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Tiempo de lectura: 3 minutos

Un nuevo comienzo, nuevas expectativas, las ganas se renuevan, la sangre fluye de otra forma, el corazón se acelera, y con cada orden late más fuerte.

Los sentidos se enaltecen, todo se siente más, son las ganas que vuelven y se incrementan.

Así se siente cada vez que una persona escribe en mi inbox con una propuesta.

La mayoría no llegan a ser nada, o solo un pequeño ida y vuelta. Mucha gente que comienza en el tema, intentando dar sus primeros pasos, nada más apasionante que arrancar en esto.

Otras personas que simplemente buscan un polvo, pero de esos ya tengo todos los que necesito y deseo.

Cada tanto una persona cambia todo eso, por ser gracioso, por mostrarse real, por insistente jajaja, por algún motivo quiebra esa primera pared de defensa.

Y una vez que se pasa esa pared se llega al sumiso, ese que desea cumplir, obedecer y ceder. Que mas allá de sus gustos y placeres, está para entregarse a los deseos de la otra persona.

Toda charla comienza con límites, esos mismos que la parte Dominante desea socavar, llevando al sumiso a un nuevo grado de entrega.

Y se vino una de esas charlas, a los pocos días, me encontraba utilizando un delicado culote blanco debajo de mi traje de trabajo.

Unos días mas y hacía lo mismo, pero ahora con mi culo lleno con una joya anal.

Ahora si sentía todos los días que pertenecía a esa persona, que la viera o no, la sentía dentro mío. Pequeñas cosas que me ponían cachondo, o putita como le encanta decirme.

Luego de unas semanas el combo se completaba, con dos pequeñas pinzas en mis pezones, que se sentían, y que sacaban la parte mas sumisa de mi ser a relucir.

Es el comienzo del juego, es comenzar a entregar la voluntad en post de su diversión.

Se apodera de mis juguetes y me hace utilizarlos cuando le va en ganas, y de repente me encuentro en una reunión laboral, con un hook anal con anillo puesto. Sintiendo, con el corazón acelerado, intentando calmarme y continuando con la vorágine del día a día.

Se vino el primer encuentro, debía ir con mi jaula puesta, odio ese aparato del demonio, derrite mi masculinidad, pero claro cedo y lo llevo puesto.

El culo lleno con un vibro que se controla a distancia, mis pezones apretados y torturados, y claro, mi culote, prolijamente puesto debajo de mi pantalón.

Me siento, nos presentamos, un par de birras, una pequeña picada y mucha charla.

De repente, toma su celular, y el vibro en mi interior comienza a cambiar mi semblante. Colorado de la vergüenza sentía como comenzaba a subir la intensidad. El largo tablón donde estaba sentado que compartía con varias personas mas se hacía eco de lo que pasaba dentro mío.

Del otro lado sonreían, disfrutaban, intentaba disimular me compenetraba en la cerveza y dilapidaba los maníes, como queriendo abstraerme de lo que me estaba haciendo.

Pero era imposible, desde mi interior sucumbía, ante su presencia, comenzaba a entregarme. Sin lugar a duda ya era suyo, lo presintió y mientras ponía el plug a toda su potencia yo comenzaba a perder el control, con delicadeza puso una caja sobre la mesa.

Si deseas ser de mi propiedad, toma la caja, anda al baño y ven con lo que hay dentro puesto, ese va a ser de acá en más tu collar.

Me levanté tomé la caja y fui para el baño, abrí la caja y dentro había un plug de metal, algo así como una joya anal, pero de tres bolas, era grande.

Apagué el plug, puse lubricante sobre la joya y comencé a ingresarla con cuidado, se sentía fría, intensa, profunda y todavía quedaba bastante más. Seguí hasta que un gemido indico que ya estaba en mi interior.

Acomodé todo y fui nuevamente a la mesa, cuando me agaché para sentarme fue imposible no sentirla, todo el mundo se dio cuenta del movimiento raro que hice para sentarme o por lo menos eso sentía yo. A todo el mundo mirándome.

Terminamos la picada tranquilos, hasta que ordeno que partiéramos, que íbamos a tener nuestra primera sesión.

Pero eso será otro relato.

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