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Profesora particular (II)
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Tiempo de lectura: 10 minutos

Si has leído la primera parte de mi historia, Profesora particular, ya sabrás que doy clases de repaso a Fernando, un joven que conozco desde pequeña, hijo de unos buenos amigos de mis padres. Yo terminé la carrera y mientras no encuentro un trabajo que me atraiga, ayudo al chico con las Matemáticas, que se le resisten un poco. No necesito el dinero -somos ricos- que me dan sus padres y doy las clases por complacer a los míos. Bueno, y también porque desde que le vi tan crecido y guapo, me muero de ganas de follar con él. Es que se ha convertido en un joven muy, muy atractivo!

Las siguientes semanas transcurrieron bastante aburridas. Ya empiezo a desistir. Fernando va mejorando con las Mates, pero yo no consigo dar un paso hacia mi principal objetivo. Creo que pronto me voy a rendir y a dejar de ir a darle clases. Y la cuestión es que parece que le gusto y es que no me extraña porque estoy hecha un pibón, la verdad. Pero es tan tímido! Por suerte, su hermano Leo no le ha dicho nada de lo que hicimos esa tarde! O sea, debo reconocer que me lo pasé genial! Hasta que llegó su padre, qué vergüenza!

Cuando este jeves había terminado la clase y ya me iba, Manuel y Lole, los padres de Fernando y de Leo, se dirigen a mí:

– Oye, Esther, estamos muy contentos de como le van las clases a Fernando!

– Sí, eres un sol, hija!

– Oh, gracias, titos! La verdad es que ha mejorado mucho con las Matemáticas, sí!

– Y eso es gracias a ti.

– Lo cierto es que estoy pensando en dejar de darle las clases, creo que ya no las necesita.

– No, no, por favor!

– Esther, tus clases le dan seguridad. Si es por el dinero, te pagaremos el doble.

– O el triple!

– No, no es por el dinero. Es solo que…

– De verdad que agradecemos y valoramos mucho tu trabajo con el chico.

– Sí, ahora se le ve mucho más seguro.

– Bueno, vale, pues, no os preocupéis, o sea, seguiré viniendo.

– Sí, sí, por favor!

– Y ya está decidido: te daremos el doble de dinero!

– No, no es necesario.

– Tú bien lo vales!

– Gracias, titos. Como os parezca, pero si es que ya me pagáis muy bien! Bueno, pues hasta el martes!

– Adiós! – nos despedimos con un par de besos a cada uno.

Cuando ya estoy alejándome unos metros de la casa, Manuel me llama:

-Ah, Esther, mira, no he querido decir nada delante de Lole, pero creo que debemos hablar de lo que vi ese día cuando llegué a casa y estabas con Leo.

– Eh? No, pero si no pasó nada. Yo…

-Aquí no, aquí no, no quiero que mi mujer se disguste. Mañana hablamos.

– No, pero si mañana no vengo, tito. Es viernes!

– Te invito a un café en un bar. Te envío un mensaje y te digo cuándo y dónde.

– Pero yo… es que no hay nada de qué hablar. Mira, si estás enfadado, yo… si quieres, dejo de venir a dar clases y ya está!

– No, no, ya te digo, al contrario. Te pagaremos el triple. O más. No quise decirlo delante de Lole, pero creo que te lo mereces.

– No, pero si ya me dais mucho!

– En eso no hay discusión. Hasta mañana! Ah, y ponte guapa, como siempre, vamos!

– Vale, hasta mañana! Adiós, tito!

– Adiós, bonita!

El mensaje me dijo que quedábamos en una cafetería del centro. Yo decido vestir elegante, pero muy discreta. Me temo que Manuel me va a echar una bronca por cómo me presento a dar clases a su hijo menor.

– Hola, Esther! – se levanta para saludarme.

– Hola, tito! – me da un beso en la mejilla, muy cerca de los labios y me acerca a él con su mano en las nalgas. Yo me separo, me lo miro seria y nos sentamos.

– Aunque estás muy guapa y vienes muy elegante, me había hecho a la idea de que vendrías tan sexy como siempre.

– Bueno, tito, hoy he decidido ponerme este outfit.

– La verdad es que me gustas más como vienes a dar las clases.

– Ah, no sé. Bueno. – cambio de tema- Esta cafetería está muy bien. De lujo!

– Sí. Y es que es del mejor hotel de la ciudad.

– Ah!

– Mira, Esther, iremos a un lugar más tranquilo. Tengo una habitación en este hotel e iremos allí a hablar.

– No hace falta. Aquí estamos bien, tito.

– Sí, pero allí estaremos más cómodos, verás.

