Continuación de mi relato "Seducida por un padre de familia".
Cajamarca, situada a 2700 metros sobre el nivel del mar, capital del carnaval peruano por excelencia, famosa también por sus baños termales, paisajes hermosos, gente amable y cariñosa. Para los que no conocen, les recomiendo visitarla en el mes de febrero, época de carnavales, fechas en que la gente se divierte a montones, juerga todos los días.
¿Si recuerdan que en mi relato anterior les comenté que nos habían invitado a pasar unos días de vacaciones a esta ciudad? La verdad, no estaba muy entusiasmada con este paseo, en primer lugar es que hace mucho frio, pero cómo mis hijos estaban de vacaciones, no tenía excusa para rehusar esta invitación, y en segundo lugar; bueno, ya saben por qué (leer el relato anterior para mayor información), no quería caer en tentación.
Y ahora que recuerdo, el esposo de mi hermana es de Cajamarca, provincia Hualgayoc, dicen que es una bonita ciudad, lástima que no pueda decir lo mismo de sus habitantes. Desde que mi hermana se comprometió con ese tipo nuestra relación de hermanas se deterioró por culpa de su esposo, era un hombre intratable, machista, prepotente y mujeriego.
Sabía por amigas mías y familiares que todos los fines de semana paraba con una y con otra, haciendo gala de su machismo, y eso me molestaba por mi hermana, ella nunca le decía nada, ningún reclamo ni nada le hacía. Para colmo de males, mi esposo hizo una gran amistad con él, incluso se daban sus pérdidas de padre y señor mío, era común que se emborracharan en nuestra casa; y yo tenía que soportar escuchar sus aventuras con una y otra mujer. De nada servía ir con el chisme a mi hermana porque ya sabíamos que no creería y yo no estaba para tener problemas con mi hermana…
Disculpen el lapsus, es que vinieron a mi memoria cosas del pasado con este viaje a Cajamarca.
Llegamos al aeropuerto 11 de la mañana, y como era de esperarse, hacía un frio atroz que se me erizaba la piel. De repente sonó el celular de mi esposo, era Rafael, el esposo de mi amiga quien lo llamaba para decirle que nos esperaba fuera del aeropuerto para que nos lleve a su casa. Se imaginan mi rostro de pánico y vergüenza al encontrarme de frente con aquel hombre que meses atrás me sedujo en su propia casa y tuvo la osadía de hacerme suya delante de mi esposo mientras dormía borracho y su esposa durmiendo en su dormitorio (les recomiendo leer el relato anterior para mayor comprensión).
Fue un recorrido de lo más incómodo para mí, me dediqué a observar el paisaje, hasta que llegamos al distrito de Baños del Inca, ¡Guauuu! Qué linda ciudad. Su casa era hermosa y lo más precioso, es que estaba situada al lado de uno de los baños termales, prácticamente tenían sus propios baños termales para ellos solos, tenían la administración de uno de estas piscinas naturales y lo tenían a su libre disponibilidad.
Su esposa me recibió con tanta alegría, que hasta sentí remordimiento por todo lo que había pasado, si supiera que yo, su gran amiga, su confidente, fui capaz de dejarme seducir por su esposo y lo que es peor, lo disfruté de tal manera por la forma en que sucedieron. Se me caía la cara de vergüenza.
Nos dieron dos habitaciones, una para nosotros y otra para mis hijos. Y como era de esperarse, los chicos se cambiaron y de frente a las piscinas, mientras que los hombres empezaron con sus tragos, mi amiga y yo fuimos de paseo por la ciudad. Como les comenté, en esa época del año (febrero) se celebran los carnavales, la gente se divierte toma, mojan, echan talco a las personas, todo estaba permitido, así que mi amiga me dijo que me pusiera algo ligero porque de hecho íbamos a jugar carnavales en la ciudad.
Dicho y hecho, ni bien llegamos, hombres y mujeres se te pegan como moscas, empezaron a hacernos cargamontón y empezaron a echarnos agua, talco de carnaval, serpentinas y nos servían cogollo, que es un trago natural de la caña de azúcar, y según mi amiga, como persona nueva que llegaba a la ciudad, tenía prohibido rechazar porque se vería como una falta de respeto a la gente, así que no tenía de otra. El trago era dulce, agradable al paladar, no se sentía en la boca y me gustó, la gente nos rodeaba y nos daban más trago y nos hacían seguir el corso carnavalero.
