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Perdidos (9 y 10): Reconciliación y confesión
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Tiempo de lectura: 13 minutos

Capítulo 9. Reconciliación y confesión.

Las cosas empiezan a saberse, y tarde o temprano Judith tendrá que enfrentar la situación.

Al llegar al campamento familiar, Mamá se pone a conversar con Ronaldo, y Jonás es abordado por su hermano Jonathan.

– ¡Uy uy, uy! ¿la primera pelea de la parejita? Antes mami llegaba con esa sonrisa que tanto sé reconocer en la cara de una mina, la de mujer bien cogida, pero con la cara que tiene hoy, más bien intuyo otra cosa ¿Qué pasó? ¿de quién es el primer berrinchito de pareja? ¿tuyo o de ella? Le pregunta Jonathan.

– ¡Me la re mandé boludo, me la re mandé, me quiero morir! Se sincera Jonás.

– ¿Te la cogiste sin su consentimiento? Le pregunta Jonathan.

– ¡Nooo, tarado cómo se te ocurre!, pero si digamos que se me fue la mano! Responde Jonás.

– ¿Qué le hiciste tarado de mierda?, Insiste furioso su hermano.

– Mierá te pido por esta vez que no me pidas tantos detalles, tené en cuenta que ella es nuestra mamá y toda una dama, y no tenemos derecho a revelarnos todo lo que hacemos en la cama o incluso lo que hiciéramos con ella cada uno de nosotros, si se llegara a dar el caso, ¡pero créeme que esta vez el re contra mil cagué! Le explica Jonás.

– ¡Jajaja! ¡Yo sabía, ¡Yo sabía que no eras más que un capitán de barco hundido, y a todo barco que capitaneas lo terminas hundiendo! Fíjate vos, repasemos un poco nuestra historia familiar. Ok, por esas cosas de la vida, te tocó ser el mayor de los hijos, y te ganaste el el favoritismo de mamá, incluso para ella yo siempre he sido el irresponsable, inmaduro y que se yo cuantas boludeses más. En cambio, a su hijo favorito le paga cursos en la marina, le compra un flor de auto y hasta un yate para uso familiar. Okey, pues que cuando su chico favorito le dice que obtuvo su título, ella se le ocurrió que, durante nuestras vacaciones, teníamos que hacer un viaje de aventuras con su “capitancito”… okey, todos agachamos la cabeza en señal de reverencia ante “nuestro capitán”. Dejamos nuestras parejas, mamá, vos y yo, y todos en general, dejamos: Amigos, actividades, trabajos y vida social. Y nos embarcamos a la aventura del naufragio en una isla remota al mando del capitán “Papanatas”, quien: perdió el rumbo del barco, lo chocó, lo hundió, poniendo en riesgo la vida de todos. Pero faltaba el premió de mamá ¿cómo no iba a premiar a su hijo favorito por traernos a esta isla de mierda y solitaria? Y entonces premia a su hijo favorito abriéndosele de patas, a escondidas del resto, para que solo ustedes puedan “comer”. Cuando yo los descubro, el capitán de barco hundido me dice que me quede tranquilo, que para mí iba a haber comida también, y que posiblemente con el tiempo comeríamos todos de la única mujer en la isla. Solo había que cerrar filas detrás del “capitán papanatas” y su gran estrategia, y el resto sería cuestión de tiempo, porque no vaya a ser cosa, que alguien se mande por su lado y haga cagada… y ahora viene y dice: ¡Me la re mandé, la re cagué! Y yo me pregunto ¿cómo no lo supuse? ¿Si estábamos al mando de un papanatas que lo único que tiene a su favor es el consentimiento de mamá? ¿te acordas el miedo que tenías a que yo cometiera alguna imprudencia y lo arruinara para todos? ¡no mi rey, tranquilo! ¡Yo no se lo voy a arruinar a nadie, vos te cavaste la foza solito! Pero escúchame muy bien Jonás, cómo líder, hasta acá llegaste. Porque yo a partir de acá, me abro camino solo. ¿okey? Le reprocha Jonatan y se va.

