Salgo de la ducha, voy a la fiesta de aniversario de la empresa, no visto muy formal ni tampoco muy guarra, me pongo un cachetero color vino de encaje, medias negras de red, una faldita negra de licra que resalta mucho mis nalgas, tacones altos de charol, camisa negra de manga larga y un saquito azul marino, sin sostén como es mi costumbre y me hago una colita en el cabello.
El salón de fiesta está muy retirado de mi casa, con problemas lo encuentro, son más de las cuatro de la tarde y la mayoría de los compañeros ya llegaron, por suerte no iba a ir Alejandro, fue a una convención de cosplay o algo así, en la fiesta encuentro a mi amiga Paola con Mario, su esposo, quien algún tiempo también trabajó en la empresa.
Para eso de las nueve de la noche ya todos estamos bastante ebrios, Paola baila con Diego, mientras bailan se les ve platicar y reír muy animosos, ya alguna vez hubo un rumor de que hubo algo entre ellos, Paola siempre me negó haber tenido algo con Diego. A Marco no le hizo mucha gracia ver así a Paola con Diego, sobre todo por los rumores, sacó su macho interno y como para dar celos a Paola me saco a bailar, no tuve inconveniente, durante el baile apareció el valor de más que el alcohol le propicio a Marco.
– Que rico calzoncito se te marca atrás Yanin. ¿Me vas a dejar quitártelo?
Solté una carcajada también propiciada por el alcohol. Paola y todos nos voltearon a ver a causa de mi escándalo.
– ¿Cómo crees Mario? Tu esposa está aquí y Paola es mi amiga, no hay manera.
– Hay Yanin, ¿te vas a hacer la santa conmigo? Siempre hay manera.
Siguiendo el baile, Mario me dio algunas vueltas rozando con sus manos mis nalgas, me pone de espalda y tomándome de la cadera, restregó mis nalgas en su pene que ya se sentía duro, admito que eso me calentó un poco.
Ese último acto cumplió el objetivo de Mario, Paola se nos acercó, le dijo algo al oído a Mario y se lo llevó jalando del brazo mientras me veía con cara de quien acaba de perder a una amiga, mi culpa no fue, pensé.
Bailaba una pieza más con otro compañero mientras veía que Paola y Mario discutiendo se retiraban de la fiesta, era una pena porque habíamos quedado que por lo retirado que me quedaba el salón me darían un aventón para acercarme a mi casa.
Dada la situación decido retirarme, me despedí de los compañeros esperando que algún caballero se animase a llevarme a mi casa, en agradecimiento le podía dar una mamada y quizá algo más, pero nadie se apuntó.
-¿Dónde está Alejandro cuando se le necesita?, dije en voz baja, cuando de tanto marcarle se apagó mi teléfono por falta de batería.
Finalmente me fui del salón de fiesta en transporte público, además con el dinero contado por culpa de los cajeros cerrados por remodelación, me confíe en que Paola y Marco me darían el aventón, me confíe, típico error mío.
Ya de noche no reconocía bien por dónde había llegado, pregunté a un par de sujetos como llegaba al metro y me indicaron que combi tomar, subí a la combi, de esas pequeñas dónde el chófer está solo en la cabina delantera, los pasajeros van detrás en bancas y se paga por una pequeña ventana.
Solo íbamos otro pasajero y yo, un señor de unos cincuenta y cinco años, calvo, moreno, bastante alto y muy gordo, usaba una playera polo gris bastante vieja, pants y tenis azul marino manchados con pintura y una cangurera, venía sentado frente a mi con las piernas abiertas, en el pants apenas se marcaba la figura de su pene dormido, solo mire de reojo, se notaba bien dotado.
Al asomar por la ventana me percaté de que entre más avanzaba la combi más desierto se hacía el panorama, volví a ver de reojo y aquel señor se estaba acariciando su miembro mientras me veía, volví a mirar por la ventana preocupada por el camino, el señor aprovecho para pasarse a la banca donde yo estaba y sentarse pegado a mi, me recorrí un poco para hacer distancia y volví a mirar por la ventana, todo estaba mal.
Cuando enderece la mirada, aquel señor ya tenía la verga de fuera en su máxima erección, se masturbaba sin quitar la mirada de mis piernas.
– ¿Cuánto cobras por la hora pendejita?
– ¡Bajan! ¡Bajan!- grite con apuro.
Al momento la combi se detuvo y me abrió la puerta, baje lo más rápido que pude, se arrancó de nuevo pero a los pocos metros se detuvo de nuevo y bajo el señor con la verga aún de fuera, sabía que venía por mi por lo que no dude en correr, para obtener más velocidad me quite los tacones, di la vuelta en una esquina tratando de perderlo pero la perdida era yo, recorro un par de cuadras y llego a un terreno con algunos maizales, miraba a todos lados para ver por dónde seguir cuando de repente, saz! Por un instante no supe de mi.
