubierta de la cintura con una toalla y se había cubierto sus pechos con otra y no se había mojado su cabello. Llevaba su cartera y de ella sacó dos botecitos y con uno se roció la zona del cuello y lo otro era una crema de cuerpo la cual untó en sus piernas y brazos dejándole un aroma a cereza o algo así, la verdad que era un aroma dulce. Sus piernas se le miraban sedosas y alargadas y se había hecho una especie de trenza con su cabello y se acerco frente a la cama y avanzó hacia como gateando y me hizo una petición: – Tony, le voy a pedir algo muy importante para mí… por favor no me deje marcas.

Dicho aquello y yo asegurándole que no pretendía causarle algún inconveniente con su marido, Alexa me descubrió la toalla y comenzó a lengüetear delicadamente mi falo que estaba flácido pues yo regularmente me baño con agua helada y en esa época tenía mis 47 y contralaba ya muy bien mis erecciones. Ella vio cómo creció mi falo ante ella y haciendo una pausa dijo: ¡Dios mío… usted no tiene verga, lo que usted tiene es un garrote! – Recordé que por esos días había leído un editorial que la mitad de los hombres tenemos un tipo de miembros que son engañadores, pues estos flácidos parecen ser muy pequeños, pero que llegan a tener dimensiones mucho más grandes que aquellos que flácidos se miran miembros grandes, pero no crecen o toman mucho más volumen cuando excitados. Yo pertenezco a esa mitad, el cual cuando flácido parece ser un miembro pequeño, pero sorprendentemente para muchas mujeres, el mío alcanza los 21 o 22 centímetros con una circunferencia también sorprendente para mi tipo de cuerpo, el cual es atlético sin mucho músculo, aunque si mido 1:86 metros.

Alexa en un minuto o menos se dio cuenta que no podría más con todo mi falo en su boca, pues ella es de boca pequeña y esta había crecido sorprendentemente al contacto de sus delgados labios. Me pidió que me acostara y de esa manera tendría mejor acceso a mi verga y ella estaría más cómoda. Me puse dos almohadas para poder ver las acciones de esta linda mujer y ella comenzó con un oral de las mil maravillas. Me besaba el tronco, me atrapaba los testículos con su boca y me los apretaba delicadamente y ella como a unas chicas asiáticas con las que tuve sexo, también con sus dedos me tomaba el glande en forma de masturbación. Sabía que si continuaba así en cualquier segundo me mandaría al cielo y cuando Alexa hacía una pausa, la toalla que cubría sus pechos ya no la tenía y aproveché para tomar otra posición y salir por ese momento del precipicio de la excitación.

Ahora era Alexa quien yacía acostada sobre su espalda y apoyando al igual que yo su cabeza sobre las mismas almohadas. Comencé a besarle el cuello, algo que sé le fascinaba pero que tenía mucha desconfianza que le dejara alguna marca. Yo le aseguraba que no le dejaría marca alguna, pero entendía su desconfianza. Bajé a sus espectaculares pechos, con una areola oscura y de pezones redondos y medianos. La verdad que eran muchísimo mejor que los que había imaginado, pues con esa blusa blanca realmente no se podían apreciar. Pechos redondos en un cuerpo alargado y creo que fue donde esta bella mujer comenzó a disfrutar. Mordisqueaba sus pechos y pezones, los succionaba y masajeaba con mi lengua todo el contorno alrededor de ellos. Alexa solo jadeaba de placer y luego comenzó a exclamar:

– ¡Por Dios… tienes una lengua muy juguetona! Me tienes sobreexcitada.

– ¿Te gusta que jueguen con tu tetas?

– Uhm… Por Dios… ¡Me fascina! – decía con una voz erótica.

