back to top
InicioHeteroPresentación y la primera sesión de sexo con Luis (chofer)

Presentación y la primera sesión de sexo con Luis (chofer)
P

el

|

visitas

y

comentarios

Apoya a los autores/as con likes y comentarios. No cuestan nada.
Tiempo de lectura: 8 minutos

Me llamo Ana, tengo 40 años y soy soltera desde hace año y medio. No estoy escultural, pero creo que califico como con buen cuerpo; mis tetas es los que más llama la atención, sobre todo después de que me las operé hace un par de años; estaban de buen tamaño, pero no quiero que se cuelguen, por eso me operé. Tengo buenas nalgas, pero no soy tan caderona. Soy morena clara, mido 1.60, tengo ojos grandes y labios un poco carnosos. Me gusta vestirme coqueta, pero no vulgar. Soy la mayor de cuatro: dos hermanas (Andrea 38 y Araceli 36) y un hermano (Antonio 39).

La verdad es que yo he sido la oveja negra de la familia, pero se lo heredé a mi mamá, ella también era muy cogelona. Yo fui la rebelde, la que se volaba las clases, la que no iba a la escuela, la que se escapaba para ir a fiestas, la que llegaba más tarde de la hora llegada, la que llegaba medio borracha, la que cachaban fajando, la que andaba besándose y fajando con varios amigos, la que andana de puta desde chava.

Sobre todo, desde que en la prepa me enteré que mi mamá andaba de cogelona con algunos vecinos siéndole infiel a mi papá. La espié por la azotea del edificio donde vivíamos y estaba en casa de un vecino cogiendo con él; otra ocasión la caché cogiendo en nuestra casa con otro vecino y vi momentos sospechosos con mis tíos y ella.

Cuando tenía poco de haber empezado la carrera, entré a trabajar como secretaria en una oficina y a los pocos meces me hice amante de uno de los directores. Poco después se separó de su esposa y nos hicimos novios; él tenía 40 y yo 19, así que nadie de mi familia estaba de acuerdo en que fuéramos novios, pero como dije, yo era muy rebelde y me valió lo que dijeran. A los veinte salí embarazada y pues me salí de la carrera y empecé en un departamento que me puso Norberto, el director con el que andaba; ya después vivimos juntos.

La verdad vivíamos muy bien, ganaba muy buen dinero, no nos faltaba nada. Pero como a los dos años de nacer mi hijo (Roberto), mi esposo enfermó y esa enfermedad lo llevó a tener varios males crónicos, por ejemplo ya no podía o le costaba mucho trabajo mantener una erección; con el tiempo desarrolló el gusto por escucharme y luego verme coger con otros. Pero después le dieron celos y ya no me dejaba hacerlo, así que seguí cogiendo con otros, pero sin que él supiera. Aunque debo confesar que aún antes de su enfermedad yo cogía con otros, por ejemplo con el chofer que me puso.

A los 24 años volví a la universidad para acabar la carrera, ahí tuve varios amantes: algunos compañeros y sobre todo profesores. Me gustaba ir a fiestas con mis compañeros y dejarme besar, manosear y coger, muchas veces por más de uno durante la fiesta. A veces nos volábamos una clase y nos íbamos a casa de alguien a pasar la mañana o la tarde y yo acababa dejándome coger por alguien. También llegué a coger en los baños de la universidad, salones y alguna oficina de profes.

Cuando tenía 26 años me divorcié y mi esposo se quedó con mi hijo, aunque yo lo veía muy seguido, como fines de semana y vacaciones. Sé que mucho me criticarán por esto, pero estuve de acuerdo en que se quedara con él, porque él ganaba muy buen dinero y yo no, además estudiaba y trabajaba, así que ni ganaba bien, ni tenía mucho tiempo para dedicarle a mi hijo.

Prefería estar al 100 con él algunos días o temporadas. Yo ahorraba, y le compraba cosas o me llevaba de vacaciones. Lo que no sabía, era que mi ex esposo le decía cosas malas de mí, como que yo era una puta y que quise divorciarme porque nada más quería andar de zorra coge y coge. No era así, pero sí quería y necesitaba sexo en mi vida.

Meses después de divorciarme, empecé a vivir con un profesor de la universidad (Gabriel). No era guapo, la verdad, pero me ponía atención, era estable económicamente y le gustaba la fiesta, como a mí. Él también era divorciado y aunque era 20 años mayor que yo, era muy cogelón y desmadroso; de hecho, con él hice mis primeros tríos y cuartetos –o como se diga eso jajaja- todos los fines estábamos de fiesta, alcohol, baile y algunas otras cosas. Pasamos un par de años muy padres, muy ricos y divertidos; me enteré de que se cogía alumnas y yo pues empecé a cogerme profes y ayudantes de él o alumnos.

