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Profesora particular (6): Unos días de vacaciones (parte 7)
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Tiempo de lectura: 7 minutos

Es ya muy tarde y lo amigos de Raúl se van. Por mí, me habría quedado toda la noche con ellos, pero entiendo que deban volver a casa, con sus esposas y novias y eso. Aunque Raúl es muy amable y me dice que me puedo quedar a dormir, creo que en realidad desea echarse a la cama a descansar ni que sea un par de horas. Así que decido irme y me visto. Pero no encuentro las bragas por ningún lado. Seguro que uno de mis fugaces amantes se las ha llevado como recuerdo. Eso me halaga, pero me preocupa tener que ir con la faldita minúscula y sin nada debajo.

Raúl me dice que puedo tomar prestadas unas bragas de su mujer. Pero bueno, al ir con el coche y tan cerca, le digo que gracias pero que no pasa nada. Así que nos despedimos con un par de besos, me dice que soy una chica genial y que desea que vaya a la fiesta el domingo. Yo le digo que gracias por todo y que ya veré si voy a ir.

Conduzco el coche un par de minutos hasta nuestra casa. Aunque estoy cansada y satisfecha, al pasar por delante de algunos locales nocturnos, me atrae la música y el ruido de la gente hablando, riendo, cantando y eso. Pero al final no me detengo. No veo claro ir sola a esas horas, sin conocer a nadie. Y menos, con la microfalda y sin bragas.

Así que llego a casa y cuál es mi sorpresa cuando me encuentro con Jorge y Ángel, los dos durmiendo en mi cama. Me sabe mal despertarles, pero ya tengo mucho sueño y no me apetece dormir en el sofá de la habitación ni menos sobre la alfombra en el suelo. Les susurro al oído:

-Jorge, Angelito, Pero ¿qué hacéis aquí en mi cama?

-Esther… oh… nos hemos quedado dormidos.

-Vinimos anoche a tu cuarto y….

-¿A sí? ¿Pero por qué?

-Te extrañábamos y…

-Sí, nos supo mal que te fueras a la fiesta y nosotros aquí.

-Ya, bueno, pero es que la fiesta… o sea… era solo para…

-Sí, ya, de tu grupo de la universidad.

-Te hemos estado mirando tus cosas. Tu ropa y eso.

-Hemos olido tus camisetas.

-Los pantaloncitos que usabas hoy.

-¡Huelen muy bien!

-Ya… bueno… eso me halaga, pero… o sea…

-También te hemos olido los sostenes que hay en el cajón.

-Y las bragas.

-Hemos encontrado las que llevabas esta tarde por aquí tiradas.

-En realidad, también te las hemos olido y lamido.

-Pues no sé qué deciros.

-Hemos olido tus sabanas y hemos decidido quedarnos a dormir entre tu fragancia.

-¡Que nos encanta!

-Ya.

-¡Y mira, Esther!

Apartan la sabana y, completamente desnudos, veo que Jorge tiene mis braguitas del minibikini blanco alrededor de su miembro y que Ángel tiene el pedacito de tela de la parte de arriba.

-Nos hemos masturbado con tu bikini de niña.

-Mira, está empapado de nuestro esperma.

-Eso no se hace. ¡Sois chicos muy malos! –les guiño un ojo– Pero bueno, en realidad, me gusta que os encante mi olor y mi sabor. A ver si es verdad…

Tomo mi bikini y me agrada ver que tienen sus vergas paradas cuando las descubro.

-Oh, veo que tenéis las pollas empinadas. Eso quiere decir que no es cierto que os hayáis corrido en mi bikini –bromeo– oh, sí, aún está húmedo y… sí, huelen a vuestra lefa… y sí, sí, saben a vuestra sabrosa leche. Me encanta.

Lamo el bikini con placer y lo dejo limpio y seco.

-Riquísimo, hum, gracias, chicos. Pero ahora debéis ir a vuestra cama. Estoy muy cansada de… o sea… de bailar y eso en la fiesta. Y es muy, muy tarde.

-Pero Esther, es que… ya sabes… ¡nos morimos por darte bien porculo!

-¡No, no, pero que decís! Yo no… además hoy… lo tengo muy delicado, me iba a doler. No, no.

-Mira como tenemos las pollas, Esther, ¡van a reventar!

-¡Pero si hace poco os habéis corrido en mi bikini! ¿No será por Bea y su microbañador que estáis así?

-¡No, no!

-De verdad que es por ti.

-Si no quieres que te enculemos, pues dejas que te follemos uno tras otro.

-¡Pero qué os habéis creído! Anda, marchad a vuestra habitación, que ya sabéis que tengo novio y eso.

-Pues por lo menos, nos la chupas, va, por favor.

-¡Sí, por favor!

-Mira, de verdad, si os portáis bien conmigo, quizá algún día…

-Esther, pues nos masturbas y nos vamos, va.

