Luego de experimentar mi primera paja, me masturbaba prácticamente a diario e incluso más de dos veces al día, siendo bastante curioso, incluso una vez sentado en el baño logré doblarme de una manera que pude pasar mi lengua por mi pene.
Pero por cuestiones de moral y buenas costumbres, mi papá siempre me enseñó que un hombre nunca debía decir que le gustaba que le metieran algo por el culo, sin embargo, hubo una época en que tuve un despertar sexual acompañado de unas vacaciones en las que no me pude masturbar por una semana y al regresar a casa, sentía ganas de masturbarme pero también de probar con mi ano.
Cuando pude quedarme solo en casa, me desnudé completamente y comencé a acariciar mi polla, de arriba a abajo, luego las bolas y cuando sentí que estaba muy excitado, comencé a pasar mi dedo índice por la entrada de mi culo, se sentía bien y me recorría una sensación desde la entrada hasta la punta del pene, continué así hasta que imaginé porno anal, en el que le reventaban el culo a las chicas y se veía cuánto lo disfrutaban.
Para ese entonces no tenía ningún juguete sexual y debía improvisar, así que desnudo como estaba busqué por toda la casa. ¿Una botella de vino? ¿Un desodorante? Cuando estaba en el baño abrí la ducha y ahí vi la bomba destapa caños. Era perfecta, con un chupón para pegarse a cualquier superficie, un palo largo y no tan grueso, me imaginé en cuatro dándome por el culo.
Lo llevé a mi cuarto, lo coloqué pegado a la pared y me puse en posición de perrito. Mientras me masajeaba la polla, con la otra apunté el palo a mi culo. Primero dejé que la punta acariciara entre mis nalgas y luego lo puse en la entrada, sin pensarlo, empujé hacia atrás sintiendo como entraba de a poco hasta que pegó contra mi prostata.
Inmediatamente la punta de mi polla se humedeció, así que levanté un poco mi cuerpo y sentía la estimulación en lo más adentro de mí. Así comencé a cogerme, mientras me decía a mi mismo: – Te gusta putica -, te gusta que te den por el culo.
Al final mi polla soltó leche como la primera vez que me masturbé y no pude evitar lamerla toda, imaginando que me habían cogido por primera vez. Desde ese día, el chupón y mi culo se hicieron amigos. Luego experimenté con botellas, juguetes sexuales, pero eso ya queda para otro relato.