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Perdidos (8): Judith rebalsando de placer
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Tiempo de lectura: 17 minutos

Llegaron al campamento familiar, y tras contestar algunas preguntas de cómo se habían arreglado con la tormenta y que les había pasado, todo fue normal y sin mayores sobresaltos, por lo menos para la mamá. Pero para Jonás, pronto se irían a complicar las cosas.

El hermano mayor enseguida captó las miradas de disconformidad que su hermano Jonathan le echaba a él en cada respuesta que daba la mamá a las preguntas inquietadas de sus preocupados cachorritos. Y aunque en un principio había zafado del interrogatorio personal que segura le haría Jonathan, Jonás sabía que era solo cuestión de esperar el tiempo y el momento oportuno para que su hermano lo abordara.

Al otro día y durante la mañana, a los 2 hermanos mayores les tocó ir a pescar en la Balza con el que salían a realizar dicha actividad normalmente.

Transcurridas casi 2 horas los hermanos en la Balza, por fin se termina el suspenso, y Jonathan saca el tema.

– ¿Y cómo pasaron la noche los tortolitos? Pregunta Jonathan.

– En realidad, no pasó mucho, fue más lo que pudo haber pasado que lo que realmente pasó. Responde Jonás

– ¡Jajaja! ¿y por qué me tengo que creer eso? Dice burlonamente su hermano.

– Bueno, si me vas a dejar hablar, te lo voy a contar todo… ya te dije cómo pienso sobre este tema en particular, yo podré ser el primero que coma de esa presa de caza, pero pienso compartir con mis hermanos. Pero fuiste vos el que empezó con la discordia, de querer que cada quien tome su propio camino hacia ella. En cambio, yo creo que podremos obtener más y mejores resultados, no solo vos y yo sino, hasta Tomy y Rony en un futuro más lejano. Explica Jonás.

– Aha, y ¿cómo sería eso? Le insiste Jonathan.

– Bueno, lo estamos conversando. Y no es algo fácil, pero lo está entendiendo de apoco. Le resume Jonás.

– Aha, y mientras tanto vos te la vas a estar comiendo, y nosotros mirando ¿no es así hermanito querido? Vuelve al tono burlón Jonathan.

– ¡Ya te dije que puede que sea yo el que le dé la o las primeras mordidas a la corderita, pero la pienso compartir! Le repite Jonás.

– ¡Ja jajá!¡Ahora resulta que es una “cordera” en medio de 4 lobos!, escúchame una cosa “mi rey”, ella es una hembra con la edad suficiente para saber muy bien lo que hace, y nosotros somos 4 machitos, y al parecer acá todos estamos “cagados de hambre”, pero oh casualidad u oh privilegio, ¡Ella te eligió a vos, y ahora son los únicos que “comen” y nosotros tenemos que mirar cómo ustedes “comen” y aguantarnos, aunque nos chifle el estómago! ¡noo, mi rey, no, así no vale! Le retruca enfurecido Jonathan, casi preparándose para una pelea a puños con su hermano.

– ¿Es que no entendés boludo? vos mismo lo dijiste “¡Ella te eligió a vos”, ósea me eligió a mí! El tema es que yo, siempre tuve más y mejor relación con ella, quizás porque soy el mayor, quizás porque ella se apoyó más en mi cuando papá la dejó, y todo eso. Encima, toda esta situación de mierda que estamos viviendo abandonados en esta mierda de isla por la que no pasa un puto barco. Ella me habla de sus penas, miedos y sentimientos, y hasta hemos tenido francas charlas de hombre y mujer…y bueno, que sé yo pegamos honda hasta cómo en una suerte de “pareja”, y si, tenés toda la razón del mundo en decir, que acá estamos todos “cagados de hambre”, yo la tenía a Jessica, vos a Camila y mami creo que estuvo a punto de tener algo cuando pasó todo esto. Y ¿sabes qué… este tema de que acá todos “tenemos hambre” e incluso llegará el momento en que Tomy y Rony, también quieran “probar”, Lo estamos hablando, y mami, lo está entendiendo, pero démosle un tiempo. Le comenta Jonás

– ¿Un tiempo? okey, ¿Cuándo me toca pasar mi primera noche con mamá?, porque a ver mi rey, vos te la venís comiendo hace rato, y para eso, no se tomó tanto tiempo para pensarlo ¿me entendes capo? Dice Jonathan casi basureando a su hermano, que trataba de mantener la calma.

