Mi nombre es Silvia, tengo 25 años, estoy casada desde hace 4 años con Fernando mi marido y tenemos una niña de 3 años.
La historia que les voy a contar pasó el año pasado, a mi marido le encanta el fútbol y casi todos los sábados por la noche y ocasionalmente los domingos invita a dos o tres amigos para ver los partidos en casa, la verdad es algo que no me molesta, prefiero saber que mi esposo está en casa a que ande fuera, mi esposo es guapo y no quiero que vaya a caer en los brazos de alguna lagartona si sale a ver los partidos en algún bar u otro lugar.
Generalmente los dos amigos que nunca faltan para ver los partidos se llaman Luis y Daniel, ambos solteros y con novia y con frecuencia se les une Carlos, este último casado, por lo que seguramente por sus deberes maritales no llega siempre ante las burlas de los demás por “mandilón”.
Me considero sexualmente muy activa, tengo sexo con mi esposo casi a diario y como él quiera, no quiero vaya a buscar en otro lado lo que la esposa le niega, me considero muy atractiva, tal vez un poco pasadita de peso, pero con un cuerpo bien proporcionado y con curvas, bien piernuda, largas y bien torneadas y con un culote grande, redondo y firme, que considero mi mayor atractivo, hago ejercicio todos los días para mantener mis piernas, nalgas y todo el cuerpo firme, en resumen, lo que los hombres llaman gordibuena, con muchas curvas y carne para agarrar, mido 1.64 m, de piel blanca, cara bonita, pelo corto, castaño claro y unos pechos grandes y firmes. Me gusta vestir sexy, sin caer en lo vulgar, que los hombres me admiren y las mujeres me envidien, no en pocas ocasiones recibo piropos en la calle, incluso acompañada por mi marido, pero él no se enfada, creo que le gusta presumir que tiene una esposa buenota.
Ese día, el partido era el domingo en la noche, como siempre me puse a preparar algunos bocadillos y me dí un buen baño, como estábamos en casa, quería vestirme cómoda pero sexy, busqué en mi armario y me puse un top de tirantes sencillo de color blanco sin sostén, aprovechando que mis pechos todavía están firmes y levantados, eran muy cómodos, mis pechos se movían libres y se remarcaban mis pezones, los llenaba tan bien que se marcaban perfectamente la redondez de mis tetas y un micro short de licra de color crema, muy elástico y confortable, hacían lucir mis piernas y se me pegaba al cuerpo como guante, me quedaban tan bien que se me metía en la raja del culo y pareciera que no llevará nada puesto, remarcando mi vulva y mis grandes y hermosas nalgas.
Le di un baño refrescante a la niña y casi inmediatamente le dio sueño, la acababa de llevar a su cuarto cuando escuché la voz de mi marido y salí a recibirlo, iba acompañado de Luis y Daniel que traían botanas y cervezas y vestían las playeras del Guadalajara, mi esposo es americanista, así que seguramente el partido era el superclásico del fútbol mexicano.
Mi esposo lleva las cervezas a la hielera, después sube a la recámara para ponerse la playera de su equipo y darle un vistazo a la niña, ya que le había comentado que estaba dormida, mientras que Daniel se sienta en el sillón individual y Luis se sienta en un extremo del sofá, les paso a dejar las botanas que había preparado en la mesa de centro y observé que de reojo se me quedaban viendo el culo, lo cual me provoca una ligera excitación.
Encendieron la televisión y efectivamente el partido era América vs Guadalajara, pero no era un clásico cualquiera, eran las semifinales de la liguilla del Torneo de Clausura y era el partido de vuelta, en el partido de ida el América había ganado como visitante al Guadalajara en el Akron, así que mi marido estaba muy contento y confiado en que ese día su equipo ganaría y humillaría a su eterno rival.
– Ahora sí, este año mis Águilas serán campeonas, su equipillo no tiene oportunidad- expresó mi esposo, sentándose al otro extremo del sofá, los observo desde el otro lado de la barra de la cocina.
