Después de aceptar muy feliz una capacitación por tres semanas en otra ciudad que conocer, cuando la joven de veintitantos ve el presupuesto de viáticos tuvo que cambiar de planes, por el bien de la empresa y de su inestable puesto de trabajo. Así que ya no era el hotel de muchas estrellas de sus sueños, sino un hostal, que por lo menos tenía habitaciones separadas, aunque no lo suficiente, porque tocaba compartir servicios. Mientras iba y venía vi que la cosa pintaba bien y el cursillo se hacía interesante. Ya sólo llegaba a descansar, después de un día agitado.
Pero, luego de unos pocos días el descanso se hizo casi imposible. Ya le habían dicho que los otros inquilinos eran temporales como ella, por asunto de trabajo y que sólo llegaban a dormir, aunque no todos dormían. Después de noches de descanso llegó un “vecino” muy ruidoso, después que salía de la ducha y se iba a la cama comenzaba a roncar, pero parecía un oso, era imposible dormir. “Di golpes varias veces la pared, porque era mi vecino, pero no había cambio, todo igual”, por lo visto tenía el sueño muy pesado. Al otro día apenas pudo levantarme para salir al curso.
Trató de reclamar en la mañana, pero ya se había ido. Cuando regresó en la noche apenas se duchó y comió, cayó rendida, sólo para despertarse al rato con el ruido. Y lo que pensaba que eran ronquidos, pero esta vez eran gemidos de mujer. La chica daba alaridos de placer, “yo ponía la almohada en la cabeza para no oír, pero era inútil”. Entre los gemidos de la chica y el golpeteo en la pared de la movida, era imposible.
Mientras pensaba en la molestia que tenia de no dormir, se unió la molestia de los meses que tenía sin un buen revolcón, pensando sólo en trabajar y sin tiempo para ella, mientras la perra esta le aullaba en el oído. Cuando decía: Siii, rico, chupa más fuerte… A mí sólo me salía, “la puta que le parió” Sabía que le estaban dando lengua donde yo más necesitaba, sin querer y de la molestia me bajé las manos por el vientre y me tiré de los pocos vellos púbicos que me quedaban de mi última depilada. Ya lo que tenía era envidia y sin darse cuenta puse atención a lo acontecido mientras se daba una sobada en el clítoris.
Pues, si no iba a dormir por lo menos soltaba algo de “energía retenida, no soy de hierro.”. Así que, mientras aquella lloraba suplicante que le chupara más, yo más fuerte me daba, no podía más y las dos terminamos en un grito de júbilo estremecidas por el delicioso orgasmo.
Pero, mientras yo tomaba aliento oí como ella decía “Qué estás haciendo, ¿me vas a montar como un animal?”. La estaba poniendo en 4 patas y parece que no quería. Ahhh. Se escuchó el grito. “Me vas a atravesar, bruto”. Se lo metió de un tirón. A continuación, siguió el golpeteo de la cama en la pared y la chica suplicaba que terminara ya que no podía seguir orgasmeando. “Yo ya tenía tres dedos metidos hasta el fondo de mi vagina y pidiendo más”. La chica ya gritaba ante otro orgasmo y se escuchaba el mugido del vecino, que como un toro estaba terminando la faena. “Yo ya tenía mis manos mojadas de mi humedad, pero muy cabreada, quería más.”.
Ellos se durmieron, bueno él, porque empezó los ronquidos nuevamente. Yo apenas pude conciliar el sueño, porque amaneció rápidamente.
En la mañana, después de ducharme, y con la mente más clara, decidí reclamar al encargado. Puse la queja por los ruidos y ronquidos nocturnos. La siguiente noche, si bien se escuchó que el vecino estaba allí no hubo ruidos ni ronquidos. Me quedé el siguiente día para descansar y atendí el curso virtualmente. El encargado tocó a mi puerta y me dijo que había hablado con el vecino, él se había disculpado porque llegaba muy agotado de trabajo en construcción y le hacía roncar más de lo normal, pero que ese día iba comprar un dispositivo para la boca y no seguir haciéndolo. Le di las gracias y se fue.
