Yo estaba en un gran dilema, qué hacer con mi vida y no sabía francamente que hacer, lo que si sabía es qué debía ser un hombre fuerte, porque se vislumbraban tiempos difíciles en el horizonte. Por un lado, iba a ser padre, y esa iba a ser mi prioridad. En cuanto a la madre del niño o niña, hasta ahora era una incógnita, hablo sobre nuestro futuro. Mi mujer, porque es lo que era ya que los papeles nos seguían uniendo, por más que no tuviéramos ni contacto, era muy pero muy difícil que tuviéramos un futuro junto.
Mientras tanto yo volví a mi rutina, mi trabajo, a practicar ejercicio, con Mara nos comunicábamos permanentemente por teléfono, incluso iba a su casa a verla, por ella supe que mi mujer se tomó muy mal lo del embarazo, corto comunicación con su hermana y madre, y no sabían nada de ella. En cuanto a volver a tener relaciones, no se había dado la oportunidad, aunque prácticamente parecíamos novios. Y mi suegra no decía nada, parecía tomarlo como normal todo, descubrí en Mara una mujer excepcional, con un carácter muy especial. Pero yo quería hacerla entrar por el aro.
El viernes de esa semana, le dije por teléfono que no iba a poder ir a verla, lo que noté cierta tristeza en su voz.
Entonces le dije que no se preocupe que venga ella a la mía, y pase la noche ahí.
Mara: pero Carlos, mamá. -la interrumpí.
Carlos: Corazón, tengo cosas que hacer, te espero a las 22 h. -y corté.
A las 22:05 estaba golpeando la puerta de mi casa, entró radiante y como si nada, me dio un piquito, y siguió a la cocina a dejar el helado que había traído para el postre. Mientras me comentaba su día y como le iba en su nuevo trabajo, en una pequeña empresa de una amiga. Se la veía realmente feliz, terminamos de preparar la cena juntos, ella me ayudó ya que no sabía cocinar. Comimos y ella no paraba de hablarme y contarme cosas de su trabajo, del embarazo, de que estaba empezando a notarse la panza, no paraba de hablar.
Ya en el postre me dijo que su mamá había hablado con Vanina por teléfono, un par de minutos, mientras me miraba a los ojos y veía mi reacción, me contó que estaba bien, o por lo menos eso le había dicho a mi suegra. Mara se había enterado por una amiga que había empezado a salir, ella se quedó callada y me miró, le hice señas que siguiera hablando, y me conto que había empezado a salir con el compañero de trabajo que le coqueteaba antes que todo esto pasara, y cuando se enteró de su embarazo se encerró un par de días y después salió a tirarse todo lo que caminara. Mentiría sino dijera que me dolió, me clavó un puñal en el pecho sus palabras, pero siempre es bueno saber.
Una vez que comimos el helado lavamos los platos, en realidad ella lavaba y yo secaba, los roces eran muy intensos y cada vez que pasaba por detrás de ella no perdía oportunidad de apoyarla, cuando terminamos la tomé de la mano y nos dirigimos a mi habitación, al llegar nos besamos mucho, muchas caricias, nos fuimos desnudando uno al otro, ella estaba sorprendida por el trato, estaba acostumbrada al sexo salvaje.
Yo le quería hacer probar el cielo y el infierno. La acosté suavemente en la cama y empecé a besarla, fui bajando muy despacio por su cuello, pechos, me detuve en su panza, y bajé a sus piernas, besé todo el interior de sus muslos, y cuando me cansé subí a su vagina, donde me esmeré en comer todo muy bien. Luego me enderecé y subí a su boca donde la besé nuevamente, y la penetré en la posición del misionero, mirándola a los ojos, fue la primera vez que hicimos el amor, fue realmente muy tierno todo, y acabamos a la vez en un orgasmo muy lindo.
Descansamos un momento, tenía una sonrisa y una cara de satisfacción que no había visto antes, hasta que ella se olvidó de toda la ternura y se abalanzó sobre mi pene para revivirlo con una mamada, quería retornar a la celda salvaje, una vez repuesto mi miembro, se subió arriba mío como una amazonas y empezó a cabalgarme salvajemente, se apretaba los pechos, me rasguñaba mi pecho, se agachó y me empezó a besar de una forma posesiva, no duró mucho, apenas un par de minutos, cuando estaba acabando me puso sus tetas en la boca y ordenó que se las comiera, mientras me decía.
Mara: eres mío.
