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Por fin me decidí a entregarme a un hombre
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Que tal, primero les cuento que desde siempre he sentido placentero tocarme mi zona anal y no se diga introducir mis dedos o algún objeto. Ya de grande a los 48 años me decidí poner un anuncio en una página de Internet. Tuve muchos prospectos, pero me vencía la pena y el miedo.

Después de múltiples intentos me encontré a alguien que supo seducirme hasta llegar a feliz término con sus comentarios y consejos para pasarla bien.

Me aconsejó buscar unas páginas de tips para disfrutar de un placentero anal, incluido el bien vestir para el momento, con alguna ropita sexy y fragancia femenina.

El día y la hora del encuentro pronto se llegaron y ni tiempo tuve de pensarla tanto como otras veces. Llegamos al motel que él ya había elegido y desde el momento que me subí a su auto sentía el revoloteo de las mariposas en mi pancita. Recuerdo que le dije, ahora entiendo lo que siente una mujer cuando sabe que va rumbo a donde la harán sentir toda una hembra. Quizá llevaba una mezcla de nerviosismo con alegría de poder cumplir mi deseo más allá de auto tocarme o meterme algo por mi culito.

Llegamos al esperado lugar, luego me metí a la regadera y al salir mi varón ya tenía una música instrumental muy padre. Se pasó el a la regadera y por mientras yo me arreglé para el momento.

Me calcé unas medias hasta la base de las nalgas, una tanguita roja, una mini roja con su blusa del mismo color y en mi cabeza un pañuelo.

Su salida de la regadera fue muy excitante toda vez que salió con su pene bien erecto y vaya sorpresa que me llevé por su gran tamaño. Nunca me imaginé que estuviera tan dotado, le tuve que decir que hasta me estaba dando miedo, pero también supo manejar ese miedo mío, y me dijo, no te preocupes lo vamos a hacer con mucho cuidado, y si después de todo eso no entra no pasa nada, pero ya verás que lo vamos a disfrutar.

Sentí confianza y empezamos el cachondeo, primero abrazándome por la cintura y yo por su cuello. Luego bajó sus manos a mis nalgas y las acarició suavecito, primero por encima de la tanga y después por abajo. La cosa se puso más interesante cuando comenzó a tocar mi hendidura entre las nalgas de arriba hacia abajo, muy pero muy suavecito y me hacía retorcerme de placer y no se diga cuando me pasaba los dedos por mi zona anal.

A la vez me empujaba de la cadera contra su paquete, mismo que chocaba con el mío. Pero lo que yo disfrutaba era el cosquilleo eléctrico entre mis nalgas. Sin decirme nada me giró de mis caderas y me puso de 71 apoyando mis manos sobre la cama, yo el 7, él el 1. En esa posición me colocó una lámina de látex muy suave y me paso la lengua por toda mi raja trasera, dando más atención a mi culito caliente y después me dio varias veces intensos besos negros.

Para ese momento yo ya estaba gimiendo de placer auténtico y él lo aprovechaba para hacerme lo que él sabía que me hacía disfrutar más el momento. De repente sentí una sensación fría en mi zona cular y percibí algo que me sacó un gemidote, resultó que entró dentro de mi esfínter, fue justo cuando recordé la sugerencia para ese momento; aflojar el cuerpo y pujar como si fuera a defecar para permitir la entrada de ese intruso. Después de un rato introdujo otro más y me estaba haciendo arder de deseo, pero no fue todo después agrego un tercer dedo, que lo metió poco a poco hasta que entro todito, se quedó un rato dentro para después reiniciar el bombeo.

Terminado eso me dijo soplando cerca de mi oído y mordiendo mis orejas; ahora si chiquita, te voy a hacer mía. Me tomó de las caderas y me giró quedando mi cuerpo acostado de cucharita, luego me dobló la pierna izquierda y sentí su caliente verga en mi boca con un condón sabor fresa y mientras yo la mamaba él con su mano traviesa me seguía taladrando el culito. Con mi mamada se le puso mas grande y dura y llegó mi momento más esperado.

Se puso tras de mi y sentí su caliente prepucio en mi entrada trasera, mi culito palpitaba de deseo y fue muy rico disfrutar la entrada de la puntita, descansó un rato dentro de mi mina de placer, después entró más y repitió la misma espera, y así lo hizo hasta que me entró todo aquel tremendo monstruo. Obvio al entrar toda se volvió a quedar dentro de mi orificio anal, para después comenzar lentamente el mete y saca, me hacía gritar y gemir de placer, quizá hasta los vecinos lo escucharon. Y es que ha decir verdad si me dolía, pero también era rico.

Cuando ya eran solo gemidos comenzó a aumentar el ritmo de los embates y la verdad es que para mí ya todo era puro placer. Después se tiró de espalda y me monté sobre él dándole mi espalda para dejarle ver como me la tragaba por mi caliente culo. Un bien rato estuvimos así hasta que me puso en 71 y me la dejó ir toda, eso fue todavía más delicioso, no sé qué tocaba dentro, pero me volvía loca de placer.

Estuvimos así un buen rato, luego jaló una silla, se sentó abrió su piernas dejando todo su paquete a mi disposición, me senté sobre su verga que entró como pancho por su casa y me hizo experimentar su riquísima verga alentadora de placer, sentía mariposas por todo mi vientre. Luego pasó sus manos hacia mi abdomen y me arrejuntó a su cuerpo para ponernos de 71, me culeó así un rato y nos subimos a la cama sin salirse de mí, para cogerme de perrita caliente, lo cual fue lo máximo para los dos, fue un placer super, me retorcía de tan ricas sensaciones que uy e no quería que se terminaran y me sentía toda una puta dándole mi culito a un macho bien caliente.

Fue tanto el placer que sentí como se empezó a contraer mi esfínter con unos fuertes y felices espasmos y la llegada inminente de mi doble orgasmo, tanto dentro de mi culo como en mi pene. Pero eso no fue todo, mi orgasmo con los espasmos que experimenté, hizo que mi macho, también soltara su carga de semen dentro de mí, lo cual aumentó mis orgasmos que estaba experimentando.

Después fue bajando su erección, no sin antes salirse de mi con mucho cuidado. Nos quedamos tirados exhaustos y después de un sueño al despertar mi amante otra vez la tenía bien parada, así que le puse su condón de sabor fresa, se la manejas y chupé un rato y me volteé de perrito, para ofrecerle mi culo. De pronto se puso tras mis nalgas y sin ninguna dificultad me dio para dentro poco a poco, pero como ya había camino recorrido, le pedí que aumentara sus arremetidas. Me tomaba de los hombros o de la cintura y me daba duro, yo por mi parte hacía lo opuesto con mi trasero a sus movimientos, para no dejar ni un pedacito fuera de mi culito, que gozaba al máximo esa rica vergota.

Como ya no cambiamos de posición por ser lo más rico para ambos después de media hora, oí los jadeos de mi semental muy cerca de mis oídos y me mordisqueó las orejas, que me puso china mi piel y me hizo llegar a mi segundo par de orgasmos. Apenas me la había sacado y sonó el teléfono de la habitación. El tiempo de las 4 horas se había terminado. Mi amor tuvo que hacer medio pago más para asearnos, vestirnos y salir del lugar.

Por varios días anduve con mi cola adolorida, pero fue muy placentero. Después repetimos por algunas veces cada vez que podíamos, hasta que un día por cuestiones de trabajo se tuvo que ir a Guadalajara, Jalisco.

Nos perdimos la pista y ahora me gustaría conocer a alguien que quiera disfrutar conmigo esos momentos. Vivo en Juárez, Chihuahua.

[email protected].

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