A todas estas aproveché el día para descansar y tomar una ducha temprano antes que llegaran los demás inquilinos y la ocuparan. Salí a cenar y mientras me tomaba una copa de vino me llegaron a la mente los recuerdos de los sonidos de hace dos noches, no de los ronquidos, sino de los gemidos de aquella chica que quería ser yo… “pero que estoy pensando -me dije- sino conozco a ese tipo y si es un constructor debe ser un bruto, sucio”. Sin embargo, eso no impidió que tuviera un escalofrío interior que subía de su entrepierna.
Ya se hacía tarde y ya había que volver antes de anochecer para descansar. Al entrar en el hostal noté que el baño común lo usaba alguien y agradecí el haberlo usado antes. Me tumbé en la cama y empecé a escrolear el Instagram esperando el sueño para dormir, pero volvía a mi mente el recuerdo de los sonidos armoniosos de placer de la amante de su vecino de habitación, que suponía que antes de cada gemido tenía una suave lamida o un fuerte chupón de clítoris. No pude más y bajé mi mano nuevamente a mi entrepierna que ya notaba su abultado botoncito deseando alivio.
Tratando de recordar sus últimos orgasmos, solo recordaba que estaba tan preocupada por el trabajo, que había dejado su artilugio de placer que tenía en la gaveta junto a su cama.
Excitada e inspirada se flotaba con rapidez su botón de placer cuando el portazo de la habitación del vecino al entrar, le hizo saltar de la cama cubriéndose como si fuera en la suya, “joder, que susto”, todo está tan pegado aquí. Ya era tarde las luces estaban apagadas y entendió que quien estaba en el baño duchándose era su vecino. Como pudo pasó el susto, pero con ira por la interrupción de su momento de alivio, no quedó otra cosa que seguir con el teléfono con molestia esperando para dormir. No pasaron 5 minutos cuando comienza a escuchar los ronquidos del vecino que parecían más fuertes que nunca. “¡Joder! -pensé- ¡lo que me faltaba!”
Creo que la ira de la excitación cortada y los fuertes ronquidos que le hicieron pararse de golpe y asomarse al pasillo de las habitaciones y ver si estaba el encargado. Solo asomarse ve todo oscuro, ya era tarde, pero ve una pequeña luz de la orilla de la puerta del vecino, el portazo que había dado fue tan fuerte que quedó entreabierta y por lo visto no se había dado cuenta, el sonido de los ronquidos no era normal. No tenía opción o regresaba a la habitación y pasar la noche en vela o despertar al cantaor este.
Se acerca a la puerta, alumbrando donde pisaba con su móvil y con cuidado toca, aun con miedo de despertarle. Obviamente por la forma del ronquido el hombre estaba como muerto, así que se aventuró a empujar la puerta un poco y llamarle: “¡Tío, tío despierta hombre que no dejas dormir a nadie!”. Bueno, era solo ella en el pasillo. De la pequeña habitación, la puerta daba el ángulo desde los pies de la cama a unos dos metros. La luz que salía por el umbral era la pequeña lampara de la mesita de noche, solo era penumbra.
Pudo ver al hombre tumbado en la cama y envuelto en una pequeña toalla que le rodeaba la cintura, pero con una pierna afuera colgando hasta tocar su pie derecho el suelo y la otra pierna sobra la cama doblada en la otra dirección, con el móvil aun en su mano sobre su pecho, como que se quedó dormido viendo algo, pero con la cara caída a un lado y respirando muy profundo.
Su molestia se detuvo un momento al ver que el hombre se veía realmente cansado y notó un dispositivo oral en la mesa de noche para el ronquido, que evidentemente no se puso a tiempo. Entró a la habitación con temor y curiosidad se acercó y quiso tocar su pie para despertarlo, pero le miró un poco; era alto, su cuerpo llenaba toda la altura de la cama de 1.90, su cuerpo corpulento y musculoso y velludo, si era un oso al final. Aunque no pudo definir su rostro se veían fuertes rasgos y una barba mediana que le cubría. Mientras se acercaba a tocar su pie se detuvo con su móvil alumbró un poco más al hombre y vio algo que la congeló.
