Soy Manuel, tengo 45 años y hoy les contaré cómo mi matrimonio de 20 años acabó hace un par de meses. Lucía y yo nos conocimos en el cuarto año de Administración en la universidad, salimos tan solo tres veces y decidimos ir más rápido, tan rápido que esa noche de sexo salvaje terminó con ella embarazada y yo planeando un presuroso matrimonio. Nos casamos y al séptimo mes de casados ya llegaba Emma, nuestra pequeña, un dulce tal cual como su madre. Los años pasaron y así como la vida todo toma su curso natural, veinte años después esa pequeña pasaría a ser toda una mujer, y que mujer…
Emma con sus 19 años mide 1,65 cm de altura, piel muy blanca, un trasero envidiable y un par de tetas que hipnotizan, piernas gruesas y unos ojos cafés claros. Desde pequeña fue muy apegada a mi porque coincidimos en el carácter pacífico, todo lo opuesto a Lucía, su madre. Lucía tenía las mismas cualidades en cuanto a lo físico pero un carácter intratable. Pues sabiendo todo esto vamos al problema y cómo fue que inicio. Mi pequeña Emma estaba cursando el segundo año de enfermería y tenía exámenes por lo que una de sus compañeras vendía una noche de sábado a quedarse con ella para poder estudiar, o al menos era eso lo que nos dijo a su madre y a mi. Cenamos y entre bromas y chistes la noche transcurrió rápida, terminado todo mi ahora ex mujer y yo fuimos a nuestra habitación para que ellas pudieran empezar a estudiar. Lucía hace unos 3 años toma unos sedantes ligeros para conciliar el sueño rápidamente luego de haber sido diagnosticada de estrés, la vida de administrar y ser madre es difícil y era de entender. Por mi parte me cuesta dormir pero prefiero no recurrir a medicamentos por lo que esa noche ya era un poco tarde, según recuerdo daban casi las 1 de la madrugada. En vista de no poder dormir decidí ir por un poco más de agua ya que la jarra de la habitación la había vaciado. Cuando me disponía a bajar las escaleras me distrae la luz del cuarto de mi hija aun prendida.
-Vaya examen para estar estudiando tanto.
Dije y seguí bajando rumbo a la cocina, llené la jarra y de inmediato iba volver al cuarto pero algo no cuadraba en esta historia. Ambas mochilas, el de Emma y Sara (la amiga que vino a estudiar) estaban en el sofá, dejé la jarra en la mesa y al verificar tenían los libros y cuadernos dentro, de inmediato noté que algo estaba mal. De inmediato pensé en drogas o cosas raras de la gente joven, traté de entrar en calma y subí lentamente por las escaleras para preguntar qué estaba pasando. Como soy muy precavido guardo un juego de todas las llaves de casa por seguridad y demás cuestiones, evidentemente la puerta estaba bajo llave, me acerqué a la misma y escuchaba una música a un volumen bajo y a ellas pero no lograba entender de qué hablaban. Metí la llave de su cuarto y con cuidado abrí la puerta, la luz que percibía era solo el de la mesa de luz y lo sé porque al entrar esto fue lo que vi. Mi hija Emma atada a la cama totalmente desnuda y su amiga Sara metiéndole una especie de consolador a mi niña en lo que le decía “te gusta?” “más bebé?” y otras tantas frases que no importan tanto. Imposible de explicar cómo fue que esperé tanto para reaccionar, me quedé observando, esa joven escupiendo el dildo y encajando nuevamente en la entre pierna de mi hija, una y otra vez, lamiendo sus piernas, vagina, pechos. Estaban extasiadas de placer, la montó y rosando sus partes estaban deleitando sus cuerpos al más maravilloso pecado. Finalmente ya pude entrar en razón y abrí bruscamente la puerta a lo que la amiga salta de la cama y se cubre de inmediato con sabanas.
-Vístete ahora mismo y llama a un taxi.