Jonás tras escuchar semejantes palabras de su hermano, queda aturdido y pensativo en todas las verdades que Jonathan le acababa de tirar por la cabeza, y es que realmente sentía que su hermano tenía razón, en que había decepcionado a todo el mundo.

Realizó sus actividades cómo todos los días, y fue con sus hermanos al manantial a bañarse, antes que lo hiciera Judith, cómo era la costumbre familiar.

Entonces, al regresar al campamento, se dio cuenta de que faltaba Jonathan, y se dio cuenta de que se había quedado espiándola a la mamá. Lo cual no le molestó, porque asumió de que él mismo ya había estado con ella.

Todo transcurrió con absoluta normalidad, hasta que llegó la hora de dormir. Un rato antes de irse a dormir, Judith, notó la tristeza profunda en la expresión de la cara de Jonás. Entonces lo llamó para charlar a orillas del mar lejos del resto.

– ¿Te quedaste mal por lo de hoy? Le preguntó ella con voz tierna.

– La verdad que si mamá. Le responde él.

– Mira Jonás, a mi no me gustó nada lo que me hiciste, hasta llegué a vomitar, y ni si quiera tuviste la consideración de que era mi primera vez y lo estaba haciendo cómo vos lo querías, yo… Estaba hablando ella cuando Jonás la interrumpe.

– ¡Y lo hacías perfecto! Le dice el chico.

– Y ¿y por qué no me dejaste seguir sala cómo venía? ¡me la metías hasta el fondo y hasta te vomité! Le reprochó ella.

– ¡Perdón, fue la excitación, la adrenalina de tu primera mamada, haberte visto mearte de placer! Le dice él.

– ¡Jajaja, siii! ¡He de reconocer que también estuviste perfecto, que yo también te hice tragar mi meada, no me aguanté fue el orgasmo más maravilloso de mi vida! Confesó Judith

– Si, si yo no hubiera metido la pata así, hubiera sido lo mejor hasta acá. Comenta Jonás.

– Al principio pensé en darte un castigo ejemplar por haberme hecho vomitar co tu verga y leche, pero después recordé cómo disfruté la semejante chupada de concha que me disté y recordé que me meé en tu cara y boca y ahora vos no te quejás por eso… Solo prométeme que no te vas a poner nunca más agresivo conmigo, y hacemos de cuenta que aca no pasó nada. Le pide ella

– Claro, nunca más. Le promete su hijo, y reconciliados.

– Otra cosa: tampoco me gustó lo que me hiciste cuando intentaste darme por el culo, no me obligues a tener que castigarte, con un castigo ejemplar, acordate que yo no soy Jessica, soy tu madre, soy una señora y no una mocosa de la calle cómo tantas que te has clavado ya ¿me entendiste? Lo regaña con voz firme y autoritaria Judith.

– Si mamá, perdóname, fue mucha la calentura que me dio cuando me measte y me puse cómo loco, no me pude controlar, no sé qué me pasó cómo que ya no era yo. Le explica Jonás asustado por lo que pudiera hacer Judith para darle su castigo ejemplar.

– Bueno mi amor, tranquilo, mami te entiende y te perdona, yo sé por lo que estás pasando comprendo que llevabas una vida sexual muy activa con Jessica, y ahora dormís con mamá y ella te pone límites a la hora de cogértela, yo también tengo mis momentos donde pierdo las riendas, pero tenemos que poder controlarlo, tenemos que poder con esto, mami ta va a ayudar ¿bueno? Lo consuela ella tiernamente.

– Si mamá… yo sé que me frenás bastante a la hora de “coger” o bueno de hacer lo que hacemos, pero por lo menos me permitis que lo hagamos y eso te lo quiero agradecer. Le responde él.