– Mira, no puedo decirte, porque ella le cuesta todavía hablar de ese tema, creo que es más bien un proceso que un tiempo en sí, pero acá lo importante es no apurarla, y dejarle su tiempo y espacio. Explica Jonás.

– ¿Cuántas veces te la cogiste ya? Remata Jonathan con una pregunta bien directa.

– A ver, cómo te lo explico -Intenta explicar Jonás, cuando su hermano lo interrumpe.

– ¡Jajaja, perdiste la cuenta hijo de puta! Se burla Jonathan.

– No, no es eso, es que mira. En realidad, vamos avanzando de a poquito, se dan cómo jueguitos entre nosotros, pero no hay habido una penetración aún. Le cuenta Jonás.

– ¡Jajaja! ¿Qué hacen? ¿se pajean uno en frente del otro y listo? ¿se van a lugares a solas a seguir “pasando hambre” juntos? Se burla Jonathan.

– Escúchame, pasa que mamá tiene terror a quedar embarazada, sola en una isla sin atención médica y ¡y de su hijo!, y eso le va a pasar no solo conmigo, sino con cada uno de nosotros cuando estén con ella, ¿entendes? mira, la vez que más cerca estuvimos de coger, fue esa noche de la tormenta, pero no pudo. Le dijo Jonás

– ¿Hasta dónde llegó la cosa hermanito? Le pregunta Jonathan.

– Mhh, nos acariciamos, no besamos y que esto y que el otro, charlamos, cuestión que en un momento ella se subió, cómo para cabalgar, me agarró la verga, pero en vez de clavársela, la hacía rosar los labios de la concha y chocar su clítoris y eso fue todo. Explica Jonás con sus manos en la cara, por la vergüenza de contarle a su hermano, lo que habían hecho con la mamá, pero también la excitación de recordarlo.

– ¿¡Y no le sacaste la manito de la verga y se la clavaste vos! Le pregunta sorprendido Jonathan.

– ¿Ves Jony? ¡esos son los errores que no hay que cometer con mami! Hay que dejar que mientras hallan avances, sea cómo ella quiera, creo que, si no la apuramos, la vamos a sacar buena, pero si nos equivocamos una sola vez, la pasamos a cagar para siempre, y uno de nosotros que haga algo así, se la puede cagar a todo el resto. Dice Jonás.

– Vamos a suponer, que todos ya logramos que ella se nos entregue, digamos que cada uno tiene su noche con ella fijada en el calendario semanal. Una noche cualquiera, uno de nosotros comete un error con ella, digamos vos. ¿Cuál sería tu reacción si ella ya no quiere más con vos, pero con el resto está todo bien? Le pregunta Jonathan.

– La verdad es que no pienso cometer errores. Dice firmemente Jonás.

– Bueno, digamos que lo cometo yo, y ella nos “castiga” a todos, ¿cómo crees que reaccionaría cada uno del resto? Insiste Jonathan.

– Creo que primero te romperíamos el culo a patadas, y después con ella, no sé, convencerla de que el resto no fue. Dice Jonás.

– ¿Y si no la convencen? Pregunta con una mirada inquietante Jonathan.

Pero Jonás responde con un gesto de resignación luego de pensarlo un poco.

– ¿Sabés que creo yo?, que una vez que todo esto empiece, ya nadie va a poder poner tanta “reglitas de juego” y vamos a vivir de orgía en orgía, vamos a vivir la gran vida. Una vida sin reglas ni limites, y esta puta isla, toda esta puta isla será nuestro mundo, alejado del resto y viviendo bajo nuestras normas, ni en pedo, ni en mis mejores sueños me hubiera imaginado esto. ¿te imaginas si hubiéramos traído a un par de amigas o a tu Jessica y mi Camila, mami ya no tendría tanta presión de ser la madre y la minita de sus 4 cachorros, pero bueno, tocó esto, disfrutemos esto pues. Dice Jonathan.

– ¿Cómo te imaginas una orgía con mami? Pregunta un poco preocupado Jonás.

– ¡Qué pregunta! bueno, en sí creo que llevaremos una vida en donde cada uno tendrá su noche con ella, y de vez en cuando, tendremos fiestitas, tríos con ella o incluso todos con ella, teniendo que hacer una fila atrás del que se la está cogiendo en ese momento. Le dice Jonathan con cara de depravado.