– Ja, ja, no estés tan confiado, mis Chivas ya en varias ocasiones han dado la sorpresa y ganado, se me hace que hoy despluman a las Águilas- replicó Daniel
– ¿Quieres apostar?, yo confío en mis Chivas – añadió Luis.
No era la primera vez que apostaban, era algo común, ya sea algunos six de cerveza o dinero.
– Está bien, apuesto 100 pesos a qué gana el América, hoy va a haber birria de Chiva, ja ja.- exclamó mi esposo
– ¿Cómo 100 pesos?, si es el superclásico y además son semifinales, que sean 1,000 pesos.-replicó Luis.
– Estoy tan seguro que aceptaría tu apuesta e incluso más, pero ando sin dinero, no tengo que apostar a menos que apostara a mi esposa, ja, ja, – comentó mi esposo en tono de broma.
– Pues, no estaría mal- comentó Luis mirándome y luego a Daniel y mi esposo.
Mi esposo se quedó callado, no lo toma a broma, después de unos segundos de silencio, se me queda viendo a la cara y me pregunta:
– ¿Cómo ves?, ¿Le entramos a la apuesta?
Me quedé pasmada un instante, jamás creí que mi esposo fuera capaz de apostarme en un partido de futbol, sin embargo, me pareció una propuesta excitante y observé a los amigos de mi marido.
Luis era alto y con un cuerpo atlético y bien formado, no era tan guapo como mi marido, pero irradiaba virilidad, de piel apiñonada y una sonrisa pícara, Daniel no se quedaba atrás, de piel morena y un cuerpo tonificado, se notaba que iba al gym y hacía ejercicio, de sonrisa agradable y traviesa.
– No sé amor, tu sabrás, ya sabes que siempre estoy de acuerdo con tus decisiones- expresé tratando de ocultar mi turbación.
– Que sean 5,000 y acepto – sentenció mi esposo, una suma que nunca había escuchado que apostaran, tal vez pensando que no aceptarían una suma tan elevada.
– Acepto- expresó Luis, mirándome con una vista pervertida.
– Yo igual – añadió Daniel
Empezó el partido, se respira un ambiente de tensión, los ojos de los tres concentrados en la pantalla, comentaban las jugadas y decían todo tipo de improperios al árbitro o al terminar alguna jugada, yo les seguía llevando cervezas y observé de reojo las miradas maliciosas de Luis y Daniel, observando mi culo cada vez que regresaba a la cocina, me contoneé ligeramente al caminar.
Alrededor del minuto 20 por fin meten un gol y estalla un grito de Júbilo, son Daniel y Luis, mientras mi marido grita improperios contra su equipo., mi corazón palpita de ansiedad, pero escucho a mi marido decir:
– No pasa nada, falta mucho tiempo y además empatan el marcador global, con el 1-1 queda eliminado el Guadalajara por tener América mejor posición en la tabla general.
Me tranquilizó un poco la respuesta de mi marido, pero seguía inquieta siguiendo el partido. Mi esposo al ver que estaba atenta al partido me pide sentar en el sofá junto a él, quedando en medio de mi esposo y Luis.
Las jugadas sucedían una tras otra con peligro de gol en ambas porterías sin poder definir. De pronto alcanzo a sentir el contacto de una mano rozando mi pierna, muy levemente, casi imperceptible, mi piel se erizó y sentí humedecer mi coño, ya estaba cachonda por la apuesta y al parecer Luis también, en vez de quejarme o moverme me recosté sobre el pecho de mi esposo, inclinando mi cuerpo y dándole a aquella mano acceso total a mi culo, al ver que no me disgustaba, la palma de su mano recorrió y acarició mis nalgas, muy sutilmente para que ni mi marido ni Daniel se den cuenta, esas caricias me tenían a mil. Terminó el primer tiempo y fui a preparar más botanas a la cocina, Luis también se levantó y pidió ir al baño, al salir del baño pasa por la cocina y me pregunta dónde están las cervezas.
