Había transcurrido un mes desde la última ocasión que visité a mi papá en Morelia, Michoacán. Lo que ya les relaté en “Papá me atormentó en el patio de servicio”. El tiempo que paso sin estar junto a mi papá se me hace una eternidad, tener que distanciarme de su verga gruesa y jugosa durante semanas, me causa gran angustia y me refugio en la masturbación para darme consuelo, también me penetro con mis dildos a escondidas en mi habitación, imaginándome que es él quien me folla profundamente con su verga.
Como ya saben, visito a mi papá un fin de semana al mes, para disfrutarnos y ayudarle con cuestiones administrativas en su bodega. Así que ansiosa de escucharlo, lo llamé por teléfono el viernes en la mañana.
—¡Hola papí! —Le dije con ternura.
—¡Hola princesa! ¿Cómo has estado? —Me preguntó alegre de escucharme.
—¡Muy bien! Te extraño mucho.
—Yo también te extraño mucho hija ¿Cuándo vienes para acá?
—Pues es que quiero ir mañana ¿Cómo vez? —Le pregunté.
—¡Sí! Entonces vente mañana temprano y te veo en la bodega. —Me respondió feliz de saber que me vería.
—Sí, me parece muy bien papi.
—Y ya de ahí nos vamos a comer a algún lado ¿Qué te parece? —Me propuso.
—¡Ay! ¡Sí! ¡Que lindo! Entonces mañana te veo en la bodega.
—Sí princesa ¡Te quiero mucho preciosa!
—¡Yo te quiero más papi! —Le repliqué muy amorosa.
—Manejas con cuidado, nos vemos mañana —Me dijo preocupado.
—Sí, no te preocupes papi, bye.
Cuando terminé la llamada, fui a comentarle a mi mamá que iría Morelia, para visitar a mi papá, y que saldría de viaje a la mañana siguiente. Por lo que durante el viernes procuré ayudarle a mi mamá, yendo de compras al mercado por las cosas que se necesitarían para la cenaduría durante el fin de semana. Ese día termine muy cansada de las labores de cocina y de ayudar a despachar a los clientes. Me sentí un poco fatigada y con dolor de cabeza. Llegué a casa rendida y comencé a sentir cólicos, estaba a punto de comenzar mi periodo, lo que me causo disgusto conmigo misma, ya que deseaba estar plena para follar con mi papá.
A la mañana siguiente, me desperté a las 7 a.m. para preparar mi maleta, debido a que estaba a punto de comenzar mi periodo decidí empacar ropa con la que me sintiera cómoda. Por lo regular cuando estoy en mis días evito utilizar jeans ajustados, ya que me causan irritación en mi zona íntima. Además, llevé accesorios personales incluyendo mi enema anal y lubricante íntimo, opté guardar este último en mi bolso. Me pasó por la mente que en caso de que me sintiera indispuesta para tener relaciones vaginales con mi papá, podría tener sexo anal, pero sin sexo no nos quedaríamos.
Enseguida entre al baño para hacerme limpiezas anales con mi enema y después me depilé completamente. Me apliqué shampoo para rizos definidos con aroma frutal y me enjaboné acariciando mi piel con un shampoo corporal de aroma frutal. Mientras lo hacía me detuve a estimular mi clítoris pues me sentía muy sensible de mi zona íntima, también froté mis pezones ya que sentía mis senos un poco adoloridos, es algo que me indicaba que estaba a punto de comenzar mi menstruación.
Cuando terminé de bañarme, tomé mi toalla para secar mi cabello, cubrí mi cuerpo y fui a mi habitación para vestirme. Me apliqué una crema corporal de mi marca favorita Victoria´s pure seduction, me dejó la piel muy suave y oliendo delicioso.
De mi ropa íntima escogí un brasier y unas bragas de encaje color negro, ya que no era buena idea usar tanguita a punto de comenzar el periodo, me coloqué una toalla femenina, por si acaso. Para vestirme elegí unos jeans color negro que tienen una tela muy suave y que se adaptan perfectamente a mi figura sin causarme irritación, son mis aliados cada mes, ya que mantienen todo en su lugar y en caso de tener algún accidente el color negro disimula muy bien cualquier mancha, los combiné con unos botines negros de gamuza. También elegí una blusa blanca de cuello amplio, muy ligera que se transparenta y deja ver mi brasier. Ondulé mi cabello, me maquillé con tonos cálidos y puse labial rojo. Para sentirme protegida, apliqué un poco de loción Victoria´s pure seduction. Me miré en el espejo grande de mi habitación y me sentí preciosa, lista para entregarme a mi papá.
