Desde el lunes empezamos a crear un juego de expectativa sexual que al viernes ya me había obligado al autoplacer. No recuerdo haberme humedecido tantos días sólo pensando en que un man me comiera. Él es la definición perfecta de amante. No hay compromiso, no hay daños a terceros, me gusta, le gusto, le encanta follar y yo quiero que invada mi mundo de su sexo. Es el tipo que sin rodeos expresa lo que quiere, pero lo materializa con sutileza. Con él me gustaría que hubiese un botón de calificación que señale “me excita”.
La noche oficial del encuentro, no sabía ni qué ponerme, ¡él quería una blusa transparente sin sostén y no soy tan segura para tomarme esas libertades! Así que me incliné por un vestido rojo relativamente corto con escote lateral sin sostén. El peinado simple y el maquillaje suave. Los nervios y la ansiedad me mataban, pero me sentía linda así que lo saludé lo más natural que pude. Hizo gala de un derroche de encanto.
Conversamos de temas generales y explicó que para mi comodidad había elegido un lugar lindo pero apartado. Atiné a responder ¡súper! cuando en realidad quería decir “¡ya me convenciste! haré lo que pidas la próxima vez”. El trayecto estuvo sereno, hablamos durante un par de horas, comimos y mientras tanto la idea de -ya casi – me alegraba. Bailamos y sin reparo tomo una de mis tetas del vestido y la sostuvo en su mano mientras bailábamos a plena vista, al sentarnos me penetro por el ano con uno de sus dedos y el cuerpo lo apreció.
Esa noche debía terminar bien, había leído no menos de 20 artículos sobre el beso negro y ahora me hallaba impaciente por dárselo; ¡moría por hacerlo! Con ningún otro hombre se hablaba si quiera de esa opción, pero con él se hacía sin riesgos y sin juicios.
La luz de la noche y un viento fresco hacían el clima perfecto de regreso. Introdujo su mano en mi interior y comenzó a darme placer -sabe hacerlo-pregunto si lo quería besar -me agaché se lo mame sin prisa- y me levanté sin terminar para que él retornara a su ejercicio. ¡Ojalá tuviera ahora esas manos o esa verga o ese cuerpo! Me aviso que estábamos próximos a la llegada a su apartamento y como pude me organicé. En su apartamento me abrazó y me besó de manera dulce, me tomó por la cintura y con las puntas de sus dedos termino de retirar el vestido, me miró fijamente y señalando el trípode con la cámara dijo “hoy hay vídeo”, me reí y afirmé con la cabeza.
Tiene una verga perfecta fue solo verlo desnudo y todos mis labios se humedecieron de placer, baje y devore cada milímetro de esa verga, de rodillas pedí permiso y bese su ano con profundo placer. Él correspondió con una penetración exquisita, mi piel se erizaba con cada toque, cada gemido era natural, cada arqueada, cada movimiento, cada beso. De repente, saco un anillo vibrador y se lo puso. Lo metió en mi vagina primero y paso al culo sin pedir permiso, le rogué que se devolviera tanto placer me inmoviliza. Se vino y tuvo la gentileza de dejármelo tragar. Esa verga le viene bien a todos mis órganos. En la mañana repetimos y me vine como puta.
Han sido pocas veces las que me lo he comido en realidad, pero puedo tachar de la lista la creatividad, su comedor, la ducha, la cama y el sofá. Al día siguiente vi el vídeo, mi performance debe mejorar, pero él, tiene experiencia frente a la cámara. Sólo verlo me excito de nuevo, pero no pronuncié palabra.