La verdad no había problema, pero cuando él cumplió 50 como que se deprimió o no sé qué y tomaba casi todos los días, también se drogaba, entonces dejó de ponerme atención, de besarme, de tocarme, dejamos de tener sexo como antes. A veces se la mamaba a ver si reaccionaba y a veces sí, pero a veces no; entonces empecé a coger con gente mientras él estaba dormido de borracho o ido por las drogas. Hacíamos fiestas en la casa y yo cogía mientras él se emborrachaba, o iban sus ayudantes de la universidad a trabajar y cuando él se empedaba o drogaba yo cogía.

Me separé de él un par de años después; yo tenía 32. Estuve soltera saliendo con amigos, conociendo gente en aplicaciones, pero nada serio; en esa época trabajaba en un banco y luego como administradora de unas oficinas, conocí mucha gente en esos años y varios me llevaron a la cama; disfruté mucho. Poco antes de la pandemia conocí a un vecino, Bernie, que además trabajaba en la misma zona que yo. Empezamos a salir, pero ya también seguía conociendo personas, entonces vino la pandemia y fue difícil socializar más allá del círculo cercano, así que me concentré en el vecino.

La convivencia y tener alguien con quién tener sexo cualquier día nos acercó mucho y empezamos a vivir juntos muy rápido. Sí, ya sé, tengo un patrón. A los meses de vivir juntos, en su departamento, lo despidieron, entonces yo me hacía cargo de todo. Pero al igual que mis dos ex, se dejó caer y se deprimió; se descuidó, no buscó salir adelante, sino que se rindió y dejó que yo me hiciera cargo de todo; además me acababa de cambiar de trabajo y ahora ganaba mejor. Eso sí, comenzó a andar con otra vecina. Ahí decidí operarme las tetas y separarme, pero no sin antes ponerle los cuernos con otro vecino y con mis nuevos jefes. A cabrón, cabrona y media.

Desde entonces he estado conociendo gente y cogiendo con quien se me antoje, porque sí quiero una pareja, pero que no se deprima, sino que salga adelante; y creo que ya apareció. Bueno, eso es de flojera y ni al caso, pero como decía he estado cogiendo con quien se me antoje. Por ejemplo, hace unos meses fui de vacaciones con mis dos hermanas a la playa y sí tuve mis buenos revolcones. Además, mi operación fue muy bien recibida en la oficina, así que además de coger con mis jefes y mamárselas en su oficina, ya también lo hago con algunos clientes de la oficina y compañeros, incluso uno que antes me odiaba jajaja. Ya hasta se las di a uno de los de seguridad y al chofer de la oficina.

Por otra parte, les platico que tengo 3 amigas de toda la vida, ¡nos conocemos desde primaria! Ellas son Nadia, Adriana y Margarita. Tenemos una relación difícil porque aunque nos queremos mucho y nos apoyamos en todo, también competimos mucho entre nosotras, eso nos ha llevado incluso a acostarnos con novios y parejas de las otras, es decir, he tenido sexo con novios y parejas de mis de amigas y ellas con novios y parejas mías. Una de las veces que me separé estuve viviendo en casa de Adriana un par de semanas y cogí varias veces con su esposo; ahí me enteré de que ella lo había hecho varias veces con mi ex cuando aún estábamos juntos.

Por último, en esta pequeña presentación, solo les diré que en mi familia se ha dado mucho el incesto o amor filial, pero esas confesiones vendrán después.

Ahora el micro relato.

En la oficina el chofer es el que se encarga de las compras en el súper y esas cosas para surtir lo que se necesite. Una ocasión que le encargué varias cosas, me dijo que si no urgían iría después de salir y le dije que sí, que no había problema. Esa vez yo no llevaba coche, porque se lo había llevado mi pareja –Bernie- a un viaje que hizo a Jalisco, en donde estaría una semana, entonces el chofer (Luis) me dijo que por qué no lo acompañaba a las compras en Costco y luego me dejaba en mi casa; acepté, porque además de que me ahorraba el taxi de regreso, pues le quedaba muy cerca mi casa después del Costco y yo también quería comprar algunas cosas que no le iba a encargar a él.

Total que fuimos y cuando me llevó a mi casa –de hecho es un departamento- me ayudó a bajar algunas cosas. Llegando a mi departamento se soltó una lluvia muy fuerte y pues para esperar un poco le ofrecí algo de tomar; yo tenía en mente un café o algo así, pero me pidió un tequila y pues lo acompañé con otro. La verdad es que yo sabía que me traía ganas, era muy descarado para sabrosearme con la mirada, así que no me sorprendió cuando clavaba su mirada en mi escote o en mis nalgas cuando me paraba a la cocina; la verdad entre eso y el alcohol, empecé a calentarme.

Cuando estábamos en el tercer tequila, me besó –yo estaba muy ganosa como para resistirme, además me daba curiosidad cómo cogería Luis- enseguida me abrió la blusa y me manoseó las tetas bajándome el brasier.

-Espérate, Luis… Bernardo.

-Tienes igual de ganas que yo, Ana… además ese pendejo, ¿qué?

-Es mi pareja.

