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Profesora de duchas
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Tiempo de lectura: 3 minutos

Como sucede en todos los trabajos, siempre hay un “nos podés ayudar?”, equivalente a vení o te hecho al olvido. Siempre faltaban profesores para ordenar la salida de los chicos de las duchas después de la clase de gimnasia, así que había que colaborar.

Un poco me enojaba, pero el olor a esos muchachos sudorosos me excitaba, igual que la idea de ver a alguno desnudo. La tarea consumía mi horario de almuerzo, pero no podía negarme pues ese horario se duplicaba por el favor así que tenía dos horitas para todo lo que quisiera, al menos dos días a la semana.

La primera semana transcurrió tranquila. Los grandotes de 18, del último año eran alumnos regulares míos y nos conocíamos, así que se movían rápidamente. No traían ningún problema más allá de una broma mostrando sus bultos, que yo distraídamente miraba sin acusar recibo y las clásicas miradas a mi escote y mi tremendo culo. Todo eso en un ambiente de caluroso perfume varonil.

El viernes de la segunda semana se complicó. Todo empezó con una pelea entre tres acerca de la propiedad de un jabón, una tontera que para ellos era importante. Los detuve, pero seguían enojados y sin bañarse. Hice salir al resto de la clase ya limpia y volví sobre los enojados, que en toalla no parecían serios.

Traté de calmarlos y hasta separarlos. Entre los sacudones y el piso húmedo mis tacos me traicionaron y me caí de espaldas cuan larga soy. Reconozco que quedé un poco atontada. Los tres camorristas se asustaron y se acercaron a mí.

-Profe… Está bien – dijo Sebastián con una rodilla en el piso. En esa pose podía ver su enorme verga colgando muy cerca de mi cara. Y él se dio cuenta mirándome con cara de pillo.

No me pude resistir y se la empecé a chupar. Él se arrodilló quitándose la toalla. Era una verga grande para su edad. Yo gozaba y él también. Olía y sabia a transpiración, lo que me excitaba más.

Los otros dos, Danilo y Marcos disfrutaban del espectáculo jalándose sus pijas sobre la toalla. Los miré de reojo y con un guiño los invité a acercarse. Marcos me frotaba su verga en la cara, mientras Danilo abría mi blusa y sobaba mis tetas. La excitación iba en aumento. Estos muchachos sucios y calientes me deseaban como yo a ellos.

Me metí las vergas de Marcos y Sebastián en la boca mientras Danilo me desnudaba. Me quito la blusa y el brassier liberando mis tetas a sus manos y su verga que frotaba entre ellas. Me hicieron parar para quitarme la pollerita y la bombacha. Aunque sabían mi condición transexual les enloqueció verme desnuda. Me mordían las tetas, me magreaban el culo bien adentro y jalaban de mi polla con entusiasmo.

Danilo se sentó en el borde del respaldo de un banco con los pies en el asiento y me dijo –A ver Profe venga y cómase esta verga! – Me doble para chupársela.

En esa pose Marcos empezó a chuparme el culo y Sebastián mi pija. Me encantaba cómo me usaban estos chicos. Me metían dedos en el culo y Danilo sacaba su verga mojada y la frotaba en mi cara.

Manoseándome me llevaron hasta un rack para pesas y me ataron las manos de manera que quedara doblada en ángulo recto. Era su esclava ahora.

Marcos empezó a cogerme la boca agarrándome firme la cabeza. Su verga entraba y salía, cada vez más profunda, me ahogaba y me gustaba. Empecé a babear mucho y Marcos me dijo mirándome a los ojos –Te gusta putita eh?… Te gusta tragar vergas – La sacó para frotarla en mi cara y a mí se me escapó un –Si, me gusta tu verga y ser tu puta!

-Mmm trágatela entonces!…Puta!- Me la metió en la boca hasta la garganta y me escupió la cara; sin saber que eso me encanta.

Mientras Danilo y Sebastián habían lubricado con sus lenguas mi culo y lo habían dilatado con sus dedos. Danilo me metió su verga primero. La sentía caliente abriéndome el ano, me deleitaba sentirla así. Sebastián apretaba y chupaba mis tetas.

De pronto Danilo acabó dentro de mí y Sebastián pidió ser el siguiente. Rica verga más larga la sentía golpear en mi interior. Marcos decidió acabar en mi boca y mi cara, su leche era sabrosa. Como no podía moverme fue juntando la leche de mi cara con sus dedos para que luego la chupara de ellos. Sebastián me dio un empujón fuerte y llenó de leche mi ano. Cuanto placer sentía, me encantaban estos muchachos.

Les pedí que me desatasen pero se negaron con dulzura.

-Déjenos jugar un poquito más…

No podía negarme, es más no podía hacer nada.

Vieron algo detrás de mí y se miraron con complicidad.

-Tiene muy abierto el hoyo profe… Dan ganas de meterle algo…

Me desataron para atarme de nuevo. Esta vez sobre un banco, de espaldas con mi culo flotando en el borde. De pronto vi un bate de beisbol, reluciente. Me asusté y traté de negarme pero fue en vano.

Danilo se sentó en mi cara refregándome sus bolas y verga, mirando hacia mi culo. Sebastián empezó a meterme el bate que, lubricada como estaba entraba con facilidad pero me estaba abriendo enormemente el ano; dolía pero gustaba. Me excité y Marcos se dio cuenta; empezó a masturbarme con destreza como si fuera su propia polla. Estaban fascinados con el bate entrando y saliendo en mi culo… y yo también.

De pronto acabé brutalmente, no sé cuanta leche me salió, pero era mucha. Los tres rieron por la sorpresa. Me sacaron el bate. Me lamieron la verga, la leche y el culo entre los tres. Besándome en la boca luego con esa mezcla de leche, culo y transpiración que me encantaba.

Nos fuimos a bañar juntos, qué más. Y volvimos un poco tarde a clases pero felices.

No resultó tan malo ser guardiana de duchas después de todo.

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