Entre la toalla que se abría por su pierna que caía fuera de la cama se asomaba la cabeza de su miembro viril. No podía dejar de mirar mientras se acercaba a detallar más. Su brillo le hizo sentir ese escalofrío que sintió un rato atrás, de pronto reaccionó cuando se vio tragando en seco y pasando su lengua por los labios.
Alguien enciende la luz del pasillo e instintivamente fue y cerró la puerta, mientras escuchaba a gente en el pasillo. -¿Qué hago? Estoy enfrente de este hombre semi desnudo, pero vine a reclamarle que no me dejaba dormir y si salgo me verán como una prostituta de este tipo, además en camisón y sin bragas. Pero, algo más le impulso a acercarse, él seguía sus ronquidos, ella acercaba su mano a levantar lo que quedaba de la toalla y la puso a un lado para dejar más a su vista el grueso miembro del hombre, así caído se alargaba sobre unos grandes testículos y coronado con una capa de vellos, eran como 15 cm de pura carne.
Mientras miraba todo aquello le subió el morbo del control, que tenía en ese momento, se había colado en la habitación de aquel hombre que no tenía idea que le estaban observando sus intimidades, sintió el poder de la dominación y con lentitud llevó su mano hasta el miembro mientras recordaba la deliciosa sensación de tener la virilidad de un hombre entre sus dedos. Finalmente toco el cuerpo y siguió rosando hasta la punta y volviendo hasta su base. -¡Wao! ¡que suave está!
El hombre se movió como con un escalofrío, pero siguió roncando y dobló un poco más la pierna sobre la cama. La “tímida chica”, se atrevió a volver a tocar ya no solo con sus dedos, sino que lo levantaba con su mano y como pesándolo lo abrazaba con sus dedos, “está grueso y aún no está excitado, ¿cómo se pondrá?” y como respondiendo a su pregunta el miembro comienza a endurecerse, ella se asusta, pero dice a sus adentros “vaya de verdad es como dice, estos sienten con la otra cabeza”, al mismo tiempo verifica que el hombre sigue dormido, “cantando”. Otra vez, esa sensación de poder volvió, pero con más fuerza.
Tenía a este hombre “sometido, cogido por las bolas” y no se daba cuenta, así que mientras el miembro seguía cobrando vida y lo masajeaba más, se fue agachando y pasó su otra mano debajo del camisón que llevaba solo para recordar que no se había puesto bragas, pues iba a dormir. “Mejor”, pensó ella y llevando sus dedos hasta los labios ya mojados de su vagina los hundió en sus profundidades mientras sobaba aquella barra de carne que se hacía más grande cada vez.
Ya no había nada que hacer, mientras masturbaba al hombre dormido, dos, tres de sus dedos buscaban consolar su ya tremenda excitación. Los metía y sacaba con desesperación, estaba agachada al lado de aquel “pobre hombre” dormido con un miembro en su mano, que ya sentía sus 20 centímetros de hombría erecta en sus mano.
De momento, recordaba abrir los ojos para mirar, veía al hombre que seguía roncando, pero ahora su respiración empezaba a ser más fuerte y movía la cabeza a saltos como quien recibe una tortura, ella con las piernas abiertas en cuclillas con los dedos metidos en la deliciosa gruta que se derretía en su mano. Ya no podía más y una terrible convulsión apretó sus dedos que se resbalaban en un profundo orgasmo, casi cae al piso y con una rodilla en el suelo se sostiene, pero se agarró con fuerza del miembro que seguía en su mano y que de pronto hizo al hombre dejar un suspiro, carraspear la garganta y seguir roncando.
El susto la hizo volver un poco en sí, y soltar el miembro para pensar en salir de la habitación. Pero, cuando pensaba cubrir nuevamente el miembro del hombre se dio cuenta que la tolla no podía tapar la erección del hombre que hacía que el pene palpitara como esperando descargar algo que le ahogaba. Lo había estimulado tanto la mano de la mujer que lo vio como algo injusto, después de aprovecharse de él “dejarlo así”. Bueno, hay que terminar la tarea. Esta vez cogió el pene con las dos manos y suavemente le masajeaba, subía y bajaba, ella no lo masturbaba, lo torturaba.