– Están en la hielera, espera te traigo una- le dije al momento que fui rumbo a la hielera que se encontraba en el piso y en vez de agacharme, provocativamente doble mi cintura, exhibiendo en todo esplendor mi culo a Luis, quien se acercó a mi espalda y sin pudor me dio un arrimón tremendo justo en medio de mis nalgas, pude sentir con claridad el contorno de su verga debido a que llevaba un pants deportivo y la elasticidad de mi licra, todo mi cuerpo se estremeció y mis piernas se tensaron, un suspiro ahogado salió de mi boca, me susurra al oído al levantarme:
– ¿Me darías otra cerveza para Daniel y otra para Fernando?
No me hice del rogar, volví a doblar mi espalda, y nuevamente sentí su verga ya completamente dura contra mi culo, pero en vez de retirarme empujé más el culo para atrás y al levantarme moví mis caderas arriba y abajo frotando su verga contra mis nalgas, sentí el calor de su verga a través de nuestra ropa, le di un último tallón moviendo el culo de un lado a otro y me separé para seguir preparando las botanas, Luis se quedó petrificado unos instantes y después se fue llevando las 3 cervezas, entregó una a cada uno de los chicos y se sentó con la cerveza tapando su bulto para evitar que sus amigos se dieran cuenta de su erección, en eso mi marido se levanta al baño y poco antes de regresar llevo las botanas que preparé a la mesa de centro y me siento al otro lado del sofá, así que mi marido al regresar del baño se sentó en medio, la verdad, estaba muy cachonda, pero me dio miedo que mi esposo o Daniel se dieran cuenta de los manoseos de Luis, deseaba que el América perdiera, aunque lo disimulaba ante mi marido.
Empezó el segundo tiempo y en los primeros minutos América mete su gol. Mi esposo estalla de Jubilo ante la mirada sepulcral de Luis y Daniel, ese gol parecía definir la eliminatoria a favor del América ya que forzaba al Guadalajara a meter dos más.
Los minutos siguieron pasando lentamente, mi marido absorto en el juego no despegaba los ojos del televisor, de vez en cuando notaba que Luis me echaba miradas furtivas, aunque aparentaba estar también concentrado en el Juego.
Cerca del Final Guadalajara anota otro tanto y estallan los gritos de Luis y Daniel, mi esposo, aunque lamentó el gol, no se desesperó, el gol no era suficiente para pasar a la final y solamente faltaban unos minutos para terminar el partido.
Era el minuto final, mi esposo está esperando que el árbitro pite el final, cuando en la última jugada del partido Guadalajara avanza y se lanza un centro al área chica que remata impecablemente el delantero chiva. Estallan los gritos de Daniel y Luis y mi esposo queda impávido, lo impensable se dio, el Guadalajara vence al América jugando de visitante, dando vuelta al marcador global y logrando la diferencia de dos goles necesaria para llegar a la final. Aunque finjo sorpresa, mi corazón late de emoción.
– Ganamos, Chivas desplumó a las Águilas, Ganamos la apuesta, vamos a la final. – Gritó Luis.
Me levanto y con cara de aflicción expresé:
– Tengo que cumplir, amor, ni modo, esa fue la apuesta.
Daniel, se me queda viendo con cara de incredulidad y mi esposo sigue sin decir palabra alguna.
– Vengan vamos a la recámara- tengo que levantar a mi esposo que parece un autómata.
Nos dirigimos los 3 a la recámara y siento a mi esposo en un sillón que habíamos comprado cuando nació nuestra hija y que usábamos para arrullarla cuando era bebé.
– Aquí siéntate, amor, podrás ver todo.
Después volteo a ver a Luis y Daniel y les pido total discreción:
– Chicos, voy a pagar la apuesta porque, una apuesta es de honor cumplirla, pero necesito que me den su palabra de que lo que hoy pase no debe salir de estás 4 paredes, soy una mujer casada y está en juego mi reputación y la de mi esposo.