Bajé para subir mi maleta a la camioneta de mi papá, la que prometí devolverle la próxima vez que lo viera. Acto seguido me despedí de mi mamá.
—Mami ya me voy, te cuidas mucho. —Le dije con cariño.
—Sí hija cuídate mucho tú también, te vas con mucho cuidado. —Me dijo preocupada.
—No te preocupes mami, en cuanto llegue te llamo por teléfono.
—Me saludas a tu papá.
—Sí mami, de tu parte.
—Bye, mami te quiero. —Le dije mientras nos dábamos un beso y abrazo.
—Te quiero mucho hija, bye.
Subí a la camioneta y emprendí mi viaje hasta Morelia, Michoacán. Durante el trayecto estuve escuchando reggaetón y música pop. También hablé con mi mejor amiga, quien por cierto me ha estado preguntando mucho sobre lo que les relaté en “Follada por el taxista de app”. Después de aproximadamente 4 horas de viaje, por fin llegué a morelia, estaba muy acalorada por el trayecto, así que me detuve en una tienda y me compré una cerveza light. Aproveché para llamarle a mi mamá y avisarle que había llegado con bien a Morelia. Enseguida me dirigí a la bodega de mi papá, yo estaba ansiosa de llegar para abrazarlo, aunque me tengo que aguantar las ganas de besarlo apasionadamente pues sus trabajadores saben que yo soy su hija.
Cuando llegué a la bodega, pude ver que mi papá estaba dándoles instrucciones a sus trabajadores. Vestía una playera azul marino de manga corta que le quedaba ajustada y dejaba ver su físico atlético, ya que hace mucho ejercicio y también se pone a cargar mercancía en su bodega. Llevaba puestos unos jeans y botas casuales color café. Yo me acerqué detrás de él sin hacer ruido y lo sorprendí dándole un abrazo. Él volteó y me dio un cálido abrazo enfrente de sus trabajadores, quienes pude ver que me miraban de pies a cabeza con mucha lujuria, no los puedo culpar.
—¡Hola princesa! ¿Cómo estás? —Me preguntó gustoso de verme.
—¡Muy bien papi! ¿Y tú? —Le pregunté cariñosa.
—También hija ¿Como te fue en la carretera?
—Todo bien papi, solo que tenía mucho calor y me compré una cerveza, me siento un poquito mareada porque no he comido —Le dije sosteniendo mi cerveza en la mano—. ¿Gustas cerveza?
—Ya te he dicho que no me gusta que tomes alcohol en ayunas y menos cuando manejas, pero no entiendes. —Me reprendió.
—Sí, ya sé, pero no te enojes. —Le dije con voz dulce.
—A ver pues dame tantita. —Le dio un trago a mi cerveza.
—¡Hola, chicos! —Saludé a los trabajadores.
—¡Hola, Alexa! ¿Cómo te va? ¿Y ese milagro que te dejas ver? —Me saludaron viéndome lascivamente.
—Pues es que ya extrañaba venir por acá. —Les contesté muy coqueta.
—Abrías de venir más seguido. —Me dijo uno de ellos.
—Pues es que he estado ocupada ayudándole a mi mamá en Zapopan.
—Ah, ya. Pues es que nos gusta tenerte por acá. —Me dijeron coqueteándome.
—A ver mucha plática, ya mejor pónganse a cargar el camión. —Les dijo mi papá muy celoso.
—Sí, patrón. Ya vamos a terminar.
—Bueno, ahí les encargo, y al rato vengo para cerrar.
—Nos vemos chicos. —Me despedí de los trabajadores.
—Que te vaya bien Alexa. —Me dijeron viéndome las nalgas, los muy desvergonzados.
—Bueno hija ya vámonos a comer. —Me dijo mi papi.
—Sí, ya tengo hambre, y me siento mareada.
—Vámonos en mi coche y más tarde regresamos por la camioneta.
—Ok, papi.