Yo gozaba chupándole las tetas y me encantaba escuchar esos gemidos eróticos y cómo se le erizaba la piel. Me puse como hincado frente a ella siempre comiéndome sus tetas y le toqué el sexo. Estaba totalmente húmedo y con mis dedos abrí esos labios y comencé a masajear su panochita hasta llegar y descubrir lo duro de su clítoris. Ella elevó los decibeles de su jadeo y yo frotaba al principio su clítoris delicadamente, pero al sentir que ella hacía ese vaivén como si la estuviese penetrando, le aceleré el ritmo al cacheteo. Solo se oía el ruido del golpeteo, las succiones que le hacía a sus pezones y los alaridos de Alexa y luego con su voz erótica me lo pedía: – Métemela… estoy a punto de acabar. – Sentí ese vaivén de Alexa más acelerado y sabía que estaba a segundos de correrse, cuando tomé posición, busqué el hueco y le hundí buena parte de mi verga y la sentí bien apretada y ella jadeó como de dolor, pero siguió con ese ritmo frenético y comenzó con unos aullidos de loca. Esta mujer se retorcía del placer y yo le aceleré ese mete y saca hasta que un par de minutos después me corrí en ella. El chorro de semen se deslizó en las sábanas y con una de las toallas hicimos los primeros pasos para limpiarnos. Ambos nos fuimos a la regadera donde hacíamos plática del momento:

– Usted tiene una lengua muy juguetona y un garrote que ni cuando me desvirgaron me dolió tanto.

– ¿Realmente te dolió?

– ¡Mucho! Pero estaba a punto de correrme y eso me relajó en el momento que luego me pareció delicioso su invasión. La verdad que pensé me iba a salir la punta de su verga por la boca.

Siempre he pensado que las mujeres lo quieren de una manera u otra adular a uno, pero en mi experiencia con las mujeres y no importa que tipo de cuerpo, me he encontrado con chicas de vagina reducida. Uno siente ese apretón de sus labios y llega a un punto en esa primera penetración que uno siente pegar en algo. Luego creo que su vagina se ajusta y si se ajusta cuando paren a un crío de dos o tres kilos, cómo no se van a ajustar a una verga de solo 22 centímetros. Nos bañamos y nos secamos y esta vez le dije a Alexa que quería comerme su conchita, pues hacia ahí me dirigía cuando culminaba con un orgasmo.

Se acostó de nuevo en la cama y esta vez pusimos una toalla debajo de sus nalgas, pues la sabana estaba aun mojada de la primera corrida. Vi ese cuerpo perfecto, esa carita preciosa de esta mujer que me sonreía y volvió a gemir cuando mis labios rozaron los labios de su vulva recién afeitada. Le meneaba la lengua de arriba hacia abajo, le mordiscaba los labios y llegaba con ímpetu a hacerle círculos con la punta de mi lengua en su ya inflamado clítoris. volvía a gemir y a decir:

– ¡Por Dios… tienes una lengua divina! Nunca me habían dado un mameluco así de rico.

– ¿De veras te gusta que te la chupen?

– ¡Me fascina! Y tu pareces ser un experto en esto.

Le chupaba la panocha de arriba abajo, a veces llegaba a su perineo amenazando chuparle el culito que se contraía y a todo esto mis dedos apretaban sus dos pezones. Los decibeles de sus gemidos volvieron a elevarse y Alexa solo masajeaba los pelos de mi cabeza y la empujaba como para que le hundiera mucho más mi lengua. Ocho o diez minutos después, ella comenzó a hacer el mismo vaivén y sus flujos de líquido vaginal escurrían por aquella abertura. Sabía que en segundos se correría porque levantaba su pelvis y me empujaba la cabeza en contra de su panocha. Yo no dejaba de masajear sus tetas y de repente explotó con un segundo orgasmo. Jadeaba como loca y ese vaivén no cesó hasta que esa onda orgásmica le había recorrido todo su esbelto y petit cuerpo. Yo seguí chupando su clítoris y se lo apretaba con mis labios y con los segundos, minutos después de ese último orgasmo me decía que se corría otra vez: ¡Oh, Dios mío… me estás haciendo acabar de nuevo! – Tuvo dos orgasmos separados por dos minutos y este último le hacían temblar los músculos de sus piernas y nalgas y sonriendo me dijo: ¡Me vas a volver loca!