Al final pasó todo el fin de semana conmigo, nos cansamos de hacerlo en todas las posiciones posibles, tanto rudo como más tranquilo. También conversamos normalmente de todo, hasta de su hermana, donde le dije que todavía no tenía muy en claro mis sentimiento, ya que seguía enamorado de su hermana, pero que estaba dispuesto a hacer todo por ella y el bebé. No profundizamos en nuestra relación, pero se daba por entendido que estábamos juntos.
Continuamos normalmente en la semana, nos escribíamos todo el tiempo y yo iba a verla cuando salía del gimnasio, el miércoles vino a casa y se quedó a dormir, donde también tuvimos una noche agitada, teniendo sexo salvaje y terminamos haciendo el amor más tranquilos, eso sí nunca faltaba una rotura de culito, aunque me dijera que era un cerdo o maricón, le encantaba y a mi más hacérselo.
El viernes era el cumpleaños de mi mejor amigo Daniel, nos íbamos a juntar en la noche en un bar, el mismo bar que nos juntábamos desde la época de la universidad. Llegamos los cinco amigos de siempre y nos ubicamos en una mesa, este es el típico bar donde puedes pedir algo para comer, o acompañar el alcohol. Pedimos cervezas y papas fritas, con panceta, huevos, verdeo y queso cheddar. Y empezamos a hablar, lo bueno de ser los amigos de siempre es que cada uno cuenta lo que quiere o le salga, y por lo general hablamos de tonterías, que el fútbol, política, que mujer está más buena, y a que animal le ganaríamos.
La verdad es que estaba muy a gusto con ellos y en ese momento me olvidaba de todos mis problemas, de mi mujer, mi cuñada, del embarazo y de todo. Y fueron pasando las cervezas, las papas y las horas.
Ya era realmente muy tarde y todos nos estábamos yendo. Después de subir mis amigos a los autos a mí me dieron ganas de orinar, por lo que entré nuevamente al bar. Yo había quedado solo, y tenía que llamar a un Uber. Al salir del baño, veo la parte contraria de donde nosotros estábamos, que no había mesas, estaba la barra y una pequeña pista de baile, y ahí la vi, y mi corazón en un puño.
Estaba Vanina, vestida para matar, perfectamente maquillada, con un corte de pelo nuevo, y unos mechones claritos y se había oscurecido el resto del cabello, tenía un vestido muy cortito, color negro, con media espalda al aire, y un buen escote, era muy pegado al cuerpo y dejaba poco a la imaginación, ya que resaltaba todos sus atributos. Sobre ella y tomándola de atrás un tipo, que me pareció conocido, de haberlo visto en su trabajo, sospeché que ese era el que la cortejaba. Ella me vio y siguió con el fulano, mi sangre hervía, entre el alcohol, los celos y la bronca que tenía acumulada.
Ella me seguía viendo y sonreía, se acercaron a la puerta y yo salí detrás de ellos, iba como un toro tras ellos, mientras miraba al susodicho, la verdad era lindo de cara, pero de cuerpo extremadamente flaco y un poco más alto que ella, sobre el metro setenta, yo era enorme comparado con él, sin ser gordo, si soy robusto, y era mucho más alto que él. Al alcanzarlos tomé a Vanina del brazo, lo que no le gustó nada al acompañante.
Carlos: Vanina tenemos que hablar.
Otro: Tú, quien te crees que eres. -Vanina se puso detrás de él, y vio mi cara de pocos amigos.
Carlos: Yo soy el marido, y si no te apartas tú serás lisiado próximamente.
Era otra persona hasta yo me desconocía. Volví a tomar el brazo de Vanina y repetir lo de hablar, ella tenía mucho miedo temblaba. Siempre fui un grandote buenazo, un tipo de bien, ella decía que por mi contextura era un cariñoso osito. Creo que nunca me había visto en ese estado.
Vanina: Carlos entremos al bar y hablamos más tranquilos. -Quería gente de por medio, de verdad me temía.
Entonces el acompañante me tomo del brazo para alejarme de ella, mala idea. Con mi brazo trabé el suyo le hice una palanca sobre él a la altura del codo, algo doloroso y que con poca fuerza podría destrozar el mismo, con mi otra mano tomé su cuello y con mi dedo pulgar presioné su yugular, aparte de ser molesto y doloroso en todo el cuello, sobre todo en su tráquea, el pulgar impide el normal flujo de sangre entre el cerebro y el corazón. Intentó golpearme con su mano libre, pero sin fuerzas, apenas se sostenía en putas de pie, ya que lo había levantado un poco, mi mujer me pedía que lo dejara, que iríamos a hablar a la casa, pero que ya no hiciera más escándalo.