Le ordené a la joven que tomó del piso su ropa e ingreso al baño a vestirse, fue rápido y solo me pedía disculpas, bajamos y de inmediato la bote fuera de la casa en lo que llegaba el taxi que la llevaría a su destino. Regresé a la habitación de mi hija, aún estaba amarrada a la cama, sus grandes senos al aire y sus piernas cruzadas tratando de ocultar su vergüenza. Me senté junto a ella y no dijo nada, solo miraba a la dirección opuesta, yo aproveche para mirar todo aquello. Su joven cuerpo desnudo lleno de fluidos de ella y de su amiga.
-Le vas a decir a mamá?
Dijo interrumpiendo el silencio y notando que estaba mirando ese par de tetas hermosas que mi hijita preciosa tenía. Procedí a liberar su brazo izquierdo de donde estaba atado, al girar del otro lado de la cama para liberar el otro brazo fui sorprendido.
-Papá por favor no le cuentes a mamá
Me dijo mientras su mano agarraba mi hinchado miembro, estaba tan excitado al ver a mi hija siendo devorada. Era imposible no hacerlo, dos jovencitas se daban placer de forma que jamás había presenciado. Ella también se sorprendió, su intención era detenerme más no contaba con que su padre tenía la verga totalmente dura, cuando desate su brazo derecho ella simplemente no soltó mi pene, solo me miraba y mi miembro no bajaba su hinchazón. Dios me perdone pero lo que hice no tiene explicación, la tomé del cabello y la arrastre de la cama, cayó al piso sin soltar mi pene, entonces ella ya de rodilla, quité su mano sin soltar sus cabellos y bajé mi prenda de dormir dejando fuera a mi verga, dura como quizá jamás lo había estado en demasiado tiempo.
Ella quedó muy sorprendida, entonces tomándola del cabello hice que la trague toda, apenas la tuvo cerca abrió su boca y la metió completa, comenzó a chupar como si su vida de ello dependiera, su cabeza iba y venía con tal maestría que mis cuarenta y tantos caían rendidos a esa obra de arte, ella estaba totalmente desnuda, de rodillas y tragando el pene de su padre mientras mi esposa dormía en nuestra cama. Estaba tan caliente que no pude aguantar, tirando de su cabello la puse de pie y azotando su cuerpecito contra la pared me agaché un poco para meter mi pene en ella, sin decir nada sólo se puso de cuclillas y trataba de levantar esas nalgas lo más posible para que pudiera penetrar. Apoyó ambas manos a la pared en lo que di la primera embestida, mido 1.80, sus pies dejaron de tocar el suelo, mis manos agotaban ese trasero y luego iban a sus tetas, no paraba un instante de penetrarla duramente, inexperta aún en lo absoluto sentí como temblorosa llegaba a su primer orgasmo. Decidí que el castigo aún era leve, saqué mi pene de aquella vagina muy feliz y tire a mi hija a la cama.
– Date vuelta hija.
Ella obediente me dio la cola y sabía que lo que venía no iba ser tan agradable, la estiré de la cintura y la puse en 4, escupía la entrada a su ano y fui de a poco metiendo mi miembro por atrás, le dolía, gemía fuerte.
– Papá duele, despacio, pero no pares.
Me decía jadeante mientras sacaba su mano de la boca y la llevaba a su vagina para poder masturbarse, yo seguía azotando ese culo con fuerza, cada vez con mayor felicidad. Pareciera sincronizado pero en ese momento sentí como ella llegaba a su segundo orgasmo a la par que mi semen la llenaba por atrás. Temblaba, respiraba fuerte, muy fuerte manteniéndose en 4, saqué mi miembro feliz y fui a limpiar ese desastre al baño. Regresé y seguía en esa posición pero sonriente.
– Papá, deberías hacerme esto más seguido.
Decía mientras mi esposa Lucía entraba al cuarto, silencio absoluto seguido por una horrible cachetada. Fue a la habitación, tomó sus cosas y se marchó en su auto, al día siguiente recibiría la carta de divorcio. Bueno, eso pasó ya hace 3 meses, los trámites siguen proceso, la casa ya está a la venta y mi hija y yo seguimos juntos. Ella es mi orgullo.