Esta vez solo se limpió con una toalla húmeda su sexo y yo me fui al baño a limpiar los jugos de su sexo en mi boca. Regresé y Alexa me dio un beso de lengua muy prolongado y de esa manera supe que estaba satisfecha, que la estaba pasando bien. Ella me pidió que me acostara de espaldas en la cama y comenzó a montarme dejándome ver como sus dos tetas redondas rebotaban al compás de unas eróticas mecidas. Se abalanzó contra mi mientras ella movía sus caderas haciendo ese vaivén exquisito y yo chupaba el pezón de una de sus tetas y las intercambiaba con los segundos y ella me dijo: ¡Realmente eres un cabron para coger… me vas a hacer acabar otra vez! – Cerró sus dos achinados ojos y frunció sus labios y sentí como su vientre se contrajo y yo también no pude más y los dos nos venimos en un grande orgasmo. Podía mirar su piel eriza, sentir como mi verga se volvía flácida adentro de su vagina y como el chorro de semen caía esta vez en mi pelvis. Me sonrió y me dijo: ¡Eres un cabron para coger!

Nos faltaba una hora y esta chica me tenía todavía excitado. Después de bañarnos y ella con mucha más confianza, desnuda caminaba alrededor de la suite. Se acercó a la ventana y la veía de espaldas con un trasero excepcionalmente perfecto. Glúteos parados y sólidos y con una piel sonrojada que se me hacía agua la boca en imaginar que me los podía coger. Ella viendo por la ventana la ciudad volvía a hacer plática:

– ¿Te la has pasado bien Tony?

– Del uno al diez… creo que llegamos a mil. -le dije.

– ¿Te puedo hacer unas preguntas y quiero que seas honesto conmigo?

– Dime.

– ¿Eres casado?

– No.

– ¡Difícil de creer, pero está bien! ¿Haces esto regularmente?

– ¿A qué te refieres?

– A entrevistar a chicas y proponerle sexo a cambio de un pago.

– No… es la primera vez que hago esto.

– Difícil de creer pues pareces un experto. ¿Cuántos años tienes?

– 47. -le contesté.

– Increíble… te miras mucho más joven. Te había calculado lo máximo 40.

– ¿Y tú… cuantos años tienes?

– 26. – contestó.

– Te llevo por más de 20 años. ¿Habías cogido con alguien mucho mayor que tú?

– Mi esposo solo me lleva 3 años y los demás han tenido edades similares. Realmente te miras muy bien para tu edad… tienes un vigor que realmente me ha sorprendido.

– ¿Te esperabas una experiencia así esta mañana que te levantaste?

– ¡Para nada! Ni en mis fantasías tuve una experiencia así con un completamente extraño. Mira… solo nos queda 45 minutos y debo estar en casa para que mi esposo no sospeche nada. ¿Lo quieres hacer una vez más?

– Si… ¿Me podrías dar tu trasero? Me gustaría cogerme tu culo. Sé que dices no se lo has dado a nadie porque no te lo han pedido, pues quiero ser el primero en pedírtelo. – ella sonreía.

– Mira Tony, la verdad que se lo pensaba dar a mi marido como lo único virgen que le ofrecería, pero después de dos años no me lo ha pedido. La verdad no te miento que se me antoja, pero si me dolió la panocha con tremendo deslizon que me diste, ahora en el trasero como que me da miedo.

– Sabes… me tomaré el tiempo y sí tú dices hasta aquí, hasta ahí llegamos. Me gustaría ser el primero, pues creo tener el tacto para que sea para ti una agradable experiencia.

– Tony, ¿te puedo hacer una pregunta? ¿Crees que un hombre se puede dar cuenta si una mujer es virgen o no?

– Es muy difícil… Hay chicas que no sangran cuando por primera vez son penetradas y otras que gritan por el dolor y no importa cuanto tiempo llevan haciendo sexo. ¿Quieres entregarme tu trasero?

– Hagámoslo pues… al fin, eres el primero que me lo ha pedido.

Le pedí a Alexa que se pusiera en cuatro y creo que ella pensó que de esa manera me follaria su rico y suculento trasero, pero la puse así para chuparle su ojete y dilatarle con mis dedos su esfínter. Se puso en cuatro con los pechos tocando la cama y me he lanzado a chupar su concha y su ojete. Al chupar su concha miraba como su ojete se contraía y al chupar su ojete su concha hacía un movimiento similar. Sus fluidos vaginales emanaban y le como ambos agujeros por más de veinte minutos. En todo esto Alexa eróticamente decía: – ¡Usted si sabe coger… usted si sabe lo que una mujer desea que le hagan… que rica cogida me está dando… nadie me había comido el trasero!

