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Peligro de la cita a ciegas
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Suelo quedar a veces con hombres para serle infiel a mí marido y dar variedad a mí vida sexual.  Lo hago en páginas de contactos y no me gusta mandar fotos sino quedar en cita a ciegas, vernos y tomar algo y, si hay buen rollo, ya vamos al sitio elegido y follamos.

Hace unas semanas, aprovechando que mi marido salía de viaje, contesté a un anuncio que me pareció interesante. Era un chico que decía tener 40 años (yo tengo 32) y daba una descripción física que me pareció interesante. Nos pusimos de acuerdo, diciendo cómo iríamos vestidos, y quedamos en una discreta cafetería de un barrio.

Al llegar allí vi a un chico de espaldas con la ropa que me había dicho, y al acercarme y girarse vi que era mi hermano. No podía yo alegar nada porque iba vestida tal y como le había dicho y él se dio cuenta.

Un poco cortados nos dirigimos a una mesa para hablar y darnos explicaciones que no venían a cuento porque los dos sabíamos a qué habíamos ido allí. Empezamos a beber cerveza y quizás por los nervios nos excedimos un poco. Ello hizo que empezáramos a reír con la situación y mi hermano me dijo que había alquilado una habitación de hotel para nada.

El alcohol me hizo decir que podíamos ir y tomarnos unas copas allí. Eso hicimos, y el exceso de copas hizo que me planteara la posibilidad de que mi hermano me follara. Como hacía buen tiempo, como si fuera algo natural, me quedé en bragas y sujetador. Él se quitó la ropa y se quedó en boxers. Bromeó diciendo que era como cuando íbamos a la playa y él llevaba bañador y yo bikini. Aunque había una diferencia que no se calló, las bragas que yo me había puesto para la cita dejaban trasparentarse el negro vello de mi pubis. Ante ese comentario empezamos a reír y yo dije que si se veía tan claro que más daba que me las quitara, lo que hice.

En ese momento, con copas de más, los dos sabíamos lo que iba a pasar. Le empujé hacia la cama y se sentó, yo me arrodillé delante suya y le quité los boxers y dejé libre un largo pene y dos redondos y grandes testículos que supuse cargados de leche. Empecé a hacerle una mamada y la polla se le endureció rápidamente. Él me animaba diciéndome "mama, zorra" y "chupa, guarra". Haciendo un alto le pregunté si quería que me tragará la leche y me dijo que prefería llenarme la cara y el pelo con ella. Seguí chupando mientras él me seguía diciendo cosas y gemía fuertemente. Cuando se iba a correr sacó la polla y un abundante y caliente chorro de leche cayó sobre mi cara. Luego, con los dedos la fue recogiendo y me la introducía en la boca y yo me la iba tragando.

Entonces me echó en la cama y empezó a comerme el coño mientras decía "por ahí salió mi ahijado y ahora voy a entrar yo". La verdad es que la comida de coño fue espectacular, yo le pedía más y más y él hizo que me corriera dando un fuerte grito de placer. Acto seguido me separó más las piernas y me penetró de un fuerte empujón. Nuestras caderas se movían a un ritmo acompasado y el placer que sentíamos era enloquecedor y conseguimos corrernos los dos al mismo tiempo en un orgasmo como yo no había tenido jamás.

Le pedí más y me dijo que había algo que nunca había hecho con mi cuñada, que era meterla por el culo. Yo tampoco lo había hecho nunca y le dije que quería probar. Como no teníamos lubricante, él fue abriéndome pico a poco y usó del de ducha para humedecerse. Cuando empezó a entrar en mi sentí una curiosa mezcla de dolor y placer. Éste se acrecentaba con los gemidos que daba aquel hombre que yo entonces no veía como mi hermano y que terminó la faena llenándome el culo de leche y dejándome rendida sobre la cama tras casi dos horas de sexo.

Desde entonces solemos quedar de vez en cuando, pero ya no es a ciegas.

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