– ¡Jajaja! Ríen los dos.

Y ahí queda la charla. Jonás se sentía un privilegiado por la elección que había hecho Judith en favor suyo por sobre Jonathan. Sabía que de acá a que se dé algo con Jonathan, y los demás, su mamá sería solo de él quizás hasta por un largo tiempo más.

En ese momento el recuerdo de la virginidad de la hermosa y parada cola de Judith, volvió a su mente. Y se propuso en aprovechar el tiempo en el que ella le perteneciera” solo a él, para lograr ser el primero en entrarle por la “puerta trasera” a su hermosa y jovial mamá.

Sin embargo, había cosas en Jonathan que lo inquietaban. Cómo, por ejemplo. Cómo le costaba a su hermano entender, aceptar y respetar el plan de Jonás, y cómo él a cada momento amenazaba con ir por su madre, por su propio camino o a su propio modo, y cómo le costaba entender que era necesario respetar las reglas que la propia Judith fuera imponiendo, y su predisposición a violarlas en cualquier momento.

Incluso temió por un supuesto mal paso de Jonathan con Judith, y que acabara violándola.

Durante los próximos días, no volvió a pasar nada entre Jonás y su mamá, es decir; todo quedaba en algún beso apasionado (cuando estaban a solas) o algún jueguito de manos y besos, por las noches en la cama. Y es que Judith por esos días andaba con el periodo menstrual, y asi se lo había hecho saber a su hijo, quien obviamente estaba ansioso por volver a tenerla en la “cama”.

Cuando llegó por fin el corte de su periodo menstrual, ella y su hijo acordaron volver a ir a “caminar” (ellos habían establecido la frase “ir a caminar” cómo un código secreto para referir a sus encuentros íntimos.

Eran las tres de la tarde cuando Judith invita a Jonás a ir a caminar por la playa, y su hijo acepta encantado. Ni ella ni él podían evitar la felicidad en sus rostros a medida que se alejaban de los demás. Se tomaron de las manos, y dejaron de ser madre e hijo, cómo lo eran frente al resto de la familia, para pasar a ser simplemente hombre y mujer, macho y hembra.

– ¿Entramos a descansar un rato acá? Pregunta Judith con una picara expresión en su rostro cuando llegan a la misma cueva del otro día.

– ¡Si, ni hablar! Le dice él.

Ellos se sientan en la piedra rectangular que habían usado de cama la noche en la que tuvieron que dormir en la cueva, y conversan animadamente durante un buen rato, hasta que ella lo invita a darse un chapuzón al mar, y su hijo acepta gustosamente y se desvisten rápidamente hasta que ella queda en un conjunto de bombacha y corpiño blanco y su hijo con un calzoncillo verde oscuro.

Ellos nadan un buen rato cada uno por su lado, hasta que poco a poco se van acercando para tener pequeños diálogos esporádicos, y en cada acercamiento hay intercambio de besos y alguna que otra caricia en las partes íntimas. Y asi se empezaron a calentar las cosas ente ellos.

Entonces Jonás le propone ir a la “cama”.

– ¿Ya no aguantás más? Le pregunta ella pícaramente.

– No sé si es tanto eso, pero… se nos va a hacer tarde para aprovechar el tiempo a solas.

– Está bien, pero… antes de salir me gustaría que hagamos algo más en el agua. Propone Judith.

– ¿Qué más? Le dice Jonás

– Veni con mami. Le dice ella extendiéndole tiernamente sus brazos.

El joven se acera a ella, y tomándolo en sus brazos, lo carga en ellos y lo hace hacer la “planchita” mientras ambos se miran con profunda ternura.

– Nunca jamás pensé en que fuésemos a pasar por todo esto. Comenta ella mirándolo a los ojos, mientras los suyos comienzan a llenarse de lágrimas.

– ¿Qué cosa? Le pregunta su hijo.

– Todo esto, de perdernos todos en una isla desolada, tener que dejar atrás toda nuestra vida, empezar de nuevo, quedarme y sentirme tan sola como mujer y terminar envuelta en una locura cómo esta con mi propio hijo… lo pienso y lo pienso durante el día y por las noches hasta quedarme dormida. Comenta ella entre sollozos.

