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Profesora particular (6): Unos días de vacaciones (parte 3)
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Tiempo de lectura: 11 minutos

Pasamos unos día en la playa mis padres y yo con Fernando, mi alumno particular, sus padres y otros amigos y familiares. En mi relato anterior, os contaba que ahora estoy con Marcos, el hermano de Lucas, el tío de Fernando. Le estoy masturbando en mi habitación mientras el me mama los pechos y juega con varios dedos en mi vagina, lo que me encanta y me pone a cien. Él me dice que quiere follar conmigo, pero yo le digo que no, que tengo novio. Que si quiere puede eyacular en mi boca o en la parte de mi cuerpo que desee.

-¡Escoge qué parte de mi cuerpo quieres rociar con tu esperma, Marcos!

-¡No creo que eso a tu novio le gustara!

-Ya, quizá no, ¡pero es distinto! ¡En realidad, nunca le he sido infiel!

-Vale, pues, oye… si acaso… mira… te voy a dar porculo… ¡eso también es distinto! ¡Y tu culo me encanta!

-No, no. ¡Me sentiría como una cualquiera! ¡Va, mira, córrete, venga! –le agarro el miembro con más fuerza para que eyacule de una vez.

-Esther, va, deja que te la meta por el culo!

-¡Pero, Marcos! La verdad es que solo me han dado porculo una vez. Y es algo… no sé… o sea…

-¡Qué suerte tiene tu novio! Hmmm!

-No, bueno, en realidad, no fue él quien…

-Ah, ¿fue otro novio?

-No, no… fue… es que es algo que yo… no fue ningún novio.

-¡Vaya con la chica! ¡Así que dejaste que alguien que no era tu novio te enculara!

-Sí, fue alguien que… o sea… alguien con quien hay confianza… un hombre mayor…

-¡Pues va, ahora vas a repetir!

-No, no, ¡Marcos!

-¿Es que acaso no te gustó?

-Sí, mucho… o no… bueno, es que siempre he pensado que es una guarrada, pero…

-Te gustó y ya está. Un culo como el tuyo no debe pasar hambre, hija. Venga, va, será un momento. ¡Si tengo la polla a punto de reventar!

-Es que antes yo nunca… con ningún chico… y mira que muchos me querían dar porculo…

-De eso estoy seguro, hija.

-Pero yo… o sea… creía que una señorita no…

-Va, Esther, ¡mira cómo tengo la polla! Si quieres, solo la puntita…

-La verdad es que tu verga está muy apetecible. Ay, no sé… si insistes… en realidad tengo ganas de que me la metas un poco… va, ¡sí! Pero solo la punta y te corres dentro y ya está. ¡Debes saber que serás el segundo hombre que me folla el culo, Marcos!

-¡Todo un honor, hija!

-Pues sí, y es porque estoy muy cachonda y deseo tener tu tranca dentro… venga, va, sí, sí, dame porculo, ¡Marcos!

Me tumbo boca abajo, me sostengo con los codos y levanto la cadera para mi amante. Estoy totalmente en pompa para él sabiendo que la visión es irresistible. Él me mete un dedo en el ano y veo que lo huele y lo lame. Hace cara de satisfacción. Me escupe un par de veces en el ojete y yo relajo el esfínter para que me penetre sin mucho esfuerzo. Él me agarra las tetas que están colgando y juega con ellas y yo noto que vuelvo a estar muy cachonda. Marcos acerca su mano a mi vulva y me acaricia el clítoris mientras me mete cuatro dedos en la vagina. Vuelve a escupir en mi ano y…

-Hmmm, Marcos, ¡ya noto la cabeza de tu polla en mi culo! Hmmm! ¿Te gusta, Marcos?

-¡Tu ano arde, Esther! ¡Cuanto placer! ¡Qué suave tienes tu culo!

-¡Llénalo de leche, llénalo de tu leche!

-¡Espera, espera, antes quiero darte bien porculo! ¡Oh! ¡Así, así, ya tengo la mitad dentro!

