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Profesora particular (6): Unos días de vacaciones (parte 4)
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Tiempo de lectura: 11 minutos

Si has leído mis confidencias anteriores en “Profesora particular (6): Unos días de vacaciones (parte 3)”, sabrás que estoy pasando unos días en la playa con mis padres y sus amigos y familia. Hoy me he estado exhibiendo casi desnuda ante todos, con un bikini minúsculo que no tapa nada (bueno, es que en realidad es de niñita) y ha sido un éxito porque todos me han mirado y creo que les ha excitado un montón. Y a mí al saberme tan deseada.

Manuel, el padre de mi alumno particular Fernando, me ha dicho que le gustaría follar conmigo toda la noche, pero ya le he contestado que no, que tengo novio y eso. Su cuñado Lucas y el hermano de este también me ha pedido que estemos juntos esta noche. Y ahora terminamos de cenar y cuando voy a los servicios a mear, los primos de Fernando me dicen que llevan todo el día empalmados mirándome.

-Ya, es normal sois muy jóvenes. Vale, yo voy a mear.

-Espera, es que nos duele el pene de la erección.

-Bueno, eso es cosa vuestra.

-¡Estamos muy excitados! ¡Te has estado exhibiendo todo el rato!

-Mira, venimos contigo al lavabo y tú, ahora…

-No, no ¿pero que decís?

-Es que…

-¡A ver, yo soy una señorita y no voy a entrar a unos váteres con dos chicos! Y menos en este restaurante tan elegante.

-Ya, claro. Esther, le he contado a mi hermano que sí, que eres muy fina y elegante, pero que ayer te di porculo. Y que te gustó.

-¡Jorge! ¿Pero por qué le contaste…? ¡Eso no se explica!

-Pero, Esther, ¿es verdad que te la metió por detrás mi hermano?

-Ay, Ángel, no sé… no… o sea…

-¡Esther, y nuestro tío Marcos también te dio porculo! ¡Y luego eyaculó en tu cara mientras yo te enculaba!

-Bueno, eso es cosa mía, va, que me meo.

-Esther, esta noche vendremos a tu habitación mi hermano y yo y te la vamos a meter por el culo, ¿vale?

-No, no, hoy no, quizá otro día. Bueno, si os portáis bien, quizá os la chupe un poco.

-¡Vendremos darte porculo los dos!

-Os digo que no, para nada. Si sois cariñosos y os portáis bien conmigo, quizá algún día os hago una mamada. Pero debéis ser amables y educados. Y tratarme como a una señorita. Voy a hacer pipí, que me meo.

Entro a los servicios de señora. Veo que tengo las braguitas empapadas. Es que me imagino los penes erectos de los dos hermanos y me pongo muy cachonda. Pero esta noche no puedo dejarles venir, porque estaré con su padre o quizá con Manuel, no sé. Al final, la táctica del microbikini de niña ha resultado demasiado exitoso. Decido quitármelo porque me aprieta demasiado y me quedo solo con el vestidito. Espero que nadie mire por debajo de la mesa porque me lo vería todo.

La gran sorpresa vino hace un rato, después de cenar, cuando andamos por el paseo al lado del mar. Se acercan Roque y Anselmo, el matrimonio gay, y me dicen:

-Oye, Esther, mira, vamos a ir directos al grano.

-¿Qué? ¿Pasa algo malo?

-No, no, al contrario. Ayer estuvimos todo el día viendo como Bea, que es muy guapa… -empieza Anselmo.

-… y sexy –dice Roque,

-Sí, y sexy, pues eso, que Bea se estuvo exhibiendo en la playa. Y eso, la verdad, nos gustó mucho y nos dijimos que nos encantaría estar con ella.

-¿Vosotros? ¿Pero acaso no sois…?

-¿Homosexuales? No, no, eso es lo que dicen. Los dos somos bisexuales, hija.

-Ah, claro, eso es distinto.

