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Profesora particular (5: segunda parte)
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Estoy en casa de mi alumno particular Fernando, desnuda en la habitación de su hermano mayor Leo. Su novia Bea y los demás familiares están en el jardín al lado de la piscina.

-Venga, cuéntame por qué vas sin bragas aquí en mi casa. ¡Delante de todos!

-Esto… ay, me da vergüenza… -intento pensar en algo convincente –yo… bueno… pensé que… ir sin nada debajo… bueno, ya viste que el sostén es minúsculo…

-¡Sí, casi se te ven los pezones!

-Ya… pues eso… por lo mismo… ya sabes… me gusta que me miren los hombres y excitarme cuando me siento tan deseada y por eso pensé que… o sea… casi enseñaros a todos el pecho y… ir sin braguitas por lo mismo… para sentir morbo… pensar que seguro que alguno podría ver mi culo…

-¡O tu coño!

-Sí, eso me habría gustado. Tu hermano… tus primos… tu tío –digo avergonzada- Pero lo de la toallita, claro, es para disimular…

-¡Ya, no podías salir directamente sin bragas!

-¿Lo entiendes verdad?

-¡Sí, mucho! ¡Y mi polla también, mira! –se baja el bañador y exhibe su verga empinada.

-¡Oh, Leo! ¡Tápate! ¡Tu novia está a unos pasos!

-Se está bañando con mi hermano y mis primos. No te preocupes. Venga, métetela en la boca, ¡qué sé que lo estás deseando! -mis ojos llenos de deseo me delatan.

-¡No, pero ¡qué dices! ¡Y menos aquí en la cocina!

-¡Ven, ven a mi cuarto!

-No, no, Leo. ¡Me voy a ir!

-¡De ninguna manera!

-¡No puedo salir así sin bragas! ¡Y ahora sin la toalla!

-¡Pero… a ver… si estás rezumando! –acerca su mano a mi sexo y se da cuenta de que estoy muy excitada, la huele y la lame. Me toma de la mano – ¡Qué sabrosa! ¡Va, venga, ven a mi cuarto!

-No, Leo, o sea… ay… no sé… y si Bea… -pero le sigo a punto de derretirme de deseo.

Ya en su habitación, Leo me aparta el sostén, me sorbe los pechos y juega con su lengua en mis pezones. Siento que mi sexo es una fuente.

-Ay, Leo, por lo menos, ¡cierra la puerta de la habitación!

-No, no, así, la dejo entreabierta, ¡me da más morbo!

-¡Leo, por favor! ¡Ah, hmmm! ¡Mama, mama mis tetas! ¡Oh! –me agarra las nalgas y me introduce un dedo en el ano, lo saca y lo huele con placer y me lo mete más adentro y abro el esfínter para él mientras me introduce otro en la vagina y me acaricia el clítoris. –Me muero, Leo, ah, ¡hmmmm! Juega, juega con mi chocho, sí, sí, oh, así, ¡aaah! Méteme más dedos. Sí, sí, así, ¡y en el culo también! Chupa, chupa mis pezones, oh, mama, mama, así, así, ah, ¡ah!

-¡No grites, Esther! Venga, córrete, ¡va!

-Sí, sí, ya, ya, ah, me voy, ¡me voy! ¡Ah, ah! Hmmm! ¡Oh! ¡Dios! ¡Dios! ¡Leo! ¡Hmmm!

-¡Oh, cerda! ¡Me estás duchando, estás empapando toda la habitación!

-¡Es que estoy muy, muy cachonda! ¡No pares, no! ¡Más, más! ¡Ah, hmmmm! –me sigo corriendo.

-Va, va, ya está, ¡ahora me la vas a mamar como tú sabes! ¡Mira cómo está!

-Sí, sí, ¡muy apetecible! –me pongo en cuclillas y me la meto toda de golpe y casi me ahoga porque me llega al fondo del paladar y yo juego con mi clítoris y con mi vagina y eyaculo como una fuente, formo un charquito en el suelo, él lo ve y se excita todavía más y siento un placer inmenso cuando él lanza su semen dentro de mi boca tan deseosa de polla y de leche.

