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Pierdo mi virginidad con un pescador (parte1)
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Tiempo de lectura: 2 minutos

La noche anterior fue Halloween, yo fui a trabajar de copero y me había comprado una papelina de coca. En la mañana me compré unas cervezas y me consumí lo que me quedaba, por lo que, estaba muy caliente. En ese instante, llegó la dueña de la pensión con el nuevo inquilino. Un señor de unos 50 años, moreno, delgado, era un pescador. Yo solo sentí las voces desde mi habitación.

Seguía bebiéndome las cervezas cuando golpearon a mi puerta. Era el pescador, me pidió que le conecte el celular a la red de la casa. Lo invité a pasar, se sentó en la cama mientras conectaba su celular. Yo tenía puesto un short muy corto y una polera musculosa. Noté que me miraba las piernas. Me contó que era pescador y que estaría en la ciudad una semana antes de volver a altamar. Le ofrecí una cerveza y nos pusimos a conversar. Era casado, su mujer era boliviana y no la veía hace un mes. Yo estaba muy excitado, pues, nunca había estado tomando cerveza solo con un maduro. Después de un rato se fue, ya que, debía hacer unos trámites.

En la tarde, al volver de la universidad, me lo volví a encontrar y me invitó a tomar té con él. Me habló de sus aventuras en el mar. Al anochecer, volvió a golpear a mi puerta, traía unas cervezas, yo le dije que pasé pero que no hiciera ruido, a la señora de la pensión no le gustaba que tomáramos en la casa, le ofrecí coca, nos tiramos unas líneas. Le dije que viéramos una película. Mi habitación era muy pequeña solo cabía una cama de una plaza y un escritorio. Por lo que nos sentamos en la cama. Después de un rato estábamos incomodos y le dije que nos acostáramos. El detrás de mí. Yo aún tenía el short corto. El pescador me empezó a acariciar la pierna. Sentí su erección, puse mi mano en su pene y lo toqué por encima de la ropa. Eres una putita, lo supe desde que te vi me dijo al oído. Yo me giré y le dije que era virgen.

Puse música un poco fuerte y cortinas gruesas. Él se puso de pie y se quitó lo pantalones. Dejo caer un enorme pedazo de carne y pelos. Me arrodillé, apestaba y eso me volvía loca, la descapullé y salió una gran cabeza roja palpitante. La probé con la punta de la lengua y pronto la tenía toda adentro, succionándola, haciéndose cada vez más grande y dura…

Continuará.

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