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Priscila: Aventuras en familia
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Mi nombre es Priscila para quienes ya hubieran podido tener el gusto de leer mis aventuras, las que por cierto se perdieron y ya no pude recuperar ni publicar, estaban en un maletín que me robaron de mi coche al igual que mi laptop con material erótico-incestuoso de primera. Pero aquí estoy de nuevo tratando de recordar esas primeras impresiones, aunque sea sin el recuerdo de las fotos y videos tomados. Soy una muchacha como cualquier otra excepto que en mi familia dicen que soy muy guapa, sin que mi hermana Ivonne se quede atrás, ni mi madre Olga ni mi tía Leonor, también están mi papá Adolfo, mi hermano Enrique y mis primos Laura y Gregorio, hijos de mi tío Jorge y mi tía Leonor. Todos juntos formamos una gran familia.

Para que tengan una idea de cómo estaba integrada nuestra familia, les describo resumidamente a los integrantes: Yo Priscila de 23, Enrique, mi hermano 19, pronto seremos protagonistas de otras historias. Olga, nuestra madre 49, quien también tuvo su bautismo de leche con mi hermano Enrique y conmigo; Mi padre Adolfo 47, alto, bien parecido, muy buena verga y, sobre todo, simpatiquísimo que es mi padre al igual que su hermana Leonor 49 esposa de nuestro tío Jorge 47 y padre de nuestros primos Laura 20 y Gregorio 19 ambos son novios también. Ivonne 21, es mi hermana menor y a la vez mi cuñada, ambas somos cuñadas porque las dos somos mujeres de nuestro hermano Enrique. Ella es de esas mujeres que tienen todo el encanto a flor de piel, muy buenas nalgas, culo y tetas (como yo) y muy dicharachera. Cómo ven formamos una hermosa familia.

Tenemos la dicha de ser una familia excepcional muy unida. Nuestros padres y mis tíos tenían la idea de ir junto con nosotros a vacacionar unos días a una playa nudista. Pero resulta que mis primos querían celebrar que mi hermano Enrique y yo cumplíamos cuatro años como novios (con mi hermana Ivonne cumplimos también años de novios pero dos semanas después de mi y de Enrique) por lo cual decidimos entre todos celebrarlo mejor en casa. Nuestros padres al igual que nuestros tíos son muy abiertos de mente y eso nos lo han transmitido a nosotros como sus hijos, por lo que también querían estar presentes en la celebración.

Dicen que el verdadero amor no sabe distinguir quién es de la familia o como decía mi hermano, “Ay hermanas, recuerden que pene caliente no reconoce pariente”. Enrique unos días antes de nuestra celebración y a quien prefiero referirme como mi hermano aunque seamos novios, hablaba con mi hermana Ivonne, quién quería saber que haríamos. Así que de cierto modo aún cuando ambos eran mis hermanos eran también eran a la vez, mis cuñados y yo de ellos, (¡Qué curioso!) hasta nuestros padres se reían de nuestras ocurrencias.

Una vez en el amplio jardín de nuestra casa el día de nuestra celebración estaba sobre la mesa del jardín los sixpack de las cervezas obligadas, el café que tanto nos apasiona beber junto con los cigarrillos por la tarde. Nuestros padres y tíos departían alegremente cerca de la alberca, por lo que en un momento dado se quitaron sus ropas y una vez desnudos los cuatro se metieron al agua. Tanto a papá como al tío Jorge se les miraban sus miembros ya en estado de erección, ¿Quién sabe lo que estarían platicando? Porque también a sus esposas se les veían sus pezones erectos y no por el frío, porque hacía calor. Cuando volteamos tanto papá como el tío se estaban besando de boca al igual que sus mujeres que siendo hermanas mellizas también se besaban y se metían mano acaloradamente, provocando que entre mis primos y yo se hiciera un ambiente más propicio para empezar a acariciarnos entre todos.

Pero la sorpresa bastó para hacernos volver a la realidad. Era indudable que mis hermanos y yo nos teníamos muchas ganas y todo formaba parte de toda una fantasía compartida. Tomé a mi hermano Enrique de la mano y vi como la verga oculta por sus pantalones había crecido levantando una tienda de campaña muy amplia y cómo si la naturalidad de lo visto fuese algo ya preconcebido le dije:

– Creo que es hora de demostrarnos cuanto nos queremos ¿No crees? –me quite la playera y el diminuto corpiño que cubría mis senos.