-Oh, ¡qué rica tu lefa! ¡Y caliente!

-Toma, toma, ¡bébetela toda!

-Sí, sí, ¡hmmmm! -se la ordeño con una mano para que me de todo su semen.

Al cabo de un par de minutos, yo sigo masturbándome, pero Leo, aun con su pene en mi boca, dice:

-Ya está, ya está, Esther, es peligroso. ¡Para, para!

-Tú ya estás satisfecho, pero yo, todavía…

-¡Esther, te has corrido varias veces! ¡Lo has dejado todo empapado! ¡Mira el parqué! Va, deja de chupármela, ¡tenemos que salir! –me aparta con delicadeza.

-¡Ay, Leo! Me gustaría que… o sea…

-A ver, tengo novia, ya lo sabes, y no quiero que…

-¡Ah, ahora vas y te acuerdas de que tienes novia! ¡Ahora! –algo decepcionada.

-¡Ay que me parece que estás celosa!

-No, pero ¿qué dices? Solo que ahora piensas en Bea, pero cuando me has mamado las tetas y me has follado la boca…

-Va, Esther, ¡por favor! ¡Yo salgo, que van a sospechar algo! Ha estado muy bien. Eres una mamona de cuidado, ja, ja, ja, ¡la mejor! Pero, es que, si no, ¡nos van a descubrir!

-Vale, sí, de acuerdo, ¡ya está… yo ya me voy a ir a casa!

-No, toma, ¡toma la toalla!

-¡Paso de la toalla! ¡Adiós! ¡Despídeme de todos!

-Pero… a Fernando le sabrá mal… ¡y a mis padres!

-No puedo estar sin bragas, lo entiendes, ¿no? ¡Me voy a poner el vestido y ya está!

Ando desnuda por la casa. Disgustada, ni me pongo bien la parte de arriba del bikini y voy con los pezones excitados al aire. Noto que el flujo y el squirt me empapan y me resbalan por los muslos. La casa es muy grande y dudo de cómo ir a la habitación donde he dejado el vestido y la ropa interior. Por fin, creo que es esta la puerta. ¡Pero no!

-¡Oh, perdón!

-¡Ah! Esther! Entra, entra, ¡no pasa nada! –es Jorge, completamente desnudo.

-¡Qué sorpresa, Esther! –exclama Ángel solo en camiseta –Nos estamos cambiando.

-Ya… yo iba a… -me tapo como puedo.

-Ven, ven, ¡guapa! No pasa nada…

-No, no, estáis desnudos y yo… o sea…

-¡Tú también!

-¿Cómo es que vas así sin ropa por la casa? -pregunta Ángel intentando ocultar su pene con las manos.

-Yo… estoy buscando… o sea…

-¡Ya nos has encontrado! Ja, ja, ¡ja! -dice Jorge sin vergüenza por mostrar su miembro que crece sin parar.

-No, no, ¿quiero decir… y Fernando?

-Todavía está bañándose. Jugando con Bea. Pero nosotros ya salimos de la piscina y venimos a vestirnos.

-¿Y decís que Fernando está con Bea?

-Sí, sí, chapoteando en la piscina. Creo que a él le atrae la novia de su hermano.

-¡Es que es muy guapa!

-¡Sí, y está muy buena la tía!

-Ya… -me pongo celosa la verdad y se me ocurre que… Les miro las vergas descaradamente. -¡Oh! Estáis… tenéis los…

-Perdón, ¡Esther! -dice Ángel avergonzado ante su erección y yo me admiro cuando los penes de los dos hermanos, en un instante, ya están completamente parados e hinchados.

-No pasa nada, Angelito. No te lo tapes, no.

-En la piscina, así, jugueteando con Bea, yo ya… bueno, quiero decir que, ¡ya se me empinó… es que es muy atractiva! Y ahora… así… tu… vienes a vernos desnuda…

-¡Es que tú también estás muy buena, Esther! –exclama pícaro Jorge.

-Y así sin nada… yo… -titubea Ángel.

-Lo entiendo, lo entiendo… pero no te tapes, no… no os avergoncéis. Es muy natural. ¿Sí? ¿De verdad creéis que soy muy guapa?