Ambos estuvieron de acuerdo.
– Ok, empecemos, chicos, les digo mirándolos a la cara.
Luis sonriendo se acerca y sin decir palabra me da un beso en la mejilla y luego en los labios, mi mano bajó y palpé por fin su gruesa verga que me tenía tan caliente través de su pants, parecía palpitar y se ponía cada vez más dura, en eso siento el calor de otro cuerpo en mi espalda que me toma de la cintura y un bulto caliente y duro justo en medio de mis nalgas.
Volteé a ver a mi esposo y miraba en forma atenta todo lo que sucedía, su mano se posaba en su entrepierna, estaba excitado y me animé a continuar, así que empujé mi culo hacia atrás para sentir más fuerte el contacto de la verga de Daniel incrustada entre mis nalgas y le bajé el pants a Luis.
Luis me quitó el top dejando mis tetas libres e inmediatamente empezó a besarlas, lamerlas y succionar mis pezones, Daniel mientras tanto bajaba mi short de licra, el pants de Luis cayó al suelo y le bajé su bóxer, su verga salió disparada hacia arriba, una hermosa verga larga y gruesa, cabezona y muy venosa, igual de gruesa que la de mi esposo, pero un par de centímetros más larga, empecé a recorrerla con mis dos manos, era fascinante, palpé la dureza del tronco y sus hinchadas venas, una de mis manos fue a sus huevos y los acaricié, grandes y pesados, muy peludos y al mismo tiempo calientes y suaves al tacto, estaba de suerte, era un hermoso ejemplar masculino, en eso pensaba cuando dos manos me toman de la cintura y un miembro viril también muy grande buscaba colarse en medio de mis nalgas, estaba tremendamente excitado porque de la punta de su verga emanaba un líquido que se depositaba en el surco entre mis nalgas, empezó a moverse como si me cogiera restregando su verga entre mis nalgas y pude adivinar su longitud y grosor, definitivamente era una muy buena verga, vaya suerte que tenía, los dos amigos de mi esposo estaban muy bien dotados, y la verga de Daniel era por lo menos tan grande como la de mi esposo y posiblemente un poco más.
Me siento sobre la cama, tomando una verga en cada mano, masturbo a ambos a la vez, me inclino a mamar la verga de Luis, mientras sigo masturbando a Daniel, recorro su verga con mi lengua de arriba abajo, me detengo en la punta de su cabeza rosada y brillante y abriendo los labios entra toda la cabeza en mi boca, era tan gruesa que apenas me cabía, me encantó mamarla, sabía ligeramente salada, nunca pensé que mamar la verga de otro macho fuera tan excitante, Daniel mientras tanto restregaba su verga en mi cara, pidiendo su turno, restregó la punta de su verga en mi nariz, su olor a macho me inundó y quise mamarla también, así que sacando la verga de Luis de mi boca, mamé la de Daniel, no me decepcionó, era casi tan larga y gruesa como la de Luis, con un sabor ligeramente diferente, un poco más fuerte, definitivamente una verga de macho, Luis desesperado me pedía su turno restregando su verga empapada de saliva y precum por mi cara, me sentía tan puta, levanté la vista y mi esposo se había bajado los pantalones y se estaba masturbando lentamente viendo a su linda esposa mamar esos dos mazos se carne caliente y dura.
– Puta madre, tu esposa mamá la verga como nadie, que rico, me está dando la mejor mamada de mi vida, aghhh- expresó Daniel, suspirando y gruñendo.
– Es cierto, que rico chupa, ni una puta profesional mama tan rico la verga, Que suerte tienes Fernando, de tener una esposa tan putita – agregó Luis
El comentario me encantó y sacando la verga de Daniel de mi boca los jalé de sus vergas hasta juntar las cabezas, intenté meterme ambas a la vez, fue imposible, apenas me cabían las puntas de su verga, pero era fantástico, una mezcla de sabores de macho, las cabezas de sus vergas, rozándose, ambos gemían de placer.