Entre tanta montonera y uno que otros tragos, sentí un calorcito en mi interior, me solté y empezaba a bailar las coplas carnavalescas, los hombres me rodeaban y entre baile y baile sentía un que otra mano que mano que me tocaban las piernas, el trasero, me sentía incómoda al principio, pero a causas del cogollo, me fui desinhibiendo poco a poco y no le di mucha importancia, total, era por esos días; una vez que regresé a mi ciudad era tema olvidado, además vi amiga en los mismos apuros que yo, así que no podría decir nada a nadie.
Nos dieron las 8 de la noche y nuestros esposos nos llamaron, así que nuestra pequeña diversión se acabó, enrumbamos a la casa. Y como estábamos medio picadas por los tragos que nos habían invitado en la ciudad, decidimos acompañar a nuestros esposos en su borrachera. De repente a Rafael (recuerden que así se llama el esposo de mi amiga) se le ocurrió que nos metiéramos a los baños termales que a esa hora estaba vacía y podía disponer a sus anchas de toda la instalación.
Yo había llevado un traje de baño de dos piezas, no muy pequeño, pero lo suficiente para atraer miradas morbosas, así que me lo puse y fui directo a los baños termales a relajarme. Nuestros hijos estaban ya en sus dormitorios que incluían juegos de videos, DVD, cable y todo lo que se les antojara para que no salgan de su cuarto.
Mientras en la piscina Rafael nos preparaba tragos, me pareció sospechoso que tenía mucho cuidado al momento de entregarnos los vasos, en realidad yo tomaba muy poco, ya me sentía mareada y preferí darme chapuzones en la piscina, de vez en cuando tomaba uno que otro trago, mientras mi esposo se deleitaba al verme nadar en esas cálidas aguas, me recordaba a las playas de Piura, Tumbes por la tibieza de sus aguas. Juro que el cogollo, los tocamientos y los tragos que tomamos en la piscina, mi libido no se calmaba, me alejé un poco y había un espacio de la piscina que tenía como un banquito de arena, que era propicia para una siesta, lo cual aproveché y me quedé dormida, mientras los demás seguían en su borrachera.
No recuerdo muy bien, pero cuando desperté, me encontraba sola, no había mucha iluminación, tuve algo de temor, entonces vi que al otro extremo Rafael, sentado, fumando un cigarro, observándome detenidamente, le pregunté por mi esposo y su esposa, me respondió que mi esposo se había ido a dormir totalmente borracho y su esposa no es de mucho tomar también se había emborrachado y ya estaba durmiendo, le dije entonces voy a dormir, me levanto y cruzo la piscina para ir a descansar. Ya por salir del agua, se sonríe y me dice:
-Te olvidas de algo.
-De qué? -le respondí.
-Mira para abajo -me respondió.
Cuando miré para abajo, grande fue mi sorpresa al ver que no tenía puesto mi sostén del bikini, avergonzada traté de cubrirme, el muy cínico me dijo:
-ahora si puedo verlas a plenitud, la última vez las probé, pero no pude admirar esas bellezas, y en verdad que son hermosas, vaya suerte tiene tu esposo, lo envidio.
-Pues siga envidiándolo le dije, además usted tiene su esposa y es muy hermosa, no tiene por qué estar mirando mujeres ajenas.
-Si mi esposa en linda, pero no es tan sexy y ardiente como tú, se ve que tú explotas a la hora del sexo, en cambio mi esposa es dulce y tierna, tú eres salvaje y sé muy bien que por circunstancias ajenas esa ocasión no pudiste expresarte al máximo, te reprimiste por tu esposo que estaba a tu lado, pero bien que gozaste cuando sentiste mi boca en tu conchita depiladita, como te retorcías en cada lengüetazo que te daba, cuando te mordisqueaba tu labios, tu clítoris, cómo me mordías para no gritar de placer cuando te penetraba, cuando saboreabas mi verga, eso mamita rica no lo puedes negar.
Mientras me decía esas palabras se iba acercando lentamente, bajó mis mano dejando al descubierto mis senos que a lo lejos se notaban la rigidez por mi creciente excitación, los acariciaba despacio, lento, rozaba con sus dedos mis pezones que lograban que mi piel se erizara, él sonreía, se sentía ganador, mientras que yo era un mar de sensaciones, dentro mí se libraba una batalla campal entre decidir si salir corriendo o entregarme a ese hombre, que sinceramente, desde aquella ocasión que me hizo suya, me quedé con esas ganas de no poder disfrutar al máximo ese placer que me dio, ahogando mis gritos, mis gemidos, de decirle lo bien que me estaba cogiendo, en fin, todo eso sumó a no poder resistir sus tocamientos.