-¡Sí, sí!

-Más que Bea! –exclama Ángel entre inocente y pícaro.

-La verdad es que yo también… o sea… veros a vosotros… tan guapos… y ver vuestros… sí, vuestras pollas tan… -sin pensarlo, acerco un dedo a mi sexo y luego lo lamo ante los chicos y me meto varios dedos en la vagina y les muestro la mano empapada de mis ambrosias –O sea, que veros así tan… excitados… yo también… Venid, venid, ¿os gustan mis tetas?

-¡Oh! –los dos hermanos quedan boquiabiertos cuando ven que aparto más todavía la parte de arriba del bikini, tomo mis pechos y se los ofrezco. –¿Os gustan? ¿Sabéis? ¡Me gustaría mucho que me mamaseis las tetas, como dos bebés!

-¡Esther! Hmmm! –ambos se sientan en mi regazo desnudo y les doy de mamar lo que me pone a cien y a ellos, con su miembro cada vez más duro, largo y grueso. No sé cuál de los dos me arranca el sostén. ¡Qué descarado! ¡Me gusta!

-¡Hmmmm! ¡Qué sabrosa! –Ángel cierra los ojos mientras Jorge me mira mientras chupan y mordisquean mis pezones lo que me encanta y les encanta porque sus vergas no cesan de crecer. Y a mí me pone a cien amamantar a los dos juntos y darles mis tetas, que toman con fuerza, acarician, lamen, mordisquean y besan. Son muy cariñosos.

-¿Os gusta? Creo que sí porque vuestras pollitas… hmmm… bueno, no, ¡vuestras superpollas! –les miro las trancas con cara de deseo y me relamo.

-¿Oye, tu querrías…? –pregunta Jorge. ¿Tu podrías hacernos una paja? Ja sé que… bueno… perdona… es que…

-¡No, no… tranquilo… si lo que deseo es chupar vuestras supertrancas! ¡Por favor, quiero comeros vuestras enormes pollas a punto de reventar!

-¡Oh! ¡Esther! –Jorge toma su pene y me lo encara.

-Sí, sí, ¡por favor! -me pongo en cuclillas y les agarro el miembro y los chupo alternativamente mientras el flujo me resbala por las piernas, se los lamo, los mordisqueo

-Oh, están muy ricas, no sabría decir cuál es mejor, ¡hmmmm! ¡A ver… esta es muy sabrosa! ¡Oh, y esta… que caliente y gordita!

-Esther, ay, oh… hmmm… es que a mí… nunca… yo… me parece… que… ay… ¡Esther!

-¡Nunca te han hecho una buena mamada, Angelito! ¿Es eso?

-Antes… ninguna chica… ay… perdona… me voy a correr… ah, lo siento, ah, ay, ah, oh, ¡ah!

-No, no, Angelito, no la saques, no, ¡échame tu leche caliente dentro… fóllame la boca!

-Ah, ya, ya, oh, ¡dios! ¡Qué vergüenza! ¡Oh! ¡Oh! Hmmm! ¡Perdona! ¡Yo… ay!

-¡No, no! ¡Eyacula, tranquilo! Sí, sí, así, no te preocupes, me encanta que me folles la boca, ¡guapo! Ah, sí, sí, ¡toda dentro! ¿Mira, mira…ves? –abro la boca y se la enseño llena de su lefa- ¿Quieres que me trague tu lechecita, Ángel?

-¿Eh? Yo… como desees, Esther, ¡quizá te da reparo!

-No, no, ¡al contrario! Mira, hmmm, ¿qué sabrosa, oh, hmmm, ves? Ya está, mira, ¡mira!

-Te la has tragado toda!

-¿Sí, ves? –abro la boca. –¡Porque tu leche está muy rica! ¿No te lo había dicho nadie?

-¿Eh? Es que… yo… nunca… tú eres la primera que…

-¿Ahora tú, Jorge? ¿Quieres darme toda tu leche? ¿Sí?

-¡Sí, Esther! ¡Sí!

-¿Y me vas a lanzar todos los chorros para que la saboree?

-¡Sí, sí! ¡Me muero de ganas! ¡Mira cómo la tengo!