-Si quieres, métemela más, Marcos, ¡que me encanta tu polla en mi culo! ¡Y sí, sí, fóllame también el coño con la mano! ¡Ay, hmmm, ya, ya, me corro, me corro! ¡Más, méteme la polla hasta el fondo, Marcos! ¡Así, así!¡Soy una guarra, soy una cerda! ¡Ahhh! ¡Me voy, me voy! ¡Venga, córrete, córrete!

-¡Oh, que bien que entra en tu culo, Esther! ¡Pero por favor, no grites!

-¡Ay, sí, sí, es verdad, Marcos! No grito, no. ¡Hmmm, ay, otro orgasmo, otro, ah, ah! ¡Métela más, más al fondo!

-¡Ya está, ya está, toda dentro! ¡Qué caliente y suave tienes el culo, hija!

-Sí, Marcos ¿te gusta? ¿Te gusta mi culo? ¡Ya sabes, a nadie nunca dejé que me enculara antes nadie hasta ahora!

-¡Gracias, virgen de culo! ¡Ya veo que te encanta que te la metan por detrás!

-¡Sí, sí, va, lanza toda tu leche dentro, va!

-¡Espera que te lo folle bien! Así ¿ves? ¿te gusta, te gusta así metiéndola y sacándola y otra vez hasta el fondo?

-¡Sí, sí, me muero, ay, de dolor y de placer! ¡Me siento muy guarra, pero me da mucho gusto! ¡Hmmm, ah!

-Esther, te vengo a oler como me dijiste. Esperé que tu madre estuviera durmiendo para venir. ¡Oh, Esther! ¡Tío Marcos!

-¡Jorge, ay, hmmm! ¿Pero qué haces aquí? -pregunto sorprendida y avergonzada.

-¡Esther, mi tío te está dando porculo!

-Ay, no… o sea… ¡qué vergüenza! -gimiendo en medio del orgasmo.

-¿Pero qué…? – exclama Marcos sin dejar de meter y sacar su verga de mi ano y de penetrar mi vagina con casi su mano entera mientras con la otra me magrea los pechos.

-Es que, tío, ella me dijo que podía venir a olerla a su habitación… y yo… claro… Esther, así que me dijiste que viniera para que viera cómo él…

-No… ay… espera… Marcos, para, para un momento… ay, Jorge, perdona, hmmm, ay… me voy a… ¡me muero, oh, ah, ay, no pares, no, así, así, Marcos! ¡Qué vergüenza, delante del muchacho! ¡Oh, ah, pero qué gusto!

-¡Vete, Jorge, marcha a tu habitación! -le manda su tío- Y no digas a nadie que…

-¡No, espera! ¡No te vayas, no! Si quieres, puedes quedarte… a mirar. El chico se lo merece, Marcos, él ha venido a hacerme compañía sabiendo que estaba tan sola.

-¡Seguro que no ha venido solo a hablar contigo el muy granuja!

-Bueno, he venido a olerla ¡como huele tan bien!

-Ya ¿y sólo a eso? ¡Seguro que has venido para ver si te la podías follar! ¿Me equivoco? –pregunta sin dejar su mete-y-saca.

-Yo, eso…

-¿Sí, Jorge? ¿Has venido a follar conmigo? –le pregunto pícaramente entre jadeos.

-No… bueno… quiero decir… si tú… -balbucea con los ojos abiertos como platos mirando cómo su tío me encula.

-¡Follar, no, porque tengo novio… ah, hmmm!

-Pero… no entiendo… ¡Si mi tío te está dando porculo!

-Ya… pero eso… es distinto… mira si quieres… ¡te hago una buena mamada!

-¡Sí, sí! ¡Por favor! –se saca el pene erecto de los calzoncillos algo mojados y orgulloso apunta a mi cara como un misil.

-¡Serás guarra, Esther! ¡Se la chupas al chico mientras te estoy enculando!

-Me encanta, hmmm, que rica está tu superpolla, ¡Jorgito!

-¡Ay, ahora sí, ahora sí! ¡Ay! ¡Ya no aguanto más este culo tan rico!

