Fue un 7 de febrero de hace unos años, me presenté a la oficina de mi esposo ya que iríamos a comer para iniciar la celebración de mi cumpleaños, al acercarme me percaté que se encontraba con un cliente, saludé con un beso en la mejilla a su secretaria al tiempo que le preguntaba si llevaba mucho tiempo ocupado, la secretaria estaba a punto de darme respuesta cuando veo que mi esposo con su mano me pide que pasara.
En inglés me presento como su esposa y este caballero con mucha educación se presenta y halaga a mi esposo por su bella esposa. Le comenta que el motivo de mi presencia se debía a que iríamos a comer para celebrar mi cumpleaños, por cortesía mi esposo lo invitó, pero amablemente nos pide que no hiciéramos cambios de nuestros planes, pero que sería un honor para él invitarnos a cenar, aceptamos con gusto y mi esposo le sugiere al restaurante para tal evento, él se encargaría de la reservación y nos veríamos a las 9 p.m.
En el camino me comentó que se trataba de un capitán de un barco mercante ucraniano y que le había ido a hacer entrega de unos documentos de la carga que estaba en el Puerto de Manzanillo.
Comimos, brindamos y reímos, me pregunto que me había parecido el capitán y sin demora le contesté que si sus ojos fueran boca me hubiesen devorado, que yo me sacrificaría, después de pasar tantos días en alta mar sería un océano de líquidos, intercambiamos algunos otros comentarios que nos hicieron reír, pasé a dejarlo a la oficina y me regresé a casa.
Eran aproximadamente las 7 cuando me empecé a arreglar, el clima en ese puerto es muy caluroso, por lo que siempre mi ropa es muy ligera y corta, opté por un vestido rojo de tirantes, mis senos son grandes, pero al no llevar brasiere ya que el estilo de vestido no se prestaba, no se veían del tamaño que son por lo que no me preocupaba que el escote fuese muy pronunciado, unos diez centímetros debajo de mis glúteos y zapatillas rojas abiertas con correas, retoque el barniz de mis uñas y me dispuse a esperar a mi marido.
Cuando llegamos el capitán ya nos estaba esperando, a pesar del calor en el exterior del restaurant iba impecable, con un pantalón blanco de algodón, así como su camisa y un blazer cruzado color azul marino, que con su altura de más o menos 1.85 m, el capitán lucia impactante, es un hombre que calculé tendría en ese entonces unos 45 años.
Me recibió con unas rosas rojas y un fuerte abrazo y un beso muy cerca de mis labios, al soltarme hizo una exclamación de agrado diciendo que sin duda era la mexicana más bella que había conocido, haciendo hincapié que había conocido muchas.
Comimos muy ligero, ellos tomaron cerveza y tequila, yo solo vino tinto, insistían en que tomara champagne pero sinceramente el vino tinto me produce una sensación tan especial tan caliente que no lo acepté.
En la plática el capitán me pregunto qué me gustaría que me regalara, la verdad no se me ocurrió nada mejor que decir que quería conocer su barco y de preferencia esa misma noche para que después no se complicara ir a verlo. Aceptó y me dijo que sería un honor que tan bella mujer subiera a su barco.
Salimos y nos enfilamos al puerto, llegamos al muelle donde se encontraba su barco y nos pidió lo esperáramos, al poco tiempo que subió, nos percatamos que unos marinos estaban colocando una especie de puente pasarela, cuando quedo lista, el capitán paso al muelle por nosotros, me sujeté del brazo de ambos, sentí que todo se movía, pero supongo que era el efecto del alcohol. Al abordar me percate que los 7 marinos me veían como jauría hambrienta, todos rubios, altos y fornidos, el capitán se percató y en su idioma les dijo unas palabras que hicieron que su rictus cambiara por el de la desilusión, rompieron filas y mi esposo le preguntó que les había dicho, primero se disculpó diciéndonos que los muchachos llevaban muchos días en altamar y que ansiaban probar mujeres, pero que no les daba días libres hasta descargar la carga y por un omento pensaron que me había llevado para satisfacerlos.
Después del vino y lo atractivo de los marineros, yo estaba más caliente que una plancha, entre risas por lo sucedido y el efecto del alcohol, dimos un tour por el barco mercante.