-¡Que gruesa, Jorge! ¡Y los huevos muy hinchados!

-Sí, sí, ¡por ti! ¡Por favor, Esther!

-Pero… un momento… antes, contesta: ¿seguro que me encuentras más guapa que Bea?

-Sí, sí, ¡mucho más guapa!

-Venga pues, métemela hasta el paladar y… ¡oh! ¡Hmmm!

-¡Chupa, chupa! –me agarra la cabeza y me penetra hasta el fondo mientras yo lo abrazo por sus nalgas para acercarlo más.

-Venga, Jorge, ¡lánzame tu semen!

-Espera, espera, quiero follarte más la boca, chupa, chupa, así, ¡hmmm! –le relamo el glande, lo mordisqueo, el chico no se corre y temo que alguien nos descubra y se arme un escándalo. Se nota que tiene más práctica y resiste más que su hermano.

-¡Córrete, córrete en mi boca! ¡Deseo beber tu leche! ¡Va, ya! –le acaricio los testículos y se los lamo, pero él aguanta el muy cabroncete. Me meto un huevo en la boca junto a su miembro. Acerco sus manos a mis tetas para que ambos sintamos aún más placer. Noto que estoy a punto de correrme, pero no –Ay, oigo pasos, ¡tenemos que dejarlo!

-No, no, por favor, espera, espera un momento… ya casi… un momento… hmmm -me agarra las tetas y me folla la boca con fuerza y me gusta. ¡Estoy a cien! Pero él sigue bombeando sin correrse.

-Sí, sí, ¡viene alguien! –exclama Ángel.

-Eh? ¡Oh! Sácala, sácala Jorge! Nos van a…

-Pero… qué pasa aquí? –entra Lucas sorprendido por lo que ve. –¡Esther! ¡Jorge! ¡Y delante del niño!

-¡No soy un niño, papá! ¡Ya tengo los dieciocho!

-Lucas, yo no… -intento encontrar las palabras con la boca llena del pene de su hijo mayor.

-Ay, ah, me corro, me corro, ¡ahí! –grita Jorge.

-Ahora! ¡Precisamente ahora! ¡Oh, hmmm! –me quejo al recibir chorros y chorros de esperma directamente a mi garganta. –Aquí delante de tu padre! ¡Pero qué sabroso y caliente! ¡Hmmm!

-Oh, Esther, ¡ah! ¡Hmmm! ¡Bébetela, trágatela!

-No, no, Jorge. ¡Yo no… la voy a escupir! O sea… Lucas, yo no… soy una señorita… yo nunca…

-Esther, debes tragártela, como hiciste con la lefa de Ángel! –exclama Jorge.

-¿Qué? ¿Cómo? ¡¿También se la has mamado al niño?!

-¡Papa! –se queja avergonzado Ángel. –Que yo ya no…

-Jorge, saca el pene de la boca de la chica, por favor! Y tú, Esther, ¡es que no tienes vergüenza! A ver, chicos, salid de la habitación que quiero tener unas palabras con esta… con esta…

-Papá, nosotros no…

-Es cierto, no queríamos, pero… ella…. se presentó aquí… así desnuda…

-Sí, ya has visto como en la piscina… como ella… casi con las tetas al aire… y con esa toallita para excitarnos…

-Yo no… o sea… -intento encontrar las excusas adecuadas, pero es imposible.

-¡Es culpa de ella, papá! ¡Ya la ves… así, completamente desnuda!

-¡Que salgáis! ¡Fuera! Así. ¡Y cerrad la puerta! Vale. A ver, Esther, esto que has hecho con mis dos hijos, es que no tiene nombre. Bueno, o sí. Un nombre. Un nombre que… que no quiero decir, por educación y por respeto a tus padres. Y tápate, hija, ¡por favor!

-Es que no, yo… Lucas… no tengo aquí nada de ropa… -avergonzada, me doy cuenta de que los chicos se han llevado mi sostén los muy cabrones.

