Alfredo regreso a casa a eso de las 2 pm, su trato conmigo era súper especial, me trataba con dulzura, cuando llego me saludo con un rico beso, trajo algo de comer así que fui a prepáraselo en un plato para que comiera cómodamente y fue a la cocina para abrazarme por la espalda y besarme, me decía que le gustaba mi sonrisa, que tenía piernas hermosas y un bonito cuerpo, esa cosas me hacían sentir muy bien, me sobaba el trasero en todo momento, me abrazaba y besaba, me decía cosita, me sentía súper bien.
Nos sentamos a comer y entre la plática me dijo que después tenía un par de bonitas sorpresas y que saldríamos esa noche, me entusiasmo saber cuáles eran las sorpresas, hasta ese momento todas las sorpresas habían sido extremadamente satisfactorias. Después de almorzar, fue a al cuarto y me pidió que le esperara en la sala mientras preparaba la sorpresa, luego me llamo al cuarto cuanto llegue sobre la cama había ropa de nena, me sorprendió y me dejo casi en shock, lo mire y él estaba sonriendo y me dijo, “quiero que te pongas algo de esta ropita para mí, no tienes que salir a la calle así si no quieres, pero quiero verte así.”, mire la ropa estaba conmocionado, no sabía si era bueno o no, no sabía si quería llegar hasta allí, tengo que admitir que me encantaba usar lencería y la camisa corta, me sentía sexy, pero vestirme con vestido era otra cosa. En lo fondo sabía que lo quería hacer, ya lo había hecho, para mí mismo frente a un espejo, pero no sabía arreglarme o maquillarme.
Así que decidí hablar con Alfredo antes de tomar una decisión, se lo expliqué y el entendió, me dijo que sabía que yo pensaba que no podía arreglarme por lo que me dijo que en la tarde iríamos a un lugar especial para que me sintiera mejor.
Todo estaba pasando muy rápido, me sentía un poco confundido, no es fácil pasar de ser heterosexual (con deseos reprimidos), para convertirse en gay pasivo, tener pareja y luego iniciar como crossdresser, todo en un tiempo muy muy corto, no importa lo que digan los relatos o las películas, no es cosa fácil, se requiere muchísimo valor, en ciudades como New York es relativamente más fácil porque en las calles casi nadie te critica o no se fijan en ti, la gente es más abierta a aceptar las decisiones de otros, mis respetos a todas esas chicas trans o crossdresser en países donde todavía se les ataca mucho.
Después de conversar un rato, mi galán me dijo que tomaría una ducha y con su sonrisa pícara y hermosa me invito a acompañarle, por supuesto que acepte, el entro a la ducha antes, cuando llegue estaba desnudo y el agua caía sobre su cuerpo moreno y definido. Podía míralo desde allí por un buen rato, mientras con sus manos sobre la pared dejaba que el agua cayera en su cabeza y corriera por su cuerpo, me desnude por completo y me acerque, el me miro y me extendió la mano. Entre a la ducha, donde inmediatamente me abrazo con sus manos en mi cintura, puse mis manos en su cuello y quede mirándole fijamente a los ojos, me beso suavemente, allí bajo el agua, nuestros cuerpos se apretaban y se besaban con pasión, era maravilloso, así estuvimos besándonos por un rato, me dijo con dulzura que le encantaba, que estaba feliz de haberme encontrado, que le gustaba muchísimo. Yo me sentía también que le dije que el a mí me volvía loco, que le deseaba y que me parecía el hombre más hermoso que había visto. Casi sin pensarlo le agregue, “vestiré lo que quieras que vista y seré lo que quieras que sea.”