-Sí, muy distinto. Bueno, pues lo que te digo que Bea ayer…

-Pero, vale, a ver, pero eso es cosa de Bea y vuestra, no mía -contesto algo molesta.

-Ya, espera, lo que te decimos que Bea nos hizo entrar ganas de, te lo digo claramente, de montarnos un trío con ella.

-Vale, no sé qué dirá Leo.

-No, si es claro que no podemos ir a la chica y decirle eso, allí, con su novio al lado.

-Por eso, hoy, al verte a ti tan sexy con tu pequeñísimo bikini…

-Pues eso, que tú, al estar soltera…

-¡A ver, yo tengo novio!

-Ya, pero eso es diferente. Y él no está aquí.

-Vosotros queréis a Bea, pues…

-No, espera. Desde el primer día nos dijimos que tú eras muy atractiva.

-Muy guapa.

-Sí, aún más que la novia de Leo, la verdad.

-¿A sí?

-¡Sí, sí, mucho más!

-Y más fina, más elegante.

-Pero vimos que eras muy… recatada, muy seria… y claro, no nos atrevimos a acercarnos y decirte que…

-Y hoy, al ver que al lado de tu bikini el bañador de Bea de ayer, en comparación, parece un hábito de monja de clausura…

-¿Oh, tanto enseño con ese bikini?

-¡Sí, sí, y nos encanta!

-¡La verdad es que te lo hemos visto todo!

-¿A sí?

-Sí, sí, las tetas, el culo, el…

-Ya, ya, vale, vale. ¡Sí que os habéis fijado!

-La verdad es que no podíamos apartar nuestros ojos de ti.

-Además, después hemos oído que Marcos le decía a su hermano que…

-… que de mojigata, nada. Que al contrario. Que te encanta estar con hombres.

-A ver. Ya os digo, yo ahora tengo novio…

-Sí, ya, pero Marcos le ha dicho a su hermano que… bueno… hablando claro, ¡que ayer te la metió por el culo!

-Oh, ¿eso le dijo?

-Sí, ¡y que te encanta que te den porculo!

-¡Vaya!

-Eso no es malo, hija.

-Ya, pero…

-Y oímos que Lucas le dijo que él hoy te daría por culo él!

-¿A sí?

-Sí, bueno, pero, a ver, no te engañamos. Nos gustaría estar contigo los dos.

-Bueno, no sé… me gusta el sexo… y creo que no es nada malo.

-Claro que no, hija.

-Pero hoy, esta noche, no podrá ser, no.

-Nosotros hace mucho que no estamos con una mujer.

-La verdad es que somos fieles uno con el otro y no vamos con nadie más. Pero siempre nos hemos dicho que alguna vez nos gustaría hacer un trío con una chica. Y más si es guapa como tú.

-¡Y con este culo tan bonito!

-Sí. Pero claro, no vamos a ir a preguntar a una muchacha si quiere hacer un trío con dos hombres mayores como nosotros.

-Y tampoco nos apetecería pagar a una profesional.

-Entiendo. Pero a mí si me lo habéis pedido.

-Bueno, a ti te conocemos y…

-Eres guapísima, elegante…

-Y hoy hemos visto que te gusta provocar.

-Y lo que nos ha decidido a atrevernos a pedírtelo es saber que te gusta tanto que te follen el culo.

-A ver, es que, en realidad, hasta ahora, yo no…o sea…nadie…

-¿No?¿Nunca te habían dado porculo antes?

-Pues ya ves lo que te perdías.

-Bueno, es que aun eres muy joven. Así Gustavo es el primero que ha estrenado tu culo. ¿Nunca habías tenido novio antes, Esther?

-No si… novios he tenido bastantes.

-¿A sí? ¿Y no han querido encularte?

-¡Qué raro! ¡Con lo apetecible que es tu culo!

-¡Irresistible!

-Ya, gracias… Es que, tampoco él me ha enculado nunca.

-¿No? ¿¡Pero qué les pasa a los muchachos de hoy en día!?