-Mira, debo hablar con Lole y Manuel y decirles lo que ha pasado, no puede ser que tú… aquí… en su casa… con mis niños…

-No, no, por favor, ¡Lucas! Se van a enfadar y… o sea… en realidad. No ha pasado nada… somos jóvenes… ellos…

-Es que desde que llegaste te has estado exhibiendo, primero con el vestidito, luego con la toallita, ¡y enseñando las tetas a todos!

-¡Sí que te has fijado, Lucas!

-¡No seas descarada! ¡Y tápate por favor! ¡Que uno no es de piedra!

-¿Ves? ¡Tú también te calientas, a que sí! ¡No me respondas, ya me contestas con el bulto que se te forma en el bañador!

-¿¡Serás desvergonzada!?

-¡Es la verdad, Lucas! –miro su entrepierna y él no puede esconder su erección. –Veo que también te gusto, ¿verdad?

-¡Pero si para mí eres sólo una niña! –veo que tengo una oportunidad para que no diga nada a Manuel y a Lole y camino coqueta hacia él. La verdad es que tengo ganas de que me toque, de que me acaricie. Sus hijos me han dejado muy, muy cachonda. Me relamo y le miro fijamente. Tomo mis tetas y se las ofrezco– No, hija, pero ¿qué haces? ¡Esther!

-¡Te mueres de ganas, Lucas! ¡Tu polla no engaña!

Acerco sus manos a mis nalgas y le doy un beso en la boca, aún con sabrosos restos del semen de sus dos hijos y de su sobrino mayor, juego con nuestras lenguas, le abrazo para que sienta mis senos hirviendo apretados a su cuerpo y siento crecer su verga en el mío y enseguida bajo mi mano y la introduzco dentro de su bañador. Sé que estoy ganando. Que no dirá nada. Que ya solo piensa en follar mi boca, como sus hijos.

-Lucas, ya veo que sí que te gusto, je, je, ¡je! ¡Y mucho! Tu pene está duro, caliente y húmedo. Ya vi que no parabas de mirarme en la piscina. ¡Estás hecho un viejo verde!

-¡No seas descarada! ¡Esther, por favor!

-Te gusto y me deseas. Quieres que te haga cositas. Y hacérmelas, ¿verdad? Y yo soy una niña, una niña obediente para ti.

-¡Esther, no… yo… ay… hija!

-¿Qué? ¿Qué quieres? ¿Quizá deseas castigarme por habérsela chupado a tus hijos? Me lo merezco, ¡papi! -le miro con cara de inocente mientras juego con su miembro aun en el bañador, duro como una roca, me doy la vuelta para que me vea bien el culo. –Seré una buena niña, puedes azotarme el culo, si lo deseas, es todo para ti… así… toda desnudita… no tengo escapatoria… porque te gusta mi culo, ¿verdad? ¿Quieres castigarme por haber sido mala con los niños, papi?

-¡Me pones a cien, Esther! Ven, así, sí, ¡toma! –se sienta, me tumba en su regazo y me da nalgadas y noto que su pene no para de crecer, aún en el pantalón.

-Sí, sí, he sido mala, pero contigo seré buena, ¡Lucas! ¡Dame más fuerte! Ay, sí, hmmm. ¡Oh! ¡Ay!

-¡Toma, toma!

-Ay, seré buena contigo, ¡papi! ¡Haré todo lo que me mandes!

-Pues chúpamela, chúpamela, Esther, ¡guarra!

-Sí, sí, lo estoy deseando, ¡papi! –se la saco y me parece enorme de tan erecta -Ay, no me va a caber, ¡la tienes muy grande!

Me pongo de rodillas y se la empiezo a mamar.

–¡Oh, está muy rica y caliente! ¡Qué buena!

-¡Oh, hmmm! ¡Chupa, chupa, Esther!

-Sí, papi, ¡me encanta tu polla!

-¡Oh, Lucas! Esther! ¿¡Pero… qué!? -entra Manuel y se sorprende al ver que les estoy haciendo una mamada a su cuñado. -¡Esther! ¡¿Serás…?!

¿Y qué sucedió? Uf, pues de verdad, ¡algo que aun hoy me excita recordar! Querido lector, en la siguiente parte del relato verás cómo continúan mis aventuras en la casa de Fernando en ese día tan especial.

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