Volvimos a besarnos, solo que esta vez con más pasión y sabiendo adonde íbamos, bajo sus manos y empezó a apretar mis nalgas, a acariciarlas, sus manos que también conocía, empezaron a acariciar mi cuerpo entero, me comía el cuello, su pene crecía pegado a mi pelvis, me puso contra la pared y no dejaba de besarme, como él era más grande que yo, me levantaba un poco, yo levante mi pierna derecha, y el comenzó a recorrer mi pierna desde la rodilla, y la metió un poco debajo de la pierna, sentí su pene duro contra mí, sus caricias eran un afrodisiaco muy efectivo, mi cuerpo me lanzaba señales de lo mucho que estaba ardiendo en deseo, baje mi pierna y le bese por el pecho, abdomen hasta llegar a su pene, que metí en mi boca sin pensar, empecé a estimular su pene con mi boca, con mi lengua, le hacía círculos en sus glande, mientras me emborrachaba de su sabor y olor, ese sabor tan rico de un pene no se puede describir, es un sabor que no solo embriaga el gusto, sino el olfato y la vista. Cuando está en ti ser que recibe ese pene dentro, te enamoras de ese sabor y olor, la vista no puede serpearse de semejante ser productor de placer, sabes que lo quieres, no sabes porque, pero sabes que lo deseas y que lo necesitas en tu boca o en tu ano. Su leche es un premio al esfuerzo de darle placer, y buscas que te la den, se va volviendo como un vicio, y ya una vez que lo probaste y disfrutaste no vas a poder dejarlo, su pene, su cuerpo y su placer son el vicio que satisface tu propio placer y deseo.
Le sostenía con mi mano y le masturbaba un poco, no mucho porque no quería hacerle terminar, quería que me diera algo a mí también. Le bese los testículos, los sentía ricos en mi boca mientras con mi mano le sostenía el pene, subí a la base sobre los testículos y le fui mamando el tronco hasta llegar a al glande, donde siempre me entretengo, chupando, pasándole la lengua y succionando un suave, luego meto en mi boca lo más que puedo de ese pene duro y delicioso, es curioso como el simple olor del pene me vuelve loco y altera mi cuerpo, siento esa electricidad recorrer desde mi nariz, encendiendo mi boca y convirtiéndola en un aparato sexual, luego bajando por mi espalda para llegar hasta mi ano que palpita deseando ser complacido, poniendo mi punto G interno en pie de guerra y estimulando mi propio pene.
Sus manos siempre sobre mi cabeza acariciando mi cabello, que maravillosa sensación, me pone las manos en los hombros y me levanta, me coloca de frente a la pared, para que mi culito quede a su merced, toma el jabón comienza a enjabonar mi espalda, me acaricia, me enjabona las nalgas y el ano, deja que el agua nos caiga, mientras pone su pene en la entrada de mi ano.
La maravillosa cabecita de su glande está en la entrada de mi ano que hace todo lo que puede abrir y trata de atrapar ese ser maravilloso, siento como empuja un poco, queda ya a mi merced, ya está un poquito adentro y me acomodo mejor para que entre sin problemas y sin lastimarme, se mueve hacia atrás saliendo, no quiero, no salgas y el vuelve a empujar, entra un buen trozo, ya lo siento, que rico, la sensación inicial es casi incomoda, pero la excitación es tal que hace una conversión de incomodidad a placer, vuelve a acomodarse, sale un poco, sé que viene el último empujón, lo siento entrar, va deslizando hacia adentro, está abriéndome como solo él sabe, cada milímetro de ese pene, va abriendo mi ano, para que le abrace y lo apriete, quiero abrirme más, y al mismo tiempo no quiero soltarle. Me deleito de sentir sus manos en mi cintura, dominándome, me atrae hacia él, me hace el amor, soy suyo, me besa y me volteo como puedo para comer sus labios para darle las gracias de hacerme suyo, empieza a entrar y salir, suavemente, me encanta la sensación de todo ese hermoso pene atravesando mis entrañas, y cuando su pelvis choca contra mis nalgas es un poco triste porque ya no hay más que meter y al mismo tiempo es increíble saberte poseído, sentir como acaricia tu punto G, inunda mis sentidos de placeres, me doy cuenta como cada vez que me posee me hacer disfrutar más, me vuelvo más adicto a ser penetrado, lo disfruto tanto que desde que me penetro la primera vez ni siquiera se me a pasado por la mente ser yo el que penetre, saber que ese macho posee tu cuerpo y que eres suyo, es suficiente placer, me encanta terminar, pero me encanta terminar porque el me está haciendo suyo y eso es suficiente para mí.