– Puta Madre, cabrona, nos vas a hacer acabar, pero no quiero, necesito cogerte – gritó Luis y retiró su verga.
Me hicieron subir a la cama y poner en 4 patas, con las piernas abiertas y el culo levantado, ambos acariciaban mis nalgas y las apretaban, sentía como separaban mis carnes y Daniel expresó:
– Que hermoso culo, está buenísima tu vieja, cabrón, que envidias me das, saber que tienes este mujerón, está más rica que nuestras viejas.
Daniel se acomoda enfrente de mi cara y azota con su verga mi cara, pidiendo que se la volviera a mamar, Luis mientras tanto me da una nalgada con la mano abierta en ambos glúteos y doy un pequeño grito de excitación.
Estaba esperando que Luis me ensartara de un momento a otro y paré más el culo, en clara invitación para que me hiciera suya, sentí como abrió mis nalgas con sus manos, pero en lugar de su tranca, sentí su lengua en mi entrepierna, hundió su cara y succionó mis labios vaginales, su nariz me hacía cosquillas justo en la entrada de mi ano, no pude evitar dar un gemido y arquee la espalda, Daniel mientras tanto, me toma de la cabeza y empezaba a empujar su verga dentro de mi boca.
Luis continuó lamiendo mi rajita magistralmente, la punta de su lengua se introducía en el interior de mi coñito y lamía mis jugos vaginales, sus dedos se apoderaron de mi clítoris y subió su lengua hasta mi cerrado anito, eso fue el acabose, me temblaron las piernas y empecé a gemir como loca, su lengua siguió atacando mi esfínter sin compasión, lo lamía rápidamente y empujaba su lengua hacía adentro mientras sus dedos no daban tregua a mi clítoris y se introducían en mi vagina, dejé de mamar la verga de Daniel y sacándola de mi boca empecé a gritar:
– Cógeme, cógeme, te lo suplico, quiero tu verga dentro.
Luis miró a mi esposo y dijo.
– Mira, tu esposa pide a gritos que me la coja, está gozando como putita.
Me tomó de la cintura y sentí su verga caliente recorriendo mi rajita y mis nalgas, pero no me la metía, solamente la restregaba por mis labios vaginales, impaciente le supliqué:
– Cabrón hijo de puta, que esperas, cógeme ya.
Daniel y Luis reían, Luis seguía jugando con su verga en mi rajita y contestó:
– ¿Quieres que te la meta?
– Siii! – volví a suplicar.
– Solamente te la voy a meter si Fernando me lo pide- exclamó.
No lo podía creer, me torturaba el cabrón, y de seguro a mi esposo también, giré mi vista a mi esposo y seguía como en trance, masturbándose lentamente, con la mirada perdida.
– Vamos amor, dile que me coja, ya no aguanto.
Después de unos segundos que me parecieron eternos, por fin mi esposo abrió la boca y dijo:
– Si, cógela, mi puta esposa quiere tu verga, puedes metérsela.
Me tomó de la cintura y me hizo empinar el culo al momento que su verga empezó a presionar en la entrada de mi coño y poco a poco fue abriéndose paso, sentí centímetro a centímetro como iba entrando hasta que entró la cabeza, la sentí palpitar en mi interior:
– Mamita, que rico, ya tienes la cabeza dentro, ¿la quieres toda?
– Si, por favor, métemela toda, la quiero toda dentro- supliqué.
Sonriendo me la siguió metiendo hasta que con un caderazo final sentí su pelvis chocar con mis nalgas, me la había metido hasta el fondo, sentí una sensación de plenitud jamás sentida, su verga era un poco más grande que la de mi esposo y sentía que embonaba completamente en mi vagina, incluso sentía que me la estiraba, estaba completamente llena de carne, empezó el vaivén y se escuchaban los bufidos de Luis y los gemidos de mi parte. Daniel aprovechó para volver a ensartarme su verga hasta la garganta y tomándome de la cabeza empezó a meter y sacarla de mi boca, prácticamente cogiéndola.