– ¿Y qué sentís? Le pregunta Jonás

– Muchas cosas… pero hay un sentimiento que últimamente crece en mí, es algo extraño, pero, es cómo un gran orgullo por haber encontrado un “hombre” tan cerca mío… O sea, desde que tu padre me dejó, y pasó un tiempo hasta que lo asumí y comencé a sentirme sola y con la necesidad de alguien a mi lado nuevamente, lo comencé a buscar, hasta que había creído encontrarlo en un amigo, cuando todo había empezado a marchar bien con él, salgo a unas vacaciones con mi familia, y nos perdemos en una isla que al parecer, ningún ser humano tiene conocimiento sobre su existencia, y a partir de ahí vuelvo a quedarme sola cómo mujer… pero entonces empiezo a tener otra relación con mis hijos, una mucho mejor que la de antes. Y entonces la locura vuelve a acecharme y con uno de ellos nos sentimos de alguna forma atraídos y descubrimos cómo que fuéramos la “pareja perfecta”. Decía ella, cuando su hijo la calla con un beso en la boca y ambos lloran emocionados.

– ¡Es increíble, si yo fuera el que hubiera empezado a hablar, hubiera resumido mi historia casi con las mismas palabras! Le responde Jonás verdaderamente sorprendido.

– ¿Y no te parece una total locura? Le pregunta ella

– Sí, eso sí, pero… -Dice Jonás pensativo

– ¿Te gusta esta locura? ¿no? Le responde su mamá con una tierna sonrisa.

– ¡La verdad que me encanta! Pero… la locura no termina ahí mamá. Le dice Jonás.

– ¿Por qué lo decis cómo preocupado? ¿tenes miedo a ser padre de un hijo con mami? Le plantea Judith.

– Mmhh, bueno si, digamos que también es eso, pero hay algo más. Insiste é.

– ¿Cómo vamos a mantenerlo en secreto con tus hermanos? Le pregunta ella.

– Haz dado en el blanco. Le responde Jonás, sin atreverse a confesarle que la relación ya no es tan secreta cómo ella pensaba o más bien quería pensar.

– Sí, eso también me tiene mal a mí, pero tengo que confesarte algo… ¡no sabés cómo me cuesta darle un corte a todo esto! Le dice ella rompiendo en llanto.

– ¡No tenemos que cortarlo, solo se trata de manejarlo! Le suplica él.

– ¿Y si nos descubren? Le plantea su mamá.

– Y si nos descubren, en ese momento veremos cómo lo enfrentamos, pero mientras esta paz del secreto de esta relación dure, disfrutémoslo… porque si no, la otra que nos queda es la castidad absoluta para el resto de nuestras vidas. Reflexiona Jonás, poniéndose de pie, y extendiéndole los brazos a Judith, para abrazarla

– Me parece que el Jony algo sospecha. Comenta ella preocupada.

– ¿Por qué lo decís? Le pregunta él.

– Por cómo me y nos mira. Confiesa su mamá.

– Bueno, y aparte de eso ¿te ha hecho algún comentario? Le tira la lengua él.

– No, ¡pero lo noto raro! Insiste Judith.

Jonás en ese momento la toma en sus brazos, y la recuesta en ellos, para que su mamá también haga la planchita, y gira de un lado a otro con ella en brazos, para divertirla un rato y cambiarle la conversación y sobre todo su estado de ánimo.

Y efectivamente, ambos logran distraerse un buen rato más, hasta que deciden ir a la cueva a lo que realmente era el motivo principal del encuentro a solas entre ellos.

Desde que salieron del agua y hasta que llegaron a la cueva, caminaron de la mano, y el intenso sol había secado casi por completo sus cuerpos.

Ellos, se abrazan y comienzan a besarse apasionadamente.

– No sé cómo va a seguir todo esto con esta situación que estamos viviendo entre nosotros y con el resto de los chicos… pero quiero que nos prometamos que lo vamos a enfrentar juntos, y que cada vez que estemos a solas acá o en el mar o en el manantial, será el mejor de los momentos. Le pide Judith a su hijo mayor entre besos apasionados.

– ¡Contas con mi palabra de que así lo será! Además, para mi cada vez que te tengo desnuda frente a mí, es cómo un sueño hecho realidad. Le asegura su hijo.

– ¿Queres empezar a soñar? Le pregunta ella desabrochándose el corpiño.

– ¡Cómo me gusta verte mami, te amo! Le dice su hijo.

– Y mamá te ama más. Le responde Judith poniéndose de pie frente a su hijo.