Bajaba lentamente su mano sobre mi vientre, yo sólo lo dejaba hacer, no atinaba a reaccionar, mi mente en blanco, al ver mi pasividad, siguió bajando, hizo a un lado mi trusa, acarició mi pelvis, bajo hacia mi vagina que ya estaba totalmente húmeda, metió dos dedos que hizo que me sacara de mi trance y pude reaccionar. Le dije no por favor, mi esposo puede salir en cualquier momento, su esposa nos puede encontrar, por favor no sea malito no haga eso, déjeme ir. Mientras él iba metiendo sus dedos, me dijo:
-Si quieres vete, pero te asegurar que tu marido esté dormido y bajas acá te espero.
-Estás loco, pueden despertar, además nuestros hijos están adentro. -Le dije
Me dejó ir, pero me dijo, vas a bajar o voy y te cojo en tu cuarto. Salí corriendo al cuarto, traté de despertar a mi marido, pero nada que reaccionaba. En eso escuché gritar afuera a Rafael, llamaba a mi esposo, le gritaba y nada, no reaccionaba, entonces empezó a llamar su esposa, gritaba y ella nada de reaccionar. Nuestros hijos ya estaban durmiendo y estaban lejos de las habitaciones principales. En eso abre la puerta del cuarto y se queda mirando, me dice:
-Tú decides, o lo hacemos acá, o va a la piscina y la pasamos de lo lindo, ni tu esposo ni mi esposa se despertarán, van a dormir como elefantes, no sentirán nada, ahí comprendí muchas cosas; había metido pastillas para dormir en las bebidas de nuestras parejas (eso mismo hizo la última vez que me cogió).
-Te espero afuera -me dijo.
Traté de despertar a mi esposo, pero estaba seco dormido, fui a la habitación de su esposa, entré, quise despertarla, pero era imposible.
Pensé en ir a la habitación delos niños, pero me detuve.
No sé si derrotada o excitada, pero mi debilidad pudo más. Fui a la piscina que ya estaba a media luz, lo encontré sentado en la tumbona. Al verme se paró, se metió a la piscina, me llamó, lo seguí mansamente, me atrajo hasta él, me besó con fuerza, yo sólo me dejaba hacer, en eso me llevó a un rincón de la piscina, en eso me percato que debajo del agua había un puente de piedra natural que conectaba a una poza privada, hizo que me sumergiera y pase por ese puente, a simple vista no se notaba y nadie podía ver.
Sin más preámbulos me tomó de la cintura y me dijo, ahora si te voy a coger como Dios manda, hazme lo que quieras le dije, tú ganas, así me gusta putita, que sepas lo que te espera. Se sentó al borde y me ordenó: Que esperas pon tu boquita a trabajar, me acerqué lentamente, le bajé su short y recién pude ver a plenitud su verga, era hermosa, colorada, cabezona, grande, mucho más que la de mi marido (y eso que si la tiene de regular tamaño) y para mi alegría sin ningún rasgo de vello púbico, en fin, era un manjar de los dioses.
Me dediqué a lamer, a tragármela. Me cogió de la cabeza y empezó a meter y sacar con fuerza, quería vomitar por la sensación pero lo sacaba, me dejaba respirar y luego me la metía con fuerza, mis lágrimas salían, ya babeaba, me levantaba la cara para verle a los ojos, hacía que le lamiera las huevos (suena feo jeje) mi lengua llegaba hasta la entrada de su anito, le pasaba la lengua, era una delicia, metía su verga a mi boca, le pasaba la lengua, probaba su líquido seminal, me decía: “Tranquila bebita, vas a tomar tu lechita, pero después que te llene todos tus agujeros”. Imaginé que para su edad y por lo que me decía. Él tomaba alguna pastilla para el rendimiento sexual, pero en ese momento no me importaba.