-A ver… o sea… muchos me la han querido meter por el culo… pero yo no… no sé… siempre había pensado que…

-Ah, vale, entiendo.

-Pero, a ver, si no ha sido con ningún novio…

-Me avergüenza un poco contarlo. La primera vez fue un hombre mayor, un conocido de la familia.

-Ya, y aquí con Marcos.

-Sí, anoche, bueno… me da vergüenza… pero también con su sobrino mayor. –mis mejillas arden de vergüenza.

-¡Vaya, vaya! Ya vemos que te gusta hacerlo.

-Pues sí, no os voy a engañar. Nunca lo habría pensado.

-Vale, pues hoy nosotros…

-No, esta noche no creo que pueda ser. Quizá otro día.

-Debes saber que nos morimos de ganas.

-Sí, en realidad, desde el primer día.

-Y hoy más, con el bikini ese.

-Pues mirad: mañana estrenaré otro bikini tan bonito como el de hoy, de color rosa.

-¿También es de niña?

-¿Tanto se nota?

-Sí, claro, hija.

-Vale, es que… o sea… quería uno muy pequeño para… a ver… es que ayer Bea vi que… así casi desnuda… y yo, bueno, me sentí desatendida, poco deseada… por eso hoy… pero no encontré ninguno de mujer que me sirviera…

-No, no te disculpes, al contrario, si nos ha gustado mucho tu bikini.

-¡Y tu cuerpazo!

-Gracias, sois muy amables. La verdad es que creo que me gustaría estar con vosotros dos. Os veo muy amables. Bueno, de momento, mañana vais a disfrutar con el diminuto bikini rosa.

-¡Nos morimos de ganas de verlo!

-No os va a defraudar, ya veréis.

Ya al llegar a la casa, después del paseo, Leo se acerca y me dice que dejará a Bea un rato para estar conmigo. Yo le digo que no, que tengo novio y él novia. Y él contesta que ha oído que me gusta que me follen el culo. Y yo le contesto que nunca he dejado que ningún novio me penetre el culo. Que no se crea lo que dicen por ahí. Le explico que casi todos los novios me han querido encular y que nunca les dejé. Y él me dice que él va a ser el primero. Y yo le contesto que él no es mi novio. Y que de porculo a Bea. Y él muy cabrón dice que ella no se dejaría porque es una señorita. Y yo le mando a tomar porculo a él por maleducado.

Lo que está claro es que esta noche no la pasaré sola. Y que por lo que parece, todos desean encularme. Cosa que empieza a gustarme. La verdad es que si Leo hubiera sido más amable y educado, quizá le habría dejado. Lo cierto que es el joven y guapo. Y más experimentado que sus primos. Pero ha sido muy grosero conmigo.

Al cabo de poco, digo que estoy cansada y que ya me voy a acostar. La verdad es que me muero de ganas de ir a la habitación y tener sexo con el primero que venga. Lo del bikini de niña y sentirme tan admirada y deseada me ha tenido cachonda todo el día y sólo esperaba que llegara la noche. Incluso por un momento me había pasado por la cabeza montármelo con Jorge y Ángel en los servicios del restaurante. Pero eso sí que no. Se podría haber armado un buen escándalo.

Me quito toda la ropa, también la interior, y me pongo sólo el camisón. Pero entonces pienso que quizá, al que venga, le gustará verme con el bikini que han admirado durante todo el día. Pues va. Veo que todavía está un poco húmedo, pero eso no creo que importe. No me preocupo mucho de que me tape nada. Me miro al espejo y me aseguro que se me vean bien el sexo, los pezones y el ano.

Ojalá venga Leo o incluso Jorge. Son jóvenes y para mí más atractivos y deseables que los mayores. ¿Y si fuera Fernando? Estoy segura de que le ha encantado también verme casi desnuda en la playa. ¡Sería fantástico que viniera mi alumno particular! Pero no creo que se atreva. Ya oigo pasos. Me doy la vuelta hacia la pared, haciendo como que miro un cuadro.