Lo lancé un poco lejos y trastabilló casi se cae, lo miré con odio y no se atrevió a acercarse, Vanina le dijo que iría conmigo, que después lo llamaba. Yo lo miraba como un puto lobo, que se había hecho más grande por la adrenalina y tenía todos los pelos del lomo encrespados. Tomé a Vanina del brazo, no esperé nada, la subí en un taxi que había parado ahí y nos fuimos a mi casa, no hablamos en todo el viaje, yo seguía dándome manija, y mi enojo no hacía más que crecer a cada minuto.
Entramos a mi casa y ella ya había agarrado más confianza, la casa era mía, la había comprado con una herencia de mis abuelos y plata que ahorré. Ella dejó el bolso en un mueble, y se giró visiblemente enojada.
Vanina: Tú quien te has creído que eres para tratarme así. Embarazaste a mi hermana y ahora están juntos.
Carlos: ¡Tú te callas y te sientas! -Le grité y señalé el sillón, volví a ver el miedo en su mirada.
Traje una silla y la puse en frente de ella. Me senté sin dejar de mirarla fijamente, ya no era aquel que rogaba por amor, el que se arrastraba tras ella.
Carlos: Aquí vamos a hablar todo. El problema que tuvimos fuimos tres culpables, tres responsables y tres víctimas por igual, yo no te veo a ti asumiendo tu parte de culpa, solamente te veo criticando y haciéndote la víctima. Tú sabes lo que te amo yo, tu hermana y tu madre. Tú -le dije señalándola- metiste a una mujer en nuestra cama, no fui yo. Tú me engañaste con tu compañero antes de todo esto.
Vanina: No me acosté con él, hasta que me fui de aquí, debes creerme.
Carlos: No me importa, me faltaste el respeto a mí y a nuestro matrimonio cuando permitiste que él te escribiera. Y si me acosté y embaracé a tu hermana, cuando no fui consciente de ello, y ahora me acuesto con ella, pero siendo consiente, aunque te amo a ti.
Creo que las cosas no salieron como yo pensaba, o le dije que no tuvo el efecto que yo quería. Porque ni bien dije esto Vanina se transformó en un demonio, se arrojó sobre mí, con sus uñas en punta, apuntado a mis ojos, aquella mujer me los quería arrancar, como pude me la saqué de encima, pero ella volvía a atacar insistentemente, pude pararme y someterla. Logré empujarla contra la pared, aunque ella insistía en hacerme daño.
Vanina: Eres un maldito hijo de puta, cerdo de mierda, degenerado.
Se me ocurrió que la única forma de cerrarle la boca era con un beso, cosa que no le gustó mucho, me mordió hasta hacerme sangre, no me iba a quedar con esa, yo también la mordí y le hice sangre, y los dos intentábamos lastimarnos hasta que noté su mano libre apretándome el culo, y mi mano libre apretándole una teta. Estábamos besándonos a toda regla, tocándonos como podíamos, eso sí, a lo bestia, ella apretaba mis nalgas hasta clavarme sus uñas en ellas. Y yo pellizcaba sus pezones retorciéndolos de un lado a otro.
Nos separamos un poco y ella tomo mi pene por encima del pantalón, y yo metí mi mano por debajo de su vestido para encontrarme un verdadero charco de flujos, ella tomaba mi pene como queriéndolo enderezar, lo que hacía que me diera dolor y placer por igual. La tome de la nuca nos dimos un beso y la puse de espalda hacia mí, y la apreté contra la pared, lleve mí boca a su nuca, que sabía que la derretía, y empecé a chupar, mientras mis dedos ingresaron en su mojada vagina, no me costó mucho que estuviera muy caliente.
Vanina: Maricón de mierda, soy mucha hembra para ti, por eso tuviste que buscar una puta para reemplazarme.
Carlos: Por lo menos la puta sabe lo que quiere, y sabe distinguir un macho. No como la hermana, que quieren que la traten como princesita por que le da miedo a reconocer que es tan puta como la hermana.
Quiso darse vueltas para pegarme, pero no la dejé, y le metí de golpe tres dedos en la vagina y comencé a masturbarla bruscamente.
Carlos: Si sabía que era tan puta la hubiera tratado como mi perrita antes y no me hubiera tirado a tu hermana.
La mención de Mara hizo que se le licuará la vagina, y empezara a tener un orgasmo, en las sacudidas aproveche para morder su cuello y marcar a mi perra, como de mi propiedad. Al hacerlo se intensifico su orgasmo teniendo un squirting, el primero de su vida. Le fallaron las piernas por lo tanto tuve que agarrarla, la tome en brazos mientras se recuperaba, la mire fijamente.
