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Pedro y Lindsay. Un inmigrante cumpliendo el sueño americano
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Hacia un calor infernal en una ciudad llamada Mexicali al norte de México, Pedro un hombre entusiasta de 35 años, guapo, varonil de 1.87 metros de estatura, pero no muy bien acomodado económicamente, se dispone a cruzar la frontera ilegalmente hacia Estados Unidos para tener una mejor vida y poderle mandar dinero a su esposa e hijos que estaban pasando por un problema económico muy difícil. Esto fue rápido, al brincar el cerco los policías aduanales “La migra” lo comenzaron a seguir junto con otras personas de otras regiones de México para capturarlos y evitar que entren a territorio americano sin papeles, dicen que a las personas que capturan les hacen la vida imposible, los dejan sin comer, los golpean, los humillan e incluso los deportan a través de otro estado para evitar que entren por donde mismo y dejarlos lejísimos de su punto de partida. por fortuna, unos “gringos” lo ayudaron y los subieron a su coche para llevarlo lejos de ahí y que pueda salvarse. Lo dejaron a las afueras de Calexico y así comenzó su viaje por el extranjero, sin rumbo, pero con el sueño de conseguir un trabajo estable y ganar en dólares.

Tras hablar con algunos contactos y su celular casi sin batería logró contactar a un paisano quien sería de mucha ayuda pues lo recogió a un costado de la carretera y lo llevó hasta Beverly Hills, una ciudad chica en el condado de Los Angeles pero aun siendo no muy grande, las mansiones, autos de lujo, los senderos, las tiendas de marca y la gente con buen porte, hacían presencia ante los ojos humildes de Pedro, un mundo nuevo, desconocido, casi irreal estaba por entrar a su vida y las cosas se pondrían mejor.

Pero no todo es miel sobre hojuelas, tendría que trabajar duro, le consiguieron un trabajo de jardinero con el señor González, era un viejo gordo, mamón y engreído, se creía americano pero el bigote delataba su natal ciudad Neza; trataba a sus paisanos como basura y si no trabajaban y hacían lo que él decía los delataba con la policía y amenazaba con la deportación. Pedro muy acomedido accedió a trabajar con el señor González, a pesar de no tener otra opción, lo hizo con gusto. A menudo les gritaba a sus empleados y aunque se hicieran bien las cosas, si no eran a su manera los golpeaba o recortaba los sueldos aprovechando el poder que tenía sobre los inmigrantes, pero a Pedro nunca le pasó, de hecho a los dos años de trabajar con González se fue ganando su confianza. Un día al viejo mamón le dio un micro infarto por siempre estar enojado y comiendo comida chatarra por lo que tuvo que ser internado, cuando Pedro lo visita en el hospital este le dice que necesita que le ayude con unos trabajos personales en una casa ubicada Sunset Blvd. Así que Pedro ya había llegado a lo más alto que se podía llegar en la empresa de jardinería del señor González.

A la siguiente semana se sube a la troca y se dirige a la dirección que le indicaron pues tenía que podar algunos árboles y limpiar la piscina de los Walker. “wow, ¿en serio alguien vive aquí?” Esto no es una casa sino una verdadera mansión de lujo” a pedro normalmente le tocaban trabajos en corporativos, centros comerciales y parques, pero esta era su primera vez en una mansión, con acceso a la piscina sonaba demasiado tentador.

¿Cuándo llega se coloca junto a un comunicador y se escucha una voz femenina diciendo “are you the gardener? (¿eres el jardinero?)” y contesta con un acento muy peculiar y latino “That´s right, i´m the gardener, Mr. González has sent me to finish some gardening and cleaning work that the Walker family has requested (así es, soy el jardinero, el señor González me ha enviado a terminar unos trabajos de jardinería y limpieza que la familia Walker ha solicitado)” y replican “órale que bien, otro paisano, entra por favor”.

De pronto unas puertas metálicas se abren para dar paso a Pedro y por fin pudo visualizar por primera vez como es una verdadera mansión por dentro, los jardines, las esculturas de piedra, la cantera en las paredes, la gran piscina, los muros enormes que acorazaban y daban privacidad a la propiedad y en un segundo él ya formaba parte de todo eso. El mayordomo le dio las indicaciones de cómo se debía de trabajar, hora de descanso, funcionamiento de la bomba de la piscina entre otras cosas. Dejó algunos árboles podados a la perfección, la piscina quedó cristalina y todo de una manera muy veloz y eficaz, ese acto dejó a la señora Walker complacida por lo que le sugirió al mayordomo contratarlo de planta y de manera independiente. Esto dejó a Pedro atónito y contento pues ya no tendría que trabajar para el gordo mamón pues consiguió trabajo seguro y felizmente se fue a casa.