Me abrió la puerta del coche y me dio un beso en la mejilla, para después subirse también y dirigirnos a algún lugar para comer.
—¿Qué se te antoja? —Me preguntó complaciente.
—Pues fíjate que con este calor se me antoja un coctel de camarón.
—Yo desde ayer tengo ganas de uno, hasta parece que me leíste la mente. —Me dijo muy antojadizo.
—Pues es que tú y yo tenemos muy buena química papi. —Lo miré muy cachondamente a los ojos.
Al paso de unos minutos llegamos a la marisquería, ordenamos unos cócteles de camarón y dos cervezas, estuvimos platicando sobre nuestras rutinas diarias y cuanto nos extrañábamos. Yo me sentía muy cachonda y sufría de algunos cólicos, estaba por comenzar mi menstruación, me sentía muy sensible de mi zona íntima y me dolían un poco los senos. Después de media hora, nos retiramos de la marisquería rumbo a la casa. Yo estaba ansiosa de estar a solas con mi papi para que me cogiera.
—Te vez muy guapo hoy papi y tengo ganas de portarme mal —Le dije muy sensualmente.
—Tú te vez guapísima y ya sabes cómo me pongo con los mariscos preciosa. —Me advirtió sugestivamente.
—Pues mucho mejor papi, porque también yo ando muy cachonda, ya sabes que el alcohol se me sube muy rápido. —Le dije mientras tocaba su verga sobre el pantalón con mi mano izquierda.
—Ya me pusiste bien dura la verga, tenía muchas ganas de verte, te ves bien guapa.
—¡Gracias, papi! —Le dije mientras bajaba el zíper de su pantalón.
—Espera preciosa, hay mucho tráfico y nos pueden ver. —Me dijo sorprendido por lo que le estaba haciendo.
—Llevo semanas sin verte, me vale madres lo que diga la gente. —Le contesté excitada e impulsiva, era mi ninfomanía manifestándose.
Continué desabrochando la hebilla de su cinturón y desabotoné su pantalón, mi papi tenía la cara roja de lujuria y miraba para verificar que no nos fueran a ver los conductores que estaban junto a nosotros. De pronto un semáforo se puso en rojo, en ese momento aproveché para agacharme y tragarme su verga hasta el fondo de mi garganta, fue una experiencia tremendamente excitante. Jamás había hecho algo público con mi papá, no sé qué me pasó, quizá cada vez voy rebasando mis límites, es algo que a veces me preocupa, porque no sé hasta dónde puede llegar mi impulsividad. Comencé a mamar la verga de mi papi, como si fuese una paleta de dulce deliciosa que tuviese que terminarme antes de que el semáforo nos diera luz verde, yo mamaba su verga sin parar y chupaba sus testículos, me los quería comer a lengüetadas. Lamí su verga desde la base hasta la punta y chupeteaba su glande manchándolo con mi labial rojo, fue una mamada deliciosa la que le di en menos de un minuto. De pronto escuché el acelerar de los coches, el semáforo había dado luz verde y yo me regresé a mi asiento.
—Estás bien loca princesa. —Me dijo mi papi muy excitado.
—¿Te gustó papi? —Le pregunté muy cachonda y con mi mirada dulce.
—Sí preciosa, pero nos pudieron haber visto.
—Pues es que eso es lo excitante. —Le respondí con mi carita de traviesa.
—Me gusta que seas así de loca y caliente hija ¡La mamas riquísimo! —Yo continué acariciando su verga erecta, tapándola ocasionalmente con su playera cuando había vehículos cerca, hasta que llegamos a la casa, entramos a la cochera y bajó el portón eléctrico.
Permanecíamos en el coche, mi papá tenía la verga muy dura y caliente, yo estaba muy cachonda. Entonces él se me acercó y yo le correspondí con un beso de lengüita delicioso, nos gusta mucho juguetear con nuestras lenguas. Yo continuaba acariciando su verga que ya mostraba presemen transparente, se veía muy jugosa.
—Pensaba dártelo más tarde, pero me gustaría que te lo pusieras ahorita preciosa. —Me dijo mientras sacaba una caja color rosa de la guantera del coche.
—¡¿Es enserio?! —Le pregunté sorprendida.
—Sí mi princesa, es tu regalo de cumpleaños.
