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Perdiendo a mi novia
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Tiempo de lectura: 8 minutos

En este primer relato, quisiera narrar mi mayor fantasía. He pensado en esto desde que era adolescente, y desde que tuve a mi primera novia. A pesar de ser mi mayor deseo, admito que me aterra y me enloquece un poco imaginarlo, pero la excitación que siento no se compara a nada.

Muchos hombres fantasean con ser “cornudos”; compartir a su novia o esposa con otro hombre, darle total libertad de disfrutar del sexo con otros, y en muchos casos estar presentes para ver a su mujer disfrutar del placer, y más aún, mirar como otro disfruta de una mujer ajena… de su mujer. Mi fantasía es diferente, y quisiera detallarla como si de un relato se tratase.

Mi novia es lo que podría decirse la chica perfecta: su sonrisa radiante y sus ojos llenos de luz, su voz que alegra a cualquiera que tenga la dicha de cruzar palabras con ella. Hermoso cabello castaño, largo hasta poco más abajo de los hombros. Cubierta de una piel blanca tan suave y perfecta. Y por supuesto, su cuerpo… a veces es difícil creer que una chica tan dulce y tierna haya recibido una belleza tal. Delgada, pero con las correctas proporciones. Con una silueta tan femenina; senos medianos, perfectos, firmes, un abdomen plano, con esa fina línea vertical del medio que la hace ver increíblemente sexy.

Sus caderas, no muy anchas, y tampoco delgadas, que dan pie a sus piernas largas y suaves, con un trasero firme y sensual. Sin duda es la chica con la que muchos desearían salir… y con quien más de uno pensaría en acostarse. Es la novia más dulce, tierna y simpática que pude haber deseado. Cariñosa siempre, candente en la pasión, inteligente, astuta.

Un día como cualquier otro, apenas comenzando su vida laboral después de la universidad, ella conoce a un nuevo compañero de trabajo. Es un típico chico de buen ver, fuerte, confiado, hasta un tanto atrevido. Al verla, no pierde la oportunidad de dedicarle la atención que se merece una chica tan hermosa. Mi novia responde sonriente y dulce, amable, sin percatarse totalmente que sus intenciones son más allá de lo amigable. “Seguro nos estaremos viendo muy seguido”, le dice él. Ella no le da importancia.

Los días pasan y el aprovecha oportunidades para sutilmente acercarse a ella, para conocerla. La escucha, es simpático, logra robarle una que otra risa cada vez que puede. Mi novia es fiel, y aunque piense que esa amistad no llevará a nada de preocupación, no pierde la oportunidad de mencionar que tiene novio. El chico no se desanima; “qué suerte tiene tu novio, debe cuidarte mucho”. Todo sigue con naturalidad.

Él consigue intimar más y más con ella, lentamente y sin que ella note lo cercana que se está volviendo a su “amigo”. Se comparten historias, experiencias y, lo más importante, él se vuelve un maestro en hacerla reír. En lo físico tampoco se queda atrás, cada vez es más común que él toque su brazo, su espalda, su hombro. Sin darse siquiera cuenta, ella es recíproca en el contacto físico, se siente animada y segura estando cerca de él. En alguna ocasión, paso por su trabajo para salir con ella. La veo platicando con él, y no puedo evitar notar como sonríe y como ríe a su lado. Como se despiden, con un abrazo.

Los celos me invaden, quisiera decirle algo, pero sé que ella no haría nada con nadie más. Por supuesto que las imágenes comienzan poco a poco a aparecer dentro de mi cabeza… como si fuesen escenas de película.

Los días pasan y él toma la iniciativa de invitarla un café luego del trabajo. Ella acepta, pues solo es un “amigo”. La pasan genial juntos, riendo como siempre, los toqueteos sutiles. Ella no lo puede explicar, y ni siquiera intenta racionalizarlo, pero hay algo especial en este chico. Disfruta estar con él, y subconscientemente está esperando a la próxima invitación. Paralelamente ella sale conmigo, disfrutamos de nuestro tiempo juntos, la llevo a la cama conmigo, la veo tan apasionada en su placer. A veces no puedo evitar preguntarme si imaginará siendo poseída por otro… por él.