– Vení acá que ahora vamos a ver quien ama más a quien. La desafía su hijo tomándola de la mano y atrayéndola hacia él

– ¡Jaja, vas a ver que gana mamá! Lo desafia Judith, mientras las manos de su hijo acarician sus tetas y ella cierra sus ojos dejándose llevar por el placer.

– Hoy me toca poner a mí las reglas de este encuentro, y sí vamos a “jugar” bajo mis reglas, vas a ver el amor que te tengo. Le dice Jonás.

– ¡Mhh! ¿tenes muchas ganas de “jugar” con mamá?… y ¿a qué queres que juguemos? Le pregunta ella con tono sensual.

– Bueno, no lo he pensado bien todavía pero sí te digo que quiero hacer algo distinto a lo de la última vez. Le responde Jonás, pensando en la virginidad de la “puerta trasera” de mamá

– La única regla que te pido respetar a raja tabla, es no penetrar a mamá… sabemos que los dos nos morimos de ganas por comer de ese fruto, pero sería demasiado grande el resgo que correríamos. Le pide ella encarecidamente.

– Bueno, vos misma dijiste una palabra clave, “comer”. Ya me quedó claro lo de la prohibición de entrar con mi pija en la cuevita de mami, pero… ¿alguna vez te la comieron? Le pregunta Jonás, olvidándose un momento de la “puertita trasera” de mami, y en un cambio repentino de planes ahora se había puesto el objetivo de probar el sabor de la concha de su madre.

– ¿Cómo sería eso? Pregunta pícaramente Judith mientras sigue disfrutando de las caricias de su hijo.

Entonces Jonás, se arrodilla frente a ella, y le baja la bombacha blanca hasta el piso y su mamá con los pies se la termina de sacar y la hace a un lado, y sigue parada frente al chico dispuesta a dejarlo tomar el control de la situación y dejarse llevar y sorprender por las ocurrencias de su joven semental.

Jonás se arrodilló frente a ella y su rostro quedó justo a la altura de la concha peluda de una Judith, que, si bien estaba muy curiosa escuchando los movimientos de su hijo mayor, no quería abrir los ojos para ver, más bien prefirió agudizar el resto de sus 5 sentidos y hasta el sexto sentido de la intuición femenina, para tratar de detectar cual sería cada siguiente paso de su hijo Jonás.

Entonces de pronto siente la respiración del chico en su zona vaginal, e intuitivamente ella separa aún más sus piernas, sin estar muy segura de lo que haría ahora él.

Jonás interpretó este movimiento de su mamá cómo una aprobación de ella hacia sus intenciones. Y sin más se avalanzó sobre esa maternal y peluda concha que tenía frente a él.

Comenzó a olerla, a darle suaves y tiernos besitos.

Judith, reaccionó con un involuntario sobresalto al rose de los labios de su hijo con su concha, pero se pudo mantener firme en su actitud de no abrir los ojos, y en cambio abrió más sus piernas, permitiéndole a su hijo ponerse más cómodo frente a ella.

Entonces luego de besarle y olerle la concha a su madre, saca su lengua y le abre los labios vaginales, recorriéndolos suavemente de arriba abajo y viceversa.

Ella sintió un espasmo de inmediato y solo atinó a sujetarse a su hijo para no perder el equilibrio, y abrió bien grande su boca cuando sintió entrar en su vagina la calida y gruesa lengua de su hijo que comenzó un movimiento cómo si le estuviera escarbando la concha. Judith, no pudo más y abrió sus ojos para ver aquella escena, la de su hijo de rodillas frente a ella y perdido en .

su entrepierna más que comiéndole, devorándole la concha, con verdadera devoción y una basta experiencia.

-¡Ah, ah, ah! Sonaron e hicieron eco los entre cortados quejidos de placer de Judith, en aquella cueva, que se había convertido a esta altura del partido, en el mejor sitio de la isla para las escapadas amorosas de madre e hijo.

Jonás sentía como las manos de su mamá se posaban en su cabeza, lo acariciaba con desenfreno, llegando a tomarlo del cabello y apretujarlo contra su pelvis.