– Buen punto, hermana, es cierto lo que dices y deja decirte que me maravillan tus encantos.

– Ivonne, únete a nosotros, no te quedes viéndonos nada más –le dije a mi hermana que también se quitó la blusa y el brasier para abrazarnos.

– ¿Les excita mucho vernos así, corazones? –les dijimos a nuestros primos juntando mis pezones con los de mi hermana y besándonos de lengua. Mientras nuestros padres nos observaban, sin dejar de besarse entre ellos, pero ahora juntando sus penes con la intención de masturbarlos.

En el momento en que mis hermanos y yo nos besábamos y nuestros primos empezaron a desnudarse, juntando sus bocas en un beso también muy apasionado. La verga de Enrique al momento de quitarle entre nosotras las bermudas se veía espléndida con sus venas gruesas muy marcadas, su glande brilloso con el prepucio bien retraído y ya mostraba líquido preseminal saliendo de la puntita. Ivonne se apresuró a chupar su glande, deleitándose con el tronco, el cual lamía con suavidad, en tanto yo le metía dos dedos dentro del culo a mi hermana, al tiempo que su boca me obsequiaba sus besos llenos del delicado sabor de nuestras salivas.

Por lo visto lo preliminar de nuestra celebración se estaba cumpliendo sin haberlo planeado tanto, lo que podía significar la posibilidad de continuar con una fabulosa orgía familiar incestuosa y apasionada de todos contra todos, sin excepción de parentesco. Y se estaba perfilando para que así fuera.

Mientras mamá y la tía preparaban la comida, parecían embelesadas viendo como nosotros sus hijos nos estábamos cachondeando y metiéndonos mano que daba gusto, besos por doquier, dedos en nuestros culos, sin distinción de quién se los metía a quién, si era una boca masculina la que chupaba el pene del otro o la vagina de otra y entre hermanas y primos nos colocábamos haciendo un 69 doble con ayuda de la tía Leonor, la hermana de mamá para completar el cuadro de cuatro, de lo más exquisito mientras nuestros hermanos nos daban verga por nuestros culos. Disfrutábamos mucho aún sin venirnos, no corríamos prisas al igual que papá y el tío que ya se estaban metiendo sus vergas por sus culos, intercambiando sus posiciones.

La comida transcurrió en un clima ideal. Mucho más de lo que con Enrique habíamos pensado antes, una vez que se cambiaron los planes de ir a la playa nudista. Parecía que los dioses a quienes adorábamos, habían acordado que todo fluyera en nuestra familia y los buenos tragos fueron el cómplice perfecto para ir perfeccionando nuestro gran incesto familiar.

Pasamos a la sala de la casa donde continuaba la alberca ya techada para permanecer bebiendo y comiendo los bocadillos que mamá y la tía Leonor habían preparado. Mientras mis hermanos y yo admirábamos sin dejar de manosearnos las pinturas de nuestros dioses favoritos, nuestra madre Olga se acercó abrazada de su hermana Leonor dándose besos en la boca y la tía recargándose sobre el hombro de su hermana, mientras admiraban junto a nosotros las obras de arte que tanto emulábamos con nuestras acciones y que por eso siempre nos referíamos de ellos como los grandes “Dioses del Incesto” que tanto inspiraban nuestros actos.

Las estatuas del Dios Zeus y la Diosa Hera, hermana mayor de él y con quien estuviera casada adornaban la amplia estancia. Homero cuenta que su amor fue fruto de una atracción surgida desde niños y que se consumó durante 300 años antes de la unión incestuosa de ambos hermanos para que se hiciera definitiva y formal. Un poco más a la izquierda también estaba la esstatua del Dios Zeus de la mitología Griega acompañado de su esposa y hermana también mayor, la Diosa Deméter –la cual decía mi hermana en broma que se llamaba así porque su hermano el Dios Zeus no se cansaba demeter-le la verga- Para los Dioses griegos la práctica del incesto no era un tabú ya que formaba parte de la sana costumbre de copular con sus hermanas o con sus hijas, otras piezas también expresadas en exquisitas estatuas, reflejaban a Helios que perdió la cabeza por su hermana Selene, a quien cortejaba frenéticamente, Hiperion y Teia sus padres también eran hermanos y gracias a esa exquisita unión incestuosa fue que tuvieron a Helios y Selene. Incluso Zeus junto con sus hermanas Hestia, Deméter y Hera fueron producto del incesto entre el dios Cronos y su hermana la Diosa Rea.