Los sonidos que vienen desde su garganta me poseen y se hacen un coro con los míos. Yo también muevo mi cintura para darle placer, trato de encontrar el ritmo, cuando el sale yo muevo adelante y cuando el entra yo muevo atrás, y como si el público estuviera disfrutando el show, escucho como los aplausos de nuestros cuerpos chocando llenan el ambiente, me inclino más para poder levantar lo más que puedo el culito, el sigue en lo suyo, pero siento su manos recorriendo mi espalda, le gusta que me haya inclinado, sigue dándome empujones, una y otra vez, espectacular, le pido más y más, recuerdo que mi misión es que mi hombre este feliz, pero yo también tengo la misión de darme placer, así que me muevo tratando de encontrar el mayor placer y que él tenga todo el que necesita. Se detiene segundos y luego vuelve a continuar, me da más y más.
Siento mi cuerpo estremecer, de nuevo voy a terminar y me ayudo un poco, y allí viene mi semen empujado por la excitación de tener un hombre dentro de mí, no logro discernir si me da más placer terminar o saber que ese placer viene de tener un pene dentro mí, creo que me encanta sentir el pene, ser pasivo, entonces un pensamiento me golpea en la cabeza, soy pasivo, soy pasivo, soy su pasivo y me encanta el pene de mi hombre. Me levanto y quedo en pie con el culito parado, con su pene dentro, sus manos en mi cintura, su boca besando mi espalda, yo moviéndome adelante y atrás, el empujando adentro y afuera, y allí esta, su leche entrando mi cuerpo, derritiéndome por dentro con su calor, sigue empujando para expulsar cada gota, y yo sigo apretándolo contra mí para sentir a mi hombre, mi activo, ni dueño. Miro hacia atrás y le beso, el aun sin salir, yo no quiero que salga, nos quedamos así esperando, sintiéndole adentro, no lo voy a sacar si él no quiere salir, después de unos segundos, empieza a salir, hasta que está afuera, quisiera que cada vez que lo hagamos dure horas o días. Pero no se puede. Me doy vuelta y le beso de nuevo, él me dice que la pasa muy bien conmigo, que le encanta estar así. Yo sonrío y no lo suelto, pongo mi cabeza contra su pecho y nos quedamos así mientras cae el agua, le pido que no me suelte que me encanta estar así.
Nos quedamos como bailando bajo la ducha disfrutando de nosotros, después de un rato nos vamos separando, tomo el jabón y le paso por todo el cuerpo, bromeamos y reímos, nos besamos, el me pasa el jabón a mí, cerramos el grifo y salimos, tomo la toalla y le seco, y el sale y yo me quedo mirándole, me encanta ese hombre.
Nos vestimos , el escoge para mí un jeans una camisa y tanguita hermosa, pero yo le digo que no, voy a ponerme un vestido corto y suelto, mi tanga y una sandalias, él sonríe y me dice que pronto llegara la nueva sorpresa, que me vista que quiere verme así pero que me espera en la sala, me visto, siento como el vestido ocupa mi cuerpo, soy de poca pelo en el cuerpo así que no hay mucho que ocultar pero igual me da un poco de vergüenza, me arreglo el cabello, que como les mencione en un relato anterior lo uso largo, me lo seque con la pistola, para dejarlo suelto. Siento muchísima vergüenza, pero igual me siento muy excitado.
Salgo y allí esta Alfredo, pero gran sorpresa, hay otra persona, casi me desmayo, es una chica, entro de nuevo al cuarto muerto de vergüenza y entra Alfredo y me dice: “tranquila cosita, me encanta como te ves, no tengas vergüenza de ella”, detrás de él estaba ella, me dice ella es star, y está aquí para ayudarte, star es una chica crossdresser que se ve hermosa e impresionante, es cosmetóloga, se acerca y me dice “ hola linda no tengas vergüenza, mi especialidad es ayudar a primerizas y yo te voy a hacer más bella que nunca, pero solo si tú quieres”, miro a Alfredo y le digo, “si acepto, por y para él”. Alfredo sonríe y sale del cuarto.
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