-Es tu pendejo –no dejaba de besarme, manosearme y medio encuerarme- ¿a poco crees que no sé qué andas de golfa con los jefes? ¿O conmigo no porque no tengo varo? ¿Te vas a apretar, putita? Sabías que a eso venía, no mames –me abrió las piernas y me tocó la panochita encima del pantalón- ya hasta mojaste el pantalón, Ana…y tienes cara de “cógeme” jajaja eso es lo que dicen los jefes, que pones cara de puta golosa cuando te calientas.

Seguimos fajando un rato, me quitó la blusa y el brasier; luego se la saqué y me hinqué para mamársela.

-Ay, no mames, qué ganas tenía que me la mamaras, pinche Ana… se antoja mucho con esa boquita que te cargas, además los jefes dicen que la mamas de poca madre, cabrona –me gustó el sabor de su verga, además tenía buen tamaño, la quería adentro de mi panochita, pero antes quería saborearlo-.

Después de unos minutos se la jalé y la froté contra mis tetas.

-La tienes rica, Luis.

-Toda tuya, putita.

-Qué rico –lo miré con cara de golosa.

-Me encanta esa pinche cara de puta insaciable que pones, Ana.

-Me encanta coger.

-Ya sé, putita y de seguro ese pinche gordo no te atiende como se debe –negué con la cabeza- pero se me hace que ninguna verga te llena, canija. Móntame, putita –me puse de pie, me quité toda la ropa y me subí en él, le puse mis tetas en la cara para que me las comiera, después me senté en su verga dura.

-Ay, no mames, la tienes bien dura, qué rico.

-Así me la pones, Ana… nomas de verte esas pinches tetotas y ese culo; me encanta ver cómo te empinas y cómo te agachas, cabrona.

-¿Me has visto?

-Cuando guardas o buscas cosas y te empinas, se te ve un culazo, pinche Ana, y cuando te agachas se asoman bien rico esas pinches tetotas.

-¿En serio?

-Bien que sabes, canija, por esa te encanta andar luciéndote y parando vergas, verdad.

Me agarraba fuerte las nalgas y me jalaba hacia él, yo me movía un poco más rápido, así estuvimos hasta que me vine un par de veces; Luis me comía las tetas y me daba nalgadas; después de unos minutos me acomodó de perrito en el sillón, me acarició las nalgas, me nalgueó, las escupió y luego me ensartó con su verga dura de nuevo.

-Ay, cabrón, qué rica la tienes, Luis, no mames –las embestidas eran duras.

-Pinche culo rico que te cargas, Ana, con razón los jefes no te sueltan. Un día te voy a dar verga en la oficina, putita… te voy a coger en la oficina de algunos de los jefes, culona.

-¿Quieres cogerme en su escritorio como ellos?

-Sí, Ana, quiero ver qué se siente que seas mi putita en su oficina –su verga estaba durísima-. No chingues, qué ganas tenía darte una buena ensartada, canija; nomás andas antojando esas tetas y este pinche culote, putita –me dio una nalgada.

-¿Por qué dices que soy una puta, Luis?

-Porque eres una puta, Ana. Te gusta parar vergas y andas de cogelona con los jefes, y de seguro hay más cabrones que te dan verga, putita; ¿o no? ¿Eh? ¿A poco no le pones los cuernos al pendejo de Bernardo con más culeros? ¿Eh?

–Sí, Luis, ando cogiendo con otros.

-Ya ves, eres una golfa, Ana, ¿verdad?

-Sí, soy una golfa, Luis.

-Eres una puta, ¿verdad?

-Sí, soy una puta, Luis –en ese momento me la sacó, me dijo que me sentara en el sillón y empezó a jalársela rápido, quería venirse en mi cara o en mis tetas, yo abrí la boca.

-Ay, no mames, me sacaste la leche en chinga, pinche Ana –se vino en mis tetas y también me echó chorros de su semen en mi cara- ay, no mames, hija de la chingada, me sacaste mucha leche, putita.

Se sintió muy rico cómo me caían los chorros de semen; ¡era mucho! Luego embarró sus mecos en mis tetas y en mi cara y se la mamé para limpiársela.

-Mmm qué rico, así, mámamela, putita, déjamela bien limpia, Ana.

-Mmm… mmm…me encanta tu verga, Luis… mmm… mmm.

-Pues la vas a gozar seguido, putita –mientras yo se la mamaba él me agarraba las tetas, me pellizcaba los pezones.

Antes de irse descansamos un rato, luego nos bañamos y se la mamé en la regadera hasta que se vino en mi boca.

Compartir relato
Relato anterior
Relato siguiente
Autor
AnaOG1984
AnaOG1984
40 años, tres parejas, tres separaciones y varios amantes en mi haber. Independiente, sexosa.

Comparte y síguenos en redes

Populares

Novedades

Comentarios

4 COMENTARIOS

DEJA UN COMENTARIO

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

Los comentarios que contengan palabras que puedan ofender a otros, serán eliminados automáticamente.
También serán eliminados los comentarios con datos personales: enlaces a páginas o sitios web, correos electrónicos, números de teléfono, WhatsApp, direcciones, etc. Este tipo de datos puede ser utilizado para perjudicar a terceros.