Como era de esperarse, él la invita a algunas “salidas” más. Ella acepta. A mi solo me dice que sale con algunos compañeros de su trabajo. No lo hace con malicia; ella cree realmente que es incapaz de hacer algo malo, pero al mismo tiempo su instinto le dice que debe ser discreta. En cada salida el logra acercarse más y más a él; caminan más juntos, la guía tomándola de la cintura, la abraza. Ella no puede más que sentir mariposas en su pancita.

Esa extraña confusión femenina… se está comenzando a enamorar de él. Mientras tanto, las mismas escenas se vuelven más frecuentes y más intensas en mi cabeza. Cada vez la imagino… llegando más lejos con aquel chico con la que la vi aquella vez. Y no puedo evitar notar como nuestras salidas son poco a poco menos frecuentes. Ella está más distraída, no es tan cariñosa como siempre…

Otra salida más. Van al centro comercial y caminan un rato. Ella va vestida increíble; una falda linda que presume sus piernas, una blusa de botones, elegante pero sexy, que permite lucir su escote tan atractivo. Ella siente que puede hablar con él por horas. Él la abraza mientras caminan, a veces toma su mano. Ella está embriagada de sus propias emociones; la chispa del amor, las mariposas en su vientre. Deciden descansar y sentarse juntos, lado a lado. Él la abraza, la mira… ella no puede controlar más lo que siente, los segundos se vuelven eternos, hasta que sus labios chocan.

Él le da a mi novia el beso más dulce que jamás haya sentido, lo que por tanto tiempo ella ha estado esperando. El tiempo se detiene, sólo están él y ella. Ella no puede pensar en nadie más que no sea él. Después de una sesión de besos, deciden que es hora de irse. Mi novia reconoce lo que hizo, pero es incapaz de sentir culpa… siente que es lo correcto, que lo que siente por él justifica el beso tan hermoso que recibió.

Una semana después, él invita a mi novia a bailar el viernes, para terminar la semana. Ella se emociona, y no puede esperar a que ese día llegue. Yo no he podido verla desde nuestra última cita, antes de que lo besara a él. Finalmente logro salir con ella, aunque solo por un rato, pues “está cansada”. La siento extraña, y empiezo a presentir lo que pasa…lo que pasará. No nos besamos en esa “cita”, se siente más como una salida de amigos. Al despedirnos la abrazo fuerte, “te amo”. Ella me sonríe, sin la misma magia con la que antes solía hacerlo, “y yo a ti”.

El viernes llega. Ella apenas puede con la emoción. Toma una ducha caliente antes de su cita. Aplica crema por todo su cuerpo. Se siente frente a su espejo, aun desnuda; se peina y se maquilla, hasta verse hermosa y radiante. Se pone su calzoncito, una opción sexy y elegante. Decide no llevar brasier, y lucir sus increíbles senos bajo un vestido negro que la hace ver hermosa, seductora y elegante. Adorna su escote únicamente con un collar con su nombre, un collar que yo le regalé.

Más tarde, su cita llega a su casa para recogerla. La mira y apenas puede creer lo hermosa que se ve. Todo el esfuerzo en conquistar a la chica dulce del trabajo ha dado frutos. Sube a su auto, se saludan tiernamente y conducen hasta la discoteca donde pasaran su noche. La toma de la mano para salir, y la lleva con él hasta el lugar. Se sientan juntos, piden un par de tragos. Comienzan a charlar, a reír, y a pasarla increíble como siempre. Él no pierde oportunidad para tomar su mano, para posar la suya sobre su pierna. Ella acepta cada avance de él, solo sonriéndole, mirándolo a los labios.

Mientras tanto en casa, acostado en mi cama, le escribo mensaje: “pásala increíble con tus amigas”. Se que será una larga noche, apenas podré dormir, y las escenas no dejan de pasar en mi mente. Ella ya baila con él, disfrutando como nunca en la pista de baile. La toma de la cintura, acaricia su espalda, rosa su abdomen. Ella levanta sus brazos, mueve sus caderas, pone a bailar a sus senos que se ven deliciosos en su escote. No pasa mucho tiempo antes de que comiencen a besarse mientras bailan. Voltea a mi novia, la abraza desde atrás posando sus manos sobre su vientre. La acaricia, ella lo voltea a ver buscando sus labios. Cierra sus ojos y se funden de nuevo en un rico beso.