-Esther. Me manda tu madre. ¡Vuelves a llevar el bikini!

-¡Papá!

-Precisamente vengo por lo del bikini.

-¿Es que acaso no te gusta? –intento cubrirme bien por lo menos los pezones y el coño.

-Bueno, no es eso. Es que tienes a tu madre preocupada. Me ha dicho que venga a hablar contigo. Por lo del bikini. A ver, yo tengo mentalidad abierta. Y tu madre también. Pero ella piensa que hoy te pasaste. Que el bikini es de niña. Ella cree que muestras poca personalidad al querer hacer como Bea y exhibirte y eso.

-Ay, no, papá. Vale. Ya está. Lo entiendo.

-Dice que aquí estamos con nuestros amigos y que nos haces quedar mal. Y que… me sabe mal decirlo… bueno, que pareces una buscona, una fresca… una calientabraguetas.

-Papá, que no es eso, de verdad que no. Es en la playa. ¡Y estamos en el siglo XXI!

-No, si yo ya lo sé, pero todo eso, díselo a tu madre.

-Venga, va, papá, que tengo sueño. Dile a mamá que vale, que lo entiendo, y que no me pondré más este bikini ante vosotros ni vuestros amigos. ¿Ya está?

-No te enfades, Esther. Sabes que te quiero. Que te queremos.

-Sí, papá, lo sé. Y yo a vosotros. Venga, va, un besito de buenas noches.

-Buenas noches, bonita.

-Papá, aquí en la habitación sí puedo llevar este bikini, ¿no?

-Sí, claro, hija.

-Vale, pues eso haré, sin salir de la habitación, ¡je, je, je!

Al cabo de unos minutos de irse papá, alguien se acerca. Mi asombro es grande cuando aparece Fernando. Llama a la puerta de la habitación.

-Esther ¿estás ahí?

-Pasa, pasa, Fernando. –me intento tapar algo con las braguitas y el mini sostén para no asustarlo.

-No, no, solo… solo vine a decirte si hoy también vendrías un rato a jugar a las cartas. Ayer lo pasamos bien.

-Pero entra, Fernando. No te quedes ahí fuera. –me levanto de la cama y le abro la puerta para que entre.

-¿Vendrás a jugar, Esther? –se sorprende al verme con el bikini.

-Me quedo en la habitación, Fernando. Esto… tengo ganas de meterme en la cama.

-Ya, estás cansada, ¿verdad?

-Algo así, sí. Fernando, tú querrías quedarte un rato a hacerme compañía?

-¿Eh?

-Para no estar sola y eso –finjo cara de pena.– Si quieres…

-No, no, mis primos iban a extrañarse. Vale, adiós, hasta mañana.

-Oye, al menos nos damos un besito de buenas noches, ¿no?

-Sí, sí, claro.

Y se va el muy tonto. Por un momento creí que venía para estar conmigo. Me habría encantado. Le habría dejado estar toda la noche conmigo. Para que nadie nos molestara, habría cerrado la puerta con llave. Por cierto, ahora que lo pienso, no sé si hay llave. Ya son las once y empiezo a desesperarme, pero por fin oigo que alguien se acerca. Enseguida aparto unos milímetros las braguitas de niña para enseñar el chichi y el ano a quien venga me tumbo boca abajo con los codos y las rodillas en la cama. Me da morbo no saber quién va a ser y ver cómo reacciona al verme en pompa para él.

Me da una nalgada y luego me acaricia los muslos, me arranca las braguitas, me lame los labios de la vulva, el clítoris, el perineo, el agujerito trasero… Quiero seguir con el morbo de ignorar quién es. Él, adivinando mi juego, no me habla para mantener su anonimato. Me levanta algo las caderas de manera que el culo me quede más arriba. Todo eso me excita un montón. Acompaña sus lametones con caricias de sus dedos. Enseguida noto con gusto que me penetra con varios dedos mis dos agujeros más placenteros. Me arranca también la pequeña parte de arriba del bikini y me sorprende al ver que lo utiliza para taparme los ojos, como una venda.