-Es que me muero de sueño, chicos. Pero, mira, os voy a hacer una paja porque me gustan mucho vuestras pollas, va. Con la condición que me pueda beber vuestra sabrosa leche.

-¡Sí, sí, Esther!

-¡Gracias, Esther!

Para que aumente su excitación y se corran rápido, me bajo el top hasta debajo de los pechos y dejo que me los manoseen. Tomo una verga con cada mano y les masturbo con mucha habilidad. No puedo evitar que enseguida se amorren a mis pezones y me los chupen. Me estoy calentando mucho y ya noto que mi chichi rezuma. Llevo sus manos a mi sexo para que me den placer y eso les pone a cien, como a mí.

-¡Oh, vienes de la calle sin bragas!

-Y eso os gusta, ¿verdad?

-¡Sí, sí!

-¡Tienes el coño empapado, Esther!

-¡Hueles muy bien!

-Ah, hum, que bien pajeas, Esther, ah, ¡me voy a correr!

-Sí, y yo… ah, hum… mueve la mano más rápido, Esther, ah… sí, sí, así… ¡oh!

-¡Esperad, esperad un segundo! –envuelvo el glande de Jorge con la parte de arriba del bikini y el de Sergio con la de abajo y les masturbo todavía más rápido– ¡Ahora, ahora, sí, llenadme el bikinito con vuestra leche mientras mamáis mis pechos! ¡Y frotadme el clítoris con más fuerza, sí, sí, así, mientras os corréis en mi bikini, oh, ah… me voy, ah, hum, cuánto placer!

Después de gozar de mis varios orgasmos, al cabo de unos minutos se van agradecidos y satisfechos. Agotada, me tumbo en la cama sin desvestirme y huelo y lamo con gusto el esperma que empapa el pequeño bikini blanco. Me quedo dormida al cabo de unos pocos minutos.

-¡Buenos días, Esther! –mamá me da el besito de la mañana– ¿Qué, cómo fue la fiesta?

-¿Volviste muy tarde, ¿verdad?

-Sí, papá, se nos hizo tarde. Fue bien… o sea… me gustó ver a mis antiguos compañeros y eso.

-Ya, claro. ¡Qué casualidad que la fiesta la hicierais en ese pueblo tan cerca de aquí!

-Sí, sí, una casualidad.

-Debes de estar muy cansada, hija.

-Sí, y con mucho sueño, la verdad.

Llevo dos noches en que he dormido poco más de un par de horas. Y, además, he tenido infinidad de orgasmos. Me miro al espejo y me preocupa ver que el cansancio se refleja en mi cara. Además, el culo me duele más que ayer. Y los pechos, siguen escociéndome una barbaridad. Pero, así y todo, mojo las bragas cuando me viene a la cabeza cuánto placer tuve en la casa de Raúl y luego con los chicos en mi habitación al volver.

Pasamos la mañana en la playa. Hoy tampoco es el día para estrenar mi otro bikini nuevo. Tengo las nalgas muy coloradas y eso iba a llamar la atención de mis padres. Y no quiero disgustarles. Así que Bea vuelve a ser la protagonista sexy de la playa. Debo reconocer que está muy, muy guapa con el bikini nuevo que estrena. Todos están a su alrededor y me siento bastante abandonada, aunque ya me va bien porque estoy bien descansando en la tumbona.

Hemos decidido ir de excursión al atardecer, con el fresco, por el bosque y unas colinas cercanas y luego cenar en plena naturaleza. Pero yo decido no ir y quedarme a descansar. Mamá me dice que puede quedarse conmigo, pero yo le digo que no hace falta, porque me voy a echar en la cama y dormir.

Cuando llevo un par de horas durmiendo desnuda en la cama, me despierto y decido llamar a mi novio por videoconferencia. Pero antes me maquillo bien, para que me encuentre muy guapa y sin rastro de estas noches sin dormir. No me voy a vestir, sólo me pongo el sostén de encaje blanco y las braguitas a juego. Sorprendo a Gustavo con la videollamada, le digo que vamos a estar tranquilos sin que nadie nos moleste porque estoy sola en la casa, nos decimos cosas cariñosas y después insinuaciones sexuales y enseguida tomo la iniciativa y me bajo algo el sostén, hasta mostrar las aureolas y luego ya hasta debajo de las tetas.

Acerco los pezones a la boca y me los lamo y chupo. Le digo si quiere que siga y él me dice que claro. Le pregunto si le gusta y dice que mucho. Le reto a que me lo demuestre y él se levanta y se baja el pantalón. Y sí, veo que le gusta porque tiene un gran bulto en los calzoncillos y que están algo mojados.