Al día siguiente regresó a la casa de los Walker a seguir con el mantenimiento de la mansión, cuando cambiaba unas mangueras de la bomba de la piscina ahí apareció, Lindsay Walker, la única hija del señor y señora Walker, con 19 años disfrutando su año sabático antes de entrar a la universidad de Harvard, con un diminuto bikini y un pareo casi transparente que no dejaba nada a la imaginación, delgada, piel blanca, tal vez 1.65 metros de estatura, cabello rubio desde sus puntas, unos ojos más azules que el mar, unos pechos bastante pronunciados, tal vez operados, una curvilínea que llegaba a la gloria de sus caderas y sus piernas marcadas por sus clases privadas de spinning.

Independientemente de ya haber visto mujeres hermosas en la ciudad, ella cumplía con las expectativas físicas de lo que Pedro buscaba en una mujer por lo que no pudo evitar tener pensamientos pervertidos en su cabeza e imaginarla sin las pocas prendas que llevaba puestas, pero sería lo más estúpido intentar algo pues el trabajo que siempre quiso había llegado a su vida. De cualquier manera, la saludó y de forma despectiva Lindsay solo volteó su cara hacia una revista de moda y lo ignoró.

Pasaron las semanas Y Pedro se había percatado que Lindsay salía con un productor de música, un tipo joven, drogadicto pero adinerado, un rufián del que cualquier chica joven de Beverly Hills estaría enamorada, un día, llegaron en un deportivo a toda velocidad a la mansión, dando marchas pausadas y aceleradas, cuando se bajaron del auto este joven maleante le dio una bofetada tan fuerte a Lindsay que la mando al suelo gritándole “You´re a ungrateful bitch, rot and go to hell fucking harlot” (eres una perra malagradecida, púdrete y vete al infierno ramera)”. Pedro no dudó ni un segundo y se lanzó sobre el machito golpea mujeres y no aniquiló a golpes, el tipo completamente noqueado solo subió a su deportivo sin decir nada se marchó. Lindsay con la cara golpeada y algunos moretones en el brazo agradeció a Pedro, pero sin más, entró a su casa a resguardase en su habitación para que su madre no notara los golpes y que no se enterara de lo sucedido porque ya le habían advertido que no aprobaban esa relación por los antecedentes penales del maldito bastardo.

Pasaron algunas semanas más, Pedro estaba haciendo una limpieza a la piscina y volvió a salir Lindsay, como nueva y radiante, esta vez saluda y se le acerca agradeciéndole lo que había hecho por ella, no sabía como darle las gracias por lo que opto por darle un incentivo económico por su trabajo además de su valentía, Pedro como todo un caballero le dijo que no quería el dinero, independientemente del trabajo, solo hizo lo que un hombre tiene que hacer ante una circunstancia de esta índole, después de insistir un poco Lindsay le pregunto “Well, how would you like to be rewarded” (bueno, ¿cómo te gustaría ser recompensado?)” a lo que Pedro le contesto… solamente con una mirada coqueta. Él sabía que Lindsay era una golfa y se acostaba con cualquier millonario, pero por lo ocurrido semanas antes, se sentía con toda la confianza de coquetear con una chica inalcanzable, después de una charla de reconocimiento Lindsay lo invitó a un antro super lujoso por la noche, que él no se preocupara, que ella pagaría todo en agradecimiento por lo ocurrido y él aceptó.

Ella se miraba espectacular con un vestido ajustado, color dorado y lentejuelas, unos tacones rojos que la hacían lucir como una super modelo, Pedro por su lado, sabía que tenía que vestir bien, por lo que un pequeño gustito no le haría mal, se fue de compras durante la tarde y se hizo de unos zapatos de charol, un pantalón gris Oxford, una camisa azul celeste a la medida y un perfume embriagante que haría que cualquier chica se rindiera ante su aroma varonil.

La noche apenas comenzaba y el sonido de los bajos se comenzaba a escuchar, la limosina estacionaba frente al lugar y como si fueran estrellas de cine el ballet abre la puerta del extenso automóvil y se dispusieron a entrar y tomar en la barra, los cocteles eran exquisitos además de caros, pero eso no era problema con una Walker y la tarjeta de crédito de su padre, lo que Lindsay no sabía es que en México mientras se está tomando siempre se toman algunos caballitos de tequila para amenizar la borrachera, y así fue como comenzó todo, bebieron y bailaron, Pedro por un momento se olvidó de su familia en México porque al estar bailando de cerca con una ardiente californiana olvidó todo lo demás y solo se enfocó en ella.

Aprovechó para tocarla y sentir su deliciosa cintura, tomarla de la mano y acercase a su oído para hablarle, esto definitivamente era un match perfecto, la noche parecía acabar, pero en la borrachera olvidó su trabajo y las consecuencias por si algo salía mal, solo quería acostarse con ella.