En este momento, esta es la única pieza de tela que me cubre algo. Por lo demás, estoy enteramente expuesta a mi secreto amante. Por un momento pienso que no sea Fernando. Pero enseguida me lo quito de la cabeza. Los dedos cada vez me acarician con más intensidad hasta que ya solo deseo correrme y sin quererlo evitar, le regalo abundante squirt que su lengua lame con placer entre una sinfonía de suspiros y gemidos.

Al cabo de unos minutos de placer, él se arrodilla encima de la cama y noto que su glande húmedo se abre paso en mi boca y es entonces cuando al saborear su verga, susurro “¡Manuel!” y le empiezo a lamer y chupar deseando que se corra en mi boca. Con una mano acompaña mi cabeza hasta su barriga para meterme el pene hasta el fondo de su garganta y con la otra me acaricia los pechos. Al cabo de solo unos minutos lanza su esperma en mi boca y yo aparto algo mi cabeza porque deseo que me rocíe mi cara y sí, noto su leche en mi frente, en mi mejilla y en mi barbilla. Me relamo hasta que no queda ni una gota. Me quito la improvisada venda de los ojos.

-Tito, te has corrido muy rápido hoy.

-Es que he estado caliente como un mono durante todo el día. Sólo pensaba en estar contigo.

-Ya sabes que me encanta tu semen.

-Lo sé, lo sé. Bueno, debo irme. Que si no, Lole…

-Pero tito, ¿ya? No, por favor. Mira, si quieres… -me doy la vuelta para que vea mi ano sonrosado. Se que es una visión irresistible.

-Me encantas, Esther.

-Por favor, no te marches, te dejaré que me la metas por el culo. Como esa vez.

-Veo que te gustó ¿verdad?

-Debo reconocer que sí. Y gracias a ti, que me lo desvirgaste.

-Me encantó, pero no puedo quedarme ni un segundo más. Me llevo tu bikini de niña. ¡Me encantó tu idea!

-No, tito, no te lleves el bikini, de verdad que no -pienso que quizá venga alguien más y que seguro le encantará verme con el bikini.

-Vale, bueno, adiós –me da un besito en una nalga, luego un bofetón en la otra y me deja allí de rodillas en la cama, con el culo parado, como una tonta.

Me vuelvo a poner las microbraguitas porque seguro que sea quien sea le va a gustar vérmelas puestas, aunque me aseguro que se me vea todo. También la parte de arriba del sostén, que está húmedo de semen de Manuel, pero no me importa, al contrario. No me preocupo en que me cubra los pezones ni las aureolas, al contrario. Viene alguien. Me vuelvo a poner en pompa apuntando el culo a la puerta.

-Hola, putita. ¡Veo que me estás esperando!

-¡Lucas!

-Ya te dije que hoy me excitaste mucho con tu exhibicionismo en la playa. ¡Y que te vendría a ver, guarrita!

-Lucas, no seas maleducado. O ya te puedes ir. –me levanto de la cama disgustada e intento que el microbikini me cubra algo.

-Oye, niña, no te hagas ahora la digna. ¡Pero si me has recibido con el culo en pompa!

-No sabía que vendrías.

-¡Te he venido a darporculo! Ja sé que te encanta.

-No, ¿pero qué dices?

-Que sí, mi hermano me lo ha contado todo. Ayer. Y también mi hijo mayor, delante de él.

-¡No es verdad, no te lo creas!

-Sí lo creo porque eres una cerda. Y me encantará romperte el culo, por guarra. ¡Venga, va! -intenta voltearme, pero no me dejo.

-No, no, ya te puedes ir. ¡Ve a dar porculo a tu mujer!

-Oye, niña. A mi esposa trátala con respeto. Ella nunca se dejaría hacer esa marranada.