—¡Ay, que lindooo! ¡Me encantó este perfume la ves que fuimos a la plaza! —Era Chanel Chance, lo habíamos visto en la plaza el mes pasado que fui a visitar a mi papá.
—Sí, preciosa. Lo compré hoy por la mañana sabiendo que vendrías. Sabes que te amo.
—Yo te amo más papi. —Le repliqué dándole un beso de lengüita y acariciando con mucho cariño su verga.
Abrí la caja y saqué el perfume, me apliqué un poco en el cuello y muñecas. Tenía un aroma floral exquisito, de inmediato cambio la atmosfera de la cochera.
—¡Huele delicioso papi! ¡Muchas gracias! —Le di un cálido abrazo, mi vagina ya estaba muy lubricada por la excitación al mamarle la verga en el coche.
—Sí, hueles muy rico princesa. Te va excelente este perfume. —Me dijo en mi oído mientras olía mi cuello y con su mano frotaba mi zona íntima sobre mi pantalón.
—¡Aaah! ¡Mmm! ¡Mmmj! Estoy muy cachonda papi. —Vamos afuera del coche.
Entonces nos bajamos y caminé hacia el mientras yo sensualmente me quité la blusa blanca que traía puesta y la dejé caer en el suelo de la cochera, me lancé a darle un abrazo a mi papi y a besarlo apasionadamente.
—Te he extrañado mucho, me hiciste mucha falta. —Le confesé con voz cachonda y le di un abrazo.
—Yo también tengo muchas ganas de ti preciosa. Pienso en ti todo el tiempo. —Me dijo con su voz varonil.
—Cada que te veo te pones más guapa, eres una modelo. —Me dijo tomándome de las nalgas.
Yo salté sobre de él colgándome de su cuello y rodeándolo con mis piernas. Nos dimos un caliente beso de lengüita y él comenzó a chupar el lóbulo de mi oreja y a meter su lengua en mi oído, lo que me hizo estremecer. Después besó y lamió mi cuello causándome una gran excitación, yo me sentía muy acalorada ya que estaba por comenzar mi periodo. Me puse de pie nuevamente y me quité el brasier dejándolo caer al suelo, mis senos quedaron completamente expuestos ante mi papá. Me sentí muy excitada y en consecuencia mis pezones rositas se pusieron muy duros y alargados como montañitas. Mi papi al ver mis senos, ipso facto se lanzó sobre de ellos y comenzó a lamerlos desde la parte externa hasta llegar a mis pezones, pues el me conoce y sabe que de esa forma me causa una tremenda excitación. El abdomen se me contraía por el placer, y yo podía sentir mucho calor en mi abdomen.
—¡Aaah! ¡Que rico papi! ¡Mmm! ¡Me gusta mucho! ¡Aaah! ¡Mmmj! ¡Ay que rico! ¡Aaah!
—Tienes unas tetas bien sabrosas hija.
—Papi, tengo muchas ganas de estar contigo, pero siento que ya me va a bajar y ando indispuesta. —Le dije abochornada.
—No te preocupes preciosa, para mí eso no es inconveniente, pero lo hacemos cuando tú te sientas cómoda.
—Es que ya tengo muchas ganas, y quiero complacerte. Que te parece si lo hacemos anal. —Le propuse mientras sacaba mi lubricante íntimo del bolso.
—Me encantaría preciosa. Ya sabes que me gusta mucho cogerte por el ano.
—Sí, es que es muy rico. Solamente que ahorita sí me gustaría, que me lo hagas suavecito porque tengo cólicos. —Yo me sentía muy cachonda y a la vez incomoda.
—Te lo voy a hacer con mucho cuidado, no te preocupes. Tú me vas diciendo amor. —Me dijo con mucho cariño, él me hace sentir muy querida.
Me coloqué frente al cofre del coche, retiré los botines momentáneamente para poder quitarme los jeans y las bragas con mi toalla femenina limpia todavía. Quedé completamente desnuda y solamente volví a ponerme mis botines negros de gamuza para verme linda. Me apliqué lubricante íntimo en mi ano, introduciendo mi dedo índice para dilatarme un poquito.
—¡Mmm! ¡Aaah! —Ya estoy lista papi.
—Estás buenísima princesa, te vez preciosa. Me gusta mucho como se ve tu culo. —Me dijo de forma muy lujuriosa.