Hizo que me recostara en una tumbona, me saco mi trusa, me abrió de piernas, puso su boca en mi vagina, en eso me vino a la memoria la primera vez que me hizo sexo oral, fue maravilloso recordar eso, mientras me iba metiendo lengua, mi cuerpo empezó a convulsionar de placer al sentir esos lengüetazos, sus mordiscos, cómo con sus labios acariciaba mi clítoris, yo le jalaba los pelos, gemía, le decía que rico lo haces ,no te detengas por favor sigue, hazme acabar, eres rico, y en ese momento me vino un orgasmo delicioso, esta vez no lo contuve, gemí, grité sin miedo… exploté, mis ojos se nublaron, me sentía en las nubes, fue una mixtura de sensaciones, ya no me importaba nada, quería tener esa verga dentro de mí.
Fue como si me leyera la mente, se sobre paró, puso mis piernas en su hombros y sin más preámbulos me penetró con fuerza, sin contemplación, y para ser sincera, eso quería, quería sentir esa hermosa verga penetrándome con fuerza, con brutalidad, salvajismo, que me hiciera sentir una hembra en celo, sedienta de placer, que vea yo era capaz de darle todo el placer que él quisiera aunque sea por una vez, darle todo lo que una mujer le pueda dar a un hombre, que haga conmigo lo que quiera.
No se necesitaron palabras, sabíamos perfectamente lo que ambos queríamos, sus embestidas eran salvajes, mis gemidos se convirtieron en gritos de placer, me penetraba de tal manera que podía sentir su verga muy dentro de mí y cuando lo sacaba, volvía a penetrar con más fuerza, de pronto saca su verga, se para, hace que me voltee, me arrodillo y sin ningún tipo de contemplaciones me penetra por el culo, lloré, grité de dolor, de placer, era una combinación de ambos, al igual que en mi vagina, las penetraciones eran salvajes, metía tan hondo que mis entrañas sentían sus embates y cuando lo sacaba, sentí un vacío dentro de mí, que ya quería que se llenado con rapidez y salvajismo, y era como si él supiera lo que yo quería, que cada vez sus embestidas eran salvajes.
Yo gritaba de placer, mi cuerpo se estremecía, mis senos rebotaban de un lado para otro, era tal el placer que me vino un orgasmo violento, que hizo que cayera de la tumbona retorciéndome con mis espasmos, al ver eso, me ensartó nuevamente, pude sentir su orgasmo dentro de mi ano, y así a medio vaciarse, me penetró nuevamente por mi vagina, yo estaba en la nubes, mi orgasmo no me dejaba tener control de mi cuerpo, cuando pude retomar el control de mi cuerpo, él me estaba penetrando con fuerza, pude sentir la fortaleza de su verga dentro de mí, ya en el suelo y con las rodillas que me lastimaban, pero más era el placer que el dolor, seguí aguantando ese maltrato que me estaba dando, sentí a que su leche salía de mi ano, y el sonido que hace cuando choca con mi vagina.
Era delicioso, logré que me volteara para que me coja de frente, lo rodeé con mis piernas mientras él iba ensartándome, era incansable con sus embestidas, y yo me sentía en las nubes sintiendo ese castigo de ese macho bravío, tuve un tercer orgasmo, más suave, más tranquilo que pude sentir como su verga se ensanchaba dentro de mí, avisando que estaba a punto de terminar de nuevo, le dije… no, le rogué que me diera su leche en mi boca, sacó su verga, me la metí en la boca y empecé a mamarla de tal manera que parecía una niña chupando su chupetín, sentí la primera descarga, casi me ahoga, una segunda, tercera descarga, mi boca llenó de su semen, era delicioso. Al igual que la primera vez, me quedé mamando por un buen rato hasta dejarla limpiecita.
Cuando acabamos, ya más calmados, recobré en algo mi dignidad y cordura, que al momento de querer abrazarme en tono romántico, lo detuve en seco. Y creo fue la primera vez que fui tajante y cortante. Lo amenacé que puedo acusarlo de violación, por haber dopado a mi esposo y a su esposa para violarme. Así que le dije que estaremos en su casa los días que habíamos planeado, pero no se atreva a tocarme porque lo acusaría delante de todos. Le dije: -Te saliste con tu gusto, yo también, me cogiste como has querido y yo lo he gozado, pero ahí quedó. Ya no quiero que nunca más te me vuelva a acercar.
Cogí mi ropa de baño, me cambié como pude, salí de esa poza, me fui directo al cuarto con mi esposo, seguía dormido como un angelito, le di un beso y me dispuse a dormir… Fue la segunda vez que este tipo me cogió, ya nunca más lo hizo… Pero el carnaval seguía y me gustó el cogollo, así que tendría que ir a disfrutar de la gente cajamarquina…
Espero sus comentarios y opiniones a [email protected].