En la fiesta de cumpleaños de un compañero de trabajo conocí a Marcela, una chica trans que me encantó desde el primer momento que la vi. Era alta, delgada, con un pelo negro y largo que hacía ver su piel muy blanca, también llevaba puesta una falda corta que mostraba sus largas piernas las cuales terminaban en un pequeño pero bien parado trasero.
Llevaba mucho tiempo masturbándome viendo videos porno de chicas trans y lo único que quería era follar con una.
Estuvimos bebiendo y conversando durante toda la noche, desde el principio hubo buena química entre los dos. Al llegar el final de la fiesta mi compañero me pidió si podía llevar a la casa a algunas personas ya que me quedaban de camino a mi hogar. Entre estas personas estaba Marcela. Yo estaba muy nervioso, ansioso, caliente, y para mejor yo sentía que ella también me miraba.
Cuando nos quedamos solos en el auto ella dijo: ¡Al fin!, a lo que yo pregunté ¿Al fin qué?, ella sonriendo me dice que al fin va a poder fumar. Yo muy caliente le respondo que por supuesto, que no hay problemas y que me indique por dónde ir hasta su casa. Marcela se acercó a mi cuello y comenzó a pasar su lengua por mi oreja, mientras a la vez con su mano acariciaba mi verga por encima del pantalón. -Me di cuenta como me mirabas. Aquí a la derecha – Me estaba dando indicaciones de hacia dónde ir y a la vez me pasaba la lengua por la oreja. -Aquí está mi casa amor, ¿quieres pasar?, le dije que sí dándole un tremendo beso.
Los dos subimos a su departamento, el alcohol ya estaba haciendo su efecto, reíamos, nos besábamos, tomaba sus pequeños pechos y ella no dejaba de acariciar mi pene. Al entrar al departamento nos besamos apasionadamente, mis dos manos las metí por debajo de la falda y tomé sus nalgas, me encantan los traseros. Ella sin esperar nada comenzó a desabrochar mi pantalón, mi pene salió como disparado cuando bajó mi ropa interior. Me miró lujuriosamente y comenzó a masturbarme, miraba mi pene y me miraba a los ojos mientras me entregaba una sonrisa.
Era uno de los momentos más calientes que había pasado hasta ese momento. Me sacó toda la ropa, me dejó desnudo y ella lo único que hacía era masturbarme, de pronto me tomó de mi verga y como si fuera una cadena me llevó hasta la sala de estar. Estando ahí fue hasta el refrigerador y sacó un par de cervezas, yo con toda la confianza del mundo me senté en un sillón y comencé a beber. Marcela comenzó lentamente a sacarse la ropa. Era la fantasía perfecta. Comenzó con la parte de arriba, dejándome ver sus pequeños pechos y sus pezones duros, bien parados. Yo continuaba masturbándome y bebiendo.
Tomó la falda con sus delgadas manos y se la bajó junto a su ropa interior de un solo golpe, dejando frente a mí un culito pequeño acompañado de una larga y gruesa verga. Puso un poco de música y empezó a moverse lentamente mientras se tocaba y bebía de su cerveza. Se notaba que era una mujer con experiencia, sabía lo que estaba haciendo. Comenzó a acercarse lentamente hasta mí, yo tomé con una de mis manos su verga para masturbarla y con la otra me masturbaba yo.
-¿Te gusta?
-Me encanta, ¿te la puedo chupar?
-Es toda tuya
Tomé su verga que aún no estaba dura por completo y comencé a mamársela, era la primera vez que me metía un pene en la boca. Debo reconocer que en un principio era algo extraño pero después de unos minutos se volvió algo placentero, sobre todo cuando la verga de Marcela se endureció por completo. Verla totalmente desnuda, bebiendo y gimiendo me hacía estar a mil. De pronto sacó la verga de mi boca y se puso en cuatro patas en el suelo, sin que me dijera nada pasé mi lengua por sus pequeñas nalgas, le pasaba la lengua desde los huevos hasta el culito y con mis dos manos sostenía sus blancas nalgas.
Le daba palmadas en sus cachetes e introducía uno de mis dedos por su culito. Marcelita gemía desenfrenada y me pedía que se la metiera. En un momento la di vuelta, la tomé del pelo y comencé a follarmela por la boca. Todavía recuerdo que me miraba con todo el maquillaje corrido mientras se la metía toda a la boca, era una experta. Cuando ya no aguanté más, la di vuelta y puse mi pene entre sus pequeñas nalgas y ahí me frotaba, dándole palmadas y restregando mi pene por su ano.
-¡Metemela por favor! -me dijo y yo sin dudarlo le di una buena chupada de culo y comencé a meterla.
De las mejores cosas que he hecho en mi vida sexual. Marcelita tenía un culito blanquito, unas piernas largas y una hermosa verga, para mí era la mujer ideal en ese momento. Podía sentir como su culo abrazaba mí verga a medida que iba entrando incluso cuando llegué al final hizo un pequeño gemido de satisfacción. Se la metí bien adentro y comencé a moverme lentamente hasta acostarme encima de ella y con una de mis manos le tomaba la verga mientras no paraba de mover mi pene dentro de su culo. Marcela era una diosa, gemía y se movía desenfrenadamente.
La tomé de la cintura, la di vuelta y la acosté en el sillón, sus largas piernas blancas estaban apuntando el cielo, antes que todo le di una buena mamada para luego abrir bien sus piernas y metérsela toda, esa imagen nunca la olvidaré, la Marcelita con sus piernas abiertas al máximo y con una de sus manos se estaba masturbando y con la otra se apretaba sus pechos. Yo estaba dándole unas buenas embestidas donde la sacaba entera para después meterla de golpe, su ano ya estaba totalmente dilatado y eso yo lo agradecía porque podía meterla bien rico. en un momento se la saqué y me senté a un lado y ella de inmediato me la empezó a mamar, que rico chupaba los huevos Marcelita.
Después de darme una buena chupada, subió hasta mi cara y me besó, mi verga se rozaba con la suya y ella tomaba las dos y las masturbaba al mismo tiempo. después de un rato besándonos puso sus dos pies en el sillón y se sentó en mi verga, uff aún me masturbo pensando en ese sube y baja que hacía, estaba como desesperada, saltaba encima mío mientras se masturbaba, de pronto se la metía toda y comenzaba a hacer círculos con toda mi polla adentro y me metía los dedos de una de sus manos en la boca para que se los chupara y con la otra se masturbaba hasta que de pronto gimió más fuerte de lo normal y me lanzó un buen chorro de esperma caliente encima.
Se dejó caer a un lado y yo sin dejarla respirar la tomé de la cintura, la di vuelta y comencé con un fuerte mete y saca, ella gemía pidiendo que acabara dentro suyo. Con mis manos en su cintura le empecé a dar cada vez más rápido hasta que exploté todo mi semen adentro de pequeño culito, se la dejé toda metida adentro para que no se escapara ni una gota hasta que no di más y caí a un costado exhausto.
Marcela fue la primera chica trans con la que follé pero no la última, de ahí en adelante estuve con varias más, incluso con más de una pero ella siempre presente de alguna u otra forma.