-¡Llénamelo de semen, Marcos! Hmmm! ¡Y no dejes de jugar con tu mano en mi coño!

-¡Ya, ya, toda, toma, todo dentro, ay, guarra, guarra, hmmm!

-¡Sí, sí, toda tu leche en mi culo, me encanta!

-¡Ay, Esther, esto me excita mucho! –exclama el muchacho con su pene en mi boca.

-Claro, tócame las tetas, Jorgito, acaríciamelas, hmmm, ¿te gustan, te gustan mis tetas?

-¡Sí, sí, mucho, ay, qué bueno! ¡Hmm, ay, ya casi no aguanto… oh!

-Oye, chico, espera ¿no te gustaría dar porculo a la chica? ¡Lo tiene muy sabroso! Y ahora ya está muy abierto.

-¡Me encantaría!

-¡Ay, a mí también! –exclamo encantada con su verga en mi boca.

-¿Puedo, puedo, Esther? ¿De verdad?

-¡Sí, sí, va! ¡Claro! ¡Ven, así, lo vas a encontrar muy acogedor para ti! –me pongo en pompa para el chico.

-¡Oh, sí! ¡Qué sonrosado! Pero yo… ¡es que nunca he dado porculo a una mujer!

-Bueno, a ella nunca la habían enculado antes ¿verdad?

-Sí, cierto. Tú vas a ser el primer chico que me la va a meter por el culo. Ni a mi novio le he dejado que me encule nunca. ¿Te gusta lo que ves? –me contorneo para él, que tiene una visión inmejorable.

-¡Mucho! Pero… todavía…

-¡Je, je, je, está lleno de mi lefa!

-Oh, eso te da reparo ¿verdad, Jorgito?

-Bueno, un poco… pero…

-Vale, pero… espera… mira… ¿ves? -recojo el semen de mi culo y me lo meto en la boca. Está riquísimo el sabor mezclado de mi ano con el de la lefa. Me propongo dejarlo bien limpio para que Jorge me encule a gusto.

-¿Qué, qué te parece? ¿Ya está?

-Bueno… aún…

-¿Sí? Pues oye, Marcos, ven y lámeme el culo hasta dejarlo bien limpio para tu sobrino.

-¡Será un placer!

-¡Uy, ya me vuelvo a poner cachonda con tus lametones!

-¡Y yo también! –exclama Marcos!– ¡A mi edad me cuesta mucho que se me vuelva a poner dura, pero es que tú eres una bomba!

-¡Venga, Jorge, va, méteme tu superpolla en el culo que me quiero correr enseguida contigo!

-¡Sí, sí! Ay, yo nunca antes…

-No te preocupes… mira… ves que está muy abierto para ti?

-Sí, pero no sé… quizá…

-¡Te va a caber, no te preocupes!

-¡Escúpele, escupe en el ojete a la chica!

-Sí, sí, me puedes escupir en el ano. ¡Bien, sí, ja, ja, buena puntería!

-¡Oh, Esther, estás muy caliente, oh, qué gusto!

-¡Ya noto la punta dentro! ¡Métemela entera, empuja, empuja fuerte!

-¿Sí? ¿Seguro? ¿No te haré daño?

-No, ya has visto que tu tío me la endiñó hasta el fondo. ¡Oh, ah, así!

-¡Esther, no grites, hija!

-¡Oh, es que me encanta tener la polla de tu sobrino en mi culo! ¡Muévela, Jorge, muévela!

-¡Ay, es que estoy muy… es que… hmmm!

-Ya, a punto de correrete, ¿verdad? ¡Sí, sí, lánzame todo tus chorros dentro!

-¡Sí, sí, te estoy follando el culo, te estoy follando el culo!

-¡Oh, ah, ya siento tu leche dentro! ¡Qué gusto!

-Ay, Esther, oh, perdona, pero… mira cómo me habéis puesto… ah, ¡oh! -el tío Marcos apunta su miembro a mi cara y eyacula sobre ella!– ¡Ah, ah, hum!

-¡Hmmm, qué cerdo, me encanta, oh, me muero de gusto, con chorros de lefa en mi cara y en el culo! ¡Me corro, me corro! –y uno mis gemidos a los de los dos sementales.

