Fueron muchas las pajas que nos hicimos sin conocernos personalmente, hasta que finalmente acordamos vernos.
Cuando llegué a su casa sentí que me comía con la mirada, nos sentamos en el sillón y preparó unos tragos. Él me tocó la mano, después pasó su mano por mi espalda descubierta, se acercó y olió mi cuello, pude sentir su respiración agitada. Seguimos tomando hasta que no aguantamos y empezamos a besarnos e inmediatamente sentí como me mojaba.
Mi ropa interior estaba empapada, me calentaba como me besaba, con una de sus manos tocaba mis senos y la otra la deslizó suavemente entre mis piernas, corrió mi body sin desprenderlo y empezó a tocar mis labios mojados.
Luego se paró delante de mí, yo seguí sentada en el sillón, se bajó el pantalón y sacó su pija. Había visto fotos antes y sabía que era grande.
La tomé con mis manos desde la base y empecé pasando la lengua suavemente por la cabeza, rozaba mis labios con su pija y sentía como se mojaba un poco. Me la metí en la boca y a la vez la tocaba con mis manos, no podía dejar de chupársela y él no podía creer como lo hacía. Quedó loco por como se lo hice. Luego empezó a moverse, me cogió la boca así parado hasta acabar.
Me levantó con sus brazos, me llevó al dormitorio, yo quedé acostada con mi cadera cerca de borde de la cama y él se arrodilló. Me la chupó de una forma como nunca nadie lo hizo antes, movía la lengua tan rápido por toda mi concha mientras me metía los dedos que en menos de un minuto me acabé toda en su boca.
Sin dudas íbamos a coger otra vez.