Terminó el paseo y le pregunté a mi esposo en español, si tenía algún inconveniente de que me tumbara al capitán y los marinos, me respondió, ‘es tu cumpleaños, lo que tu hagas está bien’. En inglés me dirigí al capitán y le dije que se me había antojado que me diera otro regalo, me contestó que si estaba en sus manos con mucho gusto me complacería.
Sin preámbulos le dije, ‘quiero tener sexo con usted y después con todos los marinos’, abrió los ojos y preguntó cuándo, ‘ahora y aquí en el barco, usted dígame’, volteó buscando la aprobación de mi esposo, como respuesta recibió un OK.
Nos pidió un momento a los pocos minutos regresó, pasamos a la cabina de mando, le informó a mi esposo donde estaban las botellas, los refrescos y el hielo, que no se preocupara por mi que ellos se encargarían de cuidarme, me despedí con un largo beso y dándole las gracias por su permiso.
Ya en la cabina del capitán, mientras él me besaba yo me apresuraba a desbotonar su camisa y pantalón, me subió a su escritorio y suavemente me retiró la tanga, se sentó en su sillón abrió mis piernas e inició una succión en mis labios vaginales exquisita, logré mi primer orgasmo de la noche. Abrió un cajón de su escritorio dejó la prenda que me había quitado y sacó un condón que de inmediato le ayudé a ponérselo, me recostó hacia atrás levantando al mismo tiempo mis piernas, las separó y poco a poco empezó a introducirme su miembro, así estuvimos unos minutos.
Su pene era del tamaño normal por lo que no tuve problemas en recibirlo, subió sus caricias primero a mi abdomen hasta llegar a mis senos, que los estrujaba con cierta brusquedad y con sus dientes me mordía con suavidad mis pezones, poco tiempo después me tomo de la cintura y me levanto sin sacar su miembro de mi cuerpo, me sujeté de su cuello y disfrutaba las embestidas que me daba, camino hasta su cama llevándome a mi ensartada, me recostó y siguió dándome duro, mi mente viajaba en las nubes del placer, nada importaba, solo ese momento.
De repente sentí que su cuerpo me oprimía, su verga quería estar más adentro de mí, solo sentí unas leves contracciones y su pene perdió la dureza. Le di unos besos en su pecho y agradecí por el gran momento que me había hecho disfrutar, tomé mi vestido y lo tomé de la mano, le pregunté si le gustaba mi colita, me contestó que mucho y le dije que me esperara sería el primero que me rompiese el culo ese día, salimos del camarote y se encontraba un marino, en su idioma algo le dijo el capitán y me dijo que estaría esperando.
Traté de ponerme el vestido, pero este muchacho me detuvo los brazos y movió su cabeza diciendo que no, por lo que caminé por los pasillos solo con zapatillas y el vestido en la mano, la tanga ya tenía nuevo dueño.
Llegamos a un espacio que al parecer era el lugar donde practicaban ejercicio, los vi y todos eran hermosamente varoniles, con sus torsos desnudos musculosos, no sabía con quién empezar, por lo que rápidamente pensé en sortear los números. Pregunte en inglés si alguien hablaba español o inglés, dos de ellos alzaron su mano y se acercaron.
-No puedo elegir quien primero y quien después, necesito un lápiz y un papel y de acuerdo con la suerte, así será.
Mientras recortaba el papel recargada en una saliente del muro, todos me rodearon y discretamente tocaban partes de mi cuerpo, les di un trozo del papel a cada uno, y les pedí que pusieran su nombre, preguntaban cuál era el mío, les dije ‘JUST CALL ME BITCH’. Sus nombres no los recuerdo, eran impronunciables, doble los 7 pedazos de papel y los sorteé dentro de mis manos, le pedí a uno de los chicos que hablaba inglés que fuera sacando uno por uno diciendo el nombre del marino y en el orden que saliera, sería el orden en el que disfrutarían de mi cuerpo, además que sería solo penetración vaginal.
