Buenas tardes con todos, nuevamente me ha picado la espina de escribir un relato 100% real, y es que con el paso de los años inevitablemente vienen a la mente las experiencias mórbidas vividas, y los placeres que han alegrado nuestras noches.
Primero que nada quiero reconocer que no es muy común encontrar relatos de personas de mi país, Ecuador, al parecer no somos muy aplicados a escribir nuestras historias, y en el caso de las mujeres como que aún existe pudor o vergüenza (especialmente en las mujeres de nuestra serranía), y de verdad como que si tengo mucha curiosidad por historias donde refiera ciudades, provincias y hechos de mis paisanos/as que permitan imaginar las situaciones sexuales con aproximación a lo que es mi situación real.
A finales del 2018 me quede sin trabajo, y únicamente me ofrecieron un puesto de rango medio en una empresa industrial en Santo Domingo, una ciudad de provincia a 200 km de Quito. Tomé el trabajo y arrende una pequeña suite a dos kilómetros de la planta y el centro de acopio, o sea era un ambiente rural en que solo ocasionalmente salía a la ciudad, y en el que mis días transcurrían entre desayuno en soledad, trabajo en planta con equipo mayoritariamente de técnicos, contadores y demás funcionarios que terminada la jornada cada cual se retiraban a sus casas, o sea tenía mucho tiempo en soledad.
Un día cualquiera entre semana, por alguna razón que no recuerdo, me quede hasta más tarde en la oficina, siendo que ya no había ningún otro funcionario en el piso, cuando suena el teléfono interno donde me llamaban a confirmar la merienda, grata sorpresa, no sabía que a la noche tenía derecho a ese alimento, el hecho es que me demore otro rato mas y cuando baje al comedor la señora encargada ya estaba limpiando y retirando las mesas.
Algo molesta por mi demora me pregunto si tenía inconveniente en merendar adentro de la cocina, a lo que le respondí que no tenía inconveniente.
Mientras calentaba los alimentos pude verla con mas detenimiento, antes no me llamo la atención por lo apresurado que resultaba el horario de almuerzo, y también por el comportamiento propio de los jóvenes que molestaban y endulzaban a las meseras y a la señora de la cocina con zalamerías, vaciles, y hasta groserías.
Era una mujer de unos 40 años, mulata, caderas anchas y contextura mas bien delgada, grandes ojos negros y unas tetitas pequeñas que saltaban bajo la blusa evidenciando la ausencia de sostén.
Empezamos a conversar, acerca de mi reciente incorporación, que era lo que antes hacía en Quito, que si me gustaba la costa, que por donde vivía, que si es casado y porque no viene su mujer a acompañarle. A lo que le respondí que no puede por el trabajo.
Sentí su mirada diferente, me estaba coqueteando, bajo el tono de su voz y se tomaba muy seguidamente un fleco de ese cabello ensortijado.
El momento en que me sirvió la comida sentí en mi hombro la dureza de su pierna, así como ese olor característico de la mujer negra, mezcla de sudor sal, y hasta los aliños de la comida que preparaba, fue inevitable, y se me paro inmediatamente mi pene.
Sin afán de parecer arrogante, tengo una buena herramienta de casi 20 cm y bastante gruesa, de tal manera que resaltaba el paquete aun estando sentado.
El dialogo fue más o menos así.
–¿Y usted hasta que hora se queda Sra. Marcelita?
–Unos 10 minutos más, hasta terminar de arreglar y que usted termine de comer.
–Y le viene a ver su marido?
–No tengo marido, ni novio, ni amiguito ni nada parecido…
–Pero que desperdicio… este pedazo de mujer no debería estar sola.
–Pues ya ve… estoy sola desde hace 5 años que nada de nada
–Pero que falta de confianza… deberíamos arreglar ese tema… jajaja
–Y como quiere arreglar el tema… bandido
Esta conversa transcurría mientras seguía merendando, y yo la miraba directamente a los ojos de manera muy insinuante, y bajaba la vista a sus piernas y pies casi descubiertos, únicamente calzados por unas ligeras sandalias.
Al levantarme a dejar el plato le mire directo a los ojos y fui acercándome, la tome directamente de la cintura y la atraje hacia mi y le plante un enooorme y rico beso en la boca, correspondiéndome con su lengua, mientras le apretaba mi enorme paquete al medio de sus piernas. Me dijo algo parecido a:
–Uy ingeniero que fuerte es lo que trae allí
–Tú me lo has despertado ricura. Quieres verlo?
–Si. Pero le advierto, soy negra… y a mi me gusta grande porque soy bien profunda, por eso solo me he dejado culear por negros.
–Pues veamos que opinas.
Pues me desabroche el cinturón, y baje mis pantalones conjuntamente con el interior, saltando en todo su esplendor y con la mirada al techo mis 20 centímetros de verga venosa, gruesa, café y cabezona, donde ya destacaba lo muy roja de su cabeza, y empezada a brotar algo de líquido preseminal.
La mulata abrió los ojos como platos, y seguimos hablando algo arecido a:
–Por Dios Ingeniero, es lo mas grande que he visto en mi vida, que rica verga tiene.
