Isabel, deseo cabalgar tu cuerpo
y fundirme en tu tersa piel blanca.
Recorrer a paso lento tus pechos
devorando tus rozados pezones erectos.
Aspirar el dulce aroma de tu flor entreabierta
por una ardiente caricia de mi mano bendecida.
Navegar hasta tu vientre por los fluidos carnales,
que como néctar de frutas esperan con ansias locas
a que sean bebidos con lujuria.
Arrancándote un quejido, un aliento desesperado
te penetro hermosa princesa, hasta lo más profundo de tu ser.
hasta el clímax de lo prohibido, hasta derramarme por completo en tus entrañas ardientes, hasta fundirnos en un abrazo infinito y cómplice…