– Bueno, no sé, como te parezca mejor.

Subimos en ascensor y entramos en la 707. Más que una habitación, parece el salón de un palacio. Delante de un sofá hay una mesita parada con una botella de cava en una cubitera y unas pastas y canapés.

– Creo que te apetecerá mejor un poco de champán que un café, Esther.

– Oh, qué sorpresa! Vale, sí, je, je. Je! Gracias!

Abre la botella y me sirve muy educadamente. Brindamos. Está riquísimo!

– Mira , Esther. Como te dijimos, estamos muy contentos de tus clases a Fernando. Sobre todo yo!

– Ay, gracias, tito. Es que es muy buen alumno.

– Y tu una maestrita que enseñas mucho y muy bien.

– Es que, para mí, las matemáticas son muy fáciles! – me vuelve a llenar la copa.

– Sí, pero no es sólo eso. Fernando está muy contento contigo. Y Leo también habla maravillas de ti.

– Ah! – me sonrojo y él me guiña un ojo.

– Y yo, procuro llegar a casa antes de que te vayas sólo para verte. Para descubrir con qué modelito te presentas dar las clases.

– Ya, me gusta vestir bien. Me alegra que te guste. – muy avergonzada.

– Sí, por ejemplo, me encantó el vestidito negro que traías y más sabiendo que ese día no usabas ni sostén ni braguitas.

– Ay, tito! Es que, depende del vestido, es mejor no llevar ropa interior para que no se marque.

– Ya, ya. Pero según me dijo mi hijo mayor, también te presentaste sin bragas para… bueno, para provocarle. Y para ponerle las cosa más fáciles para… para que él…

– No, eso dijo Leo? No es verdad! Será…!

– Bueno, no te enfades con él. Nos tenemos confianza. Y claro, cuando le pregunté por lo que había pasado, pues me lo contó todo.

– Pues no te dijo la verdad, tito. Yo…

– Mira, no pasa nada. Si me encanta saber que, aparte de estar tan buena, no tienes reparos en…

– Sólo fue ese día, tito. Leo me engañó. Me dijo que…

– Déjalo, déjalo. No pasa nada.

– Ay, aquí hace mucho calor!

– Serán los nervios.

– No se puede bajar la calefacción, tito?

– Vay muy tapada hoy. Quítate algo de ropa, Esther.

– Quizá sí, mejor. – me quito la chaquetita y quedo con la blusa blanca.

– Bueno, te dije que te íbamos a dar más dinero, el triple, pero creo que en realidad cobrarás cinco veces más.

– Tito! Cinco veces más? Pero… por qué?

– Porque nos tienes a todos muy contentos. Y queremos que tú también lo estés.

– No, si yo…

– Mira, desde el primer día que viniste a casa, ya me fijé en lo crecidita y guapa que estás. Y ese día, cuando os pille con Leo, desnuda, comiéndole la polla, tan excitada…

– Ay, qué vergüenza, tito! Por favor, no le digas nada a Fernando! Ni a tu esposa!

– Por eso no te preocupes, no le diré a nadie lo que vi ni lo que me explicó Leo.

– Yo no sabía que él tiene novia! Estoy muy avergonzada, tito!

– No, no, al contrario. Sí me gustó verte así! Desde ese día que no me quito de la cabeza el deseo de volverte a ver desnuda.

– Oh, tito! Pero si podría ser tu hija! E incluso tu nieta!

– No te pases, Esther!

– Pero si es así! Cuántos años tienes?

– Eso ahora no importa. Mira, sabiendo, por lo que vi y me contó Leo, que disfrutas tanto con el sexo, sólo te pido una cosa: sigue viniendo a dar las clases los dos días a la semana, vestida a tu manera, muy sexy, pero un par de horas antes.

– Pero me dijo Fernando que él no puede estar antes de…

– No, no es para dar clases a Fernando. Es para enseñarme a mí.

– A ti? También debes aprobar una asignatura? Para el trabajo?

– No, no, claro que no! Seguro que me entiendes. No te hagas la tonta! – me sirve más champán. No sé si os dije que está más que sabroso. – Mira, lo tengo todo pensado. Lole trabaja hasta más tarde y yo saldré antes del trabajo para que tú me des tus excelentes clases particulares, para que me enseñes…

– Tito, no sé si quieres decir…

– Sí, eso que te imaginas. Sé que tienes tiempo. Me dijeron tus padres que no haces nada.

– Ay, qué vergüenza! Pronto voy a trabajar, si es que tengo notas de matrícula de honor!

– Ya, ya lo sé! Pero mientras no encuentras un trabajo que te plazca, nos das clases a mi hijo pequeño y a mí. Tus padres estarán contentos de que hagas algo, que trabajes un poco más!