– ¡Ah, ah, ah! Continuaron oyéndose los agudos quejiditos de Judith, provocados por el inmenso placer que Jonás le hacía sentir escarbándole la concha y acariciándole el clítoris con la lengua

Jonás sentía cómo esa concha peluda, se inundaba cada vez más, cómo con el correr de los minutos, era cómo haber hecho un pozo en la arena de la playa y haber encontrado agua de mar que empieza a emanar de él. Jonás ya podía literalmente beber de la acuosa emanación de la concha de su madre, que no dejaba de dar quejiditos cada vez más acelerados, y ya los acompañaba con un creciente, constante y hasta rítmico jadeo.

Ella sabía que estaba perdiendo el control cómo nunca en su vida le había pasado a sus recientes 45 años. Sabía que lo que estaba llegándole era probablemente el orgasmo más intenso y grande de su vida, y entonces cerró sus ojos, relajó su cuerpo casi dejándolo caer sobre Jonás, sus piernas se flexionaron bruscamente y empezaron a temblar. Y ambos supieron que el gran final había llegado, pero ella supo de repente que con el orgasmo que ya estaba teniendo, algo más venía, algo que cómo el orgasmo y el placer, le sería imposible retener, y entonces estando Judith parada frente a su hijo que no paraba de comerle la concha, empezó a acompañar su increíble orgasmo con un abundante flujo y meo que empezó a caer de su concha entre temblequeos jadeos y gemidos que retumbaban en aquella remota cueva de los acantilados en la isla.

– ¡AaahH! Gimió fuerte Judith mientras se meaba con aquel orgasmo.

Al ver que ella meaba abundantemente con su orgasmo, ambos estaban sorprendidos con lo que pasaba. Ella avergonzada y sin poder retener una sola gota en su vejiga, él fascinado tratando de beber la mayor cantidad de aquel caliente y maternal meo que no paraba de salir de esa peluda concha.

Entonces después de todo aquello, Judith se sintió muy débil, y Jonás al darse cuenta, se incorporó y la ayudó a acostarse en la “cama” rocosa que había en ese lugar.

Pero ahora era su hijo que anonadado por lo que había pasado, saboreando aun en su boca esos sabor a flujo y meo que mamá había dejado en su boca, y viéndose empapado y como la meada de Judith aún escurría de su barbilla, observó el charco que su mamá dejó en la arena, y con un dedo, comprobó que el ano estaba bien lubricado con sus propio jugos , y la miró a ella recostada, jadeante y sin fuerzas aún. Y todo ese escenario a su alrededor, lo hizo excitarse tanto que no pudo esperar a que su madre se repusiera.

Entonces con la idea fija en su mente de que la hora de “abrirle la puerta trasera” a mami había llegado, la tomó en sus brazos y con mucha dificultad la puso a 4 patas sobre la “cama”, lubricó bien su pene, lo rosó varias veces en su vagina, buscando volver a excitarla, y cuando lo hizo, toma en su mano su duro pene y con júbilo apunta al virginal ano de mamá.

– ¡Ayyy nooo, por favor por atrás no! Suplicó ella.

– ¡Quietita, quietita, yo sé lo que hago! Le ordenó Jonás sujetándola firmemente en cuanto ella se resistió casi sin fuerzas.

– ¡No Jonacito de mi vida, no hijito mio, por favor! ¡Me va a doler, vas a lastimar a mami, por favoor! Suplicó Judith entre sollozos y al término de la súplica comenzó a llorar, al sentir que su hijo la tomó con firmeza entre sus brazos y la punta de su duro garrote se empezaba a clavar en su culo, cuando su hijo empezó a empujárselo suavemente adentro.

– ¡Si duele, va a ser al principio, pero después lo vas a disfrutar! Trataba de convencerla él, al tiempo que, al acordarse de Jonathan, supo que sería él el primero en desvirgar el culo de mami.

– ¡Hago lo que quieras, pero esto no, hago lo que quieras, pero esto no! Suplicó Judith llorando y moviéndose para tratar de zafarse de los firmes brazos de su hijo mayor.

– ¡Qué bueno que vayas a hacer lo que quiera, porque esto es lo que quiero desde hace mucho tiempo! Le dice él casi burlándose totalmente poseído por la excitación.

Entonces Judith gira su cabeza y lo mira a los ojos llorando desconsoladamente, y ve con terror la cara de loco que tenía Jonás, y comprendió que no se detendría

Pero cuando Jonás vio la cara de terror que tenía su mamá Judith, se apiadó de ella, la tomó en sus brazos y le pidió perdón.