Me levanto y juego con mis bragas y le pegunto si quiere que me las quite. Él me ruega que sí. Entonces, cuando me dispongo a bajármelas de manera muy sensual, veo que aparece Marcos en la puerta de mi habitación. Por suerte, la cámara de mi móvil no mira hacia allí. Mi novio le habría disgustado ver que alguien más me está viendo el pecho y, bueno, casi todo. Tomo el móvil y lo dirijo a las braguitas para así poder comunicarme con gestos sin que Gustavo lo vea. Intento hacerme entender preguntando que qué hace Marcos aquí y que se marche, pero él, sin palabras, me dice que se queda pero que puedo seguir con mi striptease ante la cámara.

No sé qué hacer, pero lo último que quiero es que mi novio se enfade así que disimulo y hago como si estuviera sola en la habitación. Me doy cuenta de que estar así, casi desnuda ante Marcos mientras mi novio me está viendo, me excita un montón. Así que decido pasármelo bien. Ya noto las braguitas empapadas y hago que la cámara tome un primer plano de las manchas de mi flujo en ellas. Le digo a Gustavo si le gusta que esté tan mojada por él –aunque miro a Marcos cuando hago la pregunta– y claro, mi novio me contesta que mucho. Marcos también me hace saber que le gusta.

Pregunto de nuevo a Gustavo -mirando a Marcos- si quiere que me baje las bragas y los dos me contestan que desde luego. Yo les digo que antes quiero ver que su miembro está contento de verme. Marcos se saca el pene erecto por encima del pantalón para demostrármelo. Y Gustavo, a distancia, se baja los calzoncillos. Me agrada ver que su polla sigue tan genial como siempre. Me bajo las braguitas ante ellos, de manera muy sensual. Juego un poco con ellas en mi coño, las empapo con mi flujo. Las enseño a la cámara, pero se las lanzo a Marcos. Pido a Gustavo que las huela y las lame para que Marcos lo haga.

-¿Quieres que te la chupe como te gusta, cari? ¿Sí? –invitando con la mirada a Marcos– ¿Te parece que mientras tú me comas el chocho?

Enfoco la cámara a mi sexo y hago una señal a Marcos para que se acerque y me meta su pene en la boca. Él no se hace de rogar y me da mucho morbo hablar a Gustavo por el móvil, mientras él me ve el coño rezumando mis jugos y Marcos me folla la boca. Casi no se me entiende cuando digo:

-Por favor, cari, dame toda tu leche caliente, que me encanta y la echo en falta. ¿Te gusta como te la chupo hoy? ¿Sí?

Marcos ya no soporta más tanto placer y me llena la boca con su lefa. Me la trago con gusto mientras mi coño ya es una fuente.

-Amor, hora te voy a enseñar mi cara para que te corras en ella ¿sí? –limpio con la lengua cualquier rastro del rico semen de Marcos– Y también te enseño mis tetas, que tanto te gustan. Puedes correrte en mi cara o en mis tetas, tú eliges, cari.

Y aprovecho que el móvil ya no enseña mi sexo para bajar la cabeza de Marcos y que me lo coma y me meta tantos dedos como pueda, y me acaricie el clítoris.

-Cari, oh, va… ah… yo ya me corro, ah, ¡hum!

Ver mi cara que refleja tanto placer hace que mi novio se corra, virtualmente, en ella, mientras Marcos no cesa de darme gusto con sus dedos, lengua i labios. Sé que le estoy dando una verdadera ducha en su cara en mi coño muy abierto para él.

Cuando nos despedimos de mi novio con besitos cariñosos, le digo a Marcos que qué hace en la casa. Él me cuenta que se ha inventado una excusa para volver antes de la excursión y poder estar a solas conmigo y que le ha encantado participar en mi encuentro virtual con mi novio. Yo se lo agradezco con un par de besos y le pido que salga de la habitación, que pronto van a volver los demás.

Cenamos algo rápido y yo me acuesto enseguida. Me siento cansada. Le digo a Marcos que cuando regresen, dé las buenas noches a mis padres de mi parte y que pida a todos que por favor nadie me moleste. Cierro la puerta de la habitación. La verdad es que esta noche no quiero estar con nadie y a ver si mañana ya estoy mejor y puedo estrenar el otro pequeño bikini e ir a la fiesta por la noche.

Me despiertan tímidas llamadas a la puerta de la habitación a lo largo de la noche, susurros, pero no abro en ningún caso, no. Mañana quiero estar bien. Además, creo que es mejor que no crean que pueden estar conmigo siempre que quieran y cuando quieran. Pienso que su deseo será mayor luego, así como su respeto.

Y sí, esta mañana me despierto genial. Me ha ido muy bien haber dormido tantas horas. Feliz, me preparo para este nuevo día, ya de los últimos con mi familia y amigos en la casa de la playa.

Si quieres saber lo que pasó, te cuento lo que hice en “Profesora particular (6): Unos días de vacaciones (parte 8)”.

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