Carlos: Vamos al cuarto para que veas como un macho toma a una perra como tú.
La tiré en la cama, y le saque el vestido, rompiéndolo un poco, sus bragas se las arranque y las lleve a mi nariz oliéndolas, ella me miraba como si fuera un cavernícola.
Carlos: Mmmm huele a perra en celos.
Tome sus tobillos y levante sus piernas, dejando su culo y vagina a mi disposición, comí todo lo que pude, abarcando toda la zona, cuando sus gemidos eran ya muy altos me levante, puse sus piernas en mi hombro y se la enterré de una, ella hizo una O con su boca, pero era la impresión, ya que estaba bastante lubricada, empecé a bombear como si mi vida o mi matrimonio dependiera de ello, vi un brillo en su mirada, que no había visto antes, la mirada de perra como la describí después.
Ella se lo estaba pasando más que bien, pero necesitaba más, le metí mi pulgar en la boca para que me lo chupara, y lo hizo en el acto, como si de un pene se tratara me chupaba el dedo mientras le daba duro, nos mirábamos con deseo con ganas del otro, retire mi dedo de su boca y lo lleve hacia su clítoris y empecé a masajearlo mientras seguía envistiendo duro, ella no aguanto mucho y acabo de la misma forma, mojándome todo con una mezcla de flujo y orina, esto me calentó acarreado también por sus contracciones acabe abundante dentro de ella.
Fui a la cocina, traje agua para los dos, tomamos en silencio, seguía mirándome, pero confundida, yo no sabía si el alcohol se le estaba pasando o si se estaba arrepintiendo. Estuvimos un rato así, sin decir nada, pero estudiándonos, yo opte por la vía mala, esta noche me había traído bastantes resultados. Me acerqué a ella y empecé a acariciar su cabello.
Carlos: Me gusta el cambio, te queda bien.
Empecé a acariciar sus orejas, cuello, la tome de la barbilla y bese, ella colaboro poco al principio, hasta que empezó a hacerlo con ganas. Me enderece, y tome de la nuca y la traía hacia mi pene para que me lo chupara, cosa que ella no hacía, se resistía. Ella cada vez que la chupaba debía estar impoluta, no le gustaba el semen y mi pene estaba brillante de mi semen y sus flujos, volví a intentarlo y no quiso.
Carlos: Me la vas a chupar o tengo que llamar a Mara para tener una mamada de verdad.- Sus ojos se inyectaron en sangre.
Vanina: Segura que ella es una experta en eso con la cantidad que se ha comido tiene más experiencia que una puta de la calle y encima barata.
Carlos: Claro ya se te paso el calentón, que estabas como perra en celo. Ya te tiraste al hombre de tu hermana y ya está.
Vanina: El hombre de mi hermana, que yo soy más hembra que ella, y demasiado para ti, que yo si quiero te tengo en mis pies cuando quieras bebiendo de mi vagina directamente. Si yo quisiera esa no tiene nada que hacer contigo.
Otra vez volví a intentarlo, era arriesgado porque se estaba enojando enserio, pero esta vez no le hizo asco, y de un solo intento llego a más de la mitad, que estaba casi completamente erecta, y termino de ponerse rígida en su boca.
Ella se acomodó y lo tomo como un desafío, empezó a hacer una mamada muy profunda, se acomodó y se puso en cuatro en la cama mientras yo estaba de pie a un lado, yo no me iba a quedar quieto y empecé a apretar sus nalgas, a masturbarla, cuando entraron dos dedos en su vagina, intente colar uno en su ano, cosa que me costó, eso me hizo pensar que no lo usaba tanto como cuando estábamos juntos, una vez que entro uno siguió otro, y después de un rato ella le costaba seguir con lo que hacía.
Vanina: Rómpeme el culo de una vez, no aguanto más.
La giré y así como estaba en cuatro la penetre analmente, al principio me pidió que me quedara quieto, pero no hice caso y me moví lentamente, hasta que noté que dilato y empecé a moverme con muchas más ganas, ella insultaba, se masturbaba y frotaba su clítoris, hasta que no pudimos más y volvimos a acabar, yo me quede arriba de ella, con el pene enterrado y sin querer nos quedamos dormidos.
Unos ruidos me despertaron, me enderecé y la vi acodándose el vestido, tenía el maquillaje corrido, como si hubiera estado llorando.
Vanina: Después hablamos, tengo mucho que procesar.
Se iba hacia la puerta cuando la abrió estaba Mara a punto de tocar timbre.
Vanina: Hola hermana, creo que ahora sentirás un poquito de lo que yo sentí.