–No seas mentirosa, si tu has estado con negros, esos si son como caballos, los he visto compartiendo camerino en el futbol.
–Pues los que me han culeado no lo tienen así (mientras tomaba mi verga con la mano y masajeaba suavemente).
–Vamos para el baño, aquí podría entrar alguien a la cocina.
–Ya salieron los últimos operarios, pero vamos no sea que alguien haya quedado por ahí
Salimos de la cocina con un minuto de intervalo, no sea que la cámara exterior estuviera conectada y nos filmara juntos saliendo al baño.
Entro pues mi mulata al baño de mujeres, y tras de ella yo, siendo que la vi en la última estación, la mas grande de “discapacitados”, y allí mismo entramos, siendo que casi al instante se apagaron las luces por ser sensores de movimiento externo.
No se aguantó las ganas y lo primero que hizo fue bajas a mi verga, brindándome una de las mejores mamadas de mi vida, pasando la lengua en el glande, y succionando la cabeza, el tronco y los huevos, mientras se iba tocando las puntas de las tetas con la otra mano.
Siguió unos 4 minutos, luego de lo cual me dijo algo como:
–No aguanto mas, quiero que me meta toda esa vergota que tiene ingeniero, pruebe este coño negro que hace mas de dos años no ha probado verga y anda todo húmedo.
–Uff si cariño, ya lo siento y lo huelo, (Tenia ese inconfundible aroma de las negras mezcla de sudor y sal)
Se dio la vuelta, y se agacho ligeramente haciendo a un lado la tanga muy delgada que tenía, acercando mi verga gorda y cabezona a la entrada de su vagina, optando por no meterla de golpe, y empezando a frotar toda la entrada, desde la punta del clítoris, hasta la pared que separaba el ano, sintiendo un diluvio de jugos y olores penetrantes que me estaban volviendo loco de excitación.
En ese momento, ocurrió un cortocircuito en mi cabeza.
¿Estoy en la costa, es una mujer adulta, más de 5 años separada, y previamente cuantas parejas sexuales habría tenido su ex?, y ella mismo, en un ambiente tan cálido y con las costumbres tan livianas de nuestras campesinas. Cuantos metros de verga se habrá metido con el personal de la misma planta? Pare en seco la acción y le dije. Me voy a poner condón.
-No ingeniero, métala toda sin condón, quiero sentirla, estoy limpia , y no me han culeado mas de 5 años.
-Pues no mi vida, tú tampoco sabes que pueda tener yo.
Y me puse preservativo.
Y ahí si la agache, y de un solo empellón le metí toda la verga. ufff, dio un grito temible, que hasta me dio miedo que en la guardianía a unos mil metros del baño la oyeran.
Y empezó el movimiento, dirigiendo directamente y muy fuertemente la raíz de mi verga en la pelvis de ella, sintiendo pues su clítoris, grande y húmedo, apretado con el tronco de mi verga, No resistió ni un minuto y con la falda alzada se tapó la boda de la serie de gritos que empezó a dar, a mas de una corrida de jugos fenomenal, siendo excitante para mi el sonido de sus líquidos cayendo en el piso de porcelanato del baño.
Seguía en acción la culeada, fuerte, y en tres minutos nuevamente sentí que volvía a escurrirse toda esa chepota en mas jugos, mientras decía algo parecido a :
–Ahhh, que ricooo, que vergota rica, que brutooo
–Muévete mi negra rica, quiero terminar
Pero no podía terminar, quizá por el stress del lugar, el riesgo que implicaba el lugar de trabajo estuve casi media hora dándole a marambo, hasta que tuve una chorreada fenomenal.
Terminando la faena, me retire el condón, y ella me dijo algo como:
–Que rico esta esto ingeniero. Si me va a dar otras vez?
–Claro que si mi negra
–Pero quiero sin condón. Ya le dije estoy bien limpia., y quiero saborear toda esta mandarria en el culo, hace rato que no lo hago y a mi me gusta
–Pues ya veremos con el sol y las aguas como vamos avanzando.
Me despedí con un beso, y en las próximas semanas la culeaba de vez en cuando a la salida de la jornada, siempre asegurando que el personal estuviera fuera de la planta, no obstante lo cual en un almuerzo normal de la mañana, siendo que estaba solo en mi mes, una de las meseras que ayudaba en el comedor me dijo, al retirar los platos, muy suavemente y de manera coqueta.
–Se le ofrece algo mas ingeniero?… o de doña Marcela?
–Pues ahora quisiera cambiar un poco de menú (la mire muy intensamente como queriendo averiguar la segunda intención de su pregunta). Me ofrece algo mi niña?
–Pues usted dirá.
–Hablemos a la noche. Te parece si vamos a pasear por Santo Domingo?
–OK ingeniero
–Espérame a la salida de la planta en la gasolinera te veo a las 20
Y así empezó mi vida sexual en la costa ecuatoriana, periodo en el cual pasaron por mis sabanas unas 30 mujeres de toda edad, condición instrucción y posición económica, y que iré narrándolas mas seguidamente. Claro esta si a los lectores les parece.
Me gustaría contactar con mujeres de mi país e intercambiar experiencias, la verdad soy bastante imaginativo, y me gustan las experiencias de terceros. [email protected].