Mi papi se quitó la playera azul marino que tenía puesta y se bajó los pantalones. Toqué con mis manos el cofre del coche, estaba caliente, pero podía soportarlo, así que me incliné y apoyé mis senos sobre la lámina caliente, sentí un fuerte ardor en mis pezones al hacer contacto, eso me causó una tremenda excitación ya que soy masoquista. Al paso de unos segundos me adapté a la temperatura y pude tolerarlo. Mi papi colocó el glande de su verga a la entrada de mi ano y comenzó a penetrarme muy suavemente, sentí como su verga abría mi esfínter anal con mucho cariño, fue algo hermoso. Eran nuestros cuerpos encontrándose de nuevo, después de semanas sin sentirse. Su verga estaba entrando en mi ano abriéndose paso en mi interior dándome una caricia profunda. Mi papi me abrió las nalgas con sus manos para que su verga pudiera llegar más adentro de mi culito. La forma en que me penetró fue amor puro, supo hacerlo sin causarme dolor alguno, respetando que me sentía indispuesta.
—¡Aaaah! ¡Que rico papi! ¡Mmm! ¡Aaaah! ¡Sí, siento muy rico! ¡Así bebe! ¡Aaahaa! —Me sentía muy amada.
—Estas bien calientita princesa, aprietas bien rico.
—Ya tenía muchas ganas de que me cogieras. —Le dije gozando.
—También yo ya extrañaba sentirte preciosa.
—¡Ay, sí! ¡Que rico! ¡Aaah! —Su verga me complementaba.
Dejó su verga dentro de mi ano durante algunos segundos y después comenzó a penetrarme muy suavemente, su enorme miembro viril entraba y salía de mi culo deslizándose muy placenteramente, todo lo que sentí fue cariño, ternura y pasión. Mi padre estaba tomándome de las caderas y me jalaba muy suavemente hasta topar en mi interior. Continuó haciéndolo cada vez más rápido, pero sin lastimarme, en esta ocasión no me embestía, más bien era como si me estuviera dando una caricia que masajeaba mi interior y me hacía sentir muy amada.
—¡Aaah! ¡Aaay! ¡Síííí! ¡Aha! ¡Ay! ¡Que rico! ¡Sí papi, así, que bien lo haces!
—Tienes una piel muy suave hija, eres muy hermosa.
—¡Soy tuya papi! ¡Aaah! ¡Mmmj! ¡Que rico papi! ¡Aaah! ¡Aaah!
Él continuó fallándome analmente durante 15 minutos aproximadamente, yo estaba excitadísima y mi papi tenía su verga reventando de excitación dentro de mí.
—Princesa, me gustaría penetrar tu vagina. —Me dijo muy excitado.
—Ay pues es que no sé papi, es que siento que ya me va a bajar la regla. Y pues me da pena que me vaya a pasar un accidente contigo.
—No te preocupes por eso preciosa, es natural ¿Qué te parece, si te reviso el periodo mi amor? —Me propuso morbosamente, él sabía lo que podía ocasionar.
—Pues no se papi, me da mucha pena, pero ya sabes que puedes hacer conmigo lo que quieras.
—Te voy a penetrar vaginalmente, como ahorita estás sensible te va a gustar más. —Me dijo persuasivamente.
—Sí, a ver házmelo, pero suavecito. —Le dije con voz cachonda.
Entonces mi papi retiró su verga de mi ano y coloco su glande a la entrada de mi vagina ardiente. Me tomó de las caderas y comenzó a penetrarme muy despacito. Sentí como la punta de su verga se fue abriendo paso acariciando mis paredes vaginales que estaban ligeramente irritadas y sensibles. La verga de mi papá entro deslizándose deliciosamente hasta topar profundamente en mi cérvix, cuando de pronto sentí un fuerte cólico.
—¡Aaaah! ¡Aaaay! ¡Espera papi, no te muevas! ¡Aaaah! Es que me dio un cólico y creo que ya me va a bajar. —Me ruboricé.
—Está bien preciosa, no te preocupes. A mí me parece muy excitante cogerte así, en tus días. —Me dijo el muy depravado.
—¿Enserio? ¿Te excita cogerme, así como ando? —Yo tenía su enorme verga dentro de mí y comencé a sentir un calor delicioso dentro de mí y el cólico fue pasando.