Luego de soltarse nuestra madre y la tía, se alejaron momentáneamente dándose de nuevo un apasionado beso en la boca y se separaron. Respecto del ambiente que se estaba dando yo ya lo había hablado con mi hermano Enrique, en su paso por la cocina que si pasaba algo, quería que fuera algo hermoso y que respondiera a lo que cada uno de nosotros fuera sintiendo en esos momentos de exquisito ambiente erótico que se estaba dando en nuestra familia.

El postre fuimos nosotros los hijos de nuestros padres. Nos pasamos a los sillones y a la alfombra de la estancia para tomar el infaltable café acompañado de cigarrillos y los tragos que variaban desde un buen whisky hasta vodka con naranja o el clásico Bloody Mary, generalmente para las mujeres. Esto, con una buena música de fondo y las risas ante cualquier broma o chiste de incesto que se dijera, fueron el condimento al calor corporal lleno del más exquisito morbo durante la noche que parecía traer un buen augurio.

– Un padre muy molesto decide hablar con uno de sus empleados que está cogiendo con una de sus hijas: “Ya no puedo confiar en ti, estás cogiendo del diario con mi hija y ya la embarazaste”. A lo que el joven le responde preocupado: “Pero papá, no puedes despedirme por eso, yo no lo sabía y no es la primera vez que pasa”. A lo que su papá le responde: “No lo voy a hacer, porque afortunadamente para ti, tienes la suerte de que también eres mi hermano” Lo que el papá no sabe es que otro de sus hijos que estaba creyendo que era de él resulta que también es su hermano. –todos soltaron la risa ante la ocurrencia de mi hermano.

– Por la mañana cuando el padre despertó se encuentra que ve que su hija está cabalgando sobre su verga y le dice: “Pero que haces hija” a lo que ella le contesta: “¡Ay! Papito, sólo intento poner algo de leche dentro de mi cacerola y hacer “unos niños envueltos” para dártelos el día del padre. –secundo mi hermana Ivonne y nuevamente todos reímos.

– La que habló después fue nuestra tía Leonor: “No sabes todo lo que me pasó anoche, después de la cena pude tener mucho sexo con tres mujeres distintas” a lo que su amigo le contestó: “Eso está genial, porque quiere decir que aguantas mucho” Y añadió: “¿Pero no dijiste que ibas a tener que estar anoche en una reunión familiar?”

Todos soltamos las carcajadas.

– De seguro habrá estado con su madre, con su tía y con su hermana, jajaja –agregó nuestro padre que estaba sentado sobre uno de los sofás de tres plazas acariciando y metiéndole tres dedos en la vulva de su cuñada Leonor que estaba sentada en medio de ellos y de nuestra madre que no dejaban de besarse, parecía que nuestra tía estaba en medio de un sándwich, haciendo tortillas con mamá y es que todas las mujeres de mi familia incluyéndome a mi somos bien tortilleras.

En un momento dado, nuestra madre Olga exclamó casi a modo de sentencia: ¡Bueno familia, a prepararse, que ahora viene lo mejor! Para celebrar el cuarto aniversario del noviazgo de mis hijos Priscila y Enrique y cómo dentro de dos semanas también será el cuarto aniversario de mis hijos Ivonne y Enrique que también son novios, aprovechamos para celebrarlo también. Las risas festejaron nuestros aniversarios y en todo el aire se respiraba una exhortación a lo que se venía.

Ya nos habíamos despojado de nuestras ropas, al menos del la parte de arriba mostrando nuestros senos y alguna que otra ropa íntima, estábamos distribuidos sobre los sillones del par de muebles de sala que se extendían por toda la estancia. Mi hermana Ivonne, estiró su cuerpo en otro de los sillones grandes en los que nos habíamos acomodado junto a nuestro hermano y apoyó su cabeza sobre mis pechos, buscando mi boca. La sentí ya muy dispuesta y con una mano comencé a acariciarle su cabello y con la otra sus pechos. Mi hermana estaba muy caliente cuando empecé a tocarla y nos decía a mi hermano y a mí muchas cosas dulces:

– Son los hermanos más maravillosos que pude haber tenido, mis dos amores, mis dos amantes y quiero compartir con ustedes dos mi vida, así como la hemos compartido con nuestros padres, nuestros tíos y primos.