Desperté tirada boca arriba en medio de los maizales con un fuerte dolor en mi quijada, me siento aturdida pero no lo suficiente como para no darme cuenta de lo que sucedía, ahí estaba el señor de la combi, masturbando su gran verga fuertemente con mis pies.
En cuanto pude comencé a soltar patadas y trato de levantarme, aquel maldito avienta su pesado cuerpo sobre el mío para evitarlo, me presiona el cuello con su codo, apenas y puedo respirar, de la cangurera sacó un cuchillo y me lo metió a la boca:
– Si no dejas de hacerte la valiente pendeja, te voy a dar en la madre.
Vaya cuerpo el mío, de puta, como con Alejandro, todo ese forcejeo ya me tenía la vagina empapada, cedí por completo. El señor al notar que me tranquilice saca el cuchillo de mi boca, se levanta y se dirige a mis piernas, para liberarlas, con el cuchillo corta mi falta por enfrente y las abre lo más que puede, sin esfuerzo rompe mis medias de la entrepierna, con mucho cuidado, mete su cuchillo entre mi vagina y la panty para cortarla, inmediatamente se dio cuenta lo mojada que estaba:
– Jaja, pendeja y puta, ¿Crees que no me di cuenta como no parabas de verme la verga en la combi?
Me manosea la vagina, recorre intensamente mis labios y presiona suavemente mi clítoris, cuando me ve chorrear, se baja el pants a la rodilla, no traía ropa interior, saca un condón de su cangurera, mientras se lo pone noto que tiene una verga muy peculiar, muy larga pero un tanto delgada, lo mas curioso era su forma curva, como plátano, la punta estaba un poco torcida, como si se la hubiera roto, me sorprendió ver qué el condón se desenrolló por completo, nunca había visto algo así.
Me levanta las piernas para acomodarlas en sus hombros y me mete la verga, sus estocadas son fuertes y con mucho vigor, intenta sin éxito meter toda su verga en mi vagina pero no me cabe de lo larga que es. Dentro de mi siento como esa verga me llega a lo más profundo, su curvatura me hace sentir mucho placer, en poco tiempo ya estoy chorreando como perra.
Mientras me coge, el señor toma su cuchillo y corta los botones de mi saco, con sus manos toma mi blusa y de un fuerte jalón la abre descosiendo todos los botones, me mira con decepción:
– Mmm… Lo que no tienes de tetas lo tienes de culo, si no fuera por eso serías una pendeja cualquiera.
Sin sacarme la verga, recorre lentamente la punta de su cuchillo haciendo garabatos por todo mi abdomen, empieza por la pelvis y sube hasta mi pecho, eso me puso la piel de gallina e hizo hinchar aún más mis pezones, me llega otro orgasmo cuando me los pellizca suavemente.
Baja mis piernas de sus hombros, me saca la verga y me pone boca abajo, abre mis nalgas y pone la punta de su vergota en mi ano, comencé a forcejear para evitar que me la metiera, entonces agarra mis muñecas con sus manos y las presiona contra el suelo dejándome inmóvil, así como así, me mete la verga de golpe, de inicio sentí mucho dolor, esa verga había llegado a zonas que ninguna otra había llegado, ahora siento placer, no puedo dejar de retorcerme, aquel señor metió sus dedos en mi vagina, mientras me revienta el culo me pica la concha y me dice al oído:
– Eres mi putita pendeja, dímelo…
– Soy tu putita.
-No te escuché pendeja, grita que eres mi putita.
-¡¡¡SOY TU PUTITA!!!
Disfrutó de mi culo por un buen rato, cuando me saca la verga noto que el condón está roto, se ven rastros de sangre y excremento en ella, no le importa, se levanta y se limpia con su playera, me jala de un brazo y me pone de rodillas.
Con una mano se masturba y con la otra sostiene mi cara obligándome a verlo:
– Ya la libraste pendejita, ya casi terminamos, te veo un poco maltratada la cara…
Acto seguido caen chorros y chorros de su semen en mi cara, con su leche escurriendo, me sujeta del cabello y me abre la boca, mete su verga, se la mamo hasta dejársela limpia, cuando termine, Zaz! No supe de mi nuevamente por un rato.
Al tomar conciencia, veo que ya no está el señor, con esfuerzos me levanto, encuentro mil pesos en el suelo, mi pago por puta, pensé. Levanto el dinero y me pongo los tacones, sacudo lo más que puedo la ropa y trato de acomodarla para que no se note que está rota, busco con que limpiar mi cara.
Camino a la avenida, ya tengo dinero para pagar el taxi que me lleva a casa, en la puerta esta Alejandro esperándome, no sé cómo consiguió mi dirección, investigo al ver que no contestaba sus llamadas, me mira con sorpresa y morbo, al final solo se atreve a decirme:
– Mira nada más meinu, me va tocar batir la leche.
No me dejo bañarme, así como estaba, me dio la cogida de su vida esa noche.