Judith, al ver que el miembro de su hijo seguía tieso, le propone hacele una paja, pero Jonás se opone rotundamente a la idea de su mamá, porque sinceramente ya estaba aburido de las pajas mutuas con mami, y ya sentía la necesidad de cruzar nuevos límites.

Ella al ver la cara de disgusto en su hijo, se decepciona consigo misma, porque después de tan brutal chupada de concha que le había hecho, al punto de hacerla mearse con el orgasmo por primera vez en su vida, ya estaba pensando un hacer un esfuerzo máximo y entregarle su culo vergen a su hijo mayor. Pero entonces, su hijo le hace una nueva propuesta:

– ¿Me la mamarías? Le propone Jonás.

Judith, queda sorprendida y pensativa por la nueva intención de su hijo. Solo lo había hecho o más bien intentado una vez en su vida con el padre de sus hijos, porque con aquel “amigo” con el que había empezado a salir, y con el que tuvo solo un par de encamadas, se negó rotundamente a complacerlo en el sexo oral. Y es que la vez que lo intentó sintió tanto asco que por poco no vomitó sobre la pija misma de su marido. Además de recibir el reproche de este por lo mal que lo había hecho. Pero también sintió que después de la semejante chupada de concha que le había hecho su hijo, hasta el punto de hacela mear de placer por primera vez en su vida, no era algo justo para Jonás, por lo que tuvo que optar entre el potencial dolor de su primer anal y el asco que sentiría en su segundo oral, y sin si quiera estar segura de poderlo conformar con su “trabajo”. Y después de pensarlo mientras seca las lágrimas de sus ojos y mejillas, lo decidió.

– Está bien mi amor, mami te la va a mamar. Dijo ella con un tono inseguro en su voz.

Ambos se pusieron de pie, Judith se arrodilló frente a su hijo, y la verga de este quedó apuntándole a su cara cómo si fuera una pistola lista a dispararle todo su cargador.

Ella se relamió los labios varias veces mientras en su pensamiento se dava coraje para meterse ese caño en la boca, cerró sus ojos y se dijo a sí misma en su mente “aquí voy”.

Cuando se acercó lo suficiente como para que la punta del caño de su hijo chocara con sus labios cerrados, lo besó tiernamente varias veces y entre abrió sus labios lo suficiente cómo para que la pija de Jonás apenas entre en su boca, pro con sus dientes raspaba y desconcentraba a Jonás, quien percibió de inmediato la inesperticie de su Judith en mamar una verga. Cosa que lo excitó de sobre manera, tener que ser él quien le enseñe a su mamá a mamar una verga, y pensaba que queriendo desvigarle el culo, terminará desvirgándole la boquita.

– Abrí más la boquita. Le indicó su hijo muy excitado

– Aaah. Fue la respuesta de ella mientras obedeció a su hijo abriéndola lo suficiente para que sus dientes no lo raspen.

– ¡Eso mamita, así mi reina preciosa, diga aaah! Le volvió a indicar Jonás

– ¡Aaaah! Hacía ella complaciéndolo mientras la verga de su hijo buscaba más profundidad en su boca.

– ¡Muy bien, muy bien mamita hermosa, saca la lengüita, saca la lengüita! Le pedía su hijo, mientras en su cabeza disfrutaba de ser él quien le esté “enseñando” a su mamá a dar placer con la boca. Y más se excitó cuando cayó en la cuenta de que la estaba “estrenando” de alguna forma, por lo que, frente a Jonathan, y hasta quizás el resto de sus hermanos, él había “tomado la delantera” con mamá.

– ¡Aaaah! Decía ella, mientras se ponía más comoda apoyando las manos en el suelo, quedando a 4 patas, y sacaba temerosa su lengua permitiendo que el tronco de su hijo fuese más adentro aún.

– ¡Uuuf, pero que mami tan obediente tengo ¿es tu, tu primera vez con la boquita? Le preguntó él casi seguro de que la estaba estrenando

– ¡Aha, Ahhh. Le confirma ella como puede sin sacarse la verga de la boca, ni dejar de decir “Ah”.

– ¡Pero que mami más inteligente tengo, aprendió a mamar en su primera clase! Dice Jonás

– ¡Jaja, ahhh! Es la respuesta de Judith.

Entonces, Jonás empieza un movimiento de mete y saca, mientras la baba de Judith comenzó a caer de su boca por el tiempo que ya llevaba con ella abierta y su lengua afuera.