– Para eso somos tus hermanos, preciosa y siempre lo seremos

– Me gusta cómo me acarician, son muy calientes sus manos, hermanitos

Le ayude a mi hermano Enrique a quitarse las bermudas para sacar su verga al aire libre y empezó a masturbarla poniéndola entre los pechos de nuestra hermana Ivonne masturbándose y viniéndose en ellos al tiempo que nuestros padres no perdían detalle de lo que sucedía entre nosotros, los festejados.

– Bésame, hermana, bésame los pechos y muérdeme los pezones, muy quedito. – Me decía al tiempo que besaba y lamía sus pechos, sus pezones ya rebozaban del esperma de nuestro hermano que ya se había venido encima de ellos me puse de costado y me topé con el otro de sus carnosos y suaves pechos por los que aún corría el semen de Enrique y se veían exquisitos reposando sin brasier, lamí el esperma que se impregnaba con mi lengua y lo apuré como si fuera miel.

La panocha de mi hermana se veía tupida de vello púbico, visible por el efecto de sus piernas apoyadas sobre las mías. Así que me di a la tarea de darle suaves masajes a esa carne ansiosa que ya tenía sus labios vaginales hinchados, luego, hice lo mismo con su clítoris y su primer gemido me sonó a gloria. Ya, no tan sólo era su vulva, su clítoris, sus pechos y sus pezones los que eran mimados por mis caricias, sino también toda su vagina quedaba al acecho de mi lengua juguetona. Y como entregándose al momento, volvió a gemir y a decirme:

– Ay Priscila, que rico me estás mamando la panocha, por favor no pares, sólo ustedes saben cómo excitarme de esta manera que tanto me gusta.

– No digas nada hermana, mi hermano también es de nosotras dos y nada me daría más gusto que seguir con nuestras tardes de incesto que desde tiempo antes ya practicábamos

– Vi como se besaban mi madre Olga y tú Priscila en la boca y desde entonces me gustó mucho que se besaran así, ella misma me contó cómo tú y nuestro hermano la iniciaron en el sublime arte de los Dioses del Incesto

– Así es, por eso es que sus esculturas y pinturas adornan nuestra sala porque es una actividad llena de la más exquisita lascivia de nuestra hermosa familia.

No bien terminó la frase, elevé su cabeza, recogiendo mis piernas, y mi boca se apoderó de la suya. Entrelacé mis labios mojados y mi lengua exploró buscando conocer más de su intimidad. Me devolvió los besos de mi boca con su humedad, sus deseos, su lengua rendida, sus labios sabrosos. Mientras mi mano ya había llegado hasta su entrepierna, para escabullirse por debajo de sus nalgas hasta su vulva y encontrarse con su mullido matorral sedoso, dónde mis dedos anunciaban mi obra, para luego comenzar a explorar los exquisitos y mojados labios de su vagina que me esperaban ansiosamente.

Mis dedos se adueñaron de su erguido clítoris para luego introducirse, sin remedio, en la humedad de esa vagina que calentaba tanto a mi hermano como a mí. Sin preocuparnos de nuestros padres y del resto de la familia que de seguro nos estaban viendo. No tenía porque preocuparnos que no estuviéramos solos disfrutando nuestro ansiado incesto, el cuerpo de mi hermana Ivonne estaba a mi merced, y yo, estaba sumida en el placer que su vagina me daba. Sus manos, acariciaban mi cara mientras nuestras bocas no cesaban de besarse, los labios de ella fueron a explorar mis pechos ávidos de atención. Casi con desesperación, apretó mis pezones con los suyos, hasta saciar su lengua con la mía y llenar nuestras bocas con su saliva alternándose, con mis pezones como si fueran los dátiles más exquisitos que disfrutara. Volvió a decirme:

– Priscila, que placer. Mientras mi hermano ahora mete su verga en mi panocha Te pido por favor que los dos me dejen disfrutar esto, siempre supe que mientras estemos juntos podía volver a ser así. Son ustedes aparte de nuestra familia lo que más quiero en mi vida. Y somos hermanos. Pero eso es lo que más importa porque se trata de un incesto puro en el que los tres nos entregamos, me calientan más ustedes. Me gusta todo lo que me hacen

– Te amo hermana, no sabes cuánto me haces falta

– Sí, sí, sí mi amor, quiero que me cojan toda, tú y nuestro hermano Enrique. Enséñenme a disfrutar del incesto que es el verdadero manjar de los dioses. Quiero ser su otra mujer en sus manos, aparte de nuestra tía y nuestra madre. Háganme suya todos los días de mi vida. Quiero ser la mujer de ustedes. Quiero que me hagan sentir todo lo que se siente estando así.