Al cabo de unos pocos minutos, le limpio la verga a Jorge con mi lengua y ya se le vuelve a endurecer.

-Uy, Jorge, veo que tú ya, otra vez… o sea… -le guiño un ojo.

-¡Jorge, a la cama!

-¡Pero tío…!

-Oye, es muy tarde y ya está bien. Venga, va.

-Sí, es cierto, está a punto de amanecer –digo.

-Esther, nos lo hemos pasado de fábula contigo. Pero ya vale.

-Sí, sí, vamos a dormir un poco. ¡Gracias por venir a hacerme compañía!

-No, no, a ti por ser tan… cariñosa con nosotros.

-¡Adiós, buenas noches!

-¡Buenas noches!

Se despiden con besos en los labios. Cuando cruzan el umbral de la puerta, Jorge voltea su cabeza para mirarme desnuda y yo le saco la lengua y me relamo. Después he sabido que esa noche, Jorge se masturbó enseguida que llegó a su habitación. Yo por el contrario me dormí enseguida muy satisfecha.

Bueno, me despierto temprano. Aunque al final tuve buena compañía, hoy no quiero pasar angustia ni sentirme plato de segunda mesa y me decido a pasar al ataque. Después de ducharme y desayunar bien, salgo a dar una vuelta por el pueblo con la intención de comprarme un bikini nuevo. No me da la gana de pasar otro día viendo como Bea es la estrella de la fiesta. Mi intención es comprar el microbikini más pequeño que encuentre. Voy a varias tiendas, pero no acabo de encontrar lo que busco. Al cabo de un par de horas, ya sólo me queda una por visitar.

Por lo que veo, es la más cara y lujosa, pero eso nunca ha sido un problema para mí. Me pruebo varios bikinis y algún bañador. Pero no acabo de encontrarlos lo suficiente sexis ni pequeños. Pido un par de tallas menos, pero ni así.

-Ay, no sé. La verdad es que ya tengo varios bikinis, pero querría algo… o sea… oye… ¿Y esos de ahí?

-¿Esos? No, esos de ahí son de niña.

-¡Ah! A ver… ¡son muy bonitos!

-Ya, sí, pero esos son para niña. A ti no…

-Bueno, pero… ¿me los puedo probar, ¿verdad?

-A ver, es que no te van a quedar bien. Además, es que se te vería todo.

-¡Me los pruebo!

Y sí, claro, la braguita casi no me entra, se queda atascada en los muslos. Al final consigo ponérmela hasta arriba. No tapa nada. Aunque siempre llevo el pelo del pubis muy arreglado, veo que se me ve por arriba y por los lados. Claro, una niña no tiene ese problema. ¡Uy, se me ve todo el culo! A ver, si me lo pongo así, por lo menos no se me ve el agujero.

Pero por poco que me moviera… Me cuesta mucho abrocharme el sostén, pero al final lo consigo. El pecho me sale por todos lados, pero por lo menos me tapa los pezones y las aureolas. No sé. Podría comprarlo y quizá me atreva a ponérmelo. ¡Es que es un rosa tan bonito! Y lo que es seguro es que iba a causar sensación. Pero claro, ahí también están mis padres y… Aparte, toda la gente en la playa. ¿Qué iban a pensar?

Me pruebo también uno blanco muy chiquitito y todavía cubre menos. Aparte que es de una tela que por poco que se moje, lo transparenta todo. Bueno, eso tampoco sería un problema para mí y seguro que encantaría a Manuel y a los demás. Incluso a Fernando. Es que quiero que no aparten los ojos de mí en todo el día. Ayer me sentí poco deseada y no quiero repetir esa sensación. Al contrario, quiero que se peleen para estar conmigo. Que durante todo el día solo piensen estar conmigo y hacerme de todo. Que supliquen que esté con ellos.