Pedro era un latino dotado, salvo sus 18 centímetros de verga, era tan gruesa como una lata de Coca-Cola. Al momento de pagar la cuenta, Lindsay saca la Centurion Card de American Express, la tarjeta de crédito más exclusiva del mundo y paga la cuenta de un par de miles de dólares sin problema, al caminar a la entrada Lindsay tropieza de lo borracha que estaba y Pedro por segunda vez logra salvarla, la toma entre sus brazos y ella sin querer toca ese paquete que escondía el mexicano, la verga no tenía ni media erección pero fue suficiente para que esta nena lo deseara, al parecer nunca había conocido a alguien con un pene enorme por lo que el deseo de ser penetrada por un latino vergón se habría convertido en su más sucio anhelo.

Estando en la limosina en marcha comenzó el juego sucio, comenzaron a besarse y tocarse, eran unos tremendos pechos naturales, un culo bien trabajado y unos labios carnosos deseosos de comerse todo lo que le pusieran en su camino, Lindsay toca la entrepierna del caballero y queda sorprendida del volumen del bulto, procede a sacarlo y no pudo evitar quedarse sorprendida y sin palabras, era el pene más grande que jamás haya visto en su puta vida y no dudo en comenzar a degustarlo, el oral fue espectacular, era casi imposible pensar que una mujercita acostumbrada a micro penes americanos se le abriera el hocico con tanta facilidad pudiendo meter ese pedazo de carne erecta hasta el fondo de su garganta.

Pedro la tomaba del pelo y la asfixiaba con su enorme verga todo con tal de llegar al éxtasis porque no sabía cuando se repetiría, así que tenía que hacer su mejor trabajo, le bajó la ropa interior a Lindsay, era una tanga pequeña y mientras la ponía en cuatro, ella con sus rodillas sobre el asiento mirando hacia el parabrisas trasero, y él en el suelo con su verga colgando, comenzó a darse un verdadero festín con una vagina tan rosada y clara, olía a recién bañada, estaba depilada y suave, lamio cada parte incluyendo el ano, sabia a bombones de fresa, metía y sacaba su dedo dejando un hilo de fluido orgásmico mientras su boca tragaba todo lo que de allí saliera, se sentó y tomo a la señorita por la cintura y se la montó con plena facilidad.

El coito había comenzado y la hermosa vagina rosada estaba siendo penetrada por esa verga morena e ilegal, le daba tan duro que era imposible no tener multi orgasmos, la tiró al suelo como si de una muñeca de trapo se tratase, y le metió la verga hasta el fondo tocando cada milímetro de su cavidad en la posición del misionero, los besos se volvieron escupitajos y cachetadas, a ella le encantaba sucio, era una maldita perra lujuriosa sedienta de sexo y pedía más a gritos, Lindsay le pidió que la ahorcara y le diera más cachetadas, sus mejillas rojas y sus pezones duros casi transparentes no podían con tremendo semental, este cabrón le estaba dando la cogida de su vida a esa gringa pretenciosa, después la pone de perrito y se dispuso a entrar en terreno prohibido.

Le comienza a querer penetrar el culo y a ver que la golfa no ponía objeción continuó haciéndolo, se ocupó mucha saliva para lubricar ese blanco culazo hasta que lo logró y penetró, le daba tan fuerte que la perra no dejaba de gemir, las palmas estaban marcadas en sus trabajados glúteos de tanta nalgada, le jalaba el pelo con la fuerza de un verdadero hombre, no dejaba de meter y sacar su verga, la experiencia y el deseo de cogerse a esa hembra se había logrado, comenzó a meter su pene en la vagina para sacarlo y meterlo en su ano, sacaba el pene del ano y lo metía en la vagina, repitiendo muchas veces, muy rápido, muy duro, como tenía que ser, atraviesa su culo por última vez, con el cuerpo sudado y jarioso, comenzó a taladrar ese culo hasta que lo eyaculó todo, una gran cantidad de semen que no dejaba de salir de su miembro, muchos litros de leche tal como una fuente sin descanso y sin parar brotaba por su glande, era tanto semen que alcanzo a darle la vuelta y derramar su ultimas gotas en su boca para que se los tragara.

Lindsay le dio una última mamada de verga y se comenzaron a vestir pues estaban llegando a la casa de Pedro, se dieron un último agarrón y se despidieron, definitivamente fue una descarga sexual total.

Después de esa noche, Pedro se convirtió en los planes de fines de semana de Lindsay Walker, follada tras follada hasta que se fue a estudiar a Harvard, pero cada vez que viene de visita, ahí está él, el jardinero vergón que está dispuesto a complacerla. Un hombre común con la suerte de nadie, un caballero que recibió su recompensa y cumplió el sueño americano.

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