– Sí hermana, mi hermano y yo somos tuyos, todas nuestras vidas son para ti.

– Quiero que me hagan acabar con la verga de nuestro hermano dentro de mi vagina y disfrutar de lamer tu panocha, Priscila. Por favor, Priscila, sácame toda la leche que tengo adentro. Quiero ser tu mujer y la mujer de nuestro hermano, así como hicieron que nuestra madre Olga y la tía Leonor son sus mujeres y papá y el tío Jorge también son de ustedes.

Ese momento, sin lugar a dudas, se me llenó todo el cuerpo de lasciva. Muy pocas veces había sentido la desesperada necesidad de cogerme a mi hermana Ivonne cómo lo hice con todos los sentidos puestos. Creo que superó en intensidad, quizá por todo lo mujer que es mi hermana, como el día en que cogimos mi hermano y yo con nuestra madre.

Levanté la vista y para sorpresa y beneplácito, ya no éramos los únicos en nuestra exploración incestuosa. Los gemidos eran provocados por mi tía Leonor quién, sin saber cómo y porqué, estaba arrodillada sobre el sofá dándole una hambrienta chupada a la verga de su sobrino Gregorio, mientras Jorge, su esposo tenía hundida su cara entre las nalgas de su hijo, nuestro primo, hundiéndole luego de eso su verga dentro de su culo mientras también deglutía la vagina de Laura nuestra prima e hija de ellos, que, por el sonido, con su delicioso squirting, estaba derramando jugos por todas partes del sofá, a la vez que mi tío Jorge con sus dedos exploraba las nalgas de su hija y el hoyuelo del culo de ella. Y en un rincón, Adolfo, nuestro padre, como resignado masajeaba su verga, viendo cómo preparaban a su cuñada para hacerla gozar del gran festín. Al ver a mi padre así y para evitar cualquier contratiempo, le hice señas para que viniera hacia nosotros tres.

Mientras Ivonne comenzaba a experimentar, suavemente, el sabor de mi vagina ya mojada por el inesperado y caliente preámbulo, luego de haberme despojado de todo, le indiqué a mi padre Adolfo que queríamos mis hermanos y yo colmarlo de los deseos más incestuosos que se habían introducido en mi sangre desde la charla que habíamos tenido por la tarde. En pocos segundos su labrada figura estuvo junto a nosotros sus hijos y mis labios comenzaron a temblar de ansiedad al sentir la calidez de su verga sobre mis labios. Se arrodilló, casi rozando mi cara, y, como si temiera a que me despojaran del preciado regalo, mis manos se aferraron a su verga, se colmaron con sus redondas y duras nalgas. Uno de los culos más hermosos que haya acariciado jamás, el de nuestro padre era toda una delicia.

Y con su verga ya bien parada, quedó apretándola contra mi cara, allí entendí el porqué mi madre había elegido casarse con él. Su verga era preciosa, con el aditivo de su dureza. Un poco más larga que la de mi hermano Enrique, aunque no tan ancha, con un glande perfecto y unos testículos cómo dibujados que invitaban a atenderlos por lo hermosos que eran. Haciendo honor a tanto privilegio, comencé a paladear ese tronco tan hecho para mí su hija. Hasta su sabor era una perdición. Ya nada me importaba de lo que pudiera suceder en el mundo. Mi hermana Ivonne se había apoderado de mi vagina, introduciendo su lengua vivaz, comiéndome los labios como pocas veces lo había hecho y sus dedos ya empapados de mis jugos que salían casi a chorros, entraban y salían desde mi vagina hacia el agujero de mi culo, era algo sublime.

Mi boca estaba rellena de los manjares de mi padre. La verga que hacía gozar a nuestra madre, también era mía. Igualmente sus testículos, que se endurecían cada vez más en cada chupón que lubricaba su verga maravillosa. Era tanta nuestra calentura que, su crecida agitación me indicaba que estaba a punto de acabar. No quería que se viniera tan rápido.