—Sí, preciosa. Me parece muy excitante cogerte en tu periodo, desde hace tiempo tenía ganas de hacértelo así. —Él comenzó a penetrarme suavemente.
—Pues la verdad también yo tenía ganas de hacerlo así, solo que me daba mucha pena pedírtelo.
—Ya sabes que entre nosotros no hay límites mi princesita linda. —Me dijo de forma muy cariñosa.
—Que lindo eres papi, pues entonces cógeme a tu antojo. —Le dije sumisa.
Él inició una penetración ardiente y placentera, cada que sacaba su verga sentía una fuerte sensación dentro de mí, era un ardor delicioso. Él me acariciaba las caderas y yo sentía mis senos restregándose en el cofre caliente del coche. De pronto mi papi aceleró el ritmo de la penetración causándome un tremendo placer, mi piel se erizó y sentí mis pezones endurecerse. Mi vagina estaba ardiendo, pude percibir el aroma de mi menstruación, fue algo que me ruborizó e hizo sentir muy sucia. Estaba teniendo mi sangrado menstrual en pleno acto sexual, cuando de pronto mi papi retiró su verga por completo y en consecuencia la sangre se escurrió entre mis piernas.
—Te ves preciosa hija, me excita muchísimo verte reglando. —Me dijo muy morbosamente.
—Soy una perrita en celo papi ¡Cógeme! —Le dije a tono de ruego.
Mi papi volvió a colocar su verga en mi vagina, me tomó de las caderas y me penetró con frenesí. Su gruesa verga entraba profundamente en mi vagina ardiente hasta topar en mi cérvix, lo hacía de forma incesante. Me sentí muy cogida y vulnerada por mi padre, cual si fuese un objeto sexual que él estaba gozando a su antojo. Mi sangre menstrual servía de lubricante a una penetración bestial. El aroma de mi sangrado, evocaba los más bajos placeres carnales, me sentí tan primitiva y salvaje. Yo una hembra en celo y mi padre un macho buscando la satisfacción propia. El aroma del fino perfume que me regaló se mezcló con el salvaje aroma de mi periodo, y nos envolvió en una atmosfera de pasión sexual. Ambos estábamos extasiados por tan sucio encuentro, dejando salir nuestro lado morboso.
—¡Que rico papi! ¡Ay sí, así! ¡Más fuerte papi! ¡Fuck me! ¡Aaaah! ¡Que rico se siente! ¡Estoy menstruando papi! ¡Soy tuya! ¡Hazme reglar!
—Que rico se siente cogerte mientras estas menstruando princesa. Eres una perrita. —Me dijo jalándome del cabello.
—¡Sí, soy tu perrita! ¡Sí méteme la verga bien duro! ¡Así papi así! ¡Más rápido! ¡Hazme sangrar! ¡Se siente rico papi! ¡Que rico! ¡Ay! ¡Así! ¡Aaay! —Me sentía muy sucia y excitada.
La irritación que me causaba mi sangrado menstrual, aunado a la desbordante excitación que sentía al ser penetrada de forma tan salvaje por mi papá. Me hizo comenzar a derramar algunas lágrimas, consecuencia de mis hormonas alteradas por tan apasionado encuentro en pleno periodo. Lágrimas negras y saladas rodaban por mis tiernas mejillas, escurriendo el rímel de mis pestañas.
—¿Te sientes mal preciosa? —Me preguntó mi papi.
—No, está bien papi. Estoy llorando de placer, soy muy hormonal, no te detengas. Siento que ya me voy a venir.
—Sí preciosa vente, mi amor.
—Cógeme fuerte papi, quiero sentirme muy cogida.
Él atendió a mi súplica y comenzó a penetrarme muy violentamente, jalándome de las caderas y ensartándome su verga muy profundamente en cada embestida. Mi vagina ardiente y sensible sentía el fuerte impacto de su verga en mi cérvix. El coche se movía cada que mis piernas se restregaban contra él debido a los fuertes empujones que me daba mi padre. Mis senos estaban muy calientes y excitados. Mis pezones frotaban la lámina caliente del cofre y yo no dejaba de gemir.
—¡Aaaah! ¡Sigue así papi! ¡Más duro papi! ¡Aaay! —Yo estaba rendida sobre el cofre del coche.