Empezaron a sincronizarse cada vez que me embestía Luis, Daniel hacía lo propio llenándome boca y vagina de su caliente carne, así estuvieron dand9me verga unos minutos hasta que Luis expresó:
– Agggh, Fernando, tremenda puta que tienes por esposa, aghhh, tiene el coñito tan caliente y apretadito, no sabes que rico me aprieta la verga, me va sacar la leche y no quiero, aghhh, ¿Que dices Daniel, cambiamos?
Ambos me sacaron sus vergas y cambiaron posiciones,
Ahora Daniel me fue enterrando su verga hasta el fondo mientras Luis jugaba con mi boca.
Nuevamente me hicieron gemir, Daniel mientras me empalaba echó un escupitajo justo en medio de mis nalgas y con su dedo pulgar empezó a frotar mi esfínter sin dejar de embestirme.
– Tienes razón Luis, aghhh, está bien apretadita y su coñito es tan suave y caliente, puta madre, nunca había cogido un coñito tan rico…
– Te lo dije cabrón, me dices cuando ya no aguantes para volver a cambiar lugares, está putita hay que gozarla lo más posible.
– Así estuvieron dándome verga un largo rato, Daniel empujó su dedo en mi culo, y ahora tenía perforados mis tres orificios, oleadas de placer recorrían mi cuerpo, estaba en el paraíso, tampoco quería que la cogida terminara.
Llegó el momento de que Daniel pidió cambiar posiciones y nuevamente Luis pidió cambiar, me estuvieron dando verga probablemente por más de una hora y ya no aguantaba mis piernas, me dolía la quijada de tanto mamar y ya sentía rosada mi vagina y les pedí cambiar posición.
Voltee a ver a mi marido y ya se había corrido chorros de leche estaban tirados en el piso y un poco escurría sobre su verga, pero seguía masturbándose.
Luis se acuesta boca arriba con su verga parada y me pide que me monte encima de él, quería darle un espectáculo a mi marido y le pedí a Luis que se tumbara enfrente de él.
– Ponte con las piernas de este lado, quiero que mi marido vea cómo me la metes- expresé.
Aceptó sonriendo y se puso en la posición indicada, me subí a la cama y me puse en cuclillas frente a él, mi esposo debía tener una vista envidiable de mi culo y la verga de Luis, me fui agachando lentamente hasta que su verga se posicionó en la entrada de mi coñito, me tomó de la cadera y me empujó hacia abajo, no quería que mi marido pierda detalle y le pedí que me la meta despacio.
– Despacio papi, quiero que me la metas lentamente, suavecito.
Obedeció y lentamente me fue empujando hacia abajo, pronto me enterró la cabeza y poco a poco fui bajando hasta que mis nalgas reposaron en su pelvis, apoyé mis manos en su pecho y empecé a cabalgarlo, moviendo circularmente mis caderas y metiendo y sacando su verga de mi interior, Daniel tampoco perdía detalle y acariciaba mis nalgas viendo cómo desaparecía la verga de Luis en mi interior, le pedí que se subiera a la cama para mamarle su verga, pero me contestó:
– No espera, tengo una mejor idea.
Se acercó a mi tocador y tomó una crema hidratante en sus manos.
– Esta servirá- expresó,
Luis miró a Daniel y sonrió en forma cómplice.
Se puso a mi espalda a un lado de la cama para que mi esposo no perdiera detalle, Luis dejó de bombear y me abrió las nalgas, pronto sentí un dedo lubricado de crema acariciar mi esfínter, presionó y su dedo se coló en mi interior, sacándome un suspiro de placer.
No era necesario ser muy inteligente para deducir que Daniel me quería culear y me quejé:
– No chicos, no me vayan a encular, no me gusta, mi marido me ha enculado un par de veces, me lastimó mucho y no me gustó, por favor.