-Pues yo, menos. ¡Vete!

-A ver, espera, espera, mujer. No te enfades.

-Eses muy desagradable.

-Lo siento. Es que, claro, al verte hoy casi desnuda todo el día, ante todo el mundo en la playa. Y el otro día en el jardín nos hiciste una mamada a Manuel, a mi hermano y a mí, con las tres pollas juntas. Y el día de la fiesta de cumpleaños de…

-Vale, sí, es cierto. Me equivoqué. No te merecías nada de mí.

-Ya veo que te herí.

-¡Vete!

-Mira, espera, vuelvo a empezar. Pensaba que, al ser tan cerda, te gustaba que te dijeran palabras soeces y eso.

-Pues no, no me gusta nada. ¿A quién le puede gustar eso?

-¡Uy, si yo te contara! He estado con muchas mujeres y ese tipo de cosas les encanta.

-¡A mí, no!

-Vale, vale, lo entiendo. Tengo muy poco tiempo. Juani pronto encontrará raro que no esté con ella en la habitación.

-Vete y ya está.

-Esther, es que mira como estoy! –se saca la verga del pantalón, totalmente empalmada.– ¡Va, por lo menos me haces una mamada!

-No, Lucas, hoy no. Si los próximos días eres amable conmigo, quizá…

-¡Pero si te encanta comer pollas!

-La tuya, no.

-¡Estás hecha una puta calientabraguetas!

-¡Mal educado!

-¡Pero si desde aquí huelo el semen que empapa el sostén de niña! ¡Eso es que alguien se ha corrido en tus tetas, guarra!

-Te juro que no, Lucas. Y eso a ti no te importa.

-¿Esther, perdona, puedo pasar? –es mamá que llama a la puerta.

-¿Eh? Ah, espera, espera, mamá –hago gestos a Lucas para que se esconda debajo de la cama y él me hace caso.

-¿Acaso estás desnuda? –entra.

-No, no es eso. Entra, mamá.

-Ah, ya veo, llevas el bikini de niña.

-Sí, en la habitación, sin que me vea nadie.

-Solo vine a desearte las buenas noches, hija.

-Nos lo dimos las buenas noches antes de retirarnos al cuarto.

-Ya. Es que tu padre me dijo que te enfadaste y eso… y…

-No pasa nada, mama, te entiendo.

-Solo quiero lo mejor para ti.

-Sí, sí, es normal. Ya está.

-Vale, pues buenas noches. ¡Besito!

-Besito, mamá.

Al instante que mi madre sale de la habitación, antes de que Lucas salga de debajo de la cama, aparece Leo por la puerta.

-Esther, oye, solo tengo unos minutos para estar contigo. Pero vengo a pedirte disculpas. Esta noche, después de la cena, he sido poco amable contigo. Sé que eres una señorita.

-Pues sí.

-Lo siento, de verdad.

-Vale, ya está. Es solo que no me gusta quien no es educado.

-Ya, es normal. Como debe ser. ¿Me perdonas?

-Sí, Leo.

-¿Amigos?

-Pues claro que sí. Me gusta la gente que sabe reconocer sus errores. –lo digo consciente de que su tío oye estas palabras y quiero que se dé por aludido.

-Vale, ¿pues nos damos un besito?

-Sí, de amigos –nos besamos.

-Bueno, debo irme.

-Espera, Leo. ¿No quieres…?

-Debo irme…

-Ya, pero… -me muerdo los labios.

-Me gustaría quedarme. -aparto unos milímetros el minisostén para enseñarle mis pezones y también aparto la braguita a un lado.

-¡Estás irresistible!

-Es de deseo. Y veo tu bulto debajo del pantalón.

-Es por ti.

-¿Sí? ¿Seguro que no es por tu novia?

Pronto te voy a contar qué más pasó esta noche y los días siguientes. Léeme en “Profesora particular (6): Unos días de vacaciones (parte 5)”. ¡Verás que vale la pena!

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