– Ya, sí, seguro que les preocupa que esté tan vaga e inactiva.

– Todos ganaremos. Verás que aunque yo sea mucho mayor que tú y no tan guapo como Leo o Fernando…

– No, tito, no digas eso. Siempre, ya de pequeña, pensé que eres un hombre muy atractivo!

– Pues así todavía mejor! Ja, ja, ja! Oye, aún tienes tanto calor?

– Uf, sí! – yo no sabía que había puesto el termostato a muy alta temperatura para que me desnudara por el calor.

– Mira, desabróchate un botón de la blusa. No, mejor, un par. – me los desabrocha él. – Así mejor? – me mira el sostén y noto que le gusta mi escote.

– Oye, tito, pero qué tendría que hacer si vengo antes a vuestra casa? -me hago la ingenua.

– Sólo lo que tú desearas, hija. Únicamente tendrás una condición, para ti muy fácil que cumplir: que siempre vistas de manera erótica, que algunos días vengas sin sostén, otros sin braguitas, con falditas muy cortas o con pantalones muy apretados…

– Ya, eso no sería problema. Al contrario. – pienso en Fernando y en seguir insinuándome con él y ponerle las cosas fáciles. – Pero, ay, no sé, tito. Siempre os he visto como unos segundos padres. Yo, a tu lado, soy una niña. Y tú eres un hombre casado!

– Bueno, sí, pero Leo tiene novia y eso no te detuvo y le hiciste una buena mamada y un increíble 69!

– Oh, tito! Es que no sabia que él estaba comprometido!

– No pasa nada, ya me dijo que fue sólo sexo! Y no os culpo. Es que estás hecha un buen pibonazo! Pues ya está. Lo único, que me gustaría, bueno, hacerte como un examen, antes de, digamos, firmar el contrato, ja, ja, ja! A ver, acércate, niña!

Amablemente, con una mano en mi cintura, me acerca a su boca, me besa fugazmente los labios, aparta su boca y me mira a los ojos y siento su respiración y tengo ganas de besarlo y le beso y su lengua se abre paso hasta la mía mientras siento sus manos en mis pechos y me desabrocha completamente mi blusa y huele mi cuello y mi escote y lo vuelve a husmear como un perro y nos besamos de nuevo mientras ya siento que me baja el sostén por debajo de los pechos y me los lame y agarra con fuerza y yo los tomo y se los ofrezco para que me los mame lo cuál hace enseguida y con fuerza como si me quisiera arrancar los pezones y yo me excito y los dos suspiramos y gemimos y me desabrocho el pantalón y le acerco su mano a mis braguitas y él las baja un poco y encuentra mi sexo húmedo y excitado.

Entonces se detiene.

– Esther, ya está. Has pasado la prueba. Un sobresaliente!

– Tito, ya… está?

– Sí, sí. Ya te dije que no querré que nunca hagas nada que no desees. Como regalo de inicio, hoy ya te voy a dar quinientos euros. – se saca el billete de la cartera.

– Pero tito! Eso es mucho dinero! O sea, Ay, no sé. Ven, ven! – le acerco y le bajo la cabeza hasta mis pechos y me los chupa de nuevo. – Es que no te gustan mis tetas, tito?

– Me encantan, Esther! Nunca he mamado unas de mejores! -con la boca llena de mis pechos.

– Chúpamelas, tito, chúpamelas, son todas para ti! Agárramelas y cómeme los pezones, oh, hmmm, tito! – le acerco su mano a mi cintura y la introduzco dentro de mis bragas empapadas y él me acaricia el clítoris y enseguida me penetra con su dedo medio lo cuál me encanta y sin pensármelo le tomo la otra mano y la acerco a mis nalgas y él las acaricia y les da un par de cachetes para enseguida meterme un dedo en el ano.

– Estás muy caliente, Esther!

– Sí, tito! Méteme más dedos por favor, en el coño y en el culo! – él no se hace de rogar y siento que me parte en dos cuando me mete casi toda una mano en la vagina y otra en el culo y noto que sus dos manos casi se tocan dentro de mis entrañas y es cuando siento tanto placer que sin pensarlo le abro la bragueta y le acaricio su verga y sus testículos por encima de los calzoncillos – Tito, también estás muy excitado! Quieres que te la chupe?

– Sí, sí, por favor, ven, ven, así, ponte de cuclillas! Oh, hmmm! – me agarra la cabeza y me trago todo su miembro, me llaga hasta la campanilla – Que bien la chupas, Esther! Se nota que estás hecha toda una mamona! Hmmm, así, así!