– ¡jaja! Ya te expliqué qué mamá no es de piedra, y también necesita a alguien en su vida. Le dice ella.

– Si lo sé… Responde Jonás suspirando muy pensativo.

– ¿Qué pasa hijito? Pregunta Judith al darse cuenta de que algo estaba pasando por la cabeza del muchacho.

– Pasa que me haces sentir muy privilegiado, y pienso en los demás. Dice en referencia a sus hermanos.

– Decime algo… ¿te pondría celoso que yo… tuviera algo con Jony por ejemplo? Le pregunta ella intrigada.

– Sinceramente creo que un poco si. Responde Jonás.

– ¿Y si la situación fuera al revés? O sea, si en vez de tener hermanos, y que todos quieran conmigo porque soy la única esperanza que les queda en la isla, para continuar una vida sexual o incluso llegar a tener sexo alguna vez en la vida cómo el caso de Tomy y Rony, digamos que mami, hubiera tenido a vos y 3 hijas. Quiere dicir, que vos tendrías a 4 mujeres para vos solo ¿no es así? Reflexiona Judith.

– ¡Así es!… ¡Ahh, te entiendo a donde queres llegar! ¿queres saber si yo me acostaría con las 4 para que ninguna sienta que hago diferencias y que tendrá que pasar el resto de su vida sola o incluso morirse sin conocer el sexo ¿no? Concluye Jonás.

– ¡Mhm! Le confirma su mamá desviando su neviosa mirada al mar.

– Y… La verdad es que sería hasta tentador por mi parte poder estar con todas ustedes siendo ellas tan bonitas cómo mamá, y por otro lado si yo solo estuviera con vos entonces sería injusto para ellas. Se sincera Jonás con su mamá.

– Entonces: ¿me das tu permiso o consentimiento para no “discriminar” a nadie? Pregunta nerviosa ella sin apartar su vista del mar, pero no pudiendo evitar mirarlo de reojo muy nerviosa.

– ¿Con quién por ejemplo? Insiste en saber Jonás.

– Bueno, Jonathan debe extrañar a Camila supongo, además lo he visto comerme con la mirada en ciertas oportunidades, y hasta creo que me espia cómo lo hacias cuando me baño en el manantial. Comenta pícaramente Judith.

– ¿Enserio te ha espiado? Pregunta él fingiendo no saberlo.

– No estoy muy segura de eso, pero me parece que sí. Cuenta ella.

– Mhhhh, bueno, está bien, podés incluirlo a él también, pero ¿puedo ser tu favorito? Dice Jonás muy resignado.

– ¡Jajajahh, claro que sí mi amor! Aunque tendrá que ser nuestro secreto porque está mal que una mamá haga esa diferencia entre sus hijos. Comenta pícaramente su mami.

– Y ¿eso quiere decir que ya no te da tanto pudor todo este asunto, y que quizá llegará el día en que todos seamos tus amantes ¿. Pregunta él.

– ¡Ay, cómo suena eso, “mis amantes” jajajahh, no sé si serían cómo mis amantes!… pero he pensado mucho en algo que me planteaste un día. ¿Cómo voy a hacer con el resto de los chicos, si sale a la luz lo nuestro?, y si alguien me pidiera tener el mismo derecho que vos tenes, ¡cómo hago para negárselo?… ¿Diciéndole que no podemos porque somos madre e hijo ¿Y cómo si pude con vos? O sea, no sé si buscaría tanto tener algo con el resto, sino que de descubrirse todo, ya no tengo moral para negarme con nadie, porque si te lo permití a vos ¿por qué se lo niego a Jonathan? Digamos que a vos te lo permití para que no la extrañes a Jessica, y hago lo mismo con Jonathan para que no la extrañe a Camila, y yo me lo permití en un principio porque no soporté la soledad cómo mujer. O sea, acá por H o por B, vos y Jonathan me tienen a mi, ¿Los otros tienen que vivir cómo los “eunucos de la isla”?… ¿Entendes en la que me metí al caer en tentación con vos? Razona Judith.