Le pedí a Ivonne que se acostara de espaldas, me tiré a la inversa sobre ella para que continuáramos con un brutal 69 y ya en cuatro, a pedir de boca, le ordené a Adolfo, sin preámbulo alguno:

– ¡Cógeme papá coge con tu hija así como te coges a tu cuñada Leonor!, Cógeme por el culo si quieres. Métele a tu hija toda esa verga divina que tienes padre mío, la quiero toda para mí, siempre he sido tuya, papá.

Nuestro padre, como fiel obediente me la ensartó de un solo empujón. Me estremeció su arremetida, sentí la brusca invasión. Su cabeza parecía haber hecho tope en mis ovarios, un inevitable gemido se escapó de mis entrañas y luego, todo fue un placer inexplicable.

Tener la verga de nuestro padre, dura e hirviendo como un hierro caliente, no tardó en producir los descalabros más imprevisibles. Para colmo, mi hermana no dejaba de succionarme el clítoris y acariciarme el vientre, mientras yo me deleitaba con su vagina peluda. Creo que no pasaron más de unos cuantos mete y saca para que tuviera el primer orgasmo. El morbo de que mi propio padre me estuviera cogiendo y con esa verga tan bella, hizo el resto. Mis gritos fueron incontenibles:

– ¡Aaahhh!, cógeme así, entiérrala toda papá… quiero toda esa verga para mí ¡Aaahhh! Papá cómo me estás haciendo acabar… Así, así, hazme también tu mujer como lo hiciste con tu cuñada y tu otra hija… ¡Oh! Dioses del incesto, qué hermoso es coger contigo, padre mío

Los chorros de mi orgasmo estaban por causar estragos sobre la verga de nuestro padre Adolfo, Ivonne quién, en la posición en la que estábamos, besaba a nuestro hermano en la boca, en tanto yo redoblaba mi tarea, deleitándome con el gran bocado que era la vagina de mi hermana ocupada en esos momentos por mi boca en tanto que nuestro padre Adolfo hacía el mete-saca en mi vagina que estaba en espera de llenar mi útero con su esperma y eso potenciaba el placer voluptuoso que le producía a él estar cogiendo con su propia hija.

En medio de mis gritos y con mis piernas zarandeándose del lascivo placer de los incestuosos Dioses, él siguió metiéndome su hermosa verga más fuerte y a un ritmo más constante, lo que provocó que, sin pausa posible, mi útero al recibir sus chorros intermitentes de esperma, provocaran que me viniera nuevamente. Y él, montado sobre su adorable hijita llenara completamente mi útero con sus chorros calientes e interminables de esperma. Pero, como si el éxtasis quisiera dar muestras de adhesión total a la noche, Ivonne también se vino a raudales, haciendo difícil para mí boca el contener las convulsiones y las mieles que destilaba su preciosa vagina.

– ¡Aaahhh! Sí dame toda la lechita mi hijita… ¡Ay! hijita que rico es coger contigo ¡Ooohhh!, dejame sorber toda tu leche mi amor, así, me encanta incestar contigo, y con mi hijo ¡Ay! Hija mía me haces muy feliz

– Y tú a mí, padre y mira a tu otra hija, mi hermana ¡Qué rico mama mi vagina!

– ¡Aaahhh!, que de leche le sacaste a tu hermana, hijita… no pares no pares mi hijita… ¡Sí sácale toda su leche a tu hermanita…

– ¡Y tú Adolfo qué rico te estás viniendo! Soy tuya, padre mío, nuestra madre es de los dos mi vida, dame todo tu esperma papá… Eres divino papito, nadie me ha cogido así como tú, mi cielo así. ¡Los quiero siempre estar cogiendo con nosotros, a nuestros dos amores, a ti y a nuestra madre!

También el clímax de mi hermana fue fantástico. Pocas veces recuerdo haber vivido tanta intensidad, deseo y placer con una combinación tan exacta. Ivonne estaba empapada, más que por su sudor, por el río de mis orgasmos que suelen producirse en mis venidas múltiples de orgasmos. No cesaba de limpiarme con su lengua y sus labios los restos de nuestras venidas sobre mi vagina, entremezclados con mis mieles vaginales, y el abundante esperma de nuestro padre Adolfo que había rebasado mi cavidad mientras mi padre y yo estábamos copulando. Y era lógico, con sus años, su ofrenda de su semen no podía ser mejor. Su leche chorreaba sin parar a la vez que alimentaba la degustación de la boca de mi hermana que estaba presta a recibir también su parte de nuestro padre, mientras yo terminaba de absorber la leche de mujer que quedaba en la vagina de mi hermana Ivonne. Degustamos ella y yo en nuestras bocas toda esa mezcla de sabores que ella me pasaba con sus besos apasionados.