– Ay, no para de crecerte, tito! Está muy rica! Y tienes la punta muy húmeda. Hmm, qué sabroso! Córrete en mi boca, por favor! Deseo ver a qué sabe tu leche caliente! Pero no pares de tocarme las tetas! – con una mano le masturbo dentro de mi boca y con la otra me acaricio el clítoris y el flujo empapa mi coño y me resbala por las piernas.

– Ay, hija, ay, cupa, chupa, así con la lengua, ay, hmmm, que guarra! – me lanza un chorro directo a la campanilla – ah, oh, puta, puta, ah, la puta!

– Que sabrosa tu leche, tito! Dame más!

– Toma, toma! – saca su pene de mi boca y me dispara abundante lefa a mi cara y yo relamo la que puedo con la lengua.

– Trágatela, Esther, trágatela toda!

– Ay, no sé, tito, nunca antes… yo… o sea…

– Es que acaso no te gusta?

– Sí, está muy rico tu semen! – sigo ordeñándole para no perderme ni una gota.

– Venga, pues, una buena mamona debe tragárselo todo, no escupirlo.

– Me gusta, me gusta, tito! Hmm, gracias! – recojo el de mi cara y mi barbilla con un dedo y lo sorbo con gusto y me lo trago. – Que rica tu leche!

– Qué guarrita! Eres muy cariñosa y me gusta que también seas tan caliente!

– Eso no es malo, no, tito? – me hago la inocente.

– No, no, al contrario! Me encanta que parezcas una putilla!

– Tito, no me digas esto! – me hago la ofendida.

– Es un hablar, mujer! Una puta fina, elegante y, sobre todo, muy sexy y guapa! A ver, mira, ven. Ahora quiero saborearte yo. – me agarra fuerte los pechos y me los chupa, mordisquea y lame para enseguida bajarme los pantalones y sacármelos y me baja las braguitas y me las quita y las huele con placer y me tumba de lado en el sofá, me levanta una pierna y acerca su cara a mi sexo que rezuma de mis jugos y me huele y lame y me besa y me introduce todos los dedos de una mano en el coño y los otros en el culo y empieza un mete-y-saca que me vuelve loca y me corro no sé cuántas veces dejando empapado el sofá e incluso la camisa y la cara de Manuel.

Al cabo de una hora, agotada y aún con sus manos dentro de mí y comiéndome los pechos le susurro:

– Tito, he aprobado el examen?

– Sí, con sobresaliente, hija! Eres estupenda!

– Gracias, tito!

– Pero bueno, eso es sólo una presentación. Espero que en las clases aún saques mejor nota!

– Sí, sí, tito, seguro que te daré clases cada vez mejores! Ya verás!

– No lo dudo, hmmm!

– El dinero me da igual, tito! Sólo te pido, por favor, que no les digas nada a tus hijos, ni a tu mujer ni a mis padres.

– No, no diré nada, pero sólo con la condición de que seas la mejor profesora particular que me pueda imaginar!

– Sí, sí, tito! Es que eres tan amable y atento conmigo! Hmmm!

– Es que con un pibón así! Tan sexy, tan cariñoso y tan caliente!

– Ay, tito, no pares, no pares! – me abro tanto como puedo para que me penetre con todos sus dedos y durante otra hora él continua el mete-y-saca en mis dos agujeros y yo sigo con orgasmos bestiales y grito y grito de placer, mientras él sigue sorbiendo mis tetas que tengo cada vez más sensibles.

Por la calle me temblaban las piernas. Nunca me había corrido tanto tiempo y tantas veces y tan seguido con nadie. Manuel demostró que le gusto mucho y que llevaba tiempo queriendo estar conmigo. También comprobé que era un experto en dar placer a una chica. Qué suerte que tiene Lole de tenerle por marido! Cuando llegué a casa, casi no me creía lo que había pasado. En parte me avergonzaba, sobre todo cuando vi a mis padres y me dieron los típicos besitos de bienvenida. Se la había estado chupando a Manuel, su mejor amigo! Y él me había masturbado durante toda la tarde! Pero también deseaba que llegara el martes para empezar las… clases con Manuel. Saber que me encuentra tan apetecible y guapa me ha dado seguridad y me ha animado a seguir luchando para conseguir mi objetivo principal: follarme a Fernando. Y mientras no lo consigo, pues a pasármelo bien con su padre, que todavía es muy atractivo, aunque sea mayor que mis padres! Ya estoy pensando en qué modelito me voy a poner. Tú, estimado lector, qué me aconsejas? Voy con sostén o sin? Y con bragas o sin bragas? Ay, ya me estoy excitando de sólo pensarlo.

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