Un macho excitado no entiende razones y sonriendo dice:
– Tranquila, te va a gustar, tienes un culito precioso y es una lástima no disfrutarlo, Fernando, no puedo creer que no disfrutes su culito, que desperdicio – recriminó a mi esposo
Siguió metiendo y sacando su dedo en forma circular dilatando mi esfínter y pronto se le unió otro dedo, mi esposo era testigo como sus dedos entraban y salían de mi culito, cuando sintió que estaba lo suficiente dilatado sacó sus dedos y lubricó la cabeza de su verga y todo el tronco, su verga brillaba amenazante y se subió a la cama.
– ¿Que dices Fernando, quieres que enculemos entre los dos a tu esposa?
Mi esposo estaba que no cabía de la excitación y moviendo la cabeza dio un tímido:
– siii
Luis me toma de la espalda y me aprieta contra él, mi cabeza queda recostada sobre su pecho, haciendo que levante la colita.
Sentí a Daniel poner una mano en mi espalda, y se agachó, creo que no se arrodilló para que mi marido pudiera observar, pronto sentí la cabeza de su verga apoyarse en mi arrugado agujero.
– Te va a gustar, nena, solamente tienes que relajarte.
No tenía escapatoria y traté de relajarme con la verga de Luis todavía empotrada hasta el fondo de mi vagina, Luis colaboraba abriéndome las nalgas y empezó a presionar, costaba, mi culito se resistía, hasta que sentí que entraba la cabeza y un dolor agudo que me hizo gritar y manotear, todo mi cuerpo se tensó y un par de lágrimas recorrieron mis mejillas. Luis me susurraba al oído:
– Relájate nena, relájate, confía, pronto vas a estar gozando.
Intenté relajarme y aflojé el cuerpo, al notarlo Daniel lentamente siguió metiéndome la verga, sentí como mis pliegues iban cediendo, hasta que sentí el pelambre de su pelvis acariciar mis nalgas, no lo podía creer tenía dos vergas tremendas enterradas dentro de mi cuerpo, dolía, pero sentía mucho morbo.
– Dueleee, aghhh- en un quejido que terminó en gemido.
Empezaron a moverse lentamente, y poco a poco el dolor disminuía y aumentaba el placer con el roce de sus vergas en mi interior, era una sensación difícil de describir, me sentía completamente llena de carne, y al mismo tiempo me sentía tan plena con mis dos orificios estirados al máximo, cubriendo toda su longitud, frotándose ambas barras de carne entre sí, apenas separadas por un delgado pliegue.
– Aghhh, puta madre, que rico se siente, es tan apretado y caliente y siento como mueves tu verga a través de Silvia, aghhh.- exclamó Luis
– Si carnal, aghhh, yo también la siento y sabes, se siente a toda madre, jamás había sentido nada igual – replicó Daniel.
A medida que me seguían cogiendo el placer aumentaba, gemía sin control, me faltaba la respiración, daba bocanadas de aire cada que me embestían, pronto coordinaron sus movimientos y el placer fue máximo, sus vergas estimulaban todas las terminales nerviosas de mi vagina y recto al mismo tiempo y mi vista se nubló, mis piernas temblaban y todo mi cuerpo empezó a convulsionar, tuve un orgasmo larguísimo interminable, me retorcía como loca y no les importó a mis dos machos, al contrario, aumentaron la velocidad de sus arremetidas al máximo y con una coordinación perfecta metiendo y sacando sus vergas al mismo tiempo y a máxima profundidad, parecía que me querían matar de placer.
– Ya no aguanto, me voy a correr, aghhh, que rico- exclamó Daniel
– Yo también, me duelen los huevos y siento que ya me sale la leche, voy a estallar- aghhh
Entre gruñidos de ambos sentí como se tensaban y temblando me dieron una última empalada profunda y sentí que sus vergas se engrosaba y lanzaban sus chorros de ardiente semen en mi interior, inundando mis dos agujeros al mismo tiempo, sus huevos estaban tan cargados de semen, sus vergas no paraban de dar espasmos en mi interior, depositando su néctar , escuché que mi esposo gemía al mismo tiempo, seguramente se estaba corriendo nuevamente viendo cómo las vergas de sus amigos me inyectaban su caliente y espeso esperma.