Al final decido comprarme los dos bikinis de niñita y ya veré qué hago, pero le digo a la dependienta que son para mí primita, que tiene nueve años, y que es cierto que a mí no me quedarían bien. No sé si se lo termina de creer, pero la verdad es que me da igual. Me salen carísimos. Podría estar contenta con este regalo mi prima, si es que en realidad existiera.

Otra vez en la casa, todos han desayunado y a punto de ir a la playa. Yo les digo que iré un poco más tarde.

-¿Por qué, hija? ¿No te encuentras bien?

-Sí, sí, estoy perfectamente, mamá. Es solo que…

-No tienes muy buena cara, Esther.

-Bueno, es que he dormido muy poco esta noche. -eso es la pura verdad.

-Ya, será por eso. Quizá te costó dormir porque había demasiado ruido. ¿Tú no oíste muchos gemidos y como gritos en alguna habitación? Yo al principio me asusté y estuve por ir a ver qué pasaba, pero tu padre me dijo que no me moviera, que seguro que eran Leo y Bea que se lo estaban pasando bien. Ya sabes.

-No, yo no oí nada, no –me ruborizo porque está claro que era yo quien gemía y eso– Pero sí, seguro que fueron ellos.

-Ay, no sé. A ver, esta chica es muy amable y educada, no digo que no, pero la veo muy descocada. Parece que quiere que todos la miren. E incluso que la deseen.

-No, mamá. Bueno, quizá sí, no sé.

-A ver qué modelito llevará hoy para la playa. Espero que no sea tan descarado como el de ayer.

-Mamá, es joven y guapa y no pasa nada.

-¿Qué, qué decís?

-Nada, papá. Es mamá que dice que ayer Bea llevaba un bañador demasiado provocativo.

-¿Ah, sí? No sé, no me fijé.

-¿No? Pues debías de ser el único. -le responde mamá.

-De verdad que no me di cuenta. ¡Yo solo tengo ojos para ti! –da un besito a mamá.

-Ya, ya, que me lo creo.

-Que sí, mujer. Bueno, y para mi hijita pequeña –y me besa cariñosamente.

Cuando quedo sola en la casa, me vuelvo a probar los biquinis de niña. Me excito un poco al mirarme en el espejo y ver que se me ve todo mi cuerpo y me imagino la sensación que causaría en la playa. Pero es que por poco que se me mueve la tela, se me ven los labios del sexo. Y por detrás, el ano. Y ya no digamos los pechos. Pero me da rabia volver a pasar el día sin ser el centro de atención. En el fondo reconozco que soy una exhibicionista. Espero que mis padres no se lo tomen mal, pero decido que sí, que me pondré el bikini blanco de niña de diez años.

Es bastante elástico y no me costará que me entre. Pero antes, debo rasurarme completamente el pubis y todo el pelo de ahí debajo porque quedaría feo que se me viera con una braguita tan minúscula. Mientras me rasuro, me voy excitando tanto al pensar en cómo me mirarán los hombres en la playa que me masturbo un par de veces para hacerme pasara algo la calentura.

Y sí. Todo ha ido de fábula. Me han devorado con los ojos. Yo me he movido muy coqueta ,pero con cuidado. Por la arena, al ir al agua, en la tumbona, en la piragua… pero soy consciente que en más de una ocasión, sin querer, más de uno me ha visto el coño, el culo o las tetas. He visto cómo me miraban y cuchicheaban entre ellos. Hemos ido a pasear con los tres chicos por la arena, con los pies en el agua, y he visto como muchos desconocidos no podían apartar la vista de mí. A alguno le he aguantado la mirada unos segundos y he caminado aún más sensualmente.

Los chicos has estado muy amables. Incluso Fernando ha intentado estar muy cerca de mí, seguro que para ver todo lo que pudiera. Al salir del agua con el bikini transparente me he sentido desnuda ante todos y me ha encantado. He hablado por teléfono con mi novio y me ha gustado hacerlo en voz bastante alta para que se me oyera bien cuando le decía cosas cariñosas, que le echaba en falta, que le quiero mucho y todo eso, muy mimosa. Me he abierto bastante de piernas consciente que se me vería la vulva y que los que más se fijaran descubrirían que estaba húmeda y no solo de agua de mar.