– La verdad que si mami, te entiendo, y con Jonathan pensamos igual. Confiesa Jonás.

– ¿Con Jonathan quién? Reacciona Judith totalmente estupefacta.

– Mira mamá, Jonathan lo sabe todo desde hace algún tiempo ya, y él quiere su parte en todo esto, Alcanza a contarle él.

– Y ¿¡Ahora que hago¡? Dice ella horrorizada y pasmada.

– Tranquila, yo lo estoy conteniendo, le dije que vos necesitas un tiempo para esto. Al principio se puso cómo loco, pero logré calmarlo un poco, o por lo menos por ahora. Pero si he de serte sincero, es un gran alivio para mí que ya estés al tanto de la situación. Le dice Jonás.

– Gracias hijo, gracias por todo lo que haces por mi y tus hermanos… no te preocupes mi amor, mami se va a encargar de esto. Todo esto fue mi culpa, yo te metí en esto, ahora tengo que pagar las consecuencias solita cómo corresponde… si yo no hubiera permitido esto entre nosotros, nada de esto hubiera pasado. Vamos a dormir mi amor, ya tuvimos suficiente de todo este asunto por hoy. Dice Judith, muy preocupada, sabiendo que esta noche sería difícil dormir con todo esto en su cabeza.

Capítulo 10. Jonathan, al acecho de mamá.

Judith, comienza a corresponder a los asedios de Jonathan, quien tras presenciar uno de sus “encuentros clandestinos” con su hermano mayor, se obsesionará con ella definitivamente.

Al día siguiente, Judith despertó y se levantó muy temprano, y se relajaba haciendo sus ejercicios de yoga a orilla del mar poniendo su mente totalmente en blanco y llenándose de la paz y la armonía de la naturaleza del lugar, cómo acostumbraba a hacer cada mañana cuando se levantaba mucho más temprano que los chicos. Pero esa mañana Jonathan despertó temprano, y cuando salió de la carpa, vió a su madre a lo lejos, muy cerca del mar practicando su amado yoga, con poses muy elásticas sugerentes y hasta eróticas, o por lo menos así lo pensaba Jonathan, que se queda observándola durante un largo tiempo, en el que no puede evitar una gran erección, disfrutando de la elasticidad del jovial y hermoso cuerpo de Judith, muy trabajado gracias a años de cuidado, gimnasio, caminatas al aire libre con amigas y yoga y meditación.

No era la primera vez que Jonathan la ha espiado haciendo yoga mirando al mar y de espaldas al campamento, no era la primera vez que se excitaba viendo elastizar su dócil y esbelto cuerpo con aquellas hipnotizantes imágenes de eróticas poses.

Cada tanto masajeaba su pene por encima del pantalón cómo haciéndose una paja, pero sin llegar orgasmo.

Cuando Judith finaliza sus ejercicios, Jonathan de inmediato se da la vuelta y simula estar en lo suyo, cómo lo simulaba cada mañana en la que se deleitaba con mamá haciendo Yoga. Esa mañana Judith aprovechando el hermoso y cálido del clima, se había puesto una calza rosada y una remera blanca.

Al regresar ella al campamento, lo vio a Jonathan, quien cómo de costumbre simuló estar haciendo sus cosas, pero al verla caminar hacia donde estaba él, notó cómo esa calza rosada se le metía en la zanjita vaginal, enmarcando perfectamente la concha a su mamá.

Jonathan, no pudo evitar fijar su mirada en esa zona del cuerpo de su mamá.

Ella que después de la charla que había tenido anoche con Jonás, ya no miraba igual a su hijo Jonathan. No pudo ser indiferente a las descaradas miradas de su hijo a su entrepierna.

Lo saludó llena de pudor y vergüenza, y fue a la carpa a buscar ropa para cambiarse y ya no verse así frente a su o incluso sus hijos.