Alexa gemía, aullaba de placer. Le pedí que se acostara de lado y me fui en posición de cucharita a penetrarle por primera vez ese apretado culo. Le asomé mi glande a su ojete y se lo paseaba con mi mano de arriba y hacia abajo. Se lo empujaba y lo lubricaba con mis secreciones hasta que le hundí el primer falange de uno de mis dedos y ella había gemido. Le hundí dos y ella lo iba asimilando y luego le dije que estaba lista pues le estiraba su esfínter con ambos dedos. Le puse el glande en la entrada y su esfínter me lo atrapó y ella pujo del dolor. Sentía que sus piernas y glúteos temblaban y le pedí que se relajara. Mi glande había entrado, solo faltaba hundir el resto de mi verga en ese agujero. Ella hizo lo suyo y empujaba sus nalgas en contra de mi pelvis y así poco a poco se deslizó el resto de mi verga hasta sentir la presión de sus paredes del intestino. Ella lo apretaba y eso me gustaba y yo también le enviaba esa onda de presión.

Así estuvimos por minutos y pude sentir como bajaba fluido vaginal de su panocha, estaba tan excitada de sentir mi verga en su ano. Comencé a chaquetear su clítoris con mi mano derecha mientras ella subía su pierna por encima de mi rodilla y con la mano izquierda le masajeaba su pezón izquierdo. Esta mujer daba alaridos de placer y con los minutos sentía su onda de compresión, me apretaba con su culo la verga y yo le chaqueteaba frenéticamente su conchita, concentrándome en su inflamado clítoris. No pudo resistir más y con un vaivén se tragaba mi verga con su culo y con mi mano derecha le daba una chaqueteada incesante hasta que explotó con un potente orgasmo. Yo no me pude contener de la excitación y me fui junto a Alexa. Era mi tercer palo y mi verga se tornó flácida en el culo de esta preciosa mujer. Ella me dijo: – Se me va salir su corrida y se levantó apresurada para el baño.

La verga me ardía de lo apretada que estaba Alexa y ella me hacía el mismo comentario. Le había dolido, pero también en ese morbo había encontrado placer. El orgasmo vivido cuando le daba por el culo fue algo único para ella, pues era como potenciar el placer a una escala para ella desconocida. Me dijo que le ardía el trasero, pero que lo volvería a hacer… le había gustado.

Nos fuimos a bañar, me la enjabonó y me la volvía a mamar. No me corrí, pues a mi edad en ese tiempo uno se toma más tiempo en recuperarse especialmente después de tres polvos. Nos secamos y vi cómo se ponía su diminuto bikini cuya humedad se había secado. Me gustó como se miraba con solo su bikini. Luego se puso su brasier y se miraba muy sensual con estos dos trapos. Se puso su falda, las medias al color de su piel, la blusa blanca y sus zapatos de tacón y volvía a lucir como a la chica recatada de quien no se podría sospechar que follaba como lo hacía. Le extendí los $500.00 y los puso en su cartera y ella me dijo lo siguiente:

– Creo que debo comprarle algo a mi gordito. Nunca imaginé que este día le pondría los cuernos… creo que se merece algo.

– Cómprate un babydoll y se lo modelas.

– Quizá sí, pero será otro día… Hoy usted me a dejado agotada y con el trasero que me arde que, si hoy me pide coger, le tendré que inventar un dolor de cabeza. -me he sonreído.

Alexa se despedía con un beso francés y creo que estaba sorprendida de lo que había vivido. Solo recuerdo lo que me dijo después de ese beso que duro fácil un minuto: – Usted si sabe para que tiene esa lengua y como usar cada dedo de sus manos… ya no se diga como usar ese hermoso garrote que cualquier mujer se quisiera coger… Tony… gracias por todo, me la pasé rico y que tenga buen viaje. – Estábamos cerca de la puerta y seguíamos abrazados y me anime a pedirle sus bragas. Ella me dio una sonrisa y con sus ojos sorprendidos me dijo: -Quítemelas pues ya me imagino la colección de trofeos que ha de tener… bájemelas que son suyas.

Me agache, le subí su falda y le baje ese precioso diminuto bikini y aproveche para darle otro beso a su panochita metiéndole mi lengua en ese hueco. Ella solo me dijo: – No me excite más, debo alejarme de aquí… usted con todo lo que le hace a uno, se puede volver muy adictivo. ¡Adiós Tony!

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