El tiempo pasa y ambos saben que tienen que salir de ahí. Ella está inquieta… acepta sin dudar cuando él la invita a pasar un rato juntos en su departamento. Pone su saco en la espalda de mi novia y salen abrazados, como novios, del lugar. Suben a su auto, se besando, y pronto toman marcha hacia el lugar. Apenas unos minutos después, llegan e invita a mi novia a pasar. Le ofrece un trago más y se sientan, pretendiendo que continuaran su charla, esperando a ver quien caerá primero.

Los besos comienzan, esta vez mi novia se abalanza a él, lo abraza, sube su pierna y él la toma. Acaricia de arriba a abajo, pasando por su cadera, su espalda. Se besan con pasión. Él no tarde mucho en deslizar su vestido, lentamente sin dejar de comerse sus labios. Cae por su hombro y poco a poco revela su seno izquierdo. Posa su mano sobre él, acaricia su pezoncito rosado y hermoso. Prosigue con el otro tirante hasta dejar libres a sus dos “niñas”. Mi novia disfruta del tacto sobre sus senos mientras sus lenguas bailan una con la otra.

No puedo aguantarlo más. Estoy en mi cama poseído por mi fantasía, por mi deseo de… perderla. Las imágenes en mi cabeza se vuelven más y más vívidas. Mi corazón late con fuerza, mi estomago cruje. Es como si todo mi cuerpo se sincronizara con el de ella. Aun sin estar ahí, se lo que está ocurriendo. Lleva cargando a mi novia hasta su cama, ya desnudita para él, hermosa. La acuesta con dulzura. Ella lo espera mientras se quita la ropa. Están los dos acostados, la mano tierna y femenina de mi novia acaricia su pene sin dudarlo. Se sorprende al sentirlo… es grande, duro, curvo. Más atractivo que el mío sin duda alguna.

La forma en que lo besa, como lo masturba y le entrega sus senos en su boca. Ella gime suavemente sin quitar sus ojitos del gran pene de su nuevo novio. “Me encanta”, le dice entre gemidos con su voz sexy y tierna.

Comienzo a masturbarme, imaginándolo todo… no puedo más. Consumido por los celos y el morbo. Cómo mi dulce novia posa sus suaves labios sobre su pene, como lo besa, lo recorre, le da amor. Su lengua lo baña con su saliva, para darle paso al interior de su boca. Ella se esfuerza como nunca antes, cierra sus ojos y se asegura de darle el mayor placer posible. Él acaricia su cabello, su rostro, “lo haces increíble”. Mi princesa le sonríe con amor y lujuria.

Ella se retuerce en la cama mientras el besa y lame el néctar de su vagina. Gime y se aferra a las sábanas. Arquea su espalda con cada oleada de intenso placer. Sus gemidos se convierten en gritos cuando el primer orgasmo recorre todo su cuerpo. Ella queda exhausta, agitada, y solo los deliciosos besos que él le da pueden calmarla. Ella se abraza a él, lo besa con pasión… “hazme tuya”.

Continúo masturbándome lentamente, con mis ojos cerrados, pareciendo que sufro más de lo que lo disfruto, aguantando el orgasmo, pues el placer es lo único que me hace aguantar lo que está ocurriendo. Mientras tanto él se coloca dulcemente sobre mi novia, la besa. Ella abre suavemente sus piernas para él. Ella le acaricia el pecho, sus hombros, sus brazos fuertes. “Hazme el amor”, le pide en un suspiro. Él acomoda su gran pene en la entrada empapada de mi novia, preparándose para tomarla. Y a partir de aquí, comienzo a perderla para siempre.

Lentamente comienza a adentrarse en ella. Cada centímetro de su carne la hace estremecer. Se abraza con fuerza de él, gime en su oído. Él consuela su placer con tiernos besos en su cuello y su mejilla. Poco a poco logra penetrarla completamente. Se besan, y ella le sonríe, dándole permiso para poseerla por completo. Sigo masturbándome mientras otro hombre penetra a mi novia suavemente, mientras le hace el amor con dulzura y pasión. No dejo de imaginar sus ojitos llenos de amor y placer, sus gemidos, el suave y rítmico movimiento de sus preciosos pechos mientras él la hace suya.