Quedamos los 3 desfallecidos, intentando recobrar el aliento, seguía teniendo espasmos y apretaba sus vergas con mi culo y vagina al mismo tiempo como si mi cuerpo quisiera sacarles hasta la última gota de leche, gruñían de placer y suspiraban de placer, después de unos minutos sus vergas fueron perdiendo rigidez y salieron de mi interior, Daniel se desplomó a un lado y yo en medio de los dos, estaba exhausta, con mi respiración agitada y con mi corazón palpitando a mil por hora, indudablemente había sido la mejor experiencia sexual de mi vida.
Daniel y Luis se levantaron de la cama y empezaron a vestirse.
– Estuvo de puta madre, nunca había gozado tanto en mi vida-expresó Daniel.
– Si, yo tampoco, tienes suerte, Fernando de tener una esposa tan puta, no sabes como gozamos, tu esposa nos dejó completamente secos. – replicó Luis
– Se cobraron bien la apuesta cabrones- no pensé que fueran capaces de cogerse a mi esposa en mi presencia, pero me dio tanto morbo. – exclamó mi esposo.
– Pues se tiene que repetir la apuesta para la gran final- añadió Luis.
– ¿Qué dices amor, le entramos a la apuesta para la gran final?
Seguía desplomada en la cama, pero contesté:
– Tus amigos son unos cabrones, y vaya que se cobraron bien la apuesta, creo que quedaron a deber, acepto, pero tendría que ser el doble-
– Tu esposa lo vale, acepto- exclamó Luis
– Yo también- agregó Daniel.
– Recuerden que nada de lo que pasó hoy debe salir de estás cuatro paredes- les recordé y ambos sonriendo lo juraron.
Una vez que se fueron Daniel y Luis por fin me levanté, mis piernas me temblaban y fui al baño a asearme, me ardían el culo y el coño de tanto uso.
Cambiamos las sábanas ya que estaban húmedas de sudor y flujos sexuales y empezamos a charlar.
– Disfrutaste amor- le dije
– Al principio, sentí muchos celos, pero después me dio un morbo tremendo y como ellos dicen, tengo suerte de tener como esposa a la mejor amante y puta. No hace falta que te pregunté si gozaste ¿Verdad? -respondió.
– Es correcto, nunca había gozado tanto, jamás pensé en ser la hembra de dos hombres al mismo tiempo y vaya cabrones que son tus amigos, ¿La siguiente podrían ser tres? – exclamé.
– Ya veremos amor, ja ja, sabes, sigo cachondo a pesar de haberme corrido dos veces.
– Ay amor, me arde mi culo y mi coño pero te puedo dar una buena mamada, ¿Te parece?
Así lo hicimos le dí una buena mamada para que se descargará y dormimos cansados hasta el amanecer.
Cabe señalar que en la gran final perdieron las Chivas y ganaron los Tigres, mi marido ganó la apuesta, a mi pesar, pero mi marido me dio la mitad de la apuesta y tuve $10,000 pesos para gastar en lo que quisiera.
La apuesta se repitió en el siguiente torneo y la gran final, pero los dos clásicos que hubo los ganó América y también en la gran final fue campeón América sobre Tigres, por lo que mi esposo va enrachado y aunque me da la mitad de las apuestas, sinceramente quisiera que perdiera. Acaba de apostar para el Superbowl, le va a los 49s de San Francisco. Ya veremos si sigue su racha de suerte, espero que no. Arriba Kansas City.
Me pueden enviar sus comentarios al correo [email protected].
Ariel estoy en la Florida me encantaría metertelo si vienes por aquí algún dia