Pero estando en la selección de algún cómodo pantalón que ya no exhibiera su tajo vaginal e incluso pensó en cambiarse la bombacha. Entonces pensó en el dialogo de anoche con su hijo mayor, y pensó que cuanto antes enfrentara a Jonathan, menos traumático resultaría para ambos, y llegada a esa conclusión fue que se quedó con la misma ropa y se dispuso a disfrutar de las miradas de su “nuevo admirador”.

Y así transcurrió el resto de ese y los venideros días, Judith disfrutaba de sus encuentros íntimos con Jonás y las halagadoras miradas de Jonathan, quien incluso ya la notaba distinta con él.

Jonathan buscaba más cercanía con su mamá y ella le daba el espacio incluso quitándole el suyo a Jonás, quien empezaba a sentirse desplazado por su hermano y esto lo ponía muy nervioso y celoso.

Cierto día Llegó la hora del baño de Judith en el manantial, y ella le pidió a Jonás que la acompañara, pero Jonás le dijo que hoy era el turno de Jonathan para ir a “espiarla”.

Judith al escuchar esto se puso muy nerviosa y hasta pensó en no ir a tomar su tradicional baño ese día. Pero finalmente tomó coraje y salió rumbo al manantial. Mientras se sacaba la ropa hasta quedar en un conjunto de corpiño y bombacha rosado, miraba hacia la roca donde se ocultaba Jonás para espiarla, porque allí seguramente estaría oculto su hijo Jonathan espiándola.

Agudizaba los esfuerzos de su vista para tratar de descubrirlo, pero no lo vehía desde esa distancia.

Luego de pensar y reflexionar en silencio sentada en una roca escuchando el ruido de la cascada a lo lejos, se sacó el corpiño, luego la bombacha y se metió al agua y nadó desnuda un buen rato mientras imaginaba que haría Jonathan mirándola y que haría ella si se le aparece de repente estando nadando completamente desnuda.

Por un lado, le dio un poco de miedo, pero por otro lado pensó que jamás se atrevería a algo así.

Ese día Judith volvió al campamento después de su banio en el manantial y todo quedó ahí.

Al día siguiente, después de comer unas almejas al medio día, Judith invito a Jonás a ir a “caminar”. Y obviamente Jonás sabiendo lo que eso significaba, acepto muy gustosamente.

Pero ese día Jonathan decidió seguirlo por atrás a una distancia considerable y llevó lo binoculares para no perderlos de vista.

Jonathan quería saber a dónde exactamente iban a hacer la “cochinada”.

Entonces fue que después de un largo trayecto, llegaron a la cueva donde siempre iban.

Al verlos entrar muy de la manito, tuvo rabia de su hermano Jonás, tuvo la idea de esperar un rato, y entrar en la cueva para sorprenderlos en pleno acto, y así todo el “hermetismo” del dichoso asunto inmoral de su hermano con su mamá, se acabaría de una buena vez o todo tomaría otro rumbo de una puta vez.

Pero, sintió que no era el momento, que tenía que esperar hasta un nuevo encuentro para sorprender a la “parejita”, llegando él primero a aquella cueva.

Y así fue que se retiró del lugar muy rabioso. Pero también consiente de que hoy había hecho un descubrimiento muy bueno para su estrategia.

Jonás, y su mamá seguían haciendo los mismos jueguitos eróticos de siempre, la cola de Judith seguía siendo virgen, él jamás había vuelto a pedírsela, y cómo no quería volver a perder el control por la excitación cómo la vez que casi la viola por atrás, y después la hizo vomitar con su pija en la boca y obligándola a que le “tome la leche”, dejaba que sea Judith quien tome las riendas en los encuentros íntimos, y cómo ella no quería entregarle la virginidad de su cola aun, y tampoco le tragaba la leche, muy de vez en cuando le chupaba la pija y él tenía la precaución de eyacular afuera para que ella no reciba los potentes y abundantes lechazos que le hacía largar al meterle la pija hasta la garganta y escucharla toser, ahogarse y tener arcadas. De vez en cuando, Judith lo hacía chuparle la concha, ya que esto la fascinaba, pero nunca más había vuelto a mearse como en auella primera vez. En síntesis, ambos se habían propuesto en no realizar prácticas que les haga “perder la compostura”, sino más bien tener una pasión controlada en cada encuentro.