Sonreía con malicia cuando veía que el hombre volvía a mover la cabeza entre sueños como una pesadilla, su cuerpo inerte empezaba a sudar, pero no parecía saber que hacer. Ella seguía suave sus movimientos, no quería despertarlo, pero vio que no bastaban, él no terminaba y ya tenía rato moviéndolo, al mismo tiempo pensó: “y si acaba en mis manos o salpica encima se dará cuenta que pasó algo.”
Entonces, con los ojos brillosos de lasciva se humedeció sus labios mientras se arrodillaba para tener su cara más cerca del miembro que no tardó mucho en alcanzarlo y abrazarlo con sus cálidos labios que ya saboreaba el placer del pene en sus boca. Ella quiso morderlo, se sentía apetecible y delicioso, pero no, lo despertaría, así que continuo su travesía en insertar aquella barra de carne caliente, entraba y salía con suavidad. Elevaba la vista y el hombre sudaba y su respiración parecía dolorosa, sus manos apretaban el móvil con fuerza y la sabana a su lado, estaba “sufriendo”, era una deliciosa pesadilla seguro.
El pene llegaba al fondo de su garganta y salía al borde de sus labios con dolorosa lentitud, pero ella sabía que no podía quedarse más. Así que, solo cubrió con sus labios el glande inflamando y empezó a girar su lengua alrededor de él, pensó “ja, lo que se está perdiendo este tío, vine a pelear con él y terminé dándole una deliciosa mamada mientras duerme”. Siguió girando su lengua en la cabeza del pene, paraba para chupar como una bebe con su tetero, entonces una de sus manos bajos hasta sus testículos que se movían en desespero y los masajeó y apretó para exprimir y torturar más a su amado durmiente.
El efecto fue casi inmediato y esta vez vio como los músculos del fuerte abdomen del hombre se apretaban y la pierna en la cama se tensaba, hizo un respiro profundo y empezó a soltar sus líquidos a chorros dentro de la caliente boca de la chica, de pronto un quejido y un suspiro profundo, ella no se movía solo recibía su medicina, su boca casi llena, y solo le soltó con dulzura agradecida, mientras tragaba con dificultad.
Él levantó la cabeza tambaleante tratando de ver qué pasaba, mientras aun convulsionaba y salían algunas gotas más de semen, se apretó con fuerza el pene y se echó para atrás y suspiró fuerte como tratando de sentir algo de ese orgasmo dormido, se giró sobre su cuerpo y quedó boca abajo apretando una almohada. Cuando ella soltaba el pene del hombre y le vio moverse, rápidamente se echó al piso debajo de la altura de la cama, así él no le pudo ver, sintió como se estiraba y luego giraba para acomodarse en la cama, mientras se levantaba y limpiaba un poco los restos de la eyaculación que sobraban un poco de sus labios.
Ya su tarea había terminado, bueno no la inicial, pero esta había sido la experiencia de su vida. Dominando a un hombre dormido sacando su semilla y saborearla como nunca había hecho.
Al verificar que el hombre volvió a roncar, ahora boca abajo en la cama, se levantó y con cuidado se dirigió a la puerta, ya las luces del pasillo estaban apagadas nuevamente y abría la puerta con cuidado para regresar a su habitación. Pero, mientras abría la puerta notó algo, el silencio, y cuando quiso mirar a la cama que no escuchaba los ronquidos sintió un empujón que apretando su cuerpo cerraba la puerta de un golpe y le sujetaba las manos en la espalda.
Ella quiso dar un grito del susto, pero él le tapó la boca y con su cabeza pegada de su oído desde la espalda le decía: “shu, shu shuuu, calladita que tu entraste aquí por tu propio pie así que no vas a llamar a nadie porque quedaras como una perra que se coló en mi habitación, ok?”. Ella asintió con su cabeza temblando.
Bueno me encantó la historia y tu forma de contarla. Muy morbosa, es una fantasía que tengo, que una hembra me masturbe mientras me hago el dormido. Aunque hace mucho tiempo que no escribo nada, tengo algunos relatos publicados….por si quieres leer alguno y me comentas que te parece.