Unos se alegraron más que otros ya que todos querían ser los primeros, teniendo el orden listo, dos de ellos me levantaron y llevaron hacia un rincón del gimnasio donde habían colocado unos cuantos colchones cubiertos por una sábana limpia y blanca, pude observar que en el rincón de la cama había un puño de condones. Todos exquisitos e impetuosos a excepción de dos de ellos su edad ni era de más de 25 años.
Iba con el cuarto cuando el que paso primero ya estaba dispuesto a seguir cogiéndome, solo le sonreí y le di a entender que más tarde. Terminé con el grupo y les dije que tenía que regresar con el capitán, pero que regresaría. El mismo marino que me condujo en un principio me llevó de regreso en sus brazos, le pedí que me llevara a donde me pudiera refrescar, me sentía pegajosa por el sudor del esfuerzo.
Toqué en el camarote e inmediatamente abrió el capitán, estaba en calzoncillo y tomando vodka, me ofreció vino tinto que había enfriado me sirvió en una copa que bebí apresuradamente para que me sirviera una más.
Empezaron las caricias se sentó en la orilla de la cama y me colocó frente a él, con mis piernas le envolvía su cuerpo, nuestros pechos estaban pegados y su aliento recorría mi cuello las mejillas y mi boca. Empecé a moverme fuertemente su pene estaba fuerte y sentía sus movimientos dentro de mí, al cabo de unos minutos se levantó y me recostó en la cama, me pidió que me pusiera en cuatro a la orilla, le pedí alguna crema o aceite, buscó en su armario y saco un aceite que me dijo lo utilizan cuando la sal les ha afectado mucho la piel, me lo unté generosamente en el culo y le hice la señal que estaba lista, sentí como se abría camino dentro de mi recto e inicié mis movimientos hasta que sentí que todo el estaba dentro.
Me tomó de los senos desde esa posición, yo hacía movimientos circulares y el metía y sacaba su miembro, pasaron unos minutos de incontables orgasmos cuando me sujeto del cabello con una de sus manos, jalando un poco brusco como si fuese su yegua y me dio unas nalgadas, note que ya estaba cansado y decidí que era momento de que acabara, empecé a contraer el recto y cerrar las nalgas, aguanto solo unos instantes, cuando termino exclamo muy fuerte y el marino que se encontraba resguardando la puerta entro intempestivamente, creyendo quizás que su capitán estaba en riesgo, en su rostro note que lo que había visto lo dejo alucinado, le sonreí y le dije ‘all is ok no problema’. Lo deje tendido en la cama y le dije que me esperaban sus marinos, así que lo dejaría un rato, me hizo la seña de que me acercara y me dio un cariñoso beso.
Cuando salí el marino me extendió sus brazos para cargarme y así me llevo hasta el lecho donde seria sodomizada.
Con una sonrisa se dirigió a sus compañeros y en su idioma les comentó algo, supongo que fue lo que vio, porque todos quisieron darme por el culo, ya no hubo orden todos ocuparon en un momento dado mi boca, culo o vagina, yo ya solo recibía no tenía fuerza para impedir hicieran de mi lo que quisieron, perdí la noción del tiempo que transcurrió, hasta que por fin llegaron a rescatarme mi esposo y el capitán, ya que estos muchachos no se cansaban.
No quisieron regresarme el vestido, me obsequiaron una playera con el nombre de la embarcación y se ofrecieron a llevarme en sus brazos hasta nuestro auto, empezaba a amanecer por lo que mi esposo apuro la velocidad para llegar antes de que los vecinos nos vieran.
No supe como llegué a mi cama, obvio que fue mi marido, pero no lo recuerdo, cuando desperté por la necesidad de ir al baño, eran las 7 de la tarde.
Sentía un dolor en mi trasero, no tenía ningún otro síntoma, solo un dolor al sentarme, al poco rato llegó mi esposo y soltó una carcajada ya que estaba toda despeinada y con el maquillaje corrido, le pedí que me revisara el trasero porque me dolía, me pidió dar la vuelta y empinarme para revisarme, lo que encontró fue el culo bien rosado por la fricción, de hecho me tomó una foto para que la viera, durante tres días me sentí incomoda, pero esa vivencia quedara por siempre en mi memoria.
Espero que haya sido de su agrado, hasta siempre.
Romy