Lejos de calmar su participación, papá, todavía arrodillado, entregaba su verga semi flácida a la boca de mi hermana, quién la limpiaba con una devoción y propia de ella, casi artística, tragándose el esperma de papá entremezclado con mis propios jugos. Como serían las chupadas hambrientas de Ivonne que, en breve tiempo, la verga de Adolfo recuperó su estado de erección. Ante tal alternativa, puso a mi hermana en posición de 4, con los brazos apoyados en el sillón y, abriéndole bien las piernas, penetró a su otra hija hasta lo más profundo del recorrido de su vagina, haciéndola gemir y gritar. El espectáculo era de una excelencia increíble. Estaba conociendo más a fondo a mi hermana, después de toda una vida, en su condición bisexual. Nuestra madre, no dejaba de ver cómo sus hijas gozábamos del incesto que nos obsequiaba nuestro padre Adolfo.

Mi hermana, seguía en cuatro, sin poder moverse de la venida que había tenido nuestro padre Adolfo y que le había llenado su vagina, todavía abierta y comenzaba a deslizarse el esperma de él por los muslos interiores de mi hermana, a lo que yo, incitada por la incestuosa tentación de los Dioses, me arrodillé como buena hermana a rescatar los tesoros escurridos del incestuoso acto.

Por otro lado, Adolfo, deslumbrado por la verga de su hijo, la veía deslumbrante. No perdió un instante y llegando hasta ella, la tomó entre sus nalgas y mi hermano al sentir a nuestro padre hacer eso, las elevó sobre sus hombros para proceder, con su boca abierta, a mamarle el culo, simultáneamente y saborear el néctar de semen que todavía escurría de la metida de verga que había disfrutado de sus hijas derramando dentro de ellas sus propias y sabrosas mieles que alcanzaron a escurrirle por el culo.

– ¡Qué haces hermano!, ¡Qué rico! Tienes toda tu boca llena del semen de nuestro padre ¿Verdad que te gusta? ¡Quiero ver cómo le metes la verga a nuestro padre por el culo, amor

– ¡Me encanta, hermana mía! ¡Quiero meterle la verga a nuestro padre!

– ¡Por mi y por nuestra hermana encantada de verlos!

– ¡Qué hermosa que eres Priscila! Te amamos… Gracias por hacernos vivir estos momentos hermana. Eres la mujer ideal para vivir toda esta pasión con nosotros, conmigo, con papá y con mamá. Además, no hay nadie que entienda los secretos del incesto como tú, hermana. –dijo mi hermano Enrique -Sin pensarlo siquiera nuestra madre se colocó junto a nosotras, estaba la tía Leonor con sus pechos pegaditos a los nuestros, al igual que los pechos de nuestra madre que estaba sentada sobre mí con su vulva mojándome las piernas de todo lo que se había venido y que aún estaba escurriendo.

Adolfo se volteó para ensartarse la verga de su hijo por el culo, no sin antes darle unas cuantas chupadas al glande que se observaba rojo y brilloso. La verga se nuestro hermano entró con mucha facilidad, por el culo de papá era un agasajo ver a padre e hijo cogiendo de esa manera. Fue tanta la calentura de saberse ensartado que mi hermano tuvo una gran venida, desparramando su semen dentro de los intestinos de él, nuestro padre, luego de eso mi hermano se volteó para a su vez ser ensartado por la verga de nuestro padre Adolfo, quien con toda la experiencia tenida con su cuñado Jorge, lo pudo ensartar con gran facilidad y volverse a venir dentro de los calientes intestinos de nuestro hermano.

La celebración continúo por espacio de varias horas más donde hubo de todo y de todos contra todos, sin distinción alguna del parentesco que nos unía. Así es el incesto cuando sabe disfrutarse plenamente.

PD: No quise alargarlo más para poder terminar lo más esencial de nuestra familia. Gracias a mi amigo Luis Enrique por tomarse el tiempo de revisar este escrito para poder darle forma de relato.

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