-¡Oye, ya eres mayorcita, pero creo que te has pasado con este bikini!

-Mamá, ¿por qué? ¿Es que no te gusta?

-A ver, no se trata de si me gusta o no. ¡Pero si parece de niña!

-Mamá, ¿pero qué dices? Me lo compré hoy, pensando que me quedaría bien. ¡Y mira que es caro!

-Esther, pero ¿no te das cuenta de que se te ve todo?

-No, no se me ve nada. Y si a alguien no le gusta lo que ve ¡que no mire!

-A ver, no, si seguro que les gusta, pero…

-Mamá, ¿sabes qué? ¡Que tú estás muy guapa con este bañador!

-Ya, vale, gracias.

-Es que tienes un cuerpo muy bonito, mamá.

-Bueno, va, dejémoslo. Tu cuerpo sí que es bonito, pero no sé, me sabe mal que lleves este bikini de niña.

-¡Mamá, que no es de niña! ¿Cómo puede pensar eso?

-Ayer criticamos a Bea y hoy vas tú y…

-Yo, no, mamá, yo no critiqué a la novia de Leo. ¡Que lleve lo que quiera!

-Me sabe mal que puedan pensar que eres una fresca ¡una exhibicionista!

-¡Mama, que estamos en la playa!

-Bueno, tú misma. Ya sabes lo que pienso.

-¡Me voy al agua! ¡Eh! ¿alguien viene a bañarse conmigo?

Todos se levantan de la tumbona o dejan de jugar y vienen como abejas a la miel. En el agua, jugamos con la pelota y, sin querer, pero sin que me importe mucho, se me ve una teta, luego el culo, al cabo de un minuto la otra teta. Hago ver que no me doy cuenta. Manuel hace por quitarme la pelota pero en realidad me acaricia una nalga y me aparta el sostén, como jugando. Yo me vuelvo a tapar las tetas, pero después Leo me baja las braguitas y me mete un dedo en el culo por un instante. Jorge y su hermano, uno por cada lado, hacen ver que es sin querer pero me descubren los pechos y yo, muy sensual hago como que “perdón, ay que se me ven los pechos”, y así todo el rato.

Marcos se acerca a mi oído y me susurra que por favor esta noche le vaya a visitar hoy a su habitación. Yo le digo que ya veremos. Y él me avisa que si no voy yo a la suya, vendrá él a la mía. Al cabo de un rato, ya tumbados, Manuel me dice en voz baja que hoy me he pasado con el biquini micro y transparente, pero que le agrada mucho y que sólo piensa en follarme toda la noche. Yo le digo que no podrá ser porque tengo novio y que, si se porta bien, quizá se la chupe un rato. Bueno, por lo que parece, esta noche no me sentiré sola e incluso podré escoger con quien lo paso bien.

Cuando estoy medio dormida en la tumbona, me despierta Lucas y me dice que se me ve un pezón y enseguida me lo cubro con la pequeña tela, aunque no consigo que no se me vea algo la aureola. Dice que le encanta el biquini de niña y yo le digo que no es de niña y él dice que le da igual, que le gusta mucho y que, por poco que pueda, esta noche intentará venir un rato a mi habitación, que está todo el día excitado mirando mi cuerpo. Yo le digo que bueno, que quizá le deje estar un rato conmigo, que ya veremos.

Jorge y Ángel se hacen los encontradizos cuando, ya con un vestidito encima del bikini, voy a los servicios del restaurante de lujo donde comemos y me dicen, muy atrevidos:

-¡Tu bikini es muy bonito!

-¡Ah, gracias!

-Al ser tan pequeño y transparente nos la has tenido empinada durante todo el rato.

-Vale, sois jóvenes, es normal. Además, con tantas chicas guapas en la playa… Y con Bea, tan sexy ella… Bueno, voy a mear.

-¡Espera, es que casi nos duele de tanta erección!

Bien, hasta aquí esta parte. Si lo deseas y no te excita demasiado, te espero pronto en “Profesora particular (6): Unos días de vacaciones (parte 4)”.

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