“Más, más… así, hazme tuya”. Su forma de rogarle, como lo besa y lo abraza. Pensar que ella está totalmente entregada a ese hombre y se ha olvidado de mi completamente. Como la hace sentir mujer como nadie. La posee sentándola encima de él, guiando sus caderas de adelante hacia atrás, disfrutando el sabor de sus senos. Ella se siente llena, llena de amor y de su gran pene.

La domina suavemente colocándola en cuatro. La penetra hasta el fondo y se abraza de su cuerpo. Después de un rato la hace enderezar, acaricia su abdomen y sus pechos desde atrás, que están a su total disposición. Tal y como en la fiesta, ella lo voltea a ver pidiéndole sus besos. Gime como nunca mientras él la llena más ferozmente, pero siempre con amor. La hace temblar y no puede más que caer sobre la cama.

Estoy al borde, no puedo aguantar mucho tiempo más. No dejo de pensar en cómo le están haciendo el amor. Y peor aún… no dejo de desearlo; “por favor, tómala… quítamela, hazla tuya sin parar”. Mis propios pensamientos la entregan, la obsequian a los brazos de otro hombre. “Quiero perderla, poséela y róbamela”. Cada uno de mis deseos se convierten en los dulces gemidos de ella. Cada vez que lo pido, él la llena con firmeza hasta lo más profundo.

Nuevamente recostada frente a él, viéndose a los ojos. Él no para de penetrarla, sin quitarle la vista. No se besan, solo se miran, ella trata de darle a entender… se lo pide con la mirada. “Llénala, inúndala”, es lo que alcanzo a pensar. El momento está cerca, está a punto de pasar finalmente, perderé a mi novia y él la tomará de la única forma posible… “lléname, hazlo dentro” las dulces palabras de mi novia.

Se besan con pasión, y él entierra su espada una última vez, con fuerza, hasta el interior de mi novia. Ella se abraza de brazos y piernas, suelta un grito del más puro placer. Chorros de espeso semen comienzan a llenar la vagina de mi… ex novia. Sus gemidos pronto se calman y terminan con una sonrisa de satisfacción. Mientras yo no puedo contenerme más, termino en el más fuerte orgasmo de mi vida, soltando todo mi semen al aire, sin dejar de pensar en todo el esperma tibio que ahora recorre el interior de mi novia.

Tal y como lo predije, la noche apenas empezaba. Él poseyó a mi nena sin parar, hasta quedar exhaustos. Es imposible contar la cantidad de veces que la penetró, la cantidad de semen con la que la llenó. Todas las beses que probó sus senos, los besos que ella le dio en su pene caliente y mojado. Hasta quedar dormidos, abrazados, enamorados… la escena más intensa sin duda, es pensar en ella, desnuda en sus brazos, con una sonrisa en su carita de ángel.

“… hay… otra persona”, es lo que ella me diría para terminarme. Ella se estremece al decirlo, no por culpa, sino de felicidad al recordar la noche de pasión tan increíble que pasó con él, y de la emoción de volver a entregarse a él y ser penetrada de nuevo. No me queda más que aceptarlo, pues aun pudiendo evitarlo, decidí dejar que las cosas siguieran hasta las últimas consecuencias.

***********

Esta es mi fantasía. Como dije, es un poco diferente a la fantasía tradicional. Lo he imaginado en muchos escenarios, siendo este sólo uno de ellos. Me encantaría poder relatar todos ellos por aquí, esperando que alguno de ellos se vuelva realidad alguna vez. Me encantaría saber su opinión sobre este relato, sus comentarios y sugerencias son muy bienvenidos.

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Comentarios

5 COMENTARIOS

  1. Y no has pensado en ver a un psicólogo?

    No es ofensa lo que digo, ppr qué estamos en una época qué si alguien no esta de acuerdo en como “piensa” otra persona y lo doce ya es “ofenza” y es que todos parecen de cristal.

    Te lo digo desde un punto de respeto, es que si tu fantasía es esa, de verdad no crees que hay algo malo en esos pensamientos?

    Repito, mi intención no es ofenderte, solo darte mi opinión.

  2. Impresionante relato. Ojalá pudiera continuar. No hay nada más excitante que el morbo del dolor y la humillación de saber que otro te está robando a tu mujer.

  3. Excelente relato, compañero, una fantasía algo… perversa, pero excitante dentro de los márgenes de la ficción. Jajajaj. Muy bien contado, esa mezcla entre realidad e imaginación es lo que le da el toque elegante a la fantasía. Saludos.

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