Siguieron pasando los días, Judith, seguía exhibiéndose ante Jonathan, con sus pantalones y calzas ajustado, y sus movimientos eróticos en sus momentos de hacer yoga. Cosa que incluso ya despertaban también algunas miraditas, aunque más inocentes de los mellizos Tomás y Ronaldo, que hasta ahora eran casi totalmente ajenos a mamá cómo mujer, salvo alguna esporádica paja de Tomás con las bombachas de mami.

Alguna vez, mientras tenían sus jueguitos eróticos con Jonás, ella se excitaba aún más recordando las miradas que le echaba su hijo Jonathan, y las erecciones que ella le provocaba.

Llegó el día en que Jonathan se enteró a media mañana de que Judith y Jonás iban a salir a “caminar”, entonces Jonathan, que hacía 2 días había ido a la cueva de los encuentros clandestinos entre su madre y su hermano mayor, para reconocer el terreno, había visto todos los recovecos que había para esconderse en el interior del lugar.

Entonces se les adelantó varios minutos en salir del campamento y provisto de una botella con agua, empezó a correr y correr, hasta llegar a la dichosa cueva de los encuentros clandestinos entre madre e hijo.

Y al llegar, bebió un largo trago de la botella y se sentó a descansar y a esperar impacientemente a la “parejita”.

Se recostó en la roca rectangular que su hermano y su mamá usaban de cama, una especie de sueño o modorra se estaba apoderando de é en esa oscura y fresquita cueva. Cuando de repente reconoce las voces de Jonás y su mamá que estaban prácticamente entrando en la cueva.

Entonces Jonathan salta de la “cama” y junta su botella y con ella en la mano se esconde en un oscuro rincón del interior de la cueva prácticamente enfrente de la “cama. La cueva durante gran parte del día se iluminaba tenuemente por dentro con la luz del sol.

– Bueno señorita llegamos al “cueva hotel”. Le dice Jonas a su mamá cargándola en sus brazos al entrar a la cueva.

– ¡Ay gracias caballero¡ ¿Me puede bajar?

– ¡Cómo no señora! Le responde él.

Ellos se sientan al borde de la “cama”, y mientras descansan habla de temas varios, e incluso Ocasionalmente lo nombran a Jonathan.

Po su parte el propío Jonathan escuchaba muy atentamente la conversación que tenían su mamá y su hermano.

Entonces en un momento madre e hijo, dejan la conversación de lado y comienzan a besarse tiernamente en los labios. Y poco a poco la ternura va abriendo paso a la pasión.

Ella se acuesta sobre Jonás y literalmente se lo devora a besos acompañados de desenfrenadas caricias.

Todo se pone más caliente aun cuando ella empieza a bajar hasta llegar al pecho del muchacho y le pide qu se saque su camiseta, y después ella le desabrocha el pantalón.

Entonces Judith, se arrodilla al borde de la cama, y saca del calzoncillo negro de su hijo mayor, la erecta verga de este, que levanta frente a ella como un duro y largo mástil.

Jonathan no podía creer lo que veía la muy perra de su madre le iba a comer la pija a su hermano. La excitación y la ira se apoderaron al mismo tiempo de Jonathan, que por un lado veía a su madre “en acción” por primera vez, y por otro lado lo veía a Jonás tirándose frente a él a la única hembra en aquella remota isla.

Judith empezó a pajear suavemente a Jonás, al tiempo que Jonathan saca su pija del pantalón y comienza a pajearse frente a ellos.

