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Podría ser mi hija (pero por suerte no es) – 2
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Tiempo de lectura: 4 minutos

Lucía venía dos veces por semana a casa y se quedaba a dormir. Eran nuestras noches de sexo y charlas, de cocinarle y que me mime. El sexo fue siempre fácil, plácido, placentero y dulce. Se dejaba llevar y se entregaba al placer sin reparos. También, de a poco fuimos charlando más de nosotros, nuestras vidas y experiencias. Al mes de esta relación, le traje un regalo. Ya le había comprado lubricantes, cremas para masajearla, vibradores para masajear el clítoris. Por eso no se sorprendió cuando estábamos ya desnudos en la cama y le di una cajita.

– “¿Que regalo le trajiste a tu nena?, preguntó.

– “Abrilo”

– “¿Qué es? Parece un consolador, pero muy chiquito”

– “Es un consolador, pero para tu colita”

– “Ayy, no sé si me gusta”, dijo como anticipándose a un dolor

– “Si no te gusta, no lo usamos, pero dejame probar cuando te estoy acariciando y me decís, ¿querés?”

– “Siempre me dolió cuando intentaron por ahí”

– “Si te duele, no me gusta. Todo tiene que ser placentero para ambos. Pero, ¿me dejás probar? ¿Tenés confianza en mí?”

– “ Totalmente papi, si me duele te aviso”

Y ese día, en medio de las caricias y cuando estaba lamiéndole la conchita y metiendole el dedo para acariciarla por dentro, le puse lubricante y empecé a acariciarle la entrada al ano con mi dedo pulgar, masajeándolo mientras seguía lamiendola. No solo no se quejó, sino que de a poco fue acompañando mis masajes. Después la puse boca abajo y empecé a lamerle el culito, mientras le jugaba con el consolador anal. Cuando sentí que se había aflojado y empezaba a disfrutarlo, le introduje despacio la puntita mientras volví a lamerle la conchita. La volví a poner boca arriba y mientras le lamía y chupaba la conchita le iba muy lentamente introduciendo el consolador y lo movía apenas. No se quejó. Cuando su calentura estaba a punto del orgasmo, la colita se abrió para que penetre todo el dildo anal y acabó asi, con el juguetito todo dentro de su cola.

– “¿Te gustó?”

– “Mucho. Me gusta la dulzura con la que me acariciaste y me hiciste que me abra. Nada que ver con mis experiencias anteriores. ”

– “Me alegro que disfrutes conmigo la colita. Ahora tenes todo el juguetito dentro de tu colita”

– “Si, me gustó y me calentó”

La puse de costado, la acaricie toda, la besé y jugué con el didlo y después se lo saqué.

– “Ahora te voy a poner un juguetito más lindo”. Le dije mientras llenaba mi pija de lubricante y le arrimaba la punta a su culito.

– “Despacito papi”

– “Muy despacito mi vida”

Estaba tensa y temerosa. La besé le iba hablando al oído, diciéndole que me gustaba que fuera mi nena, que tenía un culito hermoso y quería comérselo, que me encantaría llenarle de lechita la cola. Se fue aflojando y calentando. Su colita de a poco fue cediendo paso y cuando le entró la cabeza de mi pija, dio un pequeño grito

– “Esperá, no sigas”

Me quedé quieto, sin sacarla, la acaricié, le di besos en el cuello mientras acariciaba sus pechos y le dije

– “Quedate quietita, mientras se acostumbra. ¿Te duele?”

– “Ahora no. Se me va pasando. Pero tengo muchas ganas de tenerte todo adentro. Hacémelo muy despacio”

– “Cuando tu colita se acostumbre, te va a gustar. Sin sentirlo vas a ver como de a poco va entrando toda”

– “Es que es muy grande papi.”

– “¿Te parece? Porque de a poco va entrando. Me parece que ese culito tiene muchas ganas de que lo cojan ¿o no?”

– “Si papi, quiero que seas vos quien me abra la cola. Te quiero entregar todo”

– “Ya esta casi toda dentro tuyo, hermosa. Dame un beso”

Cuando me besó, la abracé por la cintura y suavemente terminé de meterla

– “Ahhh, ahhhh, despacio papi”

– “Ya está toda en tu colita bebé. Ahora quedate quietita un rato”, le dije mientras le ponía una mano sobre la conchita y la apretaba contra mí.

– “¡¡Se siente mucho!!”

. “¿Querés que la saque?

– “¡¡Nooo!!, dejámela. ¿No me dijiste que es mía? La quiero toda ahí”

– “Te está empezando a gustar”

– “Es raro, ya no me duele y me gusta tenerte ahí dentro mio. Movete despacito”

Empecé a hacerlo y ella misma fue moviendo su cuerpo. Al poco rato estaba cogiéndole la cola mientras ella me acompañaba en los movimientos y gemía, abrazada a la almohada.

– “¿Te gusta?

– “¡¡Siii!! Mucho.”

– “¿Sentís como te estoy cogiendo todo el culito?”

– “Si papi, cogémelo todo”

– “Te gusta darle la colita a tu papi?”

– “Mucho, mucho. Hacé un poquito más fuerte”

La puse boca abajo, acompañando su cuerpo para quedar arriba de ella y empecé a entrar y salir con más fuerza. Poco después, se tensó todo su cuerpo, y soltó un ronco gemido. Esperé que se recuperara y le dije:

– “Estas bien”

– “Muy bien papi”

– “¿Me dejás que te coja un rato más para acabarte?

– “Esta nena es toda para vos papi. Cogeme toda”

Ya sin resguardos, empecé a sacarla y penetrarle la cola con fuerza, mientras ella me acomodaba su cuerpo para que pueda penetrarla toda y me calentaba más cuando me decía

-”Tomá mi colita papi, cogela toda a tu putita y llename de leche. Poneme toda esa hermosa pija dentro. Vení, así, vení, acabame en la colita.”

Acabé como hacía rato no recordaba haberlo hecho. No sé si grité, ni sé si la mordí o le hice doler. Solo sé que me llevó al clímax y que volví en mí cuando la estaba abrazando y aplastando contra la cama.

– “¡¡Qué potrillo desatado!! Me vas a ahogar”

Nos pusimos de costado sin sacarla y le pregunté

– “¿Te hice daño, hermosa? Perdoname”

– “No. Me cogiste muy fuerte, eso sí. Pero me gustó verte estallar de esa manera arriba mío, mucho. Me gusta sentir que te hago calentar así.”

– “Me hacés calentar mucho”.

– “¡¡Qué lindo!!! Me encanta coger con vos y me gusta mucho que te calientes conmigo. Y me encantó como acabaste”

– “Es que sos una putita divina.”

– “Tu putita, papi”

Continuará.

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