Jonás llegaba cada vez un poco más adentro de la boca, hasta sentir que entra con la punta en su garganta, y las arcadas espontaneas de Judith, que interrumpían su sostenido “Aaah”, más los torpes movimientos de su lengua que se metió de inmediato en su boca para tratar de defenderse de la invasión de la pija de su hijo, le confirmaban a Jonás lo profundo que le estaba entrando a mamá con solo meterle más de la mitad de su pija en la boca.

Jonás se prometió a si mismo ser el primero en hacer tragar leche masculina a mami, y no se iba a privar de ese lujo, aun corriendo el riesgo de recibir un vomito en su pija. Después de todo ya la había hecho mearse de placer en su boca y cara mientras se la chupaba a ella. Ya había probado todos los sabores de mamá hasta el de su meo, ahora que sea ella quien sepa cómo sabe su hijo.

Empezó a embestirla salvajemente con estos pensamientos en la cabeza y el eco de las arcadas de Judith, que se sucedían una tras otra retumbando en aquella cueva.

Ella viéndose a punto del vómito, y al ver que su hijo no parecía estar al tanto de la situación, o que estaba tan fuera de sí, que no le importaba estaba empezado a entrar en pánico, y cuando sintió que Jonás empezó a derramar pequeñas cantidades de semen en su boca y garganta, las arcadas que le venían eran más vehementes, prolongadas y sonoras, por lo que trató sin excito de zafarse y sacarse la verga de la boca. Pero su hijo, adivinando la intención de Judith, la tomó firmemente por los pelos y con sus dos manos desatando un forcejeo desesperado por parte de ella, al ver que su hijo iba a terminar acabándole dentro de la boca y quien sabe sino dentro de su garganta.

– ¡Quieta carajo, quieta! Le ordena Jonás con voz firme durante el forcejeo

– ¡Ggghh, Guac, guac guac!, Exclama Judith entre ahogos y arcadas mirándolo a los ojos con los suyos llenos de lágrimas y su rostro enrojecido por sus esfuerzos para respirar.

– ¡Quietita que voy, quietita que ahí voy, vamos tagame toda la leche, trágate la leche de tu hijo! ¿a ver cómo toma la leche mami, a ver cómo se toma toda la leche mami? Le decía él mientras la miraba a los ojos viéndola suplicante llorando entre ahogos y sus pelos castaños claro cubriéndole parte de la cara

Ella ya pensaba en mordérsela, cuando vio que las rodillas de su hijo se flexionaron, y su boca y garganta se llenaron del caliente y espeso semen de Jonás, haciéndola toser con todas sus fuerzas y vomitar abundantemente sobre la pija y piernas de Jonás, quien ya satisfecho, le sacó la pija de la boca, y ella se levantó de inmediato, corrió tosiendo hasta salir fuera de la cueva y su hijo la siguió por detrás.

Al salir de la cueva, ella continuó vomitando apoyada con sus manos en la roca del acantilado mientras su hijo la miraba triunfal, pensando en que la había hecho rebalsar, en su primera mamada.

El miraba cómo leche y comida salían de su boca y nariz, cuando por fin empieza a darse cuenta de lo que había hecho, prácticamente la había violado por la boca a su amada mamá.

Jonás comenzó a suplicarle que lo perdone, que no volvería a pasar, pero que trate de comprenderlo, que estaba muy excitado con todo lo que pasó cuando le chupó la concha, y con todos los pensamientos que tenía en la cabeza.

Judith, ya más recuperada, lo miraba furiosa y en silencio escuchándolo hablar cómo idiota, o por lo menos eso pensaba ella en ese momento.

Ella entro en la cueva, miró su meada y su vomito en el piso. Producto del placer y descontrol de aquel encuentro sexual, se vistió y se fue camino al campamento.

Jonás, al verla vestirse e irse, hizo exactamente lo mismo, pero cómo se demoró un poco más que ella, Judith que caminaba rápido y furiosa por la playa sin ganas de tener que caminar al lado de Jonás. Tomó la delantera y lo dejó muy atrás.

El chico ni bien estuvo afuera de la cueva, al ver que no la veía corrió tras ella lo más rápido que pudo, pero cuando mientras corría la pudo ver a lo lejos, pensó que tal vez ella no estuviera de humor para verlo y prefirió darle un tiempo para hablar del asunto.

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