Grande fue la sorpresa de Jonathan cuando ve a u madre abrir la boca y meterse la pija de su hermano casi hasta la mitad en ella.

– ¡Aaah! Decía Judith, mientras la pija de Jonás desaparecía en su boca frente a la mirada atónita de Jonathan.

– ¡Ayyy así mami, así mamita hermosa te amo sos la mejor! Le dice Jonás.

– ¡Vamos perra, así así hija de puta, tragala toda perra callejera! Murmuraba Jonathan en su escondite.

– ¡Aaaah, guac, aaah, guaac! Hacía Judith, intercalando sus sostenidos en “A” (cómo le gustaba a Jonás) y las arcadas que cada vez que se metía la punta de la pija en la garganta, no las podía evitar tener.

– ¡Sacá la lenguita, mamita, saca la lengüita mamitaaa! Le pedía Jonás cómo en cada vez que Judith se la mamaba.

– ¡Ahhh, Ahh, Aaah! Murmuraba casi jadeante Jonathan en su escondite ante semejante escena.

– ¡Aaaaahh, guac, aaahh, guac! Seguía complaciéndolo Judith, en todo lo que Jonás le pedía y en la manera que a rlla le resultaba posible sin vomitar cómo en aquella su inolvidable primera mamada a su hijo mayor.

– ¡Es increíble la muy hija de puta se la mete casi hasta el fondo! Murmura Jonathan sin dejar de pajearse.

Pero, antes que Jonás acabe en su boca o mejor dicho en su cara, cómo su mamá se lo solía permitir, Judith, detiene su mamada. Ella se saca su pantalón verde oscuro de jeans, y queda con una bombacha rosada, y luego de sacarse su remera verde agua se saca el corpiño rojo.

Rápidamente se saca la bombacha, y Jonás ya también estaba desnudo para ese entonces ella le pide que le chupe la concha, y su hijo mayor la acuesta en la cama, le abre y flexiona las piernas a ella, y se dedica a complacerla con su boca labios y lengua.

– ¡Ah, ahhh! Se queja y retuerce de placer Judith, mientras Jonás le devoraba la concha.

– ¡Ayy pero que puta de mierda que sos cómo te gusta que te la coman cerda, cerda cochina Sos una cerda cochina! Le murmuraba Jonathan a su madre sin que nadie allí pudiera oírlo.

Tras unos minutos de, gemir, jadear y hasta aullar con su orgasmo, Judith se sube sobre Jonás y lo cabalga rosandose el pene con la vagina y es así cómo Jonás y Jonathan gracias a su paja viéndolo a ellos, tienen un espectacular orgasmo, cosa que Jonathan, tuvo que callar usando para ello todas sus fuerzas.

Luego de semejante sesión sexual, Jonás y Judith, fueron a nadar desnudos un rato al mar, y Jonathan luego de oler la bombacha de su mamá que había quedado en el suelo, la deja donde estaba y se va al campamento, pensando en todo lo que había visto.

Al llegar al campamento, Jony estaba cómo aturdido, idiotizado, abombado, atontado con todo lo que había visto, escuchado y presenciado de tan cerca. La desnudes de su madre no se borraba de su mente, la confirmación por sí mismo de la “relación clandestina” que tenían su madre y su hermano mayor, todo eso lo tenía totalmente shockeado y por más que sus hermanos, Tomás y Ronaldo le hablaran, le costaba seguirles el hilo de la conversación, cosa que sus hermanos menores, no tardaron en notar.

Algo estaba claro, para Jonathan su madre ya no era la misma, ya no la podía seguir viendo solo cómo madre y con la que por su “soledad” en aquella isla sin Camila a su lado, veía a veces cómo el objetivo de sus pajas. Judith a partir de ahora se convertiría en el objeto de obsesión de su hijo Jonathan quien se propuso de ahora en más, acecharla hasta conseguirla tener cómo la tenía su hermano mayor.

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