—Que rico culo tienes hija. Estas bien caliente por dentro preciosa.
—¡Que rico papi! ¡Házmelo duro! —Le suplicaba por más.
—Te entra hasta el fondo hermosa, te comes toda mi verga. —Los impactos de nuestros cuerpos húmedos por mi sangre escarlata, se escuchaban en cada embestida.
De pronto un calor extasiarte recorrió mi cuerpo sensibilizándome la piel, mi respiración se aceleró y sentí espasmos en mi abdomen. Mis pezones rositas se me endurecieron y alargaron como montañitas, estaba teniendo un fuerte orgasmo.
—Papi, cógeme más rápido ya me estoy viniendo. —Las piernas se me entumieron y dejé caer el peso de mi cuerpo sobre el cofre caliente.
—Vente preciosa, vente mi princesita. —Me decía con mucho cariño mientras me daba unos empujones violentos que me hicieron explotar en un squirt.
—¡Sí! ¡Oh my god! ¡Ay que rico! ¡Aaaah!
Súbitamente un squirt caliente mezclado con mi menstruación salpicó nuestros cuerpos, mi papi continuaba penetrándome vigorosamente, estaba matándome de placer. Yo quedé inerte sobre el cofre, cerré mis ojos y simplemente disfruté de el clímax. Mis paredes vaginales sufrían espasmos que apretaban la verga de mi papi en mi interior, lo que comúnmente se conoce como “perrito vaginal”. El aroma a motor que emanaba del coche, me recordó a los encuentros que tuve hace algunos meses con dos taxistas y por supuesto con el mecánico, imposible no recordarlos. Tengo mi vagina muy mojada y mis pezones rositas muy excitados al momento de escribir estas líneas.
Yo estaba extasiada, me sentía plena por el tremendo orgasmo que me había causado mi papi. Él continuaba gozándome a un ritmo despiadado, el coche se movía de un lado a otro por los empujones que me daba, sentía la punta de su verga topando con mi cérvix cada que me penetraba.
—Ya me voy a venir mi amor. —Me dijo mi papi con su respiración agitada.
—Los quiero en mi boca papi. —Él retiró su verga ensangrentada de mi vagina.
—Ven mi amor, arrodíllate para dártelos. —Me dijo mientras se masturbaba intensamente.
Yo me giré para arrodillarme en posición de cuatro como perrita con mi lengua de fuera y mis ojos cristalinos mirándolo cachondamente. Él acercó su verga a mi lengua y de pronto un fuerte chorro de semen entró directo en mi boca.
—¡Aah! —Mi papi jadeaba de placer.
Yo poseída por la lujuria comencé a mamar su verga, me sentía tan cachonda que lamí su verga desde la base hasta la punta, limpiándole la sangre de mi menstruación. Fue algo muy hermoso y excitante, saborear su semen mezclado con la sangre de mi periodo, definitivamente he rebasado mis límites. Me sentí tan sucia y sumisa, dejando su verga limpia para disculparme por haberlo manchado. Le mostré mí lengua como perrita traviesa para que viera que me había tragado todo su semen. Me levanté y le di un abrazo con mucho cariño y lo miré a los ojos, él me correspondió con un beso de lengüita muy apasionado. El suelo quedo manchado de mi sangrado menstrual, mis piernas escurridas de sangre escarlata y nuestra lujuria satisfecha.
—¡¿Estuvo increíble verdad?¡ —Me dijo sorprendido.
—¡Sí, papi! ¡Estuvo riquísimo! ¡Me encanto! —Le dije extasiada.
—Te dije que te iba a gustar más preciosa, porque en estos días andas más sensible.
—Me encantas papi, sabes mucho, eres un experto ¡Eh!
—Son cosas que he aprendido, para complacer a las mujeres hay que conocerlas.
—¡Exacto papi! ¡Me encantas!
Después de tan delicioso encuentro, recogí nuestra ropa, la deposité en la lavadora y programé el ciclo automático. Nos metimos a bañar juntos con agua caliente para terminar de darnos caricias mutuas y besos apasionados. Más tarde fuimos a la bodega por la camioneta y para hacer el cierre del día con los trabajadores. En la noche fuimos a cenar a un restaurante con